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Las campanas de Aragón: un medio de comunicación                                                          Dr. Francesc LLOP i BAYO

Torrelacárcel - (Comunidad de Albarracín)

Torrelacárcel es una pequeña población de la Comunidad de Albarracín, asentada sobre un suelo llano en el que emerge la única torre de la iglesia. Acudimos allí el 23 de junio de 1984, en busca de un sacristán que tiene cierta fama entre los curas de la comarca, al que no pudimos localizar.

Sin embargo tuvimos un casual y extraño encuentro a la entrada del pueblo con unos ancianos que habían ido allí a ver pasar los coches. Uno de ellos había sido sacristán hacía más de sesenta años, pero recordaba una serie de reglas y de costumbres lo suficientemente interesantes como para poder reconstruir los toques tradicionales del lugar.

CLEMENTE SANTIAGO, "el Sacristán", es hijo y nieto de sacristán; también él se encargó por un tiempo, en los años veinte, mientras trabajaba las tierras de casa:

Luego, desde que tuve dieciocho años, hasta el año veinticuatro, pues trabajaba en mi casa, cuatro corros que había, un mulejo que teníamos, y si te buscaban a jornal a alguna cosa, pues si!

Estuvo realizando varios trabajos, en Torremocha de criao, y también unos años en el Puerto de Sagunto, lo que le alejó definitivamente del cuidado de la iglesia y sus campanas, ya que estas ocupaciones, como veremos más adelante, no daban mucho de sí:

En fin, como entonces dependía del cura, o del clero, o de quien fuera, digo, pues ésto no puede ser, ésto, no puede ser ésto, porque un hombre ya con dieciocho años pues que hace ahí, y yo, claro, así como mi tío que no podía hacer otra cosa como yo, hasta de ahora que hubiera ocurrido pues aún, pero ahora ya en ochenta y cuatro años, que está la torre vamos, muy mal! ¡Cuántos años hará que no he subido yo! Soy el primero que me ha gustado subir, porque como me tocó de pequeño, pues me gustaba, pero ahora ya de ninguna forma.

Como solía ocurrir en los pueblos pequeños, donde no había ni siquiera cura, el mismo sacristán cantaba, cuidaba de la iglesia, del reloj de la torre, y tocaba las campanas. El último sacristán fijo desapareció, según nuestro informante, hace muchos años, y si alguien ha tocado alguna vez las campanas, a veces él mismo, lo ha hecho de manera esporádica:

Ahora que si ocurre, como a ustedes le dijeron, ya le digo que puede haber algún otro joven que haya tocao y yo no me recuerde de que haya tocao; ya le digo, hasta los dieciocho años estuve, después ya no. Si ha ocurrido alguna cosa que estaba alguien fuera y si ha ocurrido algún entierro y cosas de esas y estabas avisao pues ibas, y si te daban algo pues bien, y si no, pues...

Pregunten por Santiago "el sacristán"; ahora que puede haber algún otro, ahora si se acuerdan del nombre de algún otro, pues, pero yo no me recuerdo si algún jovenzano habrá repicao, mientras yo he visto por aquí la cosa, si no ha sido los años que me ha cogido fuera, aquí no ha repicao nadie ya. Después repicó mi tío, pero ése hace años que murió ya, yo estaba en Torremocha o estaba en el Puerto de Sagunto, no sé. Pero sacristán fijo no ha habido más que mi tío. Cuando murió, ya se quedó el pueblo sin sacristán.

El trabajo del sacristán comenzaba todos los días con el toque de oración:

Oración, cuando nosotros eramos sacristanes, a la mañana, a primera, vamos, a primera hora no vamos a decir, pero que todas mañanas, en invierno allá a las ocho o por ahí, tocar a oración, ¿sabe? A misdía a tocar la oración, a las doce, y a la tarde otra vez, tres veces al día había que ir, y llevabamos el reloj... Había un redondil de tabla y llevaba numeración romana, ¿sabe? Y ahora ya ni arreglao está

El reloj parado; las campanas, mudas, sido sustituidas por los altavoces de la torre. Y sin embargo Torrelacárcel, que está en un llano, era conocido por sus continuos toques, que se entremezclaban con los de los pueblos vecinos y cercanos, en un continuo intercambio de sonidos:

Pero como están los cacharros estos, pues las campanas no las tocan pa nada. ¡Uy! Antes, a este pueblo, antes le llamaban el pueblo de los locos, todos estos pueblos de alrededor siempre estaban las campanas en marcha, y los locos les decían y los de... los locos, siempre.

Las campanas son las mismas, dos campanas, una pequeña y una grande, y un campano, que podría ser nuevo:

Yo siempre he conocido éstas; el campano es lo que no, creo que no es el mismo, fuera el mosen que fuera, a mi me parece que lo cambió y éste se siente muy poco.

Bandeaban las campanas, para las fiestas, y a medio bando, para los entierros. También tocaban la campana grande, con una soga, desde abajo, para la oración, y los repiques eran interpretados desde arriba.

Los toques diarios, de oración, se limitaban a unos cuantos badajazos de la campana grande, desde abajo. Los sábados y los domingos repicaban, y para las fiestas repicaban y bandeaban:

La oración... con la campana, con una soga que llega abajo. Abajo, las cinco Marías que dicen, o vamos, que ne los años que tengo a mí me se ha olvidao todo eso, ¿sabe? Porque antes lo sabía todo, pero ahora ya, con los años ya, nos vamos de...

Todos los domingos y los sábados si ocurría, pues también; los sábados por la tarde, al hacer la oración, pues ya se hacía señal, y ya repicabas otro poco y al otro día pues a misa pues igual, a tocar cuando misa.

[¿Para misa se repicaba una sola vez?] Sólo, y si ocurría que era fiesta algo más gorda, pues a bandear, después de repicar. Repicaba, luego bandeabas allí, diez minutos o aquello, según la fuerza que subía, ¿sabe? Porque a lo mejor subía gente joven, y decían pues vamos a bandear, y rato, y a lo mejor te tenías casi que enfadar pa, pa decir "¡Hala! ¡Que ya vale!"

Yo ya les digo, antiguamente se repicaba el sábado, por la tarde ya se repicaba y luego pues al otro día, cuando te decía el cura de tocar a misa, pues a repicar, y si era hacer fiesta gorda, pues se bandeaba.

Y luego con el campano, se hacía la señal con las campanas y todo eso y luego ya daban tres campanos, ¿verdad?, como ahora hacen los tres toques.

Los toques de difuntos distinguían la edad, el sexo, la posición social, y acompañaban el entierro hasta que lo perdían de vista:

Dos toques. Para los pobres no eran más que uno, y las campanas, vamos, dos golpes o tres de la grande que se decía y a la pequeña uno. Y para los ricos, ¿sabe? o para el que quería si pagaba, pues se le tocaba a medio bando, a medio bando las dos campanas. Y luego pues primeramente tocaban igual que para un entierro normal: tres de la otra, y uno, y uno. Y pa estas otras tocaban primeramente igual que pa los entierros, cosa de tres o cuatro minutos, ¿sabe?, y luego ya a medio bando.

Yo, cuando teníamos pa tocar los, así, pa entierros sencillos que decíamos, pues había una soga pa la campana esta, que es la grande, y otro un gancho pa la pequeña, ¿sabe? Pues claro, con ésta tocaba la grande y la otra... Y luego ya le digo, con un ramo o un gancho les dabas y a medio bando. Si, mire, hasta que duraba el entierro que le cantaban ahí en el perche, y luego cuando salía del perche de la iglesia el difunto, hasta que lo veían ahí, que lo veían encima el pueblo, que veían que salía del pueblo, paraban y solucionao ya.

Tocaban... igual, si era rica como si era pobre; si es hombre se tocan tres golpes... de las dos, y si es mujer se tocan namás dos, así era. Ahora, si es de otra manera, pues...

[¿Para los chicos pequeños?] Ése no era más que una, la pequeña, a gloria que se decía, con la mano, namás la pequeña, un repicoteo, en fín, como se podía. Vamos, que también estaba bien, pero namás una, la pequeña, que está detrás.

Los toques de alarma, en una pequeña comunidad como Torrelacárcel, no están en manos de especialistas, sino que todos pueden acceder a ellos para alertar a los vecinos, llamándoles a la colaboración:

Aquí, si acaso, cuando ocurren incendios, pues claro van y avisan, y el primero que está pues va a casa del cura donde está la llave. ¡Nada de bandear, nada! Con la campana y la soga, el badajo toca y el personal...

Y todo eso. Y otros toques ya no ha habido más que ése, que la alarma, si ocurre que le pegan fuego ¡pues sí! La campana deprisa, hay que ir, y ya se lo piensa uno que...

El sacristán, o el que subiera, se bastaba para repicar, mientras que el bandeo duraba, como ya ha dicho nuestro informante con hermosa expresión, según la fuerza que subía, es decir según los ayudantes que voluntariamente se presentaban:

Luego me quedé yo... de trece años, y era el de Villarquemado el cura, y como llevaba tantos años aquí dice: "Pues ya me avío yo con el muchacho". Y nosotros nos aviábamos. LLamábamos aquí unos parientes que teníamos jóvenes mozos, ¡hala! "Pues mañana, fiesta, había que bandear!" Pues venían y me ayudaban a bandear, pero después que tuve yo ya dieciseis años ya, ya no necesitaba a nadie, ya yo subía a las campanas y las bandeaba. Luego siempre venía uno u otro que le gustaba subir, ahora apenas ni sube a la torre nadie, mas que los chavales al día que hay un entierro y después ya no sube nadie.

Había un grupo muy característico de mujeres que subía a bandear, para la pascua de Pentecostés:

LLegaba el sábado de las mozas, la pascua ésta que ha pasao ahora de Pentecostés, pues las mozas toda tarde bandeando, ¡toda tarde! Hacían la nómina a Santa Ursula, que es la patrona aquí del pueblo, pues toda tarde. Y nada más, y luego a la noche ponían adornos allí de flores y cosas de esas y la novena, claro, los nueve días que los hace y luego suben a una ermita que hay detrás de esos cerros, la Virgen del Castillo que dicen... Toda la tarde, y limpiaban la iglesia y la adornaban con hierbas, ¡en fin!

Las motivaciones para tocar no están bien definidas para los ayudantes,  siempre venía uno u otro que le gustaba subir, pero quedan justificadas para el sacristán, pues su contacto infantil con las campanas le ha dejado una marca:

Soy el primero que me ha gustado subir, porque como me tocó de pequeño, pues me gustaba.

El sacristán, cantor, campanero, recibía una paga por su trabajo, pero ésta era tan corta, comparada incluso con los sacristanes de los pueblos vecinos, que le indujo a dejar este trabajo, más simbólico que remunerado:

Era poquico... Pues, mira, sin embargo, ahí en... De Santa Eulalia, pues ahí el sacristán que había pues ganaba, vamos, ganaba más, le daban más jornal, o en fin, como entonces dependía del cura o del clero o de quien fuera...

La vida ha cambiado mucho, y Santiago Clemente, "el Sacristán", con ochenta y cuatro años en el momento de la entrevista, no entiende demasiado esos cambios. Muchas cosas han desaparecido:

Y ahora éso ya tampoco lo hacen, se ha retirao ya eso también por lo que sea, que las cosas ya no van como antes, por lo que sea.

Pero sus palabras, cazadas al vuelo y por casualidad junto a una carretera nos han permitido recoger, al menos, las normas tradicionales de los toques de las campanas en Torrelacárcel.

Uncastillo - (Cinco Villas)

PORFIRIO CASTILLO OLANO, sacristán y campanero en Uncastillo, sigue siendo uno de los últimos en activo. Aprendió de su padre y conoció en su niñez la reunificación de las dos parroquias de la villa que tenían sendos sacristán y campanero. Su trabajo le alejó, tras el servicio militar, de estas ocupaciones eclesiales, pero volvió a ellas cuando emigró a Zaragoza el anterior sacristán:

Bueno, pues aprendí naturalmente porque ésto ya lo cogí de muy joven, que apenas sabía andar y luego mi padre era sacristán y campanero también, y he seguido tocando hasta la fecha.

Había dos [sacristanes]: hasta el año treinta y cinco, mil novecientos treinta y cinco, había dos, y nosotros estábamos en la de arriba y otro señor que ha muerto, estaba aquí bajo, después nos quedamos mi padre y yo solos. Como ya crecí un poquitín mi padre se hizo cargo de las dos. Después estuvimos un poco, el sacristán que está en el Pilar de Zaragoza y yo, pero yo me marché al servicio y ya se quedó él. Entonces, cuando regresé del servicio me dijeron que si quería, que había cambiao de párroco y dije que no, porque como tenía un oficio, pues me quería dedicar al oficio. Entonces se colocó en Zaragoza en el Pilar el que estaba aquí, y entonces me pidieron que a ver si quería ser, Y, en fin, como llevaba algo en la sangre que pizcaba un poquitín, dije: "Pues bueno, pues vamos a ver."

Mi oficio, oficio zapatero; lo que pasa es que ahora en los pueblos el zapatero ha rebajao, porque claro, al no haber gente, pues no hay zapatos. No, ¡es así la cosa! Bueno, ¡a lo que estamos, tuerta!

Hay cuatro campanas en santa María, donde actualmente trabaja; otras tantas en san Martín, la otra parroquia, así como alguna más en las ermitas e iglesias cercanas:

Son cuatro, lo que pasa es que aquí había dos parroquias, ¿no? y relativamente pues había otras cuatro en san Martín, dos en la ermita, en fin, otras dos en otra iglesia de san Felices; en fin, son varias campanas las que había en el pueblo.

Además había una campanilla que se tocaba, que estaba en una espadaña, en el tajao [otra palabra confusa] de la iglesia.

[Entonces hay cuatro campanas; ¿como les llaman a las campanas?] Bueno, pues... [El nombre que les llama usted, no el nombre que puedan tener] ¡Ya! Pues se llamaban, por ejemplo, que ahora nadie lo sabe, se llamaba la de bando, que era la principal; la ordinaria, que era la de todos los días; la de muertos, y aquí hay una campanilla que se tocaba cuando la misa eran en la Virgen de Loreto, que es la que indicaba que estaba, que era una ermita que está cerca del pueblo. La campana de Loreto.

Unas de las campanas se rompió a final de los cuarenta y fué refundida, siendo colocada en el mismo lugar. Parece que la ruptura se debió a un desplazamiento del badajo de hierro:

Bueno, en el año me parece que fué, puede que fuera el cuarenta y tantos, en cierto bandeo de campanas se rajó una y en el año cincuenta y cinco se refundió.

[¿Como se rompió? Porque es difícil de romper una campana.]

Pues bandeando. Es difícil, según, porque relativamente, antes había los badajos que se dice pues era de hierro y al no pegar conforme es debido, al soltarse el badajo, ¿eh?, pegó con un canto del mismo hierro y se rajó la campana.

Nuestro informante no ha observado ni conoce cambios de sonoridad debidos a causas metereológicas pero sí constata una diferencia de sonido entre la campana refundida y la anterior:

[Según el tiempo que hace, ¿suenan distinto las campanas?] No he notao absolutamente nada sobre ese particular, lo que sí le puedo decir es que la campana refundida no tiene el sonido que tenía la anterior. Tiene otro, aunque le quisieron dar, no se lo dieron, el mismo sonido.

Aunque hay cuatro campanas en la torre, dos grandes y dos pequeñas, solamente se bandean las dos mayores. O, mejor dicho, se bandeaban, puesto que la refundida permanece, en la actualidad, inmovilizada:

Pues, dando la vuelta. A mano. O sea que éstas no tienen como por ejemplo como en otros sitios, tienen los yugos antiguos, o sea que no es aquello de decir que les das un poco de fuerza y van dando vueltas, vueltas. Éstas no. Éstas hay que estar continuamente dándoles. [Palabra incomprensible], ésa que refundieron, que cuando la pusieron pues pusieron unos cojinetes, hoy en día esos cojinetes, están estropeaos y no se puede bandear, ¿eh? La más moderna es la que está estropeada. [Risas]

Regularmente se bandeaban las dos mayores.

El bandeo va asociado a las fiestas más importantes:

El bandeo se emplea pues para las fiestas de primera clase y, y domingos también más festivos que otros domingos, porque de todo hay, ¿no? Para exposiciones del Santísimo, en fin, cosas mayores.

El medio bandeo se realiza con una cuerda que tienen las campanas atada a un madero o al extremo del yugo.

Para el repique la técnica es extremadamente sencilla pero muy efectiva: se trata de dos cuerdas a cuyo extremo, mediante ganchos, van unidas una campana pequeña y otra grande. A pesar de su simplicidad puede que sea la más eficaz de todas las recogidas en Aragón:

Sí, al badajo. Desde la misma torre. Sí, o sea que está dividida de una cuerda, de una campana a otra. Sí. Y en el otro lao de una a otra. De pequeña a mayor, y de pequeña a mayor.

Desde bajo tocaba únicamente con una pequeña campana que estaba instalada en el tejado de la iglesia:

Sí, porque bajaba una cuerda de arriba, desde la nave de, del tejao de la iglesia, abajo, y se tocaba desde aquí.

Las campanas necesitan ser conservadas; los tornillos han de ser apretados en verano:

Regularmente sí, porque en tiempos del verano, como les pega el sol, entonces al ser los yugos de madera, se aflojan un poco. En verano. Entonces les aprietas un poco los tornillos. Es que si no llevan un poco de juego. [¿Cómo aprietan los tornillos, la campana así o al revés?] Éso depende. Es mejor, claro, si en vez de subirte arriba, es mejor ponerla derecha, pina que se dice. Pina, y entonces apretar los tornillos.

Las técnicas para el bandeo, así como el tamaño de las campanas mayores, son fuentes de peligrosidad, pero basta saber lo que se hace para evitar los accidentes, que alguna vez han ocurrido:

Sí, recuerdo por ejemplo aquí que se dió uno un trompazo bueno, pudo haber sido mucho pero fué poco afortunadamente. Una brecha en la cabeza. Hombre, peligroso, una vez que tiene uno idea, porque no consiste en tener fuerza, sino tener idea para hacerlo. Entonces, peligroso, todos los trabajos son peligrosos. ¡Je, je! Ahora, siempre que tenga uno más de idea o menos idea también depende; a veces la mucha idea te engaña.

Los toques diarios plantean, o mejor planteaban, igualmente un problema espacial, ya que un solo párroco se encargaba de ambas parroquias, lo que quedaba señalado indicando en qué lugar oficiaba:

Un día ordinario. Bueno, hay que advertir que aquí había dos parroquias. Entonces, al haber dos parroquias y un párroco, pues siempre había, pues, ya sabemos lo que pasa ¿no? en éstas cosas, que al párroco pues como era el párroco relativamente del pueblo, pues había que darle un poco más de realce que a los demás, ¿no? Entonces los días ordinarios, al párroco había que tocarle un toque, que era con una campana de arriba, ¿no? que ya haremos los toques.

En ese sentido ¿eh? y después a los coadjutores era con la campanilla esa que les he dicho. En la espadaña que estaba en el tejao de la bóveda de la iglesia, lo mismo en una iglesia que en la otra... Una campanilla que se tocaba, que estaba en una espadaña en el tajao [otra palabra confusa] de la iglesia, que eran los toques que se hacían regularmente después de tocar con las campanas mayores, se hacían los tres toques correspondientes después con esa campanica.

[O sea, había un párroco pero dos parroquias.] Digo, antes había dos párrocos, ¿no? Relativamente, lo que pasa que, que le puedo decir yo, por ejemplo desde el año, puede que fuera en el año veinte o por ahí, que entonces se quedó solamente un párroco. [Se quedó uno y entonces donde él estaba, había que tocar distinto] Sí, de donde celebraba él la misa había un toque distinto para el párroco que los coadjutores; así los fieles sabían quien celebraba. Donde y como; éso es... Una campana, la de Loreto, [que la tocaban] cuando se hacía misa en el Loreto, la novena, en fín.

Misas de nona, que normalmente se hacía a la misa nona, que es la hora once, aunque después se atrasó, conforme venían los tiempos; las misas pues han ido un poco también evolucionando, siendo más tarde. Yo recuerdo, sí, yo recuerdo que la misa mayor en tiempos, aquí nos levantábamos a hacer la misa primera a las seis de la mañana en pleno invierno, a las ocho hacías la segunda, ¿eh?; a las nueve y media hacías la tercera y a las diez y media hacias la cuarta, ¿eh?, alternando arriba y abajo; ¡aquello era criminal!

Bueno, pues a lo largo del día, pues había que empezar, por ejemplo con la oración o al angelus, que se tocaba por la mañana, al punto la mañana, fuera poco antes de empezar la misa. Eso dependía también en el tiempo; lo hacías antes o lo hacías después. Los domingos desde luego, al toque de la primera misa se tocaba la oración. Después la oración, otra cosa curiosa se tocaba también al mediodía, las doce, a las doce se tocaba pero no solamente la oración sino que tocabas una campana, que se dice la campana de doce. Entonces tocabas la campana un poco, a media vuelta, a media vuelta y después tocabas la oración. Y después a la noche, a la puesta del sol, pues entonces también se tocaba la oración. Sí, o sea que se tocaba tres veces, exceptuando al mediodía que había un poco más de armonía, ¿no?... Por obligación, por obligación, la oración había que tocarla todos los días, ni que hubiera misas ni que no. Entonces, la misa, para cualquier misa que no fuera la misa mayor. Para las misas rezadas, siendo el coadjutor, siempre, siempre se tocaba la campanita esa pequeña; ahora bien, el coadjutor hacía una misa cantada, había que tocar arriba en el campanario. Para misa se tocaba el primero; bueno, eran cuatro toques. En el término de media hora, ¿eh?, se tocaba el primero; al cuarto de hora el segundo; a los veinticinco minutos el tercero y a los cinco minutos un toque pequeño. [¿Todos desde abajo?] ¡Sí! Porque bajaba una cuerda de arriba, desde la nave de, del tejao de la iglesia, abajo, y se tocaba desde aquí. [¿Y para las misas cantadas también desde abajo?] No, no, sí, desde luego se tocaban las campanas grandes pero el resto se tocaba desde abajo. El primer toque se tocaba de arriba, las campanas, sí, un toque de campanas como si hubiera sido, por ejemplo, el toque de las misas ordinarias de los domingos, ¿eh? Es el mismo toque. [Los toques, ¿solamente el primero es desde arriba?] Sí, el primero. Y para la misa mayor no se tocaba más que el, el toque de la misa mayor, ¿no?, doblemente, y después no se tocaban toques con la campana pequeña; después al final, a la hora de entrada, se tocaba un toque que decíamos toque de claustro, ¿eh? [Ahí sí que cambia... ¿A la mitad de misa tocaban algo o no?] Nada, nada absolutamente. Aquí no, o sea que se tocaba la campanilla.

El toque de queda, que ése se tocaba en la ermita de san Cristóbal, la patrona, y se tocaba todas, de noches. Ése era. era [palabra inaudible], porque se tocaba en otra ermita, en una ermita que está encima del pueblo, que era patrona, y allí como está en alto, pues allí se tocaba el toque de queda. [¿Pero éso tenía que subir usted?] ¡No! No, vivían unos ermitaños arriba y tocaban ellos, desde que desaparecieron los ermitaños ya no se ha tocao, o sea que las cosas van desapareciendo.

Los toques de los domingos reproducían igualmente esta doble indicación, señalando con un toque diferente la misa mayor y la parroquia donde celebraba el párroco:

Los domingos también había señales diferentes por la razón de que el toque de la misa mayor había que notificar dónde, en qué iglesia, ¿eh?, en qué parroquia y el toque de las dos misas rezadas. Porque había cuatro, yo llegué a ver cuatro misas y cinco, pero más cuatro, ¿entiendes? Porque había, en cada parroquia se hacía un domingo la misa parroquial, pero por ciertas circunstancias había que cambiarlo, entonces tenía que saber el personal donde era la misa mayor y donde eran las misas rezadas, ¿eh?

El toque de fiestas es el repique de misa mayor al que se le añade el bandeo de las campanas y si es necesaria la señal de sermón:

Pues igual, idénticamente, lo que pasa que en el día de fiesta entonces es cuando no ["no" aparentemente erróneo; innecesario] se notaba porque se bandeaban todas las campanas, el día de fiesta de primera clase.

La introducción del, de todos los toques, lleva siempre el adelanto de un repique de campanas; para el caso es el mismo. Éso sí, el sermón es después de terminao todo el repique. Repique, se bandea; no, no, después.

Espere, para la misa mayor había que tocar tres veces, ¿eh? El bandeo y el repique. cuando se termina el bandeo se termina, claro, con un repique de ésto, se, plan, más corto que los anteriores, ¿no? [Dejando las campanas hacia abajo, claro] Sí, éso dependia, porque si habías de cambiar al otro día pues la dejabas pina. [Repique, bandeo y otra vez repique] Éso es. [Si hay que tocar tres veces, tres veces ésto.] Ésto es. [¿Y el sermón cuando lo toca?] Después... Al final; lo del sermón es al final. [Al final, y luego además el de claustro, cuando empieza] Éso es, cuando va a empezar la misa. [Es decir que las misas cantadas que no hay bandeo solamente se toca una vez mientras que las misas de primera clase se tocan tres veces.] Ahí está. Para el sermón ya les digo, ya les he dicho, el toque de via crucis y el toque de sermón. Porque si tocabas después que has tocao a misa, tocabas el mismo toque, era para sermón... Porque antes no se predicaba en todas las misas ni tampoco en todas las misas mayores de los domingos; era días especiales. En caso de que a lo mejor, por ejemplo, ¿qué les diré yo?, cuando venían algún predicador de fuera, entonces pues claro, había que tocar que había sermón también, claro, para que el personal acudiera.

Los toques de difuntos marcaban numerosas diferenciaciones de sexo, edad, categoría social:

Pues, de difuntos mayores, cuatro. Quiere decir pues adultos; es que antes, cuando he dicho mayores, no me venía el "adultos". Cuatro clases, estaba clasificao en cuatro clases. [¿Los difuntos indican si es hombre o si es mujer?] Sí, éso sí, éso indicaba el toque de extremaunción, ¿eh? Pero no el toque de difuntos, no. Párvulos, pues había dos toques también. [El sexo me dijo que para las extremaunciones] Éso es. Es un toque igual, lo que pasa es que las campanas que se tocan más espaciadas, que son al principio, son cinco para mujer y siete para varón. Hasta treinta y tres. Según quien era, si era varón o mujer, se tocaban cinco espaciadas, y después, un poco más seguidas, hasta treinta y tres. [¿Pero la suma total es siempre treinta y tres?] Treinta y tres... Extremaunción es la agonía, ésa es la agonía.

Para muerto pues, ahora no se toca más que cuando vamos a buscarlo; en tiempos se tocaba al mediodía, por la tarde, al día siguiente, cuando ibas a buscarlo. Y después que salía de la iglesia; bueno, salía de la iglesia o anteriormente que no entraba en la iglesia pues se hacían los responsos en la puerta de la iglesia hasta que se quitaba de la vista. Ahora bien, si era de primera clase, era con acompañamiento, cambiaba la cosa, porque si era con acompañamiento había que hacer la misa antes; después ir a buscar el cadáver y acompañarlo hasta el cementerio. Entonces pues se estaba tocando mientras la misa que se rezaba un primer responso, se tocaba ya y hasta que llegaba al cementerio. Hasta la idea que te llegabas, que decías que te llegaba, porque era con acompañamiento [final de la frase inaudible]. [Pero en los otros también tocaba hasta que llegaba] Sí, lo que pasa es que los otros hacías la misa antes. Mejor dicho, ibas a buscarlo, ibas a buscar el cadáver, lo traías a la puerta de la iglesia, marchaban al cementerio y mientras marchaban al cementerio se hacía aquí la misa, o sea que éso. [¿A mediodía antes del toque de oración?] Después. Primero la campana de doce; el Angelus, y luego el toque de, de difuntos, fuera el que fuera, ni que fuera de primera, de segunda, de tercera ni cuarta.

Había varios toques más, como corresponde a una villa con varias parroquias. Cabe destacar la polisemia, el distinto significado de una misma combinación sonora según el contexto, o sea según vaya acompañada o no de otros toques, según la hora y el día de su interpretación:

Sí, sí, había, lo que pasa que hay varios toques que a lo mejor valen para dos o tres cosas, lo que pasa que era según la hora que se tocaba, ¿eh? ¿Estamos de acuerdo? Por ejemplo había un toque, por ejemplo via crucis y el sermón; si tocaba sólo el toque de via crucis, sabían que era para el via crucis. Lo que pasa que después de tocar a misa, tocabas ese toque; era para sermón. Entonces según donde se tocaba, o sea que entonces como las misas eran solamente por la mañana. El toque de procesión se tocaba para tres cosas... Para procesión... Después ese mismo toque se tocaba para hoguera, pero como era por la noche, ya no era para procesión. También ese toque se tocaba por ejemplo para la misa de nona. Bueno, para comunión, pues como es un día de éstos, pues se bandeaba también las campanas, claro, es un día... [¿Pero no hay un toque... ni bautizo ni comunión ni boda?] No, nada.

Había un toque de cofradía que se llamaba la escuela de Cristo. La escuela de Cristo, sí, sí. Eran discípulos, o eramos, mejor dicho, de san Felipe Neri, sí, que aún existe por ahí, y era los jueves a la puesta del sol. Pues tocaba una campana en san Felices, y tocaba unas campanadas espaciadas, una campana que se oía en todo el pueblo, que tenía un sonido estupendo. Pequeña pero tiene un buen sonido. Y los escolanos, que les llamamos los escolanos, pues acudíamos a la escuela, donde había meditación, había en fin. Jueves. Todos los jueves, en excepción el verano, porque en el verano pues el personal la mayor parte eran agricultores, estaban en sus faenas que urgían entonces, y [palabra confusa] y luego en Semana Santa pues regularmente había sus actos, en la escuela de Cristo, como las cofradías tienen [palabra confusa].

El toque de fuego, en una villa de regular tamaño, se emplea indicando el lugar de la quema: mientras uno, desde arriba, tañe a toda prisa la campana mayor, otro, al pié de la torre indica el lugar del siniestro a los que acuden a prestar su ayuda:

Lo que pasa, bueno, había un toque de fuego, también, que también que es, que no hace mucho lo tocamos, un toque de fuego que en todas partes me parece que será el mismo, unas campanadas seguidas, bastante rato... Aquí es con la campana mayor, dando campanazos, seguidas. [¿Y en ese toque no indicaban donde era el fuego?] No, se sabía, claro que era en el pueblo, ¿no? No, porque regularmente quedaba uno abajo, que ya sabía donde era el fuego y la gente que acudía, a donde estaba la campana, decía: "En tal sitio." ¿Eh? ¿Estamos de acuerdo?

El ciclo litúrgico quedaba reflejado en los distintos toques interpretados, de los que destacaba la primera clase:

Misa de nona... que mientras se celebraba la misa, había que tocar las campanas, así como se tocaba el órgano y se cantaba la nona... Tenía días señalaos y alguien, y alguien que pagaba esas misas por una devoción de santos que tenían ellos, claro. Éso es, fiestas de primera clase; únicamente se dice de primera clase. Éso es. Porque también hay, había clases, litúrgicamente así se decía: fiesta de primera clase, de segunda también. [Y entonces se tocaba igual para las fiestas según la clase, ¿no?] No, porque regularmente lo único que se hacía un poco de excepción era para éste de primera clase que entonces se tocaban las campanas a bando, claro, como es natural. Por ejemplo, ¿qué le diré? El día de Corpus, el día de las, por las fiestas, el patrono, de la Virgen, de san Cristobal. En fin, había varias fiestas, el día de la Santísima Trinidad, en fin, varias.

El silencio anual de las campanas no era sustituido por ningún otro acto físico o sonoro:

[¿Hay alguna época del año que no se tocan las campanas?] Hombre, no está namás que el jueves, eh, después de, del toque de Jueves Santo que se toca a gloria hasta el sábado de Gloria. [Y durante ese tiempo qué hacen, ¿dejan las campanas pinas o atadas o alguna cosa o no hacen nada?] No, se quedan, porque nadie sube y nadie las toca.

Los toques de procesión tenían igualmente diversas formas según la importancia y el lugar de la comitiva:

O sea que yo, varios toques que; el mismo toque significaba, según a la hora que lo tocabas. Por ejemplo, el, el toque de procesión, pues el toque de procesión, se tocaba para tres cosas. Por ejemplo, mientras la procesión iba por el pueblo, se tocaba de una forma. Ahora, si era la procesión del Corpus, entonces eran las campanas tocadas a bando, ¿no? Pero si eran las procesiones estas de imágenes de santos, pues era solamente un repicoteo. Para la procesión, regularmente, pues eran siempre, después de, antes de la misa. En, fuera del Corpus, que se hacía después. [¿Pero siempre por la mañana?] Las demás procesiones sí, siempre por la mañana, a excepción de la de Semana Santa, que se hacía siempre por la tarde. Ahora, regularmente, han cambiao las cosas, casi siempre las procesiones se hacen por la tarde, las pocas que han quedao ya, ¿eh? [Pero antes era, ¿entonces era antes de la misa y solamente repicaban, durante repicaban o bandeaban?] Eso es. Depende, porque por ejemplo la del Corpus se bandeaba y la del Corazón de Jesús se bandeaba y la del patrono de san Martín se bandeaba y de la Virgen de la Asunción se bandeaba; lo demás eran todo repiques. Hasta que vuelve; desde que sale hasta que vuelve.

Un sistema tan elaborado de toques como el de Uncastillo no contempla, al menos hoy, la posibilidad o el recuerdo de los toques contra tormentas: No, aquí no hemos sido tan supersticiosos.

Los repiques son interpretados por uno solo, excepto en las procesiones, en las que el sacristán no puede estar arriba y abajo; una sola persona basta para repicar, mientras que para los bandeos se requiere al menos el concurso de dos, puesto que en Uncastillo acostumbran a voltear de manera que una de las dos mayores suene tras la otra, las dos alternadas. En todo caso, y a pesar de la existencia aún activa de nuestro informante, aquí sí cabe hablar en pasado, puesto que la campana refundida, imposibilitada para el volteo por defectos de instalación, solamente es tañida a golpes, mientras que la mayor, más antigua, bandea a mano. Podemos hablar de soluciones actuales e incluso de la organización de los dos que tocan tal y como lo hacen hoy en día:

Regularmente se bandeaban las dos mayores; las pequeñas eran nada más para acompañamiento de los bandeos y por ahí. [¿Empiezan las dos al mismo tiempo?] ¡Hombre! Éso depende de la fueza que hay. Yo he llegao a bandear las dos juntas, pero le daba un poco de fuerza a una y me iba a la otra, y éso era un caos, ¿no? Desde luego, como mejor se bandea es con dos personas, siempre uno dirigiendo la marcha, para que las campanas pudieran tocar una detrás de la otra, que una tocara y otra contestara, ¿no? En fin, que no se unieran los golpes, ¿eh? ¿Estamos de acuerdo? [¿Y el que lleva el orden es el de, el de la mayor?] Sí. Y la contestación es la otra, la que se refundió. Siempre claro, para bandear, pues regularmente se toca; ahora, la, la mayor, y el chaval este, el que ha estao antes, pues contesta o bandea el chaval este y le contesto yo; en fin, depende. ¿Si hay poca gente para qué, para bandear? Pues si puedes tocar una, una, y si puedes tocar media, media. [Se ríe] Sólo bandear una y ya, se bandea una campana sólo y después la dejas sola y repicas, mientras está bandeando, o contestas, mientras está aguantando, ella dando vueltas, contestas con la otra, sí. Bueno, es que realmente repicar y estar en la procesión es imposible, pues como había siempre personas que están adictas y les gustaba, yo por ejemplo, cuando estábamos mi padre y yo, pues mi padre iba a la procesión y yo estaba tocando. Ahora, cuando yo me quedé solo pues yo tenía que ir a la procesión, no podía estar repicando; entonces tocaba cada uno lo que podía y el que, pero, el toque ya no se tocaba el que realmente tenía que ser. [Otra cosa; para la procesión del Corpus tenían que tocar las dos parroquias; y ¿cómo lo hacían?] ¡Hombre!, pues buscando alguna otra persona. Es que el toque, el toque más fácil que hay es el bandear [se ríe]; es el que más bulla mete y el que, el que menos, en fin. Con tal que no se peguen.

Subía casi siempre la misma gente, aprovechando los días de fiesta, precisamente en los que había que tocar:

Sí, por un regular casi siempre los mismos. Sí, se dedicaban, bueno, por ejemplo porque regularmente el bandear era el día de fiesta y se guardaba fiesta y siempre había personas voluntarias que solían hacerlo, ¿no? Algunas veces subía mi hermano a ayudarme, ¡eramos de la casa!

La valentía no se expresaba como en otros lugares menores, haciendo barbaridades con las campanas, ya que su toque debía ser acompasado. La rivalidad, a todo caso, era a otros niveles más estéticos y de competencia, entre los campaneros de las dos parroquias:

Sí, más deprisa, más deprisa, pero es que no consiste en tocar más deprisa ni mucho menos, porque a las campanas hay que darles el aire que tienen que tener, no forzarlas tampoco. Es como todo, el comer y el beber, todos los excesos son malos. Pues, si usted lleva un coche y puede correr a cien y le quiere meter ciento veinte, pues igual pasa con las campanas. Claro, siempre había, como había dos parroquias, pues había una rivalidad entre una y otra que, en fin, que a ser posible hacerlo mejor en una que en la otra, que el campanero de, de san Martín toca mejor que el de santa María, pero nada, a bando. [¿Pero los toques eran, más o menos, los mismos de un sitio y otro?]  Sí, los mismos de un sitio y otro.

Las motivaciones para subir a tocar son especialmente difusas y confusas, ya que los que tocan, por el hecho de hacerlo, no cobran:

Pues, podía subir muy fácilmente pues porque le gustaba, o porque el día de la fiesta que ésto, tenía más simpatía, en fin... Sí, sí, son voluntarios, es por propia iniciativa.

Bueno, pues el tocar campanas, si lo vamos a mirar, es más porque a uno le gusta, ¿eh? Y ya, como lo ha mamao desde joven, pues en fin, le gusta de vez en cuando hacer un poquico de demostración.

No ha habido relaciones con otras torres ni campanas, más allá del término de Uncastillo; nuestro informante asocia estos intercambios con concursos, en los que no ha participado:

Yo, jamás he salido a tocar a otro sitio ni han venido aquí tampoco. O sea, que no hemos hecho concursos. [Risas]

En cuanto al pago por tocar, no existe, al menos de esa manera tan especificada, ya que el sacristán cobra una cantidad global por su trabajo, mientras que sus ayudantes, como ya apuntamos, solamente suben por afición:

[¿Al sacristán le pagan por su trabajo de sacristán?] Por su trabajo de sacristán. [¿Pero no por su trabajo de tocar las campanas?] No. [Y a la gente que subía, ¿tampoco?] Tampoco, eran voluntarios. Pero al campanero nunca le han dao nada, a los campaneros nunca les han dao nada, por tocar las campanas... Sí, son voluntarios, sí, es por propia iniciativa.

De un día para otro, aunque no sabemos de que modo, los sacristanes preparaban la víspera lo que había que tocar durante la jornada siguiente; parece que carecían de una lista escrita o algo similar:

Solamente había que hacer, es decir: "Mañana hay que tocar a Miserere." Pues a tocar Miserere. "Mañana hay rogativa." Pues había que tocar a rogativa.

Las críticas ya no funcionan como un elemento de control social, y en todo caso hay protestas por la menor frecuencia actual de los toques:

No, ahora me alaban mucho más, porque dicen que cuando yo me marche, ya no tocarán las campanas. [Risas] Ahora hay personas que les gusta oír las campanas, y mucho. Y ya empiezan muchos: "Ya no se toca tanto como entonces.", tal  y cual, pero es que claro, las [palabra confusa] ya no están como estaban en tiempos; claro, eran otros tiempos, claro.

Los toques de campanas estaban destinados a la transmisión de mensajes; los receptores los reconocían y sabían distinguir las nociones espaciales transmitidas:

Sí, sí, sí, la gente entendía cuando era la misa mayor arriba o cuando era la misa mayor abajo, o si era misa cantada o si era un difunto pobre o si era un difunto rico; en fin, o sea que...

El campanero, como tal, carece de consideración en el conjunto de la villa, aunque nuestro informante sospecha que su posición social sea la última:

No, que saquen al campanero [en libros de fiestas o en grabaciones], como es el último de la sardina del cesto, pues no, ninguno le quiere grabar.

El trabajo de campanero aparece pues como una afición más que como una obligación; en este contexto algunos toques son más bonitos, aunque es difícil su apreciación pues precisamente el que está dentro de ello carece del alejamiento necesario para su goce:

Es más porque a uno le gusta... El toque más bonito floreao, pues yo lo encuentro el de hogueras, y encuentro el repicoteo de cuando la campana has terminao de bandear o la dejas sola y repicoteas mientras ella está dando. El más feo y el que menos me gusta, es el entierro de cuarta... [Risas] que es demasiao, demasiao pobre. [Risas] El más pesao es el bandear. Uno siente cuando toca, pues, pues el sentido de hacerlo bien la cosa, que salga lo mejor posible... Tocar mal, ¡es mejor que no se ponga! [Risas] Sí, es hacer cosas desbaratadas. Es como el músico que está tocando [Risas]; no es estar fuera como dentro.

El sacristán apenas conoce los toques de otros lugares, y lo justifica de manera excelente, ya que antiguamente, cuando estaban en actividad, los lentos medios de locomoción impedían el actual transporte rápido de un lugar a otro:

Pues sí, tocan distinto, porque he oído en Sádaba, por ejemplo, yo en tiempos no he ésto, porque los medios de locomoción no estaba para ir de un sitio para otro como hoy en día, pero yo en Sádaba, por ejemplo, no oigo más que una campana, que prietan un botón y están: "Tam, tam, tam, tam" y no es otra cosa, ¿eh?

En cuanto a las reglas de organización de los toques, ya han quedado descritas con los distintos repiques y volteos. Cabe recordar el bandeo alternativo de las dos mayores, antes girando a mano, hoy repicando una de las dos, de modo que una toque y conteste la otra:

Las dos mayores, las dos pequeñas eran nada más para acompañamiento de los bandeos y por ahí... Como mejor se bandea es con dos personas, siempre uno dirigiendo la marcha, para que las campanas pudieran tocar una detrás de la otra, que una tocara y otra contestara... que no se unieran los golpes.

De cualquier modo, y más allá de las estructuras formales, los toques aparecen como una manera de hacer música:

Sí, sí, porque cada uno, como cada campana tiene su música, es natural, y aunque uno no lo sepa, pues el oído ya sabe el sonido que tiene y lo que tiene que tocar y tal.

Nuestro informante enseñó los toques a sus hijos, que emigraron; apenas queda hoy quien quiera aprenderlos, como no sea un niño que nos acomnpañaba y subió luego a la torre a ayudar, así como un joven que participó en el bandeo de la campana mayor:

Sí, he enseñao a los hijos un poco pero como no, no han podido estar aquí porque han tenido que salir fuera, pues, pues la cosa. Y ahora éste ha aprendido un poquitín, un poquico de traza lleva, es jovencito aún, pero en fin, parece que tiene, tenía un poquico de idea de tocar, ¿verdad? Aunque luego se aturrulla un poco y se va de la, de la marcha.

PORFIRIO CASTILLO es consciente del cambio, de la disminución actual que ha llevado a la desaparición a la mayoría de los toques antiguos. La principal causa es la simplificación litúrgica, que ha suprimido antiguos actos para los que ya no es preciso tocar:

Es que relativamente pues ha cambiado ésto mucho, y no se tocan nada más que uno o dos o tres a lo sumo. Misas de nona, que normalmente se hacía a la misa nona, que es la hora once; después se atrasó, conforme venían los tiempos, las misas pues han ido un poco también evolucionando, siendo más tarde. Por la sencilla razón de que no están los actos litúrgicos que en tiempos se hacían; ésa es la razón, porque si ahora existieran los actos litúrgicos que en tiempos se hacían, pues, pues se seguiría tocando igual, lo mismo, al menos mientras yo esté; ahora, después ya, son cosas...

El sentido de la recogida está muy claro para nuestro informante, tanto desde un plano personal como desde el cultural:

Porque, lo que creo esencial, porque a mí, es una cosa que me gusta, ¿no? y lo segundo, que las tradiciones no se deberían de perder.

El futuro de las campanas y sus toques se presenta problemático, ante tantos cambios tecnológicos, pero los goces estéticos que proporciona tocar y escuchar las campanas bastan para su conservación:

Futuro, futuro, las campanas, no sé lo que decirle, con los adelantos que tenemos hoy en día quizá no, pero solamente por lo que le he dicho antes, pues debía de existir, porque es una cosa preciosa, porque, y yo gozo más cuando las, cuando estoy fuera de las campanas, que las oigo y sobre todo si hay alguien que las tocara bien, pero en fin [risas] mucho más, es que, es como el músico que está tocando y no se da cuenta lo que está tocando [risas]; no es estar fuera como dentro.

La entrevista, que tuvo lugar en la sacristía de la iglesia, de pié, mientras fumábamos de vez en cuando algún cigarrillo, fué el preludio para la grabación de los toques en la torre, en una fría mañana del mes de mayo. PORFIRIO CASTILLO tenía preparada una lista de toques, que transcribimos en su integridad por su interés:

 

TOQUE DE CAMPANAS

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ORACION (Angelus) EXTREMAUNCION 2 toques si es Va-

rón o muger, DIFUNTOS, 4ª, 3ª, 2ª y 1ª, PARA PARVULOS

2, 2ª y 1ª, CUANDO LA MISA EN EL LORETO, al MI

SERERE, ROGATIVAS, VIA CRUCIS, ESTE TOQUE TAMBIEN

PARA SERMON, OGUERAS, SERMON Y PROCESION, LOS DI-

AS LAVORABLES SEÑALAR, EL PARROCO O COADJUTORES,

MISAS MAYORES Y ORDINARIAS CLASIFICACION, A QUEDA,

CUANDO HABIA INCENDIO, MISA MAYOR A CLAUSTRA,

A las doce del mediodia hantes de la oración.

El toque de las fiestas de 1ª clase.

Villanueva de Jiloca - (Comunidad de Daroca)

LLegamos a Villanueva de Jiloca una calurosa tarde, el 16 de junio de 1984. Localizamos fácilmente al Sacristán, un anciano de ochenta y seis años, enfermo, que estaba sentado en la calle, en un sillón de mimbre, frente a su casa. No le importó hablar de campanas, durante largo tiempo, pero nos negó su nombre, porque no quiere salir en los papeles. Su testimonio oral nos sirvió para recoger las normas que debieron organizar los toques de Villanueva, pero sus piernas hinchadas y la poca motivación que tenía para volver a subir, nos impidieron volver para grabar y filmar sus toques. La tarde era muy calurosa, y teníamos, por momentos, que luchar contra el sueño, para seguir preguntando y escuchando sus palabras. A mitad de la entrevista nos regaló una rosa que acababa de cortar para llevársela a casa.

Tenía dos hijas, y la que vivía en el pueblo ya falleció; ahora pasa los seis meses de invierno en casa de una de ellas, en Zaragoza, y el resto en el pueblo, con el yerno y sus nietas:

Y aquí estoy con ellos, y ahora a cuidar el pueblo, porque como no puedo trabajar ni hacer nada, pues aquí.

Comenzó siendo un niño a trabajar ayudando, cantando, tocando las campanas en la iglesia. Aprendió de su padre, sastre, como tantos otros, y se quedó en el pueblo, trabajando la tierra y actuando en la iglesia; hoy en día es uno de los últimos sacristanes viejos:

Y desde que valía para estar en misa, que además me se caía porque no tenía pulso, pues hi estao en la iglesia, y de poca edad pues ya, ya le sacaba la ropa... Tranquilamente, en los entierros, pues la misma operación; fuimos alguna vez a San Martín, un cura que se murió y ya era de aquí y estaba regente allí, vamos, coadjutor, y canté el entierro y todos se quedaron; canto bien, gracias a Dios, y aún sigo...

Un hombre que le ayudaba a cortar a mi padre, era sastre... No, yo aprendí de mi padre, y tocaba mejor, pero por lo demás igual, y cantaba mejor. Mi padre se murió viejo, yo era el último, no sé si tuvo once, pues yo era el último, y claro, cuando yo valía algo, pues mi padre ya estaba anciano, y claro, el cura que había pues se lo tomó a risa, dije:"¡No! No, a mí me tiene que dar más sueldo que si no, no!" Y dijo que no, y vino a buscarme. "Pues ahora, como no, le pedí y no quiso, ahora le costará más!" "¡Ah! ¿Que quieres pedir?" "¡Si señor, si, quiero pedir!" Y al último nos entendimos, pero casi me enfado con él...

[Entonces, ¿su padre ya era las dos cosas, sacristán y campanero?] Y campanero, y entre todo ¿sabe cuánto ganaba cada mes? ¡Catorce pesetas! Y yo no quise, que además tenía que hacer las hostias, las formas; taladrar las formas y sufría mi padre, porque en el verano la hoguerica allí para dar... Y mi madre a cortar los mocos de las éstas y a ponerlas en un libro, y yo dije que no quería aprender, y sabría hacer, porque como lo ví tantas veces a mi padre, pero dije que no porque no daba utilidad. Además había que poner el trabajo y la harina, harina de fábrica, porque de molino aún se veía el salvao...

Un negocio pequeño, porque como tenía unos corricos míos, y tenías algo a rento o todo a medias pues, mis hermanos se fueron a Madrid a la vez, porque se fueron y yo como me quedé aquí con mis padres ancianos, pues me quedé aquí, me casé aquí y aquí estoy...

El otro día que estuvo el arzobispo aquí, le dijeron cuando me vió a mi, dijo: "Uno de los pocos que quedan ya, sacristanes viejos".

Las obligaciones del sacristán eran amplias: preparar los ornamentos, cantar, tocar las campanas, llegando a veces a enterrar a los muertos. No siempre se quedaba en la iglesia, al menos durante los días de trabajo, en los que se limitaba a dejar todo dispuesto para la realización de los actos litúrgicos. Nuestro sacristán tenía que ocuparse, casi simultáneamente, de varios papeles distintos y necesarios para el ritual, papeles que en otras iglesias más importantes eran desempeñados por diferentes personas:

Cantar tres misas de difuntos cantadas seguidas yo solo, con invitatorio nocturno, el entierro, y después ir hasta el cementerio con la cruz alzada, me ha tocao mucha faena y toda la hacía, toda la hacía. Primero subir tres veces a tocar tres toques y bajar y revestirme, y después coger la cruz y a la casa del difunto, y desde la casa del difunto, a... hacia la misa, toda la misa.

[Pero el difunto fuera, no lo entraban] En el atrio, se quedaba en el atrio, una vez que se murieron muchos chicos, me eché a la cama como aquel que dice muerto, muerto, porque enterrarme tres en un día y además tuve que hacerme las sepulturas, tocar tres veces arriba las campanas, con unas escaleras muy malas que no, que no, a onde cantan no se puede uno meter, y era verano, y ir tres veces al cementerio, y enterrarlos, hacer las sepulturas y enterrarlos y después a por otro, a por otro; hubo una peste, una epidemia, y se murieron muchos, muchos chicos, vino una familia gitana y trajo una peste que pa qué, y vamos. Aquel día estaba cansao; tanta calor, tanta calor, ir y venir, me ha tocao trabajar mucho pero vamos...

Yo a misa no me estaba. Cuando era monaguillo, si. Pero yo sólo le dejaba la ropa preparada y, y el cura se entendía, y después por la tarde y por la noche, pues se iba al rosario pues, iba y después del rosario tocabamos la oración. Tenía [que subir] al coro y ya; pero mucho trabajo y poca utilidad...

Pues porque era, las iglesias antes tenían campanero y tenían sacristán, el campanero era el que se tenía en la torre; en Daroca había campanero. Después ya, como eso pusieron de volteo eléctrico, y ya no... Aquí tenía que hacer yo todo...

 Desde. tenía que subir al coro y después bajar; ¡ay! aún me se olvidaba decir, mi padre pues quería el cura que fuera ayudarle a mi padre y fué una equivocación porque podíamos haber bajao en el... y haber cantao en el presbiterio; pues tenía que ir a la misa y ir al coro a ayudarle a mi padre. Y tenía que el incensario y eso. Y cuando se acababa la misa y había una procesión, pues ¡hala! A ponerle la capa al cura, a ponerle la capa al cura pa salir en procesión y así mucho trabajo, mucho, y poca utilidad, pero mire, comenzamos con esa vida y ¡va! Y ahora pues nadie me obligaría, ni nunca, pero aunque estoy baldao, pues ahí voy a...

En los entierros tenía que coger yo la cruz, que es grande y pesada. Después se la dejaba a un chiquillo y me ponía a la parte del cura, para cantar el entierro, el cura por una parte y yo por otra. La fosa no, aquello era voluntario, el que más barato lo hacía se las quedaba, eso ya, sepulturero era, me junté con otro y dijimos que los dos pues ¡hala! Y era yo solo, porque el otro era un fatal, pues nada.

Pues mientras he estao aquí, ahora que he estao unos años que venían, vamos, que había cura y no hacía falta, no. Si no, como eso, pues no mandaban a nadie, si era tocar las campanas pues mandarían alguno, pero yo mientras hi podido hi subido si he sido sacristán, si no, ya le digo, me las entendía bien.

Nuestro sacristán aprendió de su padre el oficio, aunque tocaba y cantaba mejor que él. Tuvo que practicar el repique, porque eso se aprende él solo, a mí no me enseñó nadie. Carecía de lista de toques; tampoco inventó ninguno.

La torre estaba en muy malas condiciones, del mismo modo que la iglesia: cuando bandeaban las campanas se movía todo. Tienen dos campanas y un campanillo:

Aquello de arriba es el campanillo. Y por lo visto, antes de nacer yo, ya lo quitaron, porque está muy mal. A mí ya me ha tocao subir al campanillo, no ahí, al medio el tejao, y bajaba la cuerda directo, ¡hala! al suelo. Y como se colgaban tres o cuatro chicos y no sabían tocar, pues tenía que subir a dos por tres a arreglarla. Y ahora... el campanillo estará, digo, pues ahora si se echa a perder no hay quien suba, porque hace falta mucha escalera y no puede ser, y... [Hay] dos campanas, si... Tiene muchos nombres, Bárbara, Rosario, tiene muchos nombres... la grande y la pequeña; la derecha es la grande.

Esas campanas, a pesar de su dureza, son muy frágiles, ya que se pueden romper con algo de lana:

Ahora, eso, si no se les echa lana, no se rompen las campanas, si les echa una bufanda o alguna prenda de lana tocando. "Ban, ban, ban". Vé, por una prenda de lana, qué cosa es, ¡es bronce! Pues, pues mire con una prenda de lana, ¡adiós! "Ban, ban" Sí, sí, que se abre, que se abre.

La ubicación de Villanueva de Jiloca, en un paisaje poco accidentado, facilitaba la recepción de los toques de los pueblos cercanos. Ese intercambio quedaba limitado a lo sonoro, porque no había comunicación, en sentido estricto, de un lugar a otro: los toques funcionaban como sistemas de comunicación de alcance exclusivamente local. La sonoridad variaba con la metereología, y también era afectada por el cambio de las campanas de lugar en la torre:

Antes se oía San Martín cuando venía el aire de esa parte, pero ahora sufrió la torre bastante y la mejor campana la metieron en medio la torre, en vez de estar a la orilla que había una a cada lado, estas están así, pero aquella como era redonda, pero peligraba y la metieron en medio, y no se oye.

Antes se oía al mediodía, cuando bandeaban, se oían de cinco pueblos se oían las campanas, Valdehorna, Valdesanmartín, Valconchaz y Restancón u Nombrevilla y Anento y luego San Martín y Báguena a lo mejor. No, ahora ya no se oyen.

Si, si, más que ninguna cosa, una cosa buena tienen las campanas, cuando barruntan agua, los tambores suenan también de otra manera, y había veces que paice que te se atascaba el badajo; que barruntaban humedad. Eso si que es raro, ¿verdad? Pues estaba yo y me se resentía... Y tenías que sonar más, pero el tambor tiene piel, y la piel puede crecer o menguar con la humedad, pero las campanas paice raro; pues paice que se atascaban.

Las campanas tienen que ser bandeadas desde arriba, excepto el campanillo, que era tocado, como dijimos, con una larga cuerda desde el suelo. El bandeo de las dos campanas se producía empujándolas, y uno solo se encargaba de tocar las dos:

Pues primero les das así, dos meneos, y después en el momento que puedes coger el yugo que se llama, pues ahí dejabas de darle, la dejabas un rato y ibas a la otra...

Aquello es pesao... A lo mejor tenía que atender yo a las dos pues igual, le daba una, estaba en medio, le daba a ésta, le daba después a ésta.

El semivolteo se empleaba para los entierros, y el repique se realizaba desde la torre. Para tocar desde la iglesia tenían que subir al coro, aunque desde allí era imposible repicar con las largas cuerdas:

Pues yo, como no puedo subir a bandear, a repicar aún, mal, mal. Por que de estar en las mismas campanas a bajar, a bajar veinticinco metros con cuerdas y eso pues ya no se puede repicar igual... Si, y en la [campana] grande aún subíamos al coro, y ahora ha sacao [las cuerdas] y las bajan escaleras abajo, las bajan a la puerta de la... y es una ventaja.

A lo largo de la entrevista, como ya hemos podido comprobar, se denotaba cierta amargura, cierto cansancio vital ante tanto esfuerzo realizado:

 [¿Es peligroso?] ¡Mucho! Es un sitio muy pequeño y hay que tener mucha vista, aunque gracias a Dios no he tenido pizco más pequeño, unas escaleras muy malas y también he tenido una suerte que no me ha tocao nada, que ya de noches, sin luz y sin nada, "pim - pam", y sobre todo si había incendio, "pam", a tocar...

Las novenas, y para la Dolorosa el setenario y el miserere todos los viernes con los chicos que te ayudaban a cantar y algún otro, pero hi trabajao mucho para eso...

Muchos rosarios. Cuando se moría alguno me buscaban para rezar el rosario los, las noches a casa de los familiares, a pasar mucho frío, mucho sueño, porque en el verano pues me se apoderaba el sueño, rezar dos partes del rosario por cuatro perras, lo que me querían dar; pero como era a gusto pues no te estorba nunca.

Los toques diarios incluían el de oración por la mañana y al atardecer, acomodándose a la duración variable del día a lo largo del año; el de mediodía era interpretado por un ermitaño. Los de misa eran tocados por el cura o por los monaguillos, en los días de labor:

Teníamos que tocar la oración por la mañana, al hacer de día, y a lo mejor era invierno y decía mi mujer: "¡No te levantes!", que había hielo o nieve o agua y no se podía ir a trabajar, "ya iré yo y tocaré la oración". Y cuando venía estaba levantao y decía "Pues no me calía haber ido pa levantarte lo mismo"; pues iba a tocar la oración. Después por la tarde otra vez, y de antes el rosario y después del rosario y la novena, pues a tocar a oración. Entonces había misa todos los días; cuando había cura aquí había misa todos los días...

Aquí había un ermitaño, una ermita, que en otros pueblos tocaban al mediodía para la oración, y aquí como tocaba el campanico de la ermita el ermitaño, pues yo no tenía, el sacristán no tenía que tocar nunca, no tenía que tocar nunca a mediodía...

A la oración, al hacer de noche, si estabas en el rosario en la iglesia, pues cuando terminabas el rosario, yo me subía, yo me subía arriba y tocaba...

Claro, antes, ya le digo, yo tenía que ir, tenía que ir cuando era pequeño, tenía que estar allí, tenía una llave el cura allí en  su casa y otra aquí en mi casa, el sacristán, y iba yo y cuando se levantaba el cura, tocaba en el cristal de la ventana, y ya salía, tocaba el primero, después, cuando me venía bien el segundo, y a lo que venía de a dar eso, el tercero, yo tenía que encender y tocar las campanadas y, el campanillo lo tocaban desde abajo y en cambio las campanas había que subir al coro. El campanillo, tres toques, y cuando era el tercero pues ibas a las campanas, tocabas doce o catorce veces y después dabas tres campanadas solas, a última hora, que quería decir ya van los tres.

El ciclo semanal incluía el canto del Miserere todos los viernes, y el repique al atardecer del sábado y a la mañana del domingo. Si era la víspera de una fiesta, el toque incluía el bandeo y el repique, y era interpretado también a mediodía, al atardecer y al amanecer. El repique de los domingos, podría estar relacionado con las actividades litúrgicas, pues coincide, aunque no queda explícito en la entrevista, con el rezo en el coro de tercia, e incluso de vísperas y completas:

 ...Y el Miserere todos los viernes con los chicos que te ayudaban a cantar y algún otro, pero hi trabajao mucho para eso...

A repicar, el sábado por la tarde, en vez de oración era con eso, y si era víspera de fiesta al mediodía había que tocar, y por la tarde otra vez había que tocar y por la mañana al otro día siguiente, la fiesta otra vez la misma operación y así. Pues si era pa fiestas, si era pa fiestas, bandear y si era pa domingo pues repicar...

Si era repicar, con las dos, y si no, pues, si era sólo domingo no bandeaba, más que repicar y sólo una vez, porque al bandear pues repicabas antes y después.

La tercia se decía antes de misa, todos los domingos y días festivos, y las otras de las fiestas verdes se hacía completas. [Y para éso, ¿había toque o no?] Pues, igual que siempre, si era fiesta pues repicar y bandear; repicar dos veces, antes y después de bandear.

Al mediodía tocaba primero la oración, luego repicar, luego bandear. Otra vez repicar y ya vale.

Los días de fiesta, la visita de personalidades, se acompañaban con un bandeo de las campanas, precedido y rematado, como acabamos de leer, con el repique. Tales manifestaciones festivas se prodigaron en la guerra civil: Villanueva, en el lado nacional, no sufrió ninguna destrucción, y los bandeos anunciaban al pueblo la toma de otra población:

[¿Pero ahora las bandean también?] Pero ahora no, ahora no. El otro día subieron unos y bandearon, pero que vinieron un capitán general y el arzobispo y todo y las tocaron pero...

Una vez, cuando la guerra que se ganaba alguna ciudad de la parte nacional, pues a bandiar las campanas y las bandeaban pues a lo mejor mujeres y hombres, alegrándose: "Mira, ya han tomao otro pueblo, ya han tomao otro pueblo los nacionales."

Los toques de difuntos distinguían, como es usual, la edad, el sexo y la categoría social del difunto, aunque el sacristán no los considera como "clases" distintas, sino entierros distintos, según la voluntad, posiblemente económica y por tanto social de la familia del muerto.

El entierro de mayor categoría, exigía mayor esfuerzo y era difícil interpretarlo por uno solo: Si era un parvulillo, pues e tocaba de una manera, si era difunto de otra y así sucesivamente todo... Cuando subía allí, que ya podía tocar pues las campanas a vuelo a una, le dabas una vuelta al un lao y después otra vez al otro y con el otro, con la otra campana pues una vez dos, y una vez una, y si era hombre pues tres campanadas a lo primero, "Tam, tam, tam." Y si era mujer, dos.

[Y entonces tocaba distinto, ¿había clases de entierros o no?] A lo que quería grande, pues había, ya hemos hecho muchos entierros de tres misas.

[¿Pero el toque era igual?] De tres misas, si. Una vez me avisó el cura que se había muerto el Papa y que echara las campanas al vuelo. Digo: "A vuelo, ¡cómo  las vas a echar! ¡Como las vas a bandear las dos a la vez! Y si era vuelo, darle una vuelta, pues no podías atender a las dos a la vez. Y dice que no había tocao bien; pues digo: "¡Pues suba usted a tocar!"

La derecha es la grande. Hacía primero dos toques con las dos cuerdas a la vez y después ponía "Tam, tam tam, tam".

[Y para los difuntos ha dicho que primero daban tres, si eran hombres, tres veces] Sí, hacer con las dos a la vez y después ponías "Tram, tan tan tram, tram tram tram tam tram".

Si es niño, era repicar solo y ya, también se tocaba muy bien, ya lo conocían ya, ya lo conocían. [Pero era un repique distinto] Si. Parvulillos.

La noche de ánimas... Eso yo no lo he conocido aquí; decían que les daban merienda o cena y que estaban toda la noche, de vez en cuando tocando, pero a mí no me ha tocao eso, no. No me ha tocao nada más que si iba y tocaba un par de veces por la noche y nada más.

Había otros toques en Villanueva de Jiloca que son menos usuales como el toque de ayuno, pero no tenían otros más comunes:

Y tocábamos las campanas a ayuno... Por la tarde. A la oración al hacer de noche, si estabas en el rosario en la iglesia, pues cuando terminabas el rosario, yo me subía, yo me subía arriba y tocaba... Solo con la [campana] pequeña.

[Toque de sermón, por ejemplo] No, y en otros sitios que se tocaba al alzar, pues tampoco. En Valdesanmartín, que está allí arriba, pues al alzar iban los chiquillos y tocaban y ya sabía el pueblo que estaban levantando a alzar, ya.

Los toques de alarma, de aviso de incendio se interpretaban con la campana grande: Y la quema con la grande, por que sonara más... Si había quema, pues ibas y tocabas aprisa, aprisa, "bom bom bom", y el personal se despertaba y iba a la quema.

Sí, a quema es aquello "Tamtamtamtamtamtam" y ya sabían que era, se levantaban y como es el pueblo pequeño, pues ascape sabían que era en tal o cual sitio.

A lo largo del año había una serie de actividades litúrgicas, algunas de las cuales eran acompañadas con toques de campanas, y que suponían a veces desplazamiento a otros lugares:

Y en las cuaresmas teníamos todas cuaresmas con pa los santos, como se llaman... [Las novenas] Las novenas, y para la Dolorosa el setenario y el miserere todos los viernes...

En el mes de mayo decíamos el rosario en la ermita, que íbamos un personal, cantaban las muchachas, y después el mes de octubre que era la fiesta del Rosario, pues también todo el mes allí el rosario, había rosario general para ir allí en las procesiones, pues también a la ermita.

Las campanas callaban, en semana santa, matándolas. Eran sustituidas por el recorrido del sacristán a través del pueblo con una matraca y su voz:

La de, la de Jueves Santo, decían "a matar" las campanas hasta el Sábado Santo, que le tocaban. Yo cerraba la puerta, pa que no fuera alguno a tocar y buen viaje. Je, je, había una matraca que también le daba buenas, buenas soquetas, buenas tocatas de darle la vuelta al pueblo tres veces para los oficios divinos, para la misa, para ésto, para lo otro y una matraca en la mano. Tres vueltas para cada cosa, si había viacrucis, si había rosario, si había lo que fuera, y con las matracas alrededor del pueblo.

Los toques de procesión eran los mismos de fiesta, pero plantean el tópico dilema de los sacristanes, el repicar y el ir a la procesión, resuelto aquí con el silencio de las campanas:

[Que sería siempre el mismo recorrido de la procesión] Sí, ha sido siempre el mismo. [¿Repicar todo el rato?] ¡No! Como tenía que ser sacristán y campanero, y yo no puedo hacerlo, como le dije al cura, digo: "Oiga, que yo no puedo estar más que en un sitio, ¿eh? Je, je, si estoy en las campanas." [Y entonces... repicaba antes y luego iba a la procesión] Claro.

No tenían toques explícitos para tormentas ni los rituales que los acompañaban, aunque el sacristán conoce su existencia en otras localidades:

No, no había, no había, en otros sitios si dice que tenían la reliquia y salía el cura a hacer las cosas que hacían.

Para tocar a gusto y sin peligro las campanas nuestro sacristán prefería bandear solo por los peligros que puede causar el desconocimiento de la técnica y el pequeño tamaño de la torre, aunque algunos toques de muerto requerían el concurso de otras personas:

Una vez me avisó el cura que se había muerto el Papa y que echara las campanas al vuelo... y si era vuelo, darle una, pues que no podías atender a las dos a la vez...

Aquello es pesao: a lo mejor tenía que atender yo a las dos; pues igual, le daba una, estaba en medio, le daba a ésta; le daba después a ésta.

Subía algún joven que no me daba gusto, porque y hasta mi yerno le digo: "¡No subas a las campanas y no admitas a nadie, porque si ven una... un accidente, te la cargas tú porque lo has llamao!" Y nada, yo no quería que subieran; subía alguno, pero yo no quería que subieran por eso.

[Entonces tocaba usted solo, normalmente solo] Solo, y no me venía bien que subieran los mozos, porque además yo sabía lo que tocar y después me venía a comer porque teníamos que dejar la comida si estaba preparada, o no preparada pa, para ir a comer, y venían muchos y querían estar; digo: "Venga, venga, que yo..."

No había, quizás por esta manera solitaria de trabajar del sacristán, grupos más o menos formales de gentes que subieran a tocar, a lo largo del año, excepto aquellas mujeres y hombres (el orden debe ser significativo) que subían, durante la guerra, para anunciar la toma de otra población por los nacionales.

Había ciertos toques de destreza, aparte del repique que parece reservado exclusivamente al sacristán, como el bandeo rápido de la campana para que no sonara, aunque el informante lo dice como si fuera cosa de los "otros", de gente ajena a las campanas:

Había un, que decían los que iban: "Vamos hacer que dé vuelta", y es, en otros sitios decían que se encanaba, que no tocaba, daba la vuelta y el badajo no tenía tiempo pa tocar en los dos sitios: "¡Ya se ha encanao la campana!", y algunos mozos gozaban con eso.

Las motivaciones para tocar están mal definidas; en realidad es una de las obligaciones del trabajo de sacristán:

Mi yerno aún va a las campanas, pues tira. Como, nada, por capricho, porque, ya digo, antes me hacía falta, pero ahora, gracias a Dios, pues no me hace falta.

No venía gente de fuera a tocar. Nuestro informante, que gozaba de cierta fama de repicar bien en la comarca, se desplazó, sin embargo, a otras localidades vecinas, donde fué a cantar para algún entierro importante:

Fuimos alguna vez a San Martín, un cura que se murió y ya era de aquí y estaba regente allí, vamos, coadjutor, y canté el entierro y todos se quedaron, canto bien gracias a Dios, y aún sigo... Pues en San Martín me decían que no había un sacristán por aquí que repicara tan bien las campanas como yo. Yo fuí a Herrera y subimos al campanario y vas a Valdehorna y la misma operación: a bandear, pues a bandear.

Como se ha expresado a lo largo de las palabras transcritas, el sacristán fué un profesional pagado: en este caso no solamente con dinero, ya que tenía también acceso a un campo. Los actos litúrgicos eran remunerados por la iglesia mientras que los entierros eran pagados por la familia:

Lo hi hecho toda la vida y además por poco dinero, porque esto no daba para nada, pero había un corrico de tierra, que la trabajaba yo...

Si, el entierro lo pagaba la gente. Pues según las fiestas, alguna fiesta pagaba algo, pero a lo mejor estaba tres días el cura y algunas veces le daban cinco duros y a mí una peseta; y los bautizos, un real a mi padre por hacer el bautizo y al cura una peseta. Era un tiempo, mira, yo he conocido aquí en Villanueva la carne a peseta el kilo; la carnicera, que era un poco más que el kilo, el jornal a peseta y trabajando desde noches hasta de noches sin descansar y ahora mire, dos o tres mil pesetas que ganan los obreros, pues por una peseta hubieran ido, iban cinco o seis pero hubieran ido sesenta hombres a ganar una peseta y hubieran comido con la peseta, porque ya le digo yo, la carne la hi conocido yo a peseta, la carnicera que era poco más que un kilo, y se comía por la  tarde; se comían más sardinas que, pero de esas roñosas que les llaman.

El contrato del sacristán, ya lo hemos dicho, había sido realizado por el cura, mientras que eran los vecinos quienes solicitaban sus servicios para rezar algún rosario u otras actividades similares. A su vez, como también sabemos, nuestro informante no gustaba de llamar a otra gente, de contratar ayudantes, por las responsabilidades que conllevaba en caso de siempre posibles accidentes.

El campanero incurría en ciertas responsabilidades; en caso de incumplimiento era amonestado e incluso multado. La amonestación, a veces, era innecesaria; el cura, siempre de fuera, recriminaba por un toque cuyo significado desconocía; esto puede sugerir una cierta autonomía de los toques de campanas respecto a la jerarquía eclesial: Una vez me avisó el cura que se había muerto el Papa, y que echara las campanas al vuelo... y dice que no había tocao bien, pues digo: "¡Suba usted a tocar!" Ya le digo, una vez que me entendí con el cura, pues bajaba y decía: "¡Ya está el sacristán otra vez con las campanas!"

Y una vez me castigó el cura y me quitó un poco de paga, porque la noche de ánimas, que ¿por qué no había tocao toda la noche? A las, pues, en noviembre primero, dice, y yo no quise ir y después dice: "¡Por no tocar tanto!"... Iba y tocaba un par de veces por la noche y nada más; sea aquella noche porque a las diez o diez y media no fuí, pues dice que me quitaba.)

 

Villar del Cobo - (Comunidad de Albarracín)

Entrevistamos a MANUEL FORNÉS delante de su casa, en Villar del Cobo, junto a su madre y otras mujeres de su familia, que también participaron en la conversación. Nuestro informante, soltero, de unos cincuenta años, se encontraba convaleciente, con una pierna enferma, y solamente recogimos sus palabras, que nos introdujeron en otro sistema de toques de campanas de pequeño pueblo, que sigue siendo empleado, después de haber sufrido grandes simplificaciones. MANUEL FORNÉS, que ejerce de sacristán y campanero, hace todas estas actividades en la iglesia por que le gusta:

Sacristán y campanero: porque me gustaba esto ya. Ya empecé yo a ser sacristán, a subir a repicar y bandear, a cantar... LLevo cuatro meses que no subo, con la pierna... Yo siempre he estao a revueltas de los curas, siempre, siempre, a revueltas de los curas. Si a mí no me hubiera gustau yo hubiera dicho no.

Aprendió de alguno de los curas que vinieron al pueblo, así como de los sacristanes que había antes:

Los curas que iban viniendo venían y me icían pues: "Tú subes a tocar, y repicas y demás." Un cura que está en Villastar me dió lección de ésto y ya empecé yo a ser sacristán. Aquel es el que me orientó a mí de ésto. Y también de algún sacristán que había antes y tenía interés y aprendí.

Hay tres campanas en la torre, o mejor dicho, dos campanas y un campano, y la campana mayor no se puede bandear bien:

Hay tres: dos grandes y un campano. [Voz de mujer: La campana grande es muy hermosa pero no sé que le pasa] [Otra mujer: Que tiene un piñón roto] [Otra voz: Que no la pueden bandear bien] La campana grande, la campana pequeña y el campanico. [Voz de mujer anciana: Y el de San Roque] [Voz de mujer: ¡El campanico!] Se bandea la pequeña porque es que la grande no se puede bandear. La otra grande está un poco desnivelá, tiene los cojinetes mal y le faltan tuercas d'esas y no se puede tocar.

Precisamente la campana grande ya fué cambiada porque se rompió:

La grande la cambiaron por una que, bandiando, se abrió. A mí me dijeron que se rompió bandeando, que fué bandeando y que se abrió. [Voces de mujeres: Hace muchos años...]

Para el repique se emplean las dos campanas, y la pequeña puede tocarse también desde abajo:

Para el repique, las dos campanas con dos sogas que tiene, el repique. La campana pequeña se toca desde abajo.

El repique no es peligroso pero el bandeo puede causar graves accidentes:

Repicar no es tan peligroso como bandear, en la cosa de que a lo mejor la campana se puede escapar el badajo o te puedes descuidar y entonces ¡dáte y amárgate o mátate! Repicar, no hay peligro en el repique, no; ahora en el bandeo sí.

Los toques para un día normal se limitan a la misa, con el campano; los toques de oración desaparecieron hace muchos años:

Para un día normal sólo el campano pequeño para misa. [Mujer anciana: Antes se tocaba pero ahora hace mucho que no; pero en la juventud de mi madre, a las doce el Angelus que icían]

Para los domingos repican y bandean al principio y tocan el campano:

Se repica y se bandea, y con el campano pequeño se dan los toques. Un domingo se repica y ya después de repicar se bandea un poco y se dan los toques con el campano pequeño. Se bandea la pequeña porque es que la grande no se puede bandear.

Para el primer toque se toca el campano y luego con la campana se da una campanada, que es el primero. Segundo, dos campanadas. Para el tercero tres, o cinco, o seis, o ocho, o diez, para el último ya. Lo primero repicar y bandear y los demás son desde abajo.

Los días de fiesta emplean el mismo toque por la campana averiada:

Para los días de fiesta, igual. Se toca a misa, se bandea, luego se dan los toques y cuando sale la procesión entonces se vuelve a bandear.

Los toques de difuntos indican sexo y edad del fallecido y son seguidos del toque del campano para el entierro:

Para muertos hay que tocar: si es hombre, se dan tres tranes. Tienes que ir los dos d'ésto a l'empar. Y si es mujer, dos. Se hace ésto y luego con el campano pequeñico se hacen los toques y el entierro que se haciese, que son tres toques los que se dan.

Para niño pequeño se toca distinto porque no hay que tocar más que la campanica grande y el campano, a gloria. [Voz de mujer: Tilín, Tilín, tilín, así cuando es pequeñico. Y para un difunto, cuando dicen los Rosarios, la campana también tán, tán, tán] Un difunto que le dicen el Rosario, la campana pequeña también. Pa los muertos distinto si es hombre que si es mujer. [Mujer anciana: ¡Hombre, claro!] Antes se tocaba, se subía arriba, se daban los tranes, se daban los toques y mientras se traía el difunto de la casa a la iglesia se tocaba y ahora ya no.

No ha habido toques para bautizos, y si hay alguno ahora se hace en la misa de los domingos:

Ni bautizos ni nacimientos. [Voz de mujer: ¡Y más ahora!] Y la mayoría los bautizan los domingos en las misas.

Hay toques para los incendios y para los perdidos:

Un fuego, que se pega un fuego que hay que tocar la campana. Se va y se toca la campana, pa que acuda el pueblo. Se toca con la campana pequeña: no el campano, la campana pequeña. Pa perdidos, también, hay que tocar la campana pa que acuda. Es el mismo toque, es lo mismo.

Los toques de procesión comienzan con un repique y un bandeo, y tras los toques del campano se vuelve a bandear durante todo el recorrido:

[Mujer: Para las fiestas, cuando se sube la procesión se bandea Binboong, binboong] O sea que en las fiestas sale la procesión, se toca a misa, se bandea, luego se dan los toques, y cuando sale la procesión se toca a misa, se bandea, luego se dan los toques, y cuando sale la procesión entonces se vuelve a bandear mientras da la vuelta al pueblo, todo el rato dándole. Pa la procesión repicar, luego bandiar, luego das los toques y luego cuando la procesión todo el rato bandeando.

No hay toques para la tormenta:

No, por costumbre no hay.

Una sola persona es necesaria para tocar, a causa de la campana averiada:

Para repicar y bandear uno solo basta. Ahora hay en las fiestas que a lo mejor suben dos o tres para rebelarse'n, como es larga la procesión pues entonces se relevan pa bandiar. Dos o tres o cuatro.

Ahora que estoy enfermo [mi hermana] da el primer toque con el campano, pero subir arriba, no. [Voz de mujer: Yo no subo, no] Pero claro, éso no tiene...

El sacristán y campanero recibe cierto salario por su trabajo:

Pagan por ser sacristán y campanero: paga el señor cura.

Nuestro informante reconoce que toca por placer, porque le gusta:

Verdaderamente es que me gusta y yo lo llevo a gusto. Que es únicamente los domingos cuando yo subo allí y... me gusta.

La gente conoce los toques, que sirven de referencia para los que quieren ir a misa:

La gente se fija en los toques: el que tiene voluntá y va a misa tiene que estar atendiendo los toques para cuando llega el tercero, ¡pues a misa!

No conocen demasiado los toques de otros pueblos, excepto en Guadalaviar, que están motorizadas:

En los demás pueblos, nada más que en Guadalaviar que son eléctricas.

Alguno sabe tocar, pero no hay nadie interesado en seguir haciéndolo:

Pedrito también sabe tocar, que sabe un poco, pero no hay ninguno, no hay ninguno. Pero detrás de mí no.

Las campanas motorizadas quedan justificadas porque evitan tener que subir a la torre a tocar:

De modo que no tienen que subir a la torre, no tienen que subir.

La grabación no pudo realizarse, aunque MANUEL FORNÉS estaba dispuesto a subir a grabar, en cuanto estuviese bien, antes de que hiciese frío:

Como no es cosa que corra prisa, antes de que venga el frío, de aquí a entonces... Que yo, en cuanto pueda subir, el señor cura, como está sabedor de ésto, que los llame.

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