Serie "Núcleos deshabitados" nº2 BASCUÉS Manuel Benito Moliner |
Historia Esta
población preexistente entró a formar parte de la Historia al adscribirse dentro de la
administración territorial que organizaron los romanos. Y lo hizo cuando un tal Basco,
probablemente indígena, era su propietario. Este dio el nombre al dominio añadiéndose
un genitivo para indicar pertenencia y resultando el topónimo actual BASCUÉS. De los
siglos de dominación romana quedaron una ampollita de vidrio incompleta, cerámica,
monedas de bronce e indicios de necrópolis. Estos restos fueron recogidos por el cura de
Casbas en la sacristía a de la ermita, a comienzos de siglo, trasladándose al Museo
Arqueológico de Huesca donde están en la actualidad. La
explotación agrícola, villa o fundo de Bascués, como todas las demás, se transformó
con la Historia. En la Edad Media se admite más de un propietario para sus tierras y sus
habitantes pueden encargarse de las tierras a cambio de una serie de impuestos (diezmos,
novenos, primicias, maravedíes) Desde
aquél Basco ya no conocemos otro propietario o señor hasta bien entrada la Edad Media. A
finales del siglo XI Bascués es conquistada por los aragoneses. Unos años después
Alfonso I da unas tierras aquí a D. Fortún Galíndez. En 1104 aparece citado en una
concordia entre la catedral de Huesca y Montearagón. Ramón Berenguer IV, príncipe
de Aragón, será el último poseedor real al donarlo a Lope López, pasando
definitivamente a propiedad señorial, lo que supone una pérdida de estatus y condición
para cualquier población. Del
siglo XIII tenemos bastantes noticias. En 1205 es de Guillerma de Moncada, vizcondesa de
Narbona, que posee los castros y villas de Bascués y La Paúl. Este ultimo estuvo al Sur
de Bascués, siendo agregado de este. Aunque el recuerdo de La Paúl, como entidad siguió
a lo largo de los siglos y, en el XVII, cuando se produce la anexión de Bascués a
Casbas, Angüés quiere su parte del pastel e intenta sumar a sus términos los de
La Paúl, como veremos. La
vizcondesa lo vende al notario real Juan de Bierge, por 26.000 sueldos barceloneses.
Mientras tanto el incipiente monasterio casbantino, ya había conseguido hacerse con
algunas fincas en Bascués, también logra que Juan de Bierge ceda la primicia del lugar a
la abadesa. Otras
instituciones monásticas tienen también pertenencias en Bascués. Así el Capítulo de
Montearagón dona a Ferrario de Ola, en 1219, unas casas y heredades, a cambio de que este
pague el diezmo y la primicia, y con la condición de que Ferrario no lo venda nunca a
religión, soldado o infanzón. La Orden del Santo Sepulcro debió tener, algunas
posesiones, a ella pertenecería la iglesia de San Vicente, cercana a Bascués y de la que
aun se guarda memoria en Casbas. Por
esta época Bascués conformaba un paisaje urbano que podemos imaginar así: La Iglesia,
tal como hoy la vemos, formando parte del castillo, en este se incluían una torre adosada
a los pies de la iglesia, que luego sirvió de campanario, y en aquellos años era la
residencia del señor y cárcel en su parte más baja. Delante de estas edificaciones
estaba el cillero con varias cías, aun se pueden ver algunas, que servían para guardar
el grano. Entre el cillero y la torre-iglesia había una era para trillar y recoger el
grano, es lo que los documentos llaman los trillares. Junto a la iglesia estaba la fuente
y hacia poniente se extendían algunas casas. Entre el ajuar del señor que se conoce unos
años después, hay ropas de lino, de lana y de seda. Tiene también esquilas de madera,
hierro y bronce, oro y plata. Para guardar el vino y el aceite disponía en su torre
señorial de cubas. El señor tenía también un palomar y un huerto junto a él. Otro
huerto llamado de La Medianeta en El Majuelo, allí se cultivaron hortalizas, lino y
cáñamo. Los cereales se dieron en campos como Camino Torres, La Cunarda y El Plano,
estas dos últimas partidas aun existen con esos nombres. De propiedad señorial
eran también un pajar y una era. Del río Las Hoyas salía una acequia que aparte de
regar, pudo servir para mover un molino del señor, a tenor de un documento de 1240 que
cita un campo en Bascués que afronta con el camino al molino del señor y con un campo de
Sancho de Fraga. Había alguna que otra balsa y un pozo en La Paúl. La
abadía de Bascués poseía algunas propiedades para su sustento, así se cita en un
documento de 1237 un campo de su propiedad. Ese mismo año sabemos que el señor de
Bascués ha muerto, sus propiedades se dividen entre sus dos hijos: Pedro de Bierge, y una
hija cuyo nombre desconocemos, casada con García de Pueyo. Pedro de Bierge como sucesor
directo se queda con el título de señor de Bascués y la parte del castillo donde esta
la torre, símbolo visible del dominio que seguirán ejerciendo él y sus sucesores. Todo
lo demás se reparte a medias como puede verse en el apéndice II. En
1246, el Papa Inocencio IV confirma los dominios del Cister casbantino en Bascués, que
todavía habrá de esperar más de un siglo para conseguir acceder a la mitad del fundo y
dos para enseñorearlo hasta el final. García
Pueyo lega la parte heredada de su suegro, Juan de Bierge, a su hijo Gómez de Pueyo en
1256. Este mantiene sus derechos en Bascués en 1284, y poco después serían cedidos a
las monjas. Mientras, entre 1276 y 1304, el caballero Fortún Jiménez de Tramaced,
heredero o comprador de Pedro de Bierge, ejerce su señorío en Bascués. En estos años
(1287) conocemos los nombres de dos pobladores bascuesinos: Martín Pérez y Bartolomé de
Yaso. En el
siglo XIV, los Beltrán Jiménez, padre e hijo, sustituyen a su progenitor Fortún, en el
dominio del pueblo, a partir de 1305. En los documentos de estas fechas se citan algunas
producciones: En
1308 Jaime II concede al monasterio de Casbas el derecho de monedaje (impuesto) que el rey
tenía en las villas donde las monjas son propietarias importantes, incluyéndose Bascués
en la nómina. Un año después sabemos que en Bascués hay nueve casas que pagan
impuestos, considerando el rey al monasterio señor de Bascués, lo cual no es cierto pues
los Jiménez mantendrán el título hasta el siglo XV. Como prueba de lo que afirmamos hay
un documento de 1.332 en el que la abadesa pide, a su cargo, el arreglo de 185 casas que
posee en Bascués, al señor de esta villa Beltrán Jiménez. En
1338 la abadesa de Casbas, Teresa Gombalt, y algunos vecinos de Sieso, Bascués y Junzano
son acusados de fabricar moneda falsa en el monasterio y en otros lugares de su posesión.
Las Monjas piden clemencia al rey Pedro IV que las absuelve ese mismo año. En
el siglo XV la iglesia deja de ser rectoría para unirse a la de Casbas, como aneja. En
l436, el convento consigue hacerse con el dominio absoluto de Bascués, ejerciendo la
jurisdicción civil y criminal. Y lo hacen comprando el señorío y propiedades a un
descendiente de los Jiménez: María Jiménez, casada con Pedro Esparza que vende por
18.000 sueldos jaqueses la torre-palacio y la mitad del lugar, a través de Gil de
Fontellas, nombrado alcaide por las monjas en Peralta de Alcofea. En
1587 conocemos cinco bascuesinos propietarios de casas: Juan Cortada, Miguel Sobrino,
Juana Gabarre, María Alayeto y Pedro López. Este último debió ser el fundador de
la casa casbantina llamada López de Bascués. Sin embargo, en los censos ejecutados por
el rey, en este siglo XVI, sólo se reconocen tres casas, para eludir dinero. Algunos
habitantes debieron pasar a residir a Casbas, llevando el patrimonio bascuesino desde
allí, pues en 1620 Bascués ya no paga impuestos como tal entidad, sino que lo hacen las
monjas, incluyéndolo en Casbas. Ese año formaron el concejo de Bascués: Francisco
Lasierra, Antón de Viñuales y Agustín Segura. En
1625, la anexión de Bascués a Casbas es un hecho que no todos reconocen. Angüés, villa
pujante en aquél momento, cree lesionados sus derechos sobre Bascués y La Paúl con
cuyas tierras limitan sus términos. Se establece pleito entre Angüés y Casbas por La
Paúl cuyo castillo y tierras fueron independientes de las de Bascués hasta el siglo
XIII. Los casbantinos denuncian atropellos de los de Angüés que intentaron llevarse las
campanas de Bascués y la talla de la Virgen. Lo primero debieron lograrlo a juzgar por el
dicho adjudicado en Casbas: Los de Angüés, furtadores de las campanas de Bascués. Sin
embargo, la Virgen se quedó en su sitio hasta la Guerra del 36, originando esta
pretensión angüesina una leyenda que veremos mas adelante. En
1635 Casbas gana el pleito y construye en Bascués una tejería, arreglando la fuente
junto a la iglesia que estaba destruida. En 1641 se trasladan al monasterio las alhajas y
ornamentos eclesiásticos, la puerta de la casa abadía se cierra a cal y canto. A pesar
de todo se siguió celebrando misa los domingos, durante un tiempo. La
abadesa concede a los vecinos de Casbas, en los que ya se incluyen los bascuesinos,
derecho para hacer una dehesa boyal para pasto, en La Paúl. También les da lotes de
tierra para roturar y cultivar, haciendo hincapié en que sean exclusivamente para los de
Casbas. En esa documentación se cita San Jaime que pudo ser la antigua iglesia de La
Paúl. Alfonso I favoreció a las ordenes militares de
forma desmedida, por ello no es de extrañar que algunas tuvieran en esta zona varias
posesiones. Los sanjuanistas debieron poseer la iglesia de La Magdalena, hasta que pasara
a manos del convento. Esta orden expandió el culto a esta santa por sus posesiones, vemos
una ermita a la santa, con aspecto de torreón, en Panzano, y la parroquial de Coscullano.
La Orden del Santo Sepulcro en Huesca tuvo por patrón a San Vicente, en cuya iglesia
-actual Compañía- se establecieron en la Edad Media. Por lo que atribuimos la
desaparecida ermita de San Vicente a esta orden. En el
siglo XVIII se considera a Bascués definitivamente despoblado, aunque la abadesa
sigue nombrando alcalde todos los años. Según Blecua y Paúl, Bascués conservaba en
1792 la iglesia con su pila bautismal y un torreón ya derruido. Su terreno lo
poseían los vecinos de Casbas que pagaban trece cahíces de trigo como pecha o impuesto
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