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Castejón del Puente                                                                                                         Manuel Benito Moliner

 

ETNOGRAFÍA

 

La casa

 

En todo el Alto Aragón la casa se concibe como una estructura de producción. En ella se integran desde las tierras, los ganados y las herramientas a las personas que la componen y viven en ella. Como se ha visto, antes del siglo XVI las casas tendían a estar en los tajos. Es decir las tabernas, artesanos y comerciantes en los caminos, y los labradores junto a sus tierras. Luego, con el acceso paulatino de los hombres a la propiedad, vino la búsqueda de seguridad y el amurallamiento de las villas, la concentración de hábitats.

 

Los señores vivían en castillos, como el que hubo en el extremo occidental del Monte Castillo. Casas fortificadas, con una puerta defendida por matacanes y mirillas dispuestas en las ventanas. Los vasallos habitaban pequeñas cabañas, de unos seis metros cuadrados, con un hogar en un rincón o en el centro. Estas habitaciones eran de adobe con mampostería, palos para urdir la techumbre y hierbas en forma de tepe o paja para la cubierta.

 

Las viviendas más antiguas que nos han quedado en Castejón son de ese tipo, labrados sus cimientos en la misma roca, donde aparecen agujeros para asentar un mástil que a la vez sujetaría un techo. Hay también pequeñas alacenas labradas en los muros pétreos para vasares. La habitación servía para cocina, comedor y dormitorio. Los ganados se guardaban en sitio aparte, salvo el mayor como el asno o el buey -si se tenía caballo ya no se era vasallo sino caballero- que dormía junto a los propietarios. Entre las casas se dejaba algún espacio para calle. Hoy podemos ver los restos de estas cabañas que conformaron Cebollero, entre abundantes restos cerámicos medievales, en la solanera pétrea de La Bella. Al abandonarse se utilizaron para corral de ganado.

 

Hacia el XVI los más pudientes se instalan en el núcleo actual con casas de dos plantas y falsa. Al exterior tienen galería de arcos corridos que orea la falsa, donde se secaban y guardaban diversos productos agrarios. De este tipo de casas quedan varias. Una está en el camino a La Bella (de Lapiedra). Otras dos en la antigua Calle Mayor, llamada hoy de Abajo (Cavero y Camilo). La última es la del actual Ayuntamiento que al estar en lo que fue pequeña plaza que sirvió de lonja o mercado, conserva los porches o cubiertos donde se vendían las mercancías o se reunía la gente.

 

Otras más humildes van desapareciendo, tienen sólo una planta y poca extensión. Frente a la citada de Lapiedra se ve una arruinada con un pequeño balcón en cuya base se hizo un adorno de yeso.

 

La casa de Castejón que por dentro se ha quedado más arcaica al habitarse ocasionalmente y servir más que nada de almacén para el ganado, quizá sea la Torre Cardiel. Se trata de una vivienda que parece construida en el XVIII aunque ha sufrido innumerables reparaciones. Se distingue de esa época la portada de ladrillo en medio punto. El corral de al lado tiene una buena sillería en la base, probablemente de un edificio más antiguo; no olvidemos que Cardiel fue un coto redondo de San Juan de Jerusalén. El corral anejo se edificó a mediados del XIX, justo cuando se desamortizó y pasó a manos de un propietario estadillano, hasta que la compró casa Cavero.

 

La distribución interior admite bodega en espacio semiexcavado, la planta baja tiene típico patio de distribución de dependencias y acceso a plantas superiores, allí hay también cuadras. La primera planta tiene una cocina con pequeño hogar adosado a la pared y fregadero. Una sala para comer con una mesa de pino y bancos; tres habitaciones. Arriba está la falsa que sirve de almacén de trastos, de palomar. La falsa también se podía habilitar para habitación, instalando una cama en un rincón, cuando las circunstancias lo requerían: huéspedes, jornaleros, pastores...

 

En la calle de Abajo o Mayor se instalaron buenas casas destacando la de Camilo y la de Cavero que luce un escudo con la Custodia. Esto se debe a que esta casa celebraba la festividad de Minerva, donde se exponía la Sagrada Forma. Curiosamente cuando se anexionó la casa de al lado, puso en la clave de su puerta el Santo Cáliz, como símbolo de su propiedad. Otras casas pudientes celebraban fiestas particulares en determinados días, buscando la protección de santos o advocaciones marianas, lo hacían con una misa y luego un convite en su casa: Juan Torres, Casero, El Pon, y El Abogau –que no era de aquí pero tenía solar.

 

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