Volver a Indice

Castejón del Puente                                                                                                         Manuel Benito Moliner

 

EL RÍO CINCA

 

EL RÍO CINCA

 

Los molinos harineros.

 

El primero estuvo aguas arriba del actual, junto a la ermita de San Juste. Todavía se pueden ver algunos restos que informan de su gran volumen y una entrada para el agua. Se aprecia buena piedra en su construcción. En la ribera quedan restos de sillería formando pared. Es muy interesante el documento de capitulación reproducido por Severino Pallaruelo, Pallaruelo, Severino. Molinos del Altoaragón. I.E.A. Huesca. 1994. que a grandes rasgos vamos a comentar:

 

El concejo, jurados y baile de la villa –lo que hoy conocemos como ayuntamiento- se reunieron en los cubiertos de la carnicería, Estos cubiertos eran los porches de las casas que en Castejón debieron existir en la plaza del ayuntamiento, donde quedan los de este. donde encendieron una vela para que cuando se apagara se vayan de allí los que nada tengan que decir. Se refiere a la costumbre de encender una vela para marcar el tiempo que había de durar la subasta. Cuando se apagaba concluía el acto y ya no se admitían ni pujas ni reclamaciones. Las condiciones del arriendo eran para seis años, con un inventario previo de todas las herramientas que se alquilan con el inmueble, una concesión de dos muelas de agua, corriendo por parte del arrendatario los trabajos y gastos que generara el mantenimiento de la acequia.

 

Podía coger del soto del río cuanta broza quisiera para reparaciones del molino o de la acequia, pero no para uso doméstico o para otros menesteres. Sólo permitían tener en el molino media docena de gallinas y un gallo, si quisieran tener cerdos, más gallinas u otros animales deberían pactar con el concejo. Había obligación del molinero de dejar agua los sábados y domingos para que los hortelanos pudieran regar las hortalizas; el cáñamo podía regarse cuando quisieran pero sin cometer abusos sobre los derechos del molinero. Este también debía cortar el agua de la acequia una vez al año, bien para la Virgen de septiembre –fiesta local- o bien para el primero de marzo, en una de esas dos fechas que le era señalada por el concejo, debía proceder a la limpieza de la acequia que corría a su cargo.

 

Si el río crecía y se llevaba el edificio, cesaría el alquiler hasta que el concejo repusiera los daños. Al finalizar el arriendo el molinero pondría en marcha toda la maquinaria con agua clara para poder observar el perfecto funcionamiento de todo lo que le fue dejado.

 

El molinero no podía ser persona exenta, noble o privilegiado, para evitar problemas legales. Sólo él quedaba facultado para ejercer el oficio. Los vecinos de Castejón quedaban obligados a moler en dicho molino, bajo sanción de diez sueldos por cada carga o cahíz que molturaran en otro lugar.

 

Debían pagar al comendador de Monzón tres cahíces y dos fanegas de ordio cebada  y otras tantas de trigo. Además de presentarle los albaranes para comprobar los servicios prestados.

 

Se establece todo un sistema sancionador en torno al molino, tanto para el molinero como para los hortelanos que compartían con él la acequia. Las multas las impone el concejo y el baile o alcalde se compromete al cobro, estimulado al llevarse la tercera parte de lo cobrado.

 

Este viejo molino fue desamortizado mediado el siglo XIX, sufriendo ruina. Años después, casa Cavero que explotaba una gran parte de los campos, construyó uno nuevo junto a los restos del puente. Todavía se ve el edificio arruinado, con los dos huecos para la entrada del agua a los cárcavos, llenos de maleza. También se aprecian las dos puertas que aprovechan el desnivel donde se ubica, una para entrar con el grano y la otra para salir con la harina. El último propietario conocido, en los años 50, fue José Cavero. Lo llevaba un molinero que vivía aquí con su familia y que dependía económicamente de dicho propietario.

 

Para poder ampliar la clientela se instaló, junto al viejo y demolido puente, una barca de maroma con un buen embarcadero construido gracias a los sillares que el agua iba arrancando a las pilas. Los que venían a moler desde la otra orilla no pagaban barca.

 

 

La barca

 

Ya hemos visto como el viaducto pasó muchos períodos inoperante, por lo que es posible que una barca lo sustituyera. Esto es lo que pasó al construirse el nuevo molino, al tiempo que se desmoronaba definitivamente el puente. La necesidad de captar usuarios en la otra orilla, llevó a los molineros a promocionar la construcción de un embarcadero de sillería que protegiera la actividad. La materia prima estaba en el río que día a día va arrancando piedras a la monumental obra.

 

La barca fue de las llamadas de maroma, una fuerte soga movida por una polea que llevaba a las gentes de una orilla a otra. Últimamente se sustituyó por sirga de acero que hasta hace unos años estuvo tirada junto a las ruinas de la Caseta del Barquero.

 

 

El puente

 

Obra emblemática de Castejón que desde tiempo inmemorial ha admirado a cuantos se han acercado hasta ella. Aún hoy impresiona con las pilas metidas en el agua, las defensas de grandes sillares caídas o las considerables arcadas que aún se pueden intuir y calcular en la orilla de Monzón.

 

Se trata sin duda del puente más monumental que tuvo el Alto Aragón. Totalmente olvidado espera un definitivo estudio de sus materiales, reutilizados y renovados a lo largo de dos mil años. La mejor forma de contemplar sus restos es ir hacia Monzón, allí tomaremos la carretera de Fonz y antes de llegar a Ariéstolas, nos desviaremos a la Torre del Paisanto. Voz que parece aludir a la persona que se dedicaba a pasar a la gente. Entre los juncos de la orilla se ven los muñones pétreos, en los primeros están aún los arranques de los arcos. En los que están ya en el agua pero junto a la orilla, se ven sus defensas ovaladas, con los sillares cortados en trapecio para formar el óvalo.

 

En su cabecera, por el lado de Castejón, se estableció una población, El Pon, con iglesia que con el tiempo se trasladaría a La Bella. La magnitud de la obra y la inversión que precisaba su mantenimiento, hizo que estuviera inutilizado durante muchos períodos. En la época imperial romana, como ya se ha apuntado, establecía la comunicación entre la costa mediterránea, Tarraco y Barcino, con la cantábrica. La próxima etapa y puente que se encontraba el viajero era Pertusa.

 

En el siglo XIII, cuando llega a las manos de la próspera orden templaria, esta lo rehabilita, recomponen la vieja ruta Lérida-Huesca por Pertusa y ponen en marcha un viejo camino musulmán, No olvidemos que el actual Barbastro es fundación musulmana y que donde hoy asienta sólo hubo un caserío. que comunicaba Monzón con Barbastro y las florecientes villas de Alquézar, Adahuesca, Casbas... llegando hasta Huesca y continuando a Sangüesa. En este trayecto las órdenes hospitalarias levantaron en esa época, para atender al viajero y al peregrino, los monasterios de Treviño (Adahuesca) y Foces (Ibieca), el lazareto de Nuestra Señora del Monte (Liesa) y los hospitales de San Julián en Barbastro y Casbas.

 

La orden del Cister creó un monasterio femenino en Casbas y de incierta propiedad hubo otro cenobio muy antiguo en Bierge: San Fructuoso. A su vera se desarrollaron urbanizaciones medievales como la de Santa María de La Puente, actual Castillazuelo.

 

Ambos caminos seguían en uso en el XIX. Por el de Pertusa dejará constancia de su paso el viajero romántico José María Cuadrado. Cuadrado, J. M. Recuerdos y bellezas de España... Op. cit. En el de Barbastro-Casbas, se creará una cofradía de trajineros en el Treviño y el tramo entre Adahuesca y el puente de Las Aguas (Bierge), recibirá el nombre de camino de los trajineros hasta los años 60.

 

El puente fue muy importante en la conquista aragonesa de Barbastro, al comunicar Monzón con las zonas de asedio a aquella ciudad (El Pueyo, El Pueyo de Vero o Pueyé). En 1142 se registra la lezda del puente de Castejón sobre las mercancías que van a venderse. Diferentes noticias nos hablan de que el puente cae en desuso y que cuando se recompone se hace con armazones de madera. La Corona aragonesa, se preocupará durante los siglos XIII y XIV de que la obra se rehaga y se mantenga.

 

Entre 1206 y 1213, el rey dona para las obras varios molinos y una bastida Máquina de guerra, como una torre móvil que se usaba para expugnar fortalezas atacándolas a la misma altura. Estas máquinas eran de propiedad real y se alquilaban proporcionando rentas. Ver Covarrubias, Sebastián de. Tesoro de la lengua castellana o española. Altafulla. Barcelona. 1998. de su propiedad. En 1207 el obispo de Lérida concede indulgencias a la cofradía de constructores y a la que atiende el hospital, ambas formadas por laicos y frailes. Las casas del puente constituyen el poblado de El Pon, por donde pasan obreros constructores, limosneros que recogen limosnas En la Edad Media dar limosna para la construcción del puente era algo muy importante, pues se contribuía a la peregrinación y la expansión del cristianismo. No olvidemos que la máxima figura de la Iglesia es el pontífice o constructor de puentes. En 1209 Pedro Maza deja en su testamento 160 sueldos para el puente de Monzón (Durán Gudiol, Antonio. Colección diplomática de la catedral de Huesca. 2 Vols. C.S.I.C. Escuela de Estudios Medievales. Zaragoza. 1965). para la obra y los ponteros que se encargan del cobro del paso.

 

El Temple usufructúa la fábrica gracias a Pedro II que le entrega, además, castillo y villa. Comienza pagando al rey 1.000 sueldos pero el mantenimiento de la obra le hace bajar el pago a 400. Posteriormente no pagará nada, reinvirtiendo lo ganado en las reparaciones. Lo mismo harán los monarcas que le sucedan hasta que con Pedro IV se establece un pacto duradero entre la Corona y el Castellán de Amposta, máxima figura de la Orden Hospitalaria de San Juan en Aragón. En 1343 acuerdan que el comendador de Monzón habrá de invertir 4.000 sueldos anuales hasta que el puente sea todo de piedra y sea estable. Para esta operación se asignan cantidades a pagar por los pueblos de Estiche, Pomar, Santalecina, Binaced y Castejón. Cantidades que podrán ser incrementadas en el caso de que el puente sufra nuevas roturas. Queda la orden hospitalaria responsabilizada de mantener el puente en funcionamiento de allí en adelante. Seguimos en todo momento la documentación aportada por Iranzo Muñio, M. T., Op. Cit.

 

Había poblaciones como Barbastro, Monzón, Huesca, Lérida, Zaragoza y Monclús que como invertían en otros puentes, sus moradores estaban exentos de pagar el pontazgo. Este establecía en el siglo XIV las siguientes tarifas en Castejón: un hombre a pie un óbolo, un jinete un dinero, un animal cargado o un animal de tiro, un dinero; el ganado 4 óbolos por cabeza. Dos óbolos hacían un dinero. Lara Izquierdo. Sistema aragonés de pesos y medidas. Zaragoza. 1984.

 

Al poco tiempo de su recuperación en el XIII, empieza a decaer el paso de viajeros y mercancías, debido sobre todo a la ejecución de nuevos puentes en Monzón, como el que concedió Jaime II en 1312, languideciendo su existencia hasta el siglo XVI. En esta centuria, el establecimiento del Imperio Español con obras de envergadura, y el buen momento económico que se vive en Aragón y en Castejón del Puente, como hemos visto, provoca la recuperación del viaducto.

 

En el pueblo viven maestros canteros como Lope de Licergarate, que edificó el puente de Las Aguas entre Bierge y Casbas, abandonado y hundido hace unos años, y la iglesia de Laluenga, Jorge Blasco, piquero y artífice de la fuente de Permisán, Juan de Araçil autor de la torre parroquial.

 

Juan de Araçil una vez que terminó aquí sus trabajos que incluirían reparaciones en el puente, marchó a reedificar el de Pertusa, levantando la magnífica torre que aún se atribuye a Herrera.

Blázquez Herrero, C. y Pallaruelo Campo, S. Maestros del agua. D.G.A. Zaragoza. 1999.

 

La estancia de estos maestros en la localidad, la existencia de canteras que aún se explotaban mediado este siglo, INFORMACIÓN TÉCNICA Y COMERCIAL ESPAÑOLA S.A. HUESCA. Zaragoza. 1950.  y la trascendencia de la obra y su mantenimiento continuo nos hablan de la importancia del paso en este siglo XVI. Aunque en esa época estaba a punto de construirse uno nuevo en Monzón que ya había tenido varios de tablas Blázquez Herrero... Op. Cit.  y varias barcas que llevaban a los viajeros hacia Selgua, camino de Zaragoza. Cock, Henrique. Relación del viaje hecho por Felipe II en 1585, a Zaragoza, Barcelona y Valencia. Madrid. 1876.

 

Las reparaciones se mantienen Iranzo Muñio, M.T. Puentes medievales en la provincia de Huesca: aspectos económicos y sociales. Aragón en la Edad Media V. Zaragoza. 1983. en el XVII, aunque las guerras con Cataluña hacen que se corte su paso. En el XVIII las arcadas de piedra que se van cayendo se reemplazan por pasarelas de madera. En el XIX se cae definitivamente y se sustituye por la barca. En 1903 queda un arco y entre 1906 y 1907 ninguno.

 

La obra tuvo cerca de 500 metros de recorrido distribuidos en unas 20 arcadas. Ha pasado desapercibido en los trabajos sobre Roma, caminos etc. Sólamente Antonio Ubieto y Antonio Naval hablan de él con la trascendencia que el monumento merece y que ha llamado la atención de cuantos estudiosos y entendidos se han acercado a sus ruinas.

 

 

La noria

 

En el comienzo de la Huerta Vieja, entre el río y Las Gravas están los pilares de sillería que sostuvieron una gran noria, de las de elevación mediante cangilones. La obra es importante: dos pilares en cada extremo y basamento de buenos sillares que se hacen muy grandes en la base y en el fondo, por donde aún pasa la acequia. Lleva fecha de 1862 pero en el pueblo dicen que antes hubo otra. Se acompañó de una caseta para el cequiero o zabacequia que también cuidaba de la noria.

 

Desapareció la rueda elevadora pero está en pie la estructura de obra. Convendría una rehabilitación, reequilibrando los pilares que se van venciendo hacia dentro y una limpieza del entorno y el fondo para poder contemplar esta singular construcción.

 

- Agradecimientos, Créditos y Advertencias Legales  - Geografía  - El Marco Histórico  - El Arte  - La Bella

- El Río Cinca  - Etnografía     La cofradía     La casa     El agua     Medicina popular    Brujas, duendes y fantasmas

   Literatura popular     Juegos     El ciclo festivo     Ciclo vital     Gastronomía     Oficios  - Bibliografía básica  

- Mapas  - Fotografías

Volver a Indice