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Castejón del Puente                                                                                                         Manuel Benito Moliner

 

LA BELLA

 

La Bella

 

Malogrado santuario románico, hoy muy abandonado. Hay una tradición histórica recogida por Iglesias Costa Iglesias Costa, Manuel. Arte religioso del Alto Aragón oriental. 3 Vols. Akribos ediciones. Barcelona. 1987 . que sitúa su prístina ubicación junto al puente, aguas arriba. Allí hubo capilla ya dedicada a la Virgen que sería trasladada por los templarios al extremo oriental del Monte del Castillo. La época en que los templarios se hicieron cargo de estos pagos coincide con la ejecución de la obra. Se trata de una iglesia con planta rectangular rematada por un ábside, ya desaparecido; al interior subsiste la bóveda apuntada y sostenida por tres arcos fajones de clara factura gótica. Obra de transición entre el románico y el gótico.

 

El propio Iglesias Costa nos habla de unas arcuaciones ciegas en la parte del paramento que enlazaba ábside y nave, dicha decoración parece lombarda y coincidiría con una etapa anterior al resto de la nave. Lo cierto es que Jaime I Puentes medievales en la provincia de Huesca: aspectos económicos y sociales. Aragón en la Edad Media V. Zaragoza. 1983. dio estas tierras, antes que a los templarios a Alaón, Monasterio ubicado en Sopeira (Ribagorza). Lo mismo ocurrió con Santiago de Chalamera, hoy ermita de la Virgen, en el Camino de Santiago que iba hacia Monegros. para que cuidasen del puente, teniendo la obligación de mantener allí tres presbíteros. Dichos adornos se hallan, en la actualidad, bajo una capa de cemento

 

Al exterior tuvo una puerta al norte que comunicaría con el claustro, ubicado en el actual espacio ajardinado. Al otro lado estuvo la casa del santero. Sobre la ermita, en el punto más elevado por este lado del Monte Castillo, quedan restos de cimentación para una construcción cuadrangular, probablemente de un torreón que no faltaba en las casas templarias. Tampoco faltó el recinto murado que aún se puede ver, a pesar de haber perdido bastante altura.

 

La iglesia fue reajustada en la cabecera y a los pies. El testero semicircular acabó sucumbiendo en una reforma dieciochesca que creó un nuevo altar de la Virgen con camarín y deambulatorio por detrás para besar la imagen. Arriba se ve la bóveda de lunetos. Más recientemente se realizó una vidriera que aún subsiste. A los pies también se habilitó un nuevo espacio para instalar el preceptivo coro, tras las reformas tridentinas. Afortunadamente, por este lado la obra no fue tan funesta y se salvó la portada de medio punto con tres arquivoltas que debió enmarcarse por guardapolvo, a juzgar por la huella que queda en la fachada. La segunda arcada descansa sobre capiteles y estos sobre fustes semicirculares con pequeñas basas. Sólo es original el de la derecha que contiene una fina lacería. El otro tuvo que ser repuesto.

 

Esta portada tuvo atrio que fue desmontado para que al menos se pudiera ver este último resto románico. El atrio sirvió de refugio y tenía bancos corridos al interior.

 

La sillería es buena y tan bien asentada que a veces da sensación de no tener argamasa. Va toda con marcas de cantero. Canetes, Desde las dependencias contiguas se pueden ver unos tres labrados, a través de un desprendimiento del yeso. ábside, sillería... todo ha sido engullido por el cemento en una penosa actuación que quiso convertir una obra de arte en un salón-comedor con su piso de terrazo y todo. El vaciado del material de relleno entre contrafuertes y arcos, produjo un desajuste de los arcos fajones que empezaron a abrirse y tuvieron que sujetarse mediante tirantes de acero.

 

El interior está desolado, en el muro meridional aún se pueden observar los sillares chamuscados en el incendio de 1896. El resto de las paredes están provistas de una recia capa de estuco. En el muro sur, sobre una de las pilastras, al desprender el estuco, han aparecido restos de pintura mural de la época VV. AA.. Geografía de Aragón. Guara Editorial. Zaragoza. 1990. en que se levantó el templo (siglo XIII), la imagen de más abajo parece una estampa jacobea con un cielo estrellado de fondo y un santo o Virgen con aureola. Las demás son muy difíciles de identificar, quizá empleando algún tipo de iluminación especial, podría traslucirse el plan iconográfico.

 

El estuco está decorado mediante unas cenefas en las arcadas, dándole un poco de animación al interior.

 

Las actuaciones que se han efectuado en la iglesia, anejos y entorno dieron como resultado el hallazgo de restos de construcción romana y aljibes de esa época. Es posible que aquí hubiera un castillo romano que controlara el tránsito por el puente y cuya guarnición se encargaría de proteger el tramo de calzada de bandidos, tan frecuentes en todas las épocas.

 

La llegada de los templarios, tras las dos conquistas aragonesas de estas tierras y un período de dominación señorial mediante tenentes, supuso la edificación de un monasterio o casa templaria que sigue los mismos cánones que otras de las órdenes militares, como Santiago de Chalamera, Virgen del Treviño en Adahuesca, San Miguel de Foces en Ibieca...

 

La parroquia que atendía cerca del puente las necesidades religiosas de estas gentes, recala aquí durante más de tres siglos. En 1562 surge la nueva colegial y esta pasa a llamarse la vieja o La Bella.

 

Hubo aquí también ermitaño que cuidaba del templo, limpiaba, mantenía las lámparas y hacía el toque de las campanas. A cambio podía recoger limosnas y cultivar algunos trozos de tierra propiedad de la ermita que fueron desamortizados en el XIX, pasando a engrosar el patrimonio de los más acaudalados.

 

Al comienzo del siglo XVIII cuando se declara la Guerra de Sucesión, se refugian aquí algunos sacerdotes de los pueblos cercanos. Aprovechan la estancia para crear una congregación de píos operarios misionistas al frente de la cual está el cura de Monesma de San Juan: Francisco Ferrer. Esta iniciativa sería el embrión del seminario de Barbastro que en 1723 regentaban los PP. de San Felipe Neri. El seminario creció y se fue a la capital episcopal. El hueco lo llenaron los PP. Paúles entre 1752 y 1759, que también acabaron buscando casa en Barbastro.

 

Luego se creó un beneficio para sustentar a un prior que cuidara de los oficios religiosos en la ermita y siguió funcionando como aneja y capellanía de la colegial, teniendo un sacerdote que, allá por 1840, cuando se redacta el diccionario de Madoz, era también el maestro de la escuela. Cuentan que un rico de Barbastro hizo una importante donación para este santuario, con el dinero se intentó levantar un gran edificio anejo, moviéndose los cimientos de la ermita, lo que provocó la fatal intervención que hoy conocemos. Datos suministrados en la entrevista oral con Juan Antonio Malo.

 

En tiempos de López Novoa López Novoa, Saturnino. Historia de Barbastro. Sociedad Mercantil y Artesana. Zaragoza. 1981. tenía La Bella dos altares, además del de la titular, el de San Antonio de Padua y el del Salvador, con pinturas de singular mérito. Aquí se veneraba también el crucifijo que los PP. de San Vicente de Paúl llevaban en sus misiones.

 

Las fiestas más señaladas que tenían lugar en esta ermita eran para septiembre. El día de la Natividad de la Virgen estaba ya instituido como día festivo de Castejón en el siglo XVI, como se dice en el apartado dedicado al molino. En ese día se iba a la ermita cantando los gozos, se hacía la misa y se repartía caridad, pan primero, y últimamente tortas bendecidas.

 

Otro día importante era el 25 de marzo, día de la Encarnación o Virgen crespillera, fiesta pequeña que duraba dos días. Las mozas cantaban en la misa mayor, luego se organizaba la venta de pasteles y el baile. El postre típico en esa fecha eran los crespillos -borraja rebozada de harina, huevo, anís y, una vez frita, espolvoreada de azúcar o con un poco de miel- que se comían para preñar las oliveras. Pensaban las gentes que como, tanto la Virgen como las oliveras, dan sus frutos en diciembre, ambas se quedarían preñadas el mismo día, el 25 de marzo. Por eso, y siguiendo un ritual de incitación fecundante y lunar, se ingerían los crespillos. Benito, M. De crespillos y lunas. Diario del Altoaragón. Huesca. 5 de julio de 1998.

 

En Pascua de Resurrección también venían a la ermita en procesión. Durante la Semana Santa se celebraba el vía crucis que transcurría por el camino que separa la parroquial de La Bella. En la piedra se incrustaban las cruces de las diferentes estaciones y al final estaban las tres representando el Calvario. Todas fueron derribadas durante la Guerra del 36, sólo quedan los fundamentos donde asentaban.

 

En el trayecto estaba la cruz de San Pedro de Mártir –29 de abril, desde donde se bendecían los términos, esta cruz desapareció hace muchos años y la fecha de bendición se llevó al 3 de mayo, fiesta de la Santa Cruz. También recuerdan, debajo de la ermita, la Piedra del Pan pero no se recuerda el por qué de ese nombre y, en el trayecto de la ermita al pueblo, otra piedra conocida como la cama de los novios marcada en el camino. Probablemente relacionada con cultos de fertilidad. Tras la celebración del matrimonio y para que este fuera fructífero, se visitaban lugares que tenían piedras o elementos relacionados con la fertilidad: la piedra de la ermita de San Juan en Ballobar, el cerrojo de San Medardo en Benabarre, el castillo de Estopiñán...

 

En el mes de mayo celebraban varias actividades marianas. Desde luego el templo es uno de los más venerados y conocidos del Cinca Medio, así lo recoge una copla popular:

 

San Salvador está en Selgua,

La Bella en Castejón,

San Elías en Valcarca

y La Alegría en Monzón.

 

Muchas gentes venían hasta aquí para reclamar la protección de la imagen, sobre todo en las gestaciones y en los nacimientos, llevándose un viejo manto que se ponía encima de la sábana durante el parto, también cogían aceite de la lámpara que en caso de apuro servía para aplicarlo sobre el vientre haciendo la señal de la cruz.

 

Los autores eclesiásticos que han glosado los poderes taumatúrgicos de la imagen dicen que cura del pecado interior, Faci, Roque Alberto. Aragón Reyno de Christo y Dote de Maria Santissima. Diputación General de Aragón. Zaragoza. 1979. quizá se refieran a las crisis de fe. Lo cierto es que se atribuyen a esta imagen, dos veces destruida y sobre cuyo rostro según creencia popular no se pone el polvo, innumerables milagros. Dos de estos, acaecidos no ha muchos años, se recuerdan bien:

 

El primero aconteció en 1872 a una montisonense llamada Isidora Gudel que privada de la vista y desahuciada por un par de médicos, Lo cuenta con detalle: Peñart, Damián. La advocación a la Virgen María en el Altoaragón. Huesca. 1998.  vino a la ermita, se untó con el aceite de la lámpara, oró y al estar besando la efigie mariana en el camarín recobró la vista.

 

En 1932 a la vecina de Castejón Teresa Serrablo se le detuvo el proceso del parto y no podía dar a luz. En tal situación sólo cabía la muerte, por lo que se le administraron los Santos Óleos. Cuentan que entonces se encomendó a la Virgen y parió un niño muerto, aunque el milagro fue que ella se salvó.

 

La imagen primitiva viene descrita en la obra recopilatoria del padre Faci: sedente, con la mano izquierda sostenía al niño con el orbe y en la derecha llevaba una azucena, atributo de la virginidad. Quemada en 1896, como se ha dicho, se incluyó un resto que quedó de la escultura en la que se hizo nueva. Esta acabó en la hoguera en el 36 y la actual, guardada en la capilla del Ayuntamiento, se traslada en la fiesta de septiembre a la parroquial, donde preside los actos religiosos. Para concluir este capítulo transcribimos los Gozos dedicados a la Virgen:

 

 

Pues sois de gracias y dones

montaña que más descuella;

alcanzadnos, Virgen Bella,

del cielo las bendiciones.

 

En esta altura eminente

para universal consuelo

te puso próbida el cielo

acueducto indeficiente;

y pues su gracia excelente

derraman a inundaciones,

alcanzadnos, Virgen Bella,

del cielo las bendiciones.

 

Sois probática piscina

para toda curación

al fiel, que con devoción

a tu templo se encamina;

y pues tu gracia es divina

en todas las ocasiones,

alcanzadnos, Virgen Bella,

del cielo las bendiciones.

 

En toda necesidad

nube de Elías que inundas,

y lo infecundo fecundas

de nuestra esterilidad,

y pues tu gran caridad

inflama los corazones,

alcanzadnos, Virgen Bella,

del cielo las bendiciones.

 

Norte sois que al mundo guía

en este mar proceloso,

el solar más luminoso

que alumbra el más claro día;

y pues andan a porfía

tinieblas de sugestiones,

alcanzadnos, Virgen Bella,

del cielo las bendiciones.

 

Columna maravillosa,

que en la noche de esta vida

a la patria prometida

nos alumbra esplendorosa;

y pues sois tan luminosa,

a fuer de iluminaciones,

alcanzadnos, Virgen Bella,

del cielo las bendiciones.

 

Aurora del Sol divino,

divino Sol os contemplo

porque sois sagrario y templo

de aquel Sol que es uno y trino;

y pues tan rica os previno

con sus gracias y sus dones,

alcanzadnos, Virgen Bella,

del cielo las bendiciones.

 

Iris sacro de la paz

que concilias cielo y tierra,

terrible escuadrón de guerra

contra el demonio rapaz;

a la vista de tu faz

espantadas sus legiones,

alcanzadnos, Virgen Bella,

del cielo las bendiciones.

 

Olimpo, acueducto y fuente

piscina y nube copiosa,

norte y columna preciosa,

y aurora resplandeciente,

Arco Iris eminente,

alcanzadnos, Virgen Bella,

del cielo las bendiciones.

 

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