En Castejón se recuerdan tres mujeres con fama de brujas Con el fin de no molestar a nadie se evita los nombres que quedan registrados en las entrevistas realizadas por si alguien quisiera profundizar más en esta cuestión. , de ellas la que más empaque tenía era la Sacristana que había llegado de Fonz. Cuentan que tenía libros, lo cual para una mujer de aquellos tiempos era sinónimo de bruja, ya que los libros no podían ser otros que los utilizados para hacer maleficios. El más conocido era el de San Cipriano que no se podía destruir, si se arrojaba a un pozo o se echaba a una hoguera volvía a aparecer en el arca donde solían guardarlos. A esta mujer se le tenía mucho respeto.

Las otras dos tenían facultades para aojar o hacer mal de ojo, cosa que intentaban con los niños a través de los pañales que estaban en contacto íntimo con ellos, aunque no recuerdan las prácticas concretas.

De casa de una de estas mujeres salió por debajo de la puerta un macho cabrío, que dio un gran salto hasta una piedra junto al camino. Luego dio otros tres saltos verticales haciéndose cada vez más grande, hasta desaparecer otra vez por debajo de la puerta.

Los duendes más famosos eran los de casa de doña Francisqueta. Se dice que estos salían por la noche y movían los pucheros haciendo toda clase de ruidos. Claro que otra versión habla de que estos ruidos provenían de la vecina casa del cura, donde los muertos se manifestaban así para que se atendiera su necesidad de misas.

Fantasma sólo se recuerda uno que habitaba en el molino. Todo el mundo le tenía mucho miedo y procuraban eludirlo, aunque como buen fantasma sólo se dedicaba a asustar no causando otra clase de daños.