Las campanas de Aragón: un medio de comunicación Dr. Francesc LLOP i BAYO |
MonografíasAgüero - (Hoya de Huesca)La recogida de los toques de las
campanas en Agüero hizo necesarios varios viajes, a pesar de la existencia aún viva de
la tradición de bandeos de campanas para las fiestas. Entrevistamos a BITORINO VELARRE,
BV, que no era propiamente un campanero, pero que había ayudado a su tío y recordaba
muchas de las normas tradicionales, aunque estaba poco ágil a la hora de interpretar los
toques. De su entrevista cabe destacar algunos aspectos, como su pertenencia política,
que él separa constantemente de sus relaciones con la iglesia, ya que una cosa son las
creencias y otra distinta el abandono de las tradiciones: Porque había muchos santos aquí, había unas procesiones muy bonitas aquí, majas, majas, aquí. A mí, aunque sea socialista, me gustaba y me gusta, las tradiciones me gustan siempre. He sido muy tradicional, en todo, en todo y he sido siempre muy acatador a todo, siempre que no sea una cosa salvaje, como las cosas que hemos tenido antes, lo demás siempre he sido acatador. Mi padre ge republicano y no ge a misa más que el día que se casó, pero sin embargo hemos sido siempre, él siempre íntimo amigo, con el cura íntimos amigos, siempre, siempre íntimos amigos. Yo creo, siempre llevándose a bien, vamos, intento llevarnos bien, siempre. BV Nuestro principal informante en
Agüero goza de cierto descrédito personal: entre los adultos y entre los niños está
fuertemente desconsiderado, y los menores, al inicio de nuestra relación con él, le
trataban con una excesiva familiaridad. Desconozco las razones de tal posición social;
para nosotros ha sido un buen informante, que quizás no podía tocar demasiado bien, pero
que nos supo transmitir las normas tradicionales. Esto quedó reflejado, a nuestro
parecer, en un significativo cambio de la relación con los niños, actuales monaguillos,
que le acompañaron en su ascenso a la torre. En el momento de la subida le hablaban con
un desprecio impropio hacia su persona y su edad; al transcurrir la grabación
descubrieron que "sabía" mucho más de los que ellos pensaban. Al bajar de la
torre, el trato de los niños hacia BITORINO era mucho más deferente y respetuoso; al
menos esa es la impresión que recogimos en los diarios de campo. Otros dos aspectos destacaron en
sus palabras. El reconocimiento de una de las campanas como de factura gótica, lo que no
es usual (la casi totalidad de los que tocan o han tocado campanas ignoran estilos e
inscripciones de sus instrumentos sonoros). Otra entrañable característica de sus
contestaciones es la emoción, el cariño que despiertan estos temas en BITORINO.
Aprovechando nuestro trabajo él se despidió de las campanas, como ya había dicho
previamente: Ahora pienso subir, no haré más que acariciarlas así con las manos, pa despedirme, y no subir ya más. BV BITORINO VELARRE ge entrevistado
en unas dependencias municipales, el actual consultorio médico, el 30 de abril de 1984.
Los toques fueron grabados en la torre el día 13 de mayo de 1984, y tras varios viajes ge
imposible grabar el bandeo de las dos campanas mayores, que siguen tocando para las
fiestas. Entrevistamos a varios hombres del
lugar, AA, personas anónimas, el 12 de mayo por la noche en uno de los bares oyendo una
anterior grabación del bandeo de las procesiones. Ellos nos ayudaron a descubrir algunas
nociones estéticas, y varios de los tópicos que estructuraban el sistema tradicional de
toques de campanas en Agüero. Nuestro principal informante
subía con su tío, de quien aprendió los toques: No, no me enseñaba, pero subía con él, y es igual, ¿sabe? Aunque no me enseñó subía él y... y algunas veces le decía: "¡Tío, déjeme, que voy a tocar yo un poco!" Dice: "Toma, toma, toca por si acaso, a lo [mejor] me voy yo de aquí y puedes... ¡de tocar!" Únicamente eso. BV Las campanas, los toques
tradicionales, eran algo más que un medio de comunicación de alcance local: esos
sonidos, escuchados por nuestros informantes desde siempre, son conocidos y reconocidos
como propios, como los de su comunidad, como algo único: Eso es una cosa de tradición que se tenía, siempre en todo el pueblo, siempre cuando las tocan, siempre al que es de aquí, nacido de aquí y sabe lo que es, yo cuando oigo tocar las campanas me emociono. [¡Le emociona muchísimo hablar de campanas!] Sí, a mí y a to'l que... a todo el que vive aquí, que vive aquí, oye tocar las campanas y eso es, y no pasa aquí sino que ha pasao en todos los pueblos, no hay como las campanas de mi pueblo. BV ¡Campanas tan sanas como éstas no n'encontrarás! AA La torre de la parroquia de San
Salvador de Agüero es prácticamente cuadrada, aunque sus aberturas son irregulares, ya
que la escalera ocupa uno de los ángulos del cuadrilátero. Hay cinco ventanas, y cuatro
campanas, estando ocupadas las orientadas hacia la plaza. La menor de las campanas carece
de yugo, e incluso su badajo está medio roto. La mediana, es de factura gótica; tiene un
cable de acero que prolonga su badajo y facilita el toque desde el pié de la torre. La
campana menor era la de los boyeros, y la segunda la de los roñosos. También había otra
campana más pequeña, desaparecida, para los toques diarios: La campana de la Cofradía de los roñosos... y era la Cofradía de Santiago... La más pequeñica, que no tiene jubo, antiguamente la bandeaban también que decían la campana los boyeros... La mayor y la mediana... Ahora, la mediana es la que más valor tiene, esa es todo lo escrito lo tiene gótico, todos los escritos que tiene los tiene góticos... Cuatro; había una más pequeñica, porque era como el tocar el tin - tin, el tin - tin, el tin - tin, con una cuerda desde abajo para tocar para ir a misa, pero ahora como no está esa, que la quitaron... Dispués ya tocaban una campana que había pequeñica, que era de cuerda, que esa ha desaparecido, por la mañana. BV Solamente son consideradas como
campanas las dos mayores, que son precisamente las que siguen bandeando para las fiestas;
tienen ciertas características técnicas que permiten su bandeo acompasado: La grande, si la pones horizontal y te cuelgas, la campana se queda horizontal, mientras que la pequeña, a mediana, ¿no? si la intentas en horizontal la campana se te lleva. AA Esto supone que la campana mayor,
a pesar de su volumen, está más equilibrada de yugo, y por tanto gira a un ritmo más
lento, mientras que la pequeña, más desigualada, gira a mayor velocidad, con lo que se
podrá controlar, como veremos más adelante, con más facilidad su ritmo, sus detenciones
y sus aceleraciones, con respecto a la grande. Ninguna campana se ha roto, y su
sonoridad, que alcanza a gran distancia, varía con las condiciones climatológicas: Se ha ido a cinco y seis horas de aquí... se oye muy bien... A no ser que estén a lo mejor con nieve las campanas, entonces se nota, cuando tiene nieve pegada hace tram, tram, pues suena de otra forma porque tiene carga de lo que sea pues si nieva pues también, porque lo que suena mejor que haya humedad... y cuando hay nieve que se te cae a la campana nieve pues tiene otro sonido, pero es por esto que suena así, cuando cambia el tiempo y cuando hay niebla pues también se oye de otra forma, porque la niebla le quita el eco, y según el viento viene, pues también se oye más, claro, como es esto, cuando hace aire cierzo, pues en la parte de abajo, se oye más claro que pa aquí, sin embargo... BV Las campanas, sobre todo las dos
mayores, pueden ser bandeadas. Este giro completo se realiza yendo a buscar las campanas y
tirando de ellas, en vez de empujar hacia fuera. Las otras eran bandeadas antiguamente,
pero que ya no están en condiciones: A grande tiene de ir a su aire, éstas se bandian así caparriba, a campana esta grande se bandea, bueno, que les cambiemos las maderas. AA Dos lo menos siempre se han bandeao... Dos, dos, esas siempre, siempre... la mediana y la mayor... Las dos al mismo tiempo... lo único que el golpe de esto hace es por ejemplo ton-ton, tan-tan, ton-ton, tan-tan... De esa forma siempre tiene que ser que el que lleva la mediana, tiene que ser el otro, porque la mediana esa es más rápida, y pa tenerla o que te se escape, que, que te pega, ya que... la otra es grande, muy grande... pero si sube uno que sabe bandeala... ahora, hay que salirla a buscar y sobre ella darle la marcha... [Y el de la mediana] seguir a la otra, seguirlo porque la otra, esa mediana es más rápida, y por más fuerza, por más fuerza que tenga la grande, ese la cojen y zas, rápido, rápido... Pa empezar por ejemplo a tocar, un repiqueteo pero ya era iniciao en la última que tocaba el tintintintintin tin tin, pues ya empezaban a coger otra, a empinarlas, a empinarlas para ponerlas derechas, y con unas sogas atadas, bien atadas, y unas sogas pa tirar, pa ponerlas empinadas... Ahora, ahora no, ahora las empinan como pueden... Una estaca y unas sogas, unas estacas grandes... que hay en la pared, las dejan allí pa el tiempo de bandear. [Se bandean a cogerlas, en vez de empujarlas] Siempre, siempre se han bandeao así, siempre, siempre, siempre, be que en otros sitios bandean así [imita alguien que empuja] También aquí lo han hecho ya pero chssss! ¡A cogerlas, que es más peligroso! Que si la ves ya... hay que tener mucha vista. Mucha vista porque ¡ojo! ... [Con una mano] Hasta que una vez me ponía enseguida a salir pa fuera a buscarla, salía la boca y ¡ras! y a la plaza salía todo esto, entonces la cogías con más descanso, la cogías y la tirabas, ¡clas! Ahora, así salía más, así, saliendo así pues el personal iba más descansao... y con mucha menos fuerza, y tiras. Pero ya en la misa, cuando se van a misa, las dos campanas esas se quedan empinadas, ¿eh? Terminan, terminan siempre, terminaba, ahora ya no se hacen esos bandeos, pero antes había unos bandeos hermosísimos, ahora, antes, cuando terminaba, terminaba la mediana, la dejaba, y a la mayor le pegaban un sobo bueno. [La mediana parada, hacia abajo] si, y entonces la otra cogiendo le pegaban todo lo aprisa que podían, le pegaban, ningún tan-tan, pero así, pero fuerte, eso, ¡Fuerte!... [La campana pequeñica] le decían la campana los boyeros... y tocaban, tocaban esa campana ellos, la bandeaban, ya esto ya no me acuerdo de, de como la bandeaban. BV Las campanas mayores pueden tocar,
o al menos lo hacían, oscilando, sin llegar a dar la vuelta, y este semivolteo se
empleaba para los difuntos: Sí, sin dar la vuelta tocaban como se toca a defunción cuando se lleva a medio entierro, cuando se lleva el cadáver al cementerio... Una de ellas se coge, se dan Tan... Tan... Tan... Y cada vez que da una campanada tocar las dos... Tan... Tan... y el otro tan, y así siempre. BV Los repiques se realizan con las
cuatro campanas, tocando desde la misma torre, con unas cuerdas colocadas de manera
distinta según los gustos personales de los intérpretes, para producir los ritmos
buscados: Sí, arriba, arriba, arriba, repicar es arriba, allí las sogas, yo tenía sogas, y las arreglaba yo a mi forma, y cada uno tenía su forma de técnicas... La campana mayor se, se pone que se haga... por la cintura, por la cintura, hacer más que así, con la cadera, ¡zas! y las otras pues con la mano; las otras tres con la mano, la una con la mano y la otra así, tin-ton-tan, tin-ton-tan, tin-ton-tan; ¡parecías un bailarín que bailabas un tuís de esos! Sí, allí es un baile como un tuís, no, no, ¡es verdad, es verdad! Todo al son de la campana. BV En el repicar no es difícil, no, repicar no es difícil; el remate es el peor. Alguno sabía repicar con el pié. AA Las campanas mayores, podían ser
tocadas desde abajo con sendas sogas, que han quedado reducidas a un solo alambre de acero
que une la campana mediana en ángulo agudo hasta el nivel de la torre y rozando con una
de las paredes, hasta descender por el hueco de la escalera. Las campanas necesitan una gran
conservación, que incluso debe llegar a la reconstrucción del jubo en el caso de la
campana pequeña. Parece ser que el Ayuntamiento socialista, en el que participó BITORINO
VELARRE como concejal, intentó tal arreglo, que no se llevó a cabo. Cambiaron uno de los
dos cojinetes de madera de la campana grande, para cuya instalación tuvieron que alzar en
vilo la pesada mole de metal: Les cambiemos las maderas; entonces a campana grande esta estaba torcida y salías rozao en un brazo y entonces subieron la campana, la subieron a peso y cambiaron el taco de madera. AA Las campanas han de ser igualmente
engrasadas para su bandeo, y los tornillos y falcas que las sujetan han de ser revisados
frecuentemente, aunque no se suelen pintar: Los tornillos, las tuercas y eso pues sí, las sujetas... pero pintarlas, no. Y además es que la madera esa es de encina, ¿eh? De encina cocida, de encina, pero buena, ¿eh?... El batajo va atao con una cuerda, con una soga. Mejor soga, porque cuerda se gastaría antes, mucho antes. BV El toque de las campanas, y de
manera muy especial el bandeo, exigen, como es de suponer, un gran esfuerzo, una gran
tensión, bien explicadas por BITORINO, al tiempo que hay un gran riesgo físico por el
gran tamaño y la mala conservación de las dos campanas: ¡Hola! ¡Claro que es peligroso! Eso hay que saber tocar, hay que saber; el que no sabe que no se ponga, que... que le vuela la cabeza, que un golpe de esos asusta... Rompersen, no, saltar el batajo, o el badajo, si ha saltao, porque una de las veces cayó un badajo y le dio en la pierna y saltar clavos y falcas y cosas así, pues sí, pero rompersen no. Nunca, además, nunca... Y a un hermano mío le sacó, una cosa, una cosa que es tan difícil, difícil, hacer una cosa, una camisa de aquellas de rayas de antes, cogerla así la campana y sacarle la manga toda, y yo estaba de pié en la plaza y digo "¡Pues esta parece la camisa de mi hermano!" Y ya entonces salió mi hermano así, sin la camisa. Digo "¡Ay, madre!" Y a otro o sea a uno, se hizo de otro contrario, estando bandeando, le cogió la mano con una barra así y vamos, lo sacó, lo sacó pa fuera, lo cogió el gancho y lo tiró pa fuera, pero ya ven el susto... No le hizo nada. Lo malo del susto, fueron n'a casa y murió. Allí se suda que no es tanto lo que, las piernas que estás en tensión, siempre en tensión, siempre en una tensión que no te puedes estar allí descuidao. Una postura muy, muy rara, es como hacer así, que pasa la campana, y a veces pasa la campana así rozando, así. Algunas veces me rozaba el pelo, que llevaba un pelo antes que... Lo que pasa que "¡Abajate más, tal!" "¡No te preocupes!" Para eso hay que tener una ligereza, y, y porque cuando está un ruido de esos tan grandes, hay que tener el oído lítido, muy lítido, ¿eh? Que el ummmm, ahí se pone un zumbido, con todas las campanas... que allí se pone uno sordo, ¿eh? Cuando tocan todas las campanas, allí, allí, se recoge un zumbido, un ruido, que no hay que hacer caso del zumbido, mas que las manos, las manos sí, pero las manos y los pies. BV
Los toques eran los usuales a lo
largo de cualquier día de hacienda, incluyendo las distintas llamadas a oración, el
toque de misa con la campana pequeñica así como los anuncios de una agonía de un
habitante de Agüero: En los días de hacienda tan apenas, no sé la misa que tocaban, tocando a misa... Antes tocaban una campanica con una cuerda aquí, tenia una cuerda de arriba y daba vuelta. Al mediodía, a la hora de que tocaban la una que ahora son las doce, siempre tocaban también las tres campanadas, tres oraciones. Tres, y por la mañana igual y por la tarde igual. Tocaban las tres oraciones de mañana, al mediodía y tarde siempre, y después cuando alguna persona por ejemplo estaba agonizando, pues también tocan. BV El toque de oración de la tarde
incluía, probablemente de manera esquemática, un toque para los perdidos, que se
prolongaba en caso de necesidad. Cada sábado repicaban anunciando el día siguiente, y
ese mismo repique precedía la misa dominical: Los domingos por las tardes, por la tarde ya, víspera de domingo, o sea las vísperas, la víspera de domingo tocaban la... El repiqueo, igual. La mediana, después repicotean después al terminar otra vez. Y luego después hacían, que esto era ya por la tarde, hacían las tres avemarías, tocaban la mayor "Tam... tam... tam...", y luego después tocaban nueve campanadas de la mediana, que era, entonces era nueve campanadas para el perdido... Y luego a misa pues con una campana. Nada, como un domingo normal, el repiqueteo nada más. Y luego bandear la campana. Dispués ya tocaban una campana que había pequeñica, que era de cuerda, que esa ha desaparecido, por la mañana. Antes, antes, cuando consagraban también, consagraban, que ahora no lo hacen, pero antes cuando se hacía la consagración, hubo aquí un cólito, un acónito de ésos, iba y cuando tocaban la campanilla, cada campanillada que tocaban, tocaba una campanada. Para quien no podía ir a misa, y estaba escuchando, entonces pues... Estas cosas que se hacían antes... Eso con la mayor... Los domingos, los días de ir a misa, ¿eh? Siempre que hacían misa. Esas campanas, esas campanadas, esas campanas las tocaban las campanas que le diré a sagra, que se llamaba. A sagra, al alzar el Sacramento. Decían "¡Ya tocan a sagra!". Tocaban una campana de ésas para, tocaban siempre a sagra la campanilla esa, por si uno no estaba allí, escuchaba "Tan... tan... tan...", y si estaba, a lo mejor estaba fuera oyendo misa, pues claro... pues se tocaba el pecho. BV Las fiestas se indicaban con el
repique y el volteo de una u otra de las dos campanas mayores, e incluso con ambas, según
la importancia de las fiestas. Ese repique de las cuatro campanas y el bandeo de las dos
mayores también se interpretaba para las novenas e incluso para la llegada de
personalidades al pueblo: Cualquier festivo que fuera eran las dos campanas... La campana mayor... un día festivo señalao, la campana mayor solamente, ahora ya en día mayor como Pascua y todo con procesión y todas estas cosas, las dos campanas... Después eran lo del Corpus y todo eso, ya era un repiqueteo, pero un repiqueteo bonito, un repiqueteo bueno, que era la novena del Corpus que se decía, para la novena del Corpus, todos los días, todos los días a las ocho o las nueve de la mañana el repiqueteo, las cuatro campanas, la mayor tocaba tam, tam, ticotan, ticotan, tam, tam, tam, ticotan, ticotan, tam, tam, tam. Y así pues, pues más de media hora o así más estaban así. Todos los días, eso era toda la novena, eran todos los días... Si el obispo lo esperamos con la palmera allí a las afueras y el palio y... los concejales, el alcalde... Salían antes y nada y tocaban las campanas. BV Los toques de difuntos variaban
con la importancia de la casa, es decir con la posición social del fallecido. El toque
variaba igualmente si se trataba del aviso de la defunción (pa señal) o del entierro.
Así como indicaban el sexo del agonizante, esta indicación era omitida para el resto de
los toques. La muerte y entierro de los niños, que aquí llaman moende seguía un esquema
distinto, con el repique de las dos campanas pequeñas. Finalmente, durante la noche de
Todos Santos, sonaban a muerto las campanas: La extremaunción era cuando estaban agonizando... La extremaunción no tocaban más que un toque, poco, poco, pero no a muerto, ¿eh? No a muerto; tocaban la campana pequeñica, ibas después, iban tocando con una campanilla por la calle, y oías "rum", "rum", y oías la campana allí y ya te arrodillabas, cuando pasaba para dar la extremaunción hicieras lo que hicieras te arrodillabas en la calle, yo al menos lo he hecho, eso lo hacíamos siempre, lo pasaba el... Con las hostias esas, las formas... que decían que era el Señor... ... Y después cuando alguna persona por ejemplo estaba agonizando, pues también tocan, si era hombre, hombre no me acuerdo si eran treinta y dos o treinta y tres al hombre... Si, eran treinta y tres y a la mujer treinta y dos; a tocar "Tam, tam, tam"... "Sí, tocan a agonizar". Toques de muertos pues se tocan... tres campanadas en la mayor, rezando las tres a Marías, las tres Marías, y luego después ya, se sigue tocando una campana cada vez, cada vez más aprisa, cada vez más aprisa, cada vez más aprisa, cada vez más aprisa, hasta que después llega ya que se tocan las cuatro nada más que esto pam. Y después ya... cuando es pa señal nada más, cuando es pa señal. Luego, después del entierro, el entierro antiguamente pues se levantaba la campana, cada campana de estas pequeñas daba la vuelta, la otra pequeña otra. Las pequeñas y la mediana, si era un entierro que era de persona que no era pobre, que no tenia para pagar las tres misas, decir misa... de terno...Pero si era una casa grande que podía pagar las tres, las tres, las tres misas, pues le hacían tres misas, las tres misas, y entonces ya se... las dos campanas. El moende pues nada más era tocaba una campanilla "tin, tin, tin, tin, tin, tin, pon"; otra; luego otra vez "tin, tin, tin, tin, tin, tin, tin, tin, pon". Nada más era eso para las almas, para los niños que no estaban bautizaos. Y para Todos Santos, la noche de Todos Santos, se estaba toda la noche tocando a muerto, toda la noche, yo he estao toda la noche tocando a muerto... Igual que si que tuviera uno... O sea, a muerto, de tanto a tanto, "zas!". BV Además de estos toques usuales,
no había ningún otro aparte de algún esporádico bandeo para bautizos o bodas: Bautizo, pues tocarían, tocaban pues la campana pequeña, y cuando había un bautizo un poco regular, pues también bandeaban, los familiares decían: "Pues va, vamos a tocar las campanas que es el bautizo del, del crío de tal o la cría de tal y un bandeo igual, y... poco de fiesta así, pues las bandeaban. Y para bodas también, algunas veces a lo mejor también igual, alguna boda que decían pues...Y echaban un bandeo, tocando las campanas, ¡sí! BV Para los incendios y otras
llamadas de peligro el toque consistía, y sigue consistiendo, en el tañido rápido de la
campana mayor: ¡Ah! De peligro, claro, por ejemplo pa incendios, pues la campana mayor se tocaba, y aún se sigue tocando... Un incendio y un sitio así, pues hay que tocar aprisa "¡Tantantantantantantan!" ¡Algún incendio hay! A coger un pozal de agua y ya estaban con un pozal de agua por ahí, a ver donde está el fuego. Y al monte igual. BV Otro de los antiguos toques, con
sentido de llamada, era para el perdido, que se interpretaba, tras el toque de oración de
la noche, los días de niebla: Ya por la tarde, hacían las tres Avemarías, tocaban la mayor, "Tam... Tam... Tam..." Y luego después tocaban nueve campanadas de la mediana que era, entonces era nueve campanadas para el perdido, que eso se hacía cuando había niebla, cuando había niebla, no solamente una vez, que de vez en cuando subía el... Vamos, el que estaba de, mi tío, de vez en cuando tocaba "Tam... Tam... Tam..." Nueve, y había que dar otra vez otras nueve cuando había niebla, por si alguno estaba perdido pa que acudiera donde estaban las campanas, eso hacían antes... Igual lo acompaña la campana pero igual tenía esto, porque yo me recuerdo también en un de mi padre, que se perdió un pastor, y teníamos todos los cañones, se llaman los cañones de las esquilas, cañones pues los grandes del ocho y por ahí y... Y cogió y marcharon... pero donde él estaba se quedaba y marcharon y así de esa forma recogieron al pastor. BV BITORINO recuerda algunas fiestas
del ciclo anual, que no solamente se limitaban a los toques de las campanas, sino a otras
actividades lúdicas: La noche de Todos Santos se estaba toda la noche tocando a muerto, y a lo mejor después de vez en cuando a llamar a las puertas... "¿Quien llama?" "¡La muerte!" [Se ríe al contarlo] Se divertía mucho, y si había alguna chavala que se escondía, ¡oh! ¡Porque las chavalas que tenían miedo se escondían que pa qué! Y en cambio los chavales al revés, y en cada ventana se ponía una calabaza, se ponía... Se ponía así un alambre, los dientes, todo, los ojos, la nariz, y ponía así con una vela así dentro, y la ponían en el balcón y desde la calle se veía una calavera allí. [Risas] Siempre hacíamos eso, se hacía siempre así. Y tocando a muerto. La noche de las almas. BV La procesión se acompañaba con
el bandeo alternado y continuo de las dos campanas mayores, dejándolas preparadas
mientras dura la misa. La procesión más espectacular, que movilizaba a todas las
asociaciones religiosas del pueblo, era la del Corpus: ¡Oh! En una procesión, las dos campanas. Las dos campanas mientras va la procesión por todo el pueblo. Solamente eso. Y repicoteo, ¡si! Antes, siempre, pero ya en la misa, cuando se van a misa, las dos campanas esas se dejan empinadas, ya; bajaban abajo a misa y cuando salían ta fuera, hacían la misa primero, y a la terminación de la misa, la procesión. La procesión, hacían la procesión, y subían unos pocos,... echaban a bandear y ¡cuenta! A ver cual más podía. Siempre subía pues... a lo mejor, pues... tres, dos parejas, tres, tres parejas para [la grande] y dos, dos parejas para la pequeña, de mozos, para bandear bien, descansaos. Corpus, y luego después, cuando tocaban la procesión del Corpus, también era bonito, salían todos los santos, y se reunían en la plaza, y todos santos, pasaban a adorar al Señor, porque se quedaban, se quedaban atrás éstos y los delante, el Santísimo. Y estaban éstas con vestidos de comunión, con unos capacitos de rosas, de rosas. Y las campanas tocando a todo tocar... Y estabamos viendo pasar la gente, San Blas que es el patrón, San Roque, la Virgen del Rosario, Santa Orosia, San Antonio, la Virgen de Lourdes, Santa Ana, todos esos santos pasaban, cuatro, cuatro en cada... Y cuando pasaban era... ¡Ah! Y la Dolorosa, la Dolorosa que pa sacala era... Sí, pues ésa también la sacaban! Tosos; allí no quedaba ni un santo. BV Tuvieron toques de las campanas
contra la tormenta, pero nuestros informantes no participaron en ellos: También se subía y tocaban las campanas. BV Hemos hablado ya de la
organización, por parejas, para el bandeo continuado de las campanas, especialmente
durante toda la procesión. Esta colaboración era voluntaria, y la mayor o menor
asistencia de hombres permitía toques más o menos vistosos y descansados. Los relevos
repercuten en una aceleración del ritmo pues la nueva pareja llega descansada y hay a
veces un pequeño desajuste inicial, intentando no perder el compás con la otra campana: Muchos voluntarios, pero otras veces se buscaban, otras veces voluntarios, depende, depende. Porque hoy en día ya; antes sí, antes había muchos voluntarios, pero hoy día ya, esto es que gustaba, y al que le gustaba una cosa pues subía. Entonces no es como ahora que ahora tiene obligación de ir a los trabajos, y entonces pues mira, irse al campo, y si no voy, ¡pues mañana iré! Sí, pero era mucha gente voluntaria más que otra cosa, sí, gente toda del campo. Cofradías, sí, cofradía Santiago, cofradía Santa Quiteria, varias cofradías que también se hacían sus bandeos... Entonces eran repiqueteos pocos; se bandeaban las campanas y casi siempre sin... y tal como la cofradía San Telmo, pues se tocaba la campana de Santiago, y luego pues cuando se hacía, se hacía también un ésto, por los difuntos, también se tocaba a muerto. [Si había poca gente pa bandear, ¿como se apañaban?] Mira, pues ha habido veces que se ha estao tres y no más y haciendo de tripas corazón y, no puedes. Dos a la mayor y una a la pequeña y muchas veces se turnaban y se pasaban al otro, pa bandear. BV Si non tanto os relevos, porque el que viene al relevo entra con fuerza, y entonces entra fuerte... Tos os relevos se conocen [Se nota siempre el cambio, pues las campanas aceleran bruscamente su velocidad] AA Los asistentes eran, a veces
miembros de cierta cofradía, que a veces incluía gente de un mismo trabajo. También
podía subir la familia de un recién nacido o de unos novios, a tocar para el bautizo o
la boda. Las motivaciones personales para
tocar acaban de quedar explícitas hace un par de párrafos: Esto es que gustaba, y al que
le gustaba una cosa pues subía. Estos grupos, más o menos
informales, reunidos para bandear las campanas durante la procesión o para tocar a muerto
la noche de las ánimas, comían y bebían en la torre. Sobre todo bebían, como describen
los informantes, recordando con alegría, la comida y la bebida en la torre durante los
bandeos; pa fiestas subían una botella de vino dulce y pastas, y con el vino que ya
traían puesto, no era extraño que más de uno tuviera que asomarse a una ventana a
aligerar el cuerpo de la mezcla de bebidas: Y tenían allí su porrón de vino y su cerveza, en fin, bien. Había un porrón de vino y se ponían un poco... Nada, que era una cosa normal, era normal, que eramos todos, pues alegres como pues a tocar, ¡hala! ¡Vamos a echar un porrón, un porrón de vino! Después a lo mejor, si, pues ahora a echar un partido de pelota, hay mucha pelota también. A muerto, de tanto a tanto, ¡zas! Y estabas a lo mejor allí, ibas... Llevo carne asada y todo, se hacía fuego allí y todo y carne. Si, si, una hoguera, porque también hace frío; se hacía una hoguera arriba y se hacía, se subían fuego y bien bebidos que no se sabía donde estaba el fuego [risas]. BV En fiestas vas con tragos. AA Estos grupos que subían a bandear
no cobraban nada; tampoco el que tocaba a muerto. Puede que el sacristán recibiese algo: No, chchch, eso nunca. El que repicaba, el que estaba por ejemplo que era de sacristán, pues ese cobraría, poco sería, en aquellos tiempos pues nada; el que subía a bandear en fiestas y así pues eran gratis, era gratis. BV Los grupos de trabajo tenían una
estructura muy informal: a veces, como hemos visto, subía más gente de la necesaria, y
otras veces era preciso ir a buscar ayudantes. Una de las características más
notables de los toques en Agüero es su repercusión social: la crítica a la que son
sometidos los bandeos, incluso en la actualidad. En uno de los viajes realizados para
preparar la recogida, pudimos asistir, de nuevo, a esta interpretación de forma
espontánea: alguien trajo una cassette que tenía la grabación, entre otras cosas
heteróclitas, de unos cuantos minutos del bandeo de la procesión de un par de años
antes, recogido desde la calle. La escena, inesperada, de la que ya hemos dado cuenta a lo
largo de esta monografía, ocurrió en uno de los bares de Agüero. No pudo ser grabada,
pero recogimos suficientes notas, transcritas en el diario, como para reconstruir las
numerosas impresiones que sugería esta recepción, en parte fuera de contexto, pero al
mismo tiempo muy contextualizada, ya que nuestros informantes revivían y sobre todo
apreciaban los aciertos o los fracasos reflejados en los toques grabados en el cassette: Oy, oy, pues según; cuando decían "Pues que mal habeis, a tal hora y a tal hora que mal ibais, que mal llevabais la campana, ¿quien la tocaba?" "Pues Fulano" "Pues que mal la llevaba" "Si, si, si, si" Estas cosas siempre de verdad, vamos... tenía que hacer bien las cosas, si te pasaba otra vez, me cagüen san... BV Dice [uno] oyendo la grabación: "Ahí ha habido relevo, ¡ya está o relevo! Ahora tocan las dos juntas, eso está mal, ¡eso muy mal!" Decía el otro: "Si non tanto os relevos, porque el que viene al relevo entra con fuerza, y, entonces, entra fuerte." "Alguien grabó sin saberlo, si lo hubiéramos sabido, ¡pues lo hubiéramos hecho distinto!" "A mediana, a grande pa bandear bien, o de a mediana de frenar o tirar." AA Este control queda limitado en la
actualidad al bandeo de las dos campanas, pero debió extenderser a los demás toques, que
eran conocidos, reconidos y seguidos: los toques aparecen, como es usual, como un medio de
comunicación entre lo que ocurre dentro de la iglesia y los que no pueden asistir por
trabajo o por enfermedad. Por otro lado el sonido de estas campanas, escuchadas toda la
vida, sugiere a los receptores, y entre ellos a nuestro informante principal, sentimientos
muy profundos: Para quien no podía ir a misa y estaba escuchando, entonces pues... estas cosas que se hacían antes: los domingos, los dias de ir a misa, ¿eh? Siempre que hacían misa, ¿eh? Pero esas campanas, esas campanadas, esas campanas las tocabn las campanas que le diré a sagra que se llamaba. Si, a sagra, a sagra, al alzar el Sacramento, a sagra, decían: "Ya tocan a sagra." Tocaban una campana de esas para, tocaban siempre a sagra la campanilla esa, por si uno no estaba allí, escuchaba "Tanm tan, tan" y si esta, a lo mejor estaba fuera oyendo misa, pues claro... pues se tocaba el pecho. Una cosa de tradición que se tenía siempre en el pueblo, siempre cuando las tocan, siempre al que es de aquí, nacido de aquí, y sabe lo que es, yo cuando oigo tocar las campanas, me emociono. Si, a mí y a to'l que... a todo el que vive aquí, que vive aquí, oye tocar las campanas y eso es, y no pasa aquí, sino que ha pasao en todos los pueblos, no hay como las campanas de mi pueblo. BV Los toques de campanas son
considerados, por tanto, como un hecho comunitario, como una cosa de tradición, más que
un oficio, un trabajo o una obligación. Y en consecuencia, tocar mal, referido siempre a
los bandeos, es perder el compás, la coordinación entre las dos campanas, así como no
tocar al estilo del pueblo: Tocar mal, tocar mal, pues no llevar el compás de las campanas, no llevar el compás, no llevar el compás y, y, no tocar bien tal como a nuestro... Pues, también, te equivocas una campanas, a otra, cuando se equivoca de una campana a otra, pues ya no toca bien, ¿comprendes? Yo nunca no me he equivocao, vamos, nunca, nunca. Mi tío menos, ese... ¡incluso con los ojos vendaos! BV Se tiene una cierta idea de tocar
distinto en Agüero, pero sin gran precisión; nuestros informantes apenas conocen otros
modos de tocar: Es distinto, casi no los he oido tocar yo, apenas he oido. BV No es preciso insistir demasiado
en las reglas que estructuran los toques, con la usual construcción repique - bandeo -
repique, y el bandeo voluntariamente alternado de las campanas mayores, en este caso
tirando de ellas, técnica posiblemente motivada por la altura a la que se encuentran
instaladas ambas campanas, reglas que hemos descrito a lo largo de la monografía, y que
resumen bien nuestros informantes, aunque no acabaron de ponerse de acuerdo en la
velocidad ideal del volteo: "Hay que darle poco y muy despacio", decía uno. "Hay que darle deprisa", decía el otro. A mediana, a grande, pa bandear bien, o de a mediana [ha] de frenar u tirar. AA Otra cuestión bien distinta es el
futuro de esos toques de campanas: los que tocan ahora ya no saben, no han aprendido: Hombre, ahora suben los críos y repican, pero, un poco de señal, pero no, no saben; ni aún a muertos saben tocar bien. BV Todos nuestros informantes,
hombres maduros, se quejaban de lo mismo: los jóvenes no suben a bandear. Muchos toques
han desaparecido. Incluso las cuerdas que servían para tocar desde abajo; solamente tiene
la campana mediana soga, mientras que antes también tenía la grande una cuerda que
llegaba hasta el nivel de la iglesia. Han sido grabadas estas campanas,
como ya hemos comprobado, pero únicamente en cuanto a los bandeos de la procesión. BITORINO siente la necesidad de
conservar la tradición de su pueblo, aunque no comparta totalmente las creencias: Sí, sí que es bonito que... y que se grabara todo, y que se quedara todo ahí, porque en todos los pueblos había que coger todas las cosas y dejarlas como... y recordarlas, que no se pierdan muchas cosas, como yo tengo en casa muchas cosas antiguas. En cuanto a la tradición oral,
sólo recogimos dos citas comunes: Pero cantaba, cantaba una canción muy corta que a mí muchas veces he cantao: Las campanas de mi pueblo si que me quieren de veras; cantaron cuando nací y cantarán cuando me muera. BV "María me llaman, trescientas arrobas peso", que eso lo pone en la campana grande. AA Aguilón - (Campo de Cariñena)Los toques de campanas de
Aguilón, o mejor dicho, los toques de la campana de Aguilón, pues solamente hay una,
aportan a pesar de su simplicidad, o precisamente por ello, una serie de estructuras
básicas en cuanto a ritmos, a ordenación de toques, que se repetirán y desarrollarán
en otros pueblos, pero que aquí se anuncian y organizan de manera clara. Tuvimos la
suerte de encontrar un sacristán, que sigue actuando, pero que conoció en su niñez las
campanas antiguas, la guerra, la destrucción de la iglesia, el retorno al pueblo. Sus
palabras nos sirvieron para entender, con una sola campana, lo que muchos otros
campaneros, mejor surtidos, apenas practican y no comprenden. Hemos de agradecer al joven
sacerdote encargado de Aguilón, Tosos y Villanueva de Huerva, entre otros, cuyo nombre
desconocemos, que nos dió en el segundo pueblo las pistas y la autorización para recoger
la tradición de los otros dos pueblos, y sin cuya ayuda no hubiera sido posible este
trabajo. También hemos de agradecer a MIGUEL ANGEL MAINAR, de Cariñena, que nos
acompañó en estas primeras etapas de la investigación, llenas de las dudas y los
titubeos propios de todo principio. ENRIQUE BARBERAN fué entrevistado
el 28 de abril de 1984, por la tarde, en la sacristía y en la torre, mientras preparaba
los ornamentos para la misa vespertina. Esa misma tarde realizamos el trabajo de campo, es
decir la toma de datos de la torre y de la campana, y al día siguiente, tras la misa, le
grabamos los toques. Su amabilidad, la libertad con que nos dejó trabajar, son
verdaderamente dignas de ser destacadas. Nuestro informante toca desde
antes de la guerra; subía, de monaguillo, acompañando al sacristán. Luego marchó con
su familia a Zaragoza, a causa de la contienda. Aunque muy cercano a la iglesia, no se
encargó de ser sacristán hasta hace unos pocos años, en que este murió y le encargaron
que ocupara su lugar: Me llaman Enrique, el Capitán, porque se lo decían a mi padre; me llaman el Bodeguero, porque estoy trabajando muchos días en la bodega, en fin... Hace que estoy aquí, tengo sesenta y dos años, pues por lo menos cincuenta y tres o cincuenta y cuatro años... De monaguillo, a lo mejor subía el sacristán, y yo subía con él, como hay muchos días que los chavales suben a lo mejor como yo... Yo era sacristancico de muy jovencico, y, oiga, pues venía todos los domingos a misa y por ahí. Y, y después, antes de la guerra, un poco antes de la guerra, pues un cura que hubo aquí, que ya ha muerto... que era de Bello, pues les dijo a mis padres que si querían ir a su casa y estar mis padres con él, y mis padres aceptaron, y ésto antes de la guerra. Vino la guerra, nos fuimos, me fuí a Zaragoza, con mis padres, lo cual que... que ese cura también fué a Zaragoza. Yo vivía en San José en Zaragoza y casi todos los días, o si, y los domingos seguro, bajaba yo a San Pablo, a ayudar a misa pa que me dieran dos reales, la verdá, porque con dos reales compraba el pan del lunes... Y no le ayudaba sino al cura este, sino a todos. Vinimos después de la guerra, y ese cura pues vino aquí también, y nosotros vinimos y estuvimos siete años hasta que se fué a otro pueblo; todo eso. Y después, pues oiga, con todos los que han venido, pues con todos hi estao, porque es que me gusta, además me gusta, y ahora había un señor sacristán que murió que tenía noventa años; ésto hace seis años concretamente, y pa tocar a muerto a él, al sacristán ese que era viejo ya, pues me llamaron: "Oye, por favor, ¿quieres ir a tocar a muerto?" "Sí." Fuí a tocar a muerto, acabamos el entierro y el cura me dice: "Desde mañana, sacristán." Y aquí estoy, y si no ocurre nada, hasta, hasta que Dios quiera. El trabajo de sacristán comporta
otras actividades, como el toque de la campana o darle la cuerda al reloj. Sus
obligaciones laborales le impiden asistir a la iglesia los días que viene el cura, por lo
que solamente participa sábados y domingos. Su mujer limpia la iglesia, incluyendo la
escalera de la torre y el cuarto de la campana: Yo vengo aquí porque este cura viene jueves, viernes, sábados y domingos a decir misa, pero yo, pues un trabajador que, que tengo que ir a trabajar al campo y, y no vengo ná más que los sábados por la tarde y los domingos. Los demás días pues viene él, él se toca los tres toquecicos y... Porque es que pá venir yo, jueves, viernes y sábados, pá perder una tarde, son cuatro días... Luego tengo que subir a darle cuerda al reloj, había un reloj también, antes, muy grande... Pusimos otro nuevo... [Está muy limpio todo] ¡Ah! Mi mujer se encarga de eso... Que hasta que no entré yo de sacristán, esas escaleras estaban... [El sacristán,] el campanero, era el mismo. La iglesia fué quemada en guerra,
con todos los altares de madera, con lo que sufrió grandes daños en su estructura. La
torre parece ser muy antigua, y nuestro informante recuerda la visita de otros estudiosos,
especializados en arquitectura, que la dataron hacia el siglo XIII. Finalmente, el amplio
piso de las campanas fué tabicado, cerrando en un cuarto la única campana existente, y
dejando el resto del espacio para palomar: Y aquí había un retablo tremendo, desde aquella esquina hasta aquí; lo que yo me pregunto es como no cayó entera... Todo ésto que era de la madera, pues de esa madera, toda, toda, pues claro, al arder todo, pues ardió la madera. Y subieron y medían los ladrillos, las, medían todo parejo, a ver de que, a ver de que año era ésto. La iglesia y parte de la iglesia dicen que es del siglo XIII. Parte, ¿eh? Que está hecha en dos veces o tres, según las dos o tres, y por la, por la largura del ladrillo y por el grosor, sabían, eso decían. Claro, antes como eso que está partido no estaba, pues eso parecía pues mucho más grande y más limpio, porque todo eso del palomar, éso no se ensuciaba. De las antiguas campanas de
Aguilón solamente queda el recuerdo y algunos de los yugos de madera, ya que fueron
destruidas en la guerra civil; en la actualidad hay una sola, que procede de otro lugar,
quizás mítico: Y menos mal que esa campana, el cura que había antes aquí, pues, esa campana vino de la Seo, de la torre de la Seo o de donde fuera, pero de la Seo vino, porque ahora no tenemos, ¡no tenemos nà! Cuatro, cuatro, y me acuerdo de los nombres menos de una. Una se llamaba Ana María... una Ana María, otra Cristina, otra Lucía, y había otra pequeña que desde aquí le diré yo donde estaba, que se ve perfectamente, esa que está el micro, eso lo han tapao porque han echao paloma y todo, ahí estaba la más pequeña. Ésta, ande está la campana, había otra, que esa se llamaba Lucía, que era un poquito más pequeña que esa, muy poco. Luego, donde está el altavoz, había otra que se llamaba Cristina, que aquella era bastante grande, y la grande estaba en el centro de la iglesia. Que nunca, nunca, por lo menos yo tengo sesenta y pico de años, ya, nunca jamás se ha visto tocar, no se tocaba más que con el badajo. Que daba la vuelta, dicen, dicen, que se volteó algún tiempo, se volteó y por lo que se vé, por miedo o por no miedo, por equis, por lo que sea no... tiene un yubo, que el yubo aún está. El yubo aún está, y aquel yubo, ¿vé?, aquel yubo adentro aún está; este otro no, este que está en la campana, no, porque al poner esa pues el yubo lo quitaron... Los yubos estaban, por lo menos los tres... Esta que había aquí, esta que era, era la predilecta, porque es la que más se usaba; era muy maja para tocar, era más larga que ésta y un poquito más estrecha... Ahí estaba, en medio la campana, y cogía todo ésto, pero que, ésto es para tocar desde abajo, pero que tenía una reciura esa campana, por lo menos todo ésto, por lo menos todo ésto, y se llamaba, había un letrerillo, que me lo sé de memoria: "Ana María me llama, doscientas arrobas peso, el que no lo quiera creer que venga y me sostenga el peso." Eso lo ponía todo en la campana: doscientas arrobas, multiplicado por doce. Pues ahí estaba el yubo ese, idéntico tal y como... Tal y como está. "Ana María me llamo, doscientas arrobas peso, el que no lo quiera creer, que venga y me sostenga el peso" Éso lo ponía en ésa, en las otras ponía como se llamaba; en ésta también pone, ¿lo ha leído? Se habla de la destrucción de la
iglesia de manera estereotipada; fué cierto día simbólico, por gentes de fuera, y nadie
vió ni sabe nada: Quemaron la iglesia, precisamente el día diecisiete de setiembre, que precisamente son los patronos de aquí, San Pedro Arbués y Santa Cristina, y aquel mismo día quemaron la iglesia o por lo menos le prendieron fuego; a lo que cayó y las campanas, yo no sé cuando se las llevaron ni como. Cuando vinimos aquí no había nada y además, otra cosa, creo que los que estaban aquí, porque hubo alguno que se quedó aquí, pues creo que no vieron ni cuando se lo llevaron, porque este pueblo enseguida lo evacuaron y no se quedaron más que las cuatro fuerzas que había por aquí. Aquí estaba el frente, en Tosos ya no llegó el frente; en Tosos estaba el frente pero de nacionales y aquí de la zona roja. Aquí estaba, todo ésto estaba el órgano, no se nota pero yo si sé ande está, ahí estaba... y eso ardió todo... y por aquí, por aquí encontramos estaño que precisamente después lo vendimos, el estaño lo vendimos, pero había un piso muy majo... El bandeo de la única campana no
requiere un excesivo esfuerzo, pero es preciso saber hacerlo por su peligrosidad. También
hay que apartar la maza conectada al reloj, para evitar un accidente o que quede doblada y
casi inútil para su uso: Mire como está ésto, está torcido completamente, que aún no sé yo como se mataron, que yo no quiero mandar a nadie, porque es un poco peligroso pal que no sabe. Esto yo lo quito, lo pongo aquí pretico, esto lo cuelgo allí en una desas de... Y bandearon así, y ésto me lo pretaron aquí, me doblaron todo ésto que así está, porque no puedo desdoblalo, que yo no sé por qué es, pues ésto lo tuvo que doblar, en fin, no me explico. Que me dijo uno a más... dice: "Las cosas siempre las tiene que hacer el que sabe, que hay cosas que ésto no hace falta estudiar pa nada." Pero hay que quitalo pa poder bandear... Digo: "El día que querais, venir a bandear conmigo, a ver quien puede más." Porque parece una tontada el bandear la campana, pero si se pone uno que no ha bandeao nunca, que no se ponga conmigo, que no le dará como yo. Porque ésta, ésta hay muchas veces que, que, que soy solo yo, pero si se ponen dos, tocaría pero que mu poco. O sea, tan deprisa va el badajo, no le deja subir y bajar y éso ha habido apuestas, de eso sí, aún me acuerdo, aún. La campana se puede tocar también
a media vuelta, a media asta, es decir a semivolteo, lo que se emplea para tocar a muerto: Y para, para un entierro por ejemplo, pues se va, se bandea hasta media asta, media asta podemos llamar, media vuelta sólo. El repique es un tanto peculiar:
por definición sería el toque rápido y alternado de al menos dos campanas
inmovilizadas, desplazando únicamente el badajo, impulsado por manos, cuerdas u otros
ingenios, tal y como lo realizaban cuando había
más bronces; en la actualidad se consigue con un ritmo rápido, moviendo el único badajo
con la mano: Y el domingo, el domingo subo, lo primero repico, con la mano, proque quito estos trastos, y toco con la mano... y entonces repico un ratillo. Sólo con la mano. Después bandeo. El toque de domingo, el toque de domingo, en puesto que ahora cojo el badajo y "pim, pim, pim, pin pim", no, entonces yo tenía un gancho al un badajo y el otro al otro. Entonces me ponía en este plan yo, "quitiplim, quitiplim, quitiplim". El toque desde bajo de la única
campana se limita a dar badajazos gracias a una cadena, igual como tenía antes de su
destrucción la campana mayor. La cuerda llega hasta abajo, para evitar innecesarias
subidas a la torre: Llevaba un badajo así, y se tocaba solamente para tocar. Había una cuerda también, para tocar así como tocaré hoy, lo mismo... Toco desde abajo, con esa cuerda, ¿eh? Ahora, cuando lo haga, pues desde abajo... Y desde abajo del todo, así me evito, porque si no sería una leche, aquí no subo más que los domingos, los domingos y los días festivos, y los entierros, los entierros también toco. El badajo se ataba antes con unas
correas, pero ahora se sujeta con sogas, que parece que duran más: Caerse, sí. Pocas veces, pero alguna se ha caido, y precisamente este badajo, yo hace seis años que se murió el otro sacristán, y dije, digo: "Pues le tengo que cambiar o sea la atadura". Porque antes se ponían como unas correas, en puesto de sogas de éso, como unas correas, que parece que duran un poquico más. Pero nunca, pero yo no digo que alguna vez [que se haya caido]; a mí nunca, nunca. Ya hemos visto que el bandeo de la campana tiene cierta complicación, puesto que hay que quitar alguno de los artefactos que la hacen sonar por el reloj o desde abajo. El esfuerzo para el toque no es muy elevado, pues se trata de una campana pequeña, pero es algo peligroso su toque, ya que se encuentra a media altura, y cualquier golpe sería fatal para el que la tocase. Por eso el sacristán no quiere meterse en el compromiso de enviar a alguien que podría quedar herido si no sabe tocar: La campana se puede volver, en fin, mil cosas, que yo dije que no mandaba a nadie a bandear y no mando, porque así si sube alguno por su cuenta y riesgo y le pasa algo, yo lo sentiré en el alma, pero no puedo hacer otra cosa, si no dirán: "¡Coña! El sacristán lo ha mandao!" Que parece que no pero hay que tener un poquito de... La torre tiene un reloj, que
carece de saetas: la única campana se encarga igualmente de tocar las horas y el
sacristán, pagado por el Ayuntamiento, le da cuerda: Luego tengo que subir a darle cuerda al reloj. Había un reloj también, antes, muy grande, pero aquel también se derrumbó. Pusimos otro nuevo, que ahora lo veremos. [O sea que entonces va el reloj, pero no van las saetas] No, las saetas no van y tocar, toca igual. Toca y na más. Pero que, ésto, el Ayuntamiento se gastara, que sé yo, un algo, yo creo que muy poco además, pues andarían las saetas, ¡han andao siempre! Han andao siempre pero que va, con cuarenta años que lleva. Hay que subir todos los días, noventa escaleras... Los toques diarios han quedado
reducidos, en la actualidad, a la llamada a misa, cuando la hay. Sin embargo antes el
toque de oración marcaba el principio, la mitad y el final de la jornada; tras el último
toque las campanas ya tenían que permanecer en silencio toda la noche: Con una campana, pa tocar a misa, toco los tres toques desde abajo, "tan, tan, tan..." y al final del primer toque, una campana pa, pa hacer que es uno; después el segundo, dos y el tercero tres... Es el primero; el segundo igual y el tercero igual. Sí, la oración, con ésta. O sea, la oración es, era, una campanada y se rezaba un Avemaría; otra campanada, otra Avemaría; otra campanada, otra Avemaría. Y al terminar se tocaba, o sea las tres primeras se daba un poquito de tiempo y después las otras tres que se tocaba o sea "Tam", tardas un poquico; "Tam", otro poquico; "Tam". Pero después venían las tres y se tocaba "Tam, tam,tam". O sea seis campanadas, tres de oración y tres sin oración. Al principio por la mañana y por la tarde, o sea al mediodía, al mediodía pues se tocaba otra vez, la misma oración. O sea que como se tocaba desde abajo, pues no quería subir arriba, lo mismo, las tres y las tres. Y al final de la tarde, porque todas estas cosas que le digo ahora no se hacen, pues entonces lo mismo, y es que otras veces cuando se tocaba la oración por la tarde, aunque hubiera un entierro, aunque hubiera lo que quisiera, las campanas ya no se podían tocar, por lo menos eso decían, o sea que yo les digo lo que, lo que... El actual toque de domingos
consiste en el repique, bandeo y primer toque de misa; los otros dos, tocados ya desde
abajo, son iguales a los de los días de hacienda. Antes de guerra se repicaba con dos
campanas y bandeaba una sola: Y el domingo, y el domingo subo lo primero, repico, con la mano, porque quito estos trastos, y toco con la mano. Después bandeo dos o tres o cuatro o cinco minutos, hasta que me canso, y luego tocar otro toque y nada más. Eso para el primero. El segundo lo toco ya desde abajo; el segundo lo toco ya desde abajo, lo mismo que tocaré ahora desde abajo y el tercero igual... Repico un ratillo, solo con la mano; después bandeo la campana. Termino de bandear y doy el toquecico este y nada más. El toque de domingo, el toque de domingo, en puesto que ahora cojo el badajo y "pim, pim, pim, pin pim", no, entonces yo tenía un gancho al un badajo y el otro al otro. Entonces me ponía en este plan yo, "quitiplim, quitiplim, quitiplim". Tocaba con dos y bandear con una, y bandear con una. Las fiestas se señalaban antes
con el bandeo de las tres campanas, aunque el proceso era el mismo: repique de dos
campanas y bandeo de tres o de una al menos, según la gente que viniese; en cualquier
caso la campana mayor quedaba inmóvil: Antes para fiestas, lo primero se tocaba un repique, con ésta, con una sola, y después si había gente, particularmente los días buenos, pues se bandeaban las tres. Esa nada, esa nada; esa se tocaba, en puesto que he tocao ésta, después de bandear, que tocaba ésta, entonces se tocaba ésa, la gorda, pero lo mismo. [Pero mientras bandeaban ésta no tocaba] Ésa, nada, nada... Solamente las tres, y se armaba, las tres campanas para un pueblo como éste, pues fenómeno. Ahora si el día era de precepto, más de domingo, me refiero, entonces se tocaba lo mismo y se bandeaba con las tres. Siempre empezaba con el repique; ahora repico con una porque no hay más, pero antes tenía yo dos cuerdas y le cascaba a una "Cataplim, cataplim". Los toques de difuntos también
pueden expresarse a través de una sola campana, y la solución adoptada, que es
compartida por muchos pueblos en Aragón para los entierros de primera clase, es la
oscilación de la campana, solución que corresponde en el resto de Europa a los toques de
fiesta. También se toca para el entierro de alguno del pueblo, muerto en la emigración,
por lo general en Zaragoza. Los toques antiguos se realizaban con las cuatro campanas; una
de ellas oscilaba y se daban golpes con las otras tres, aunque no sabemos si había
variación según la clase de entierro. En este pueblo no indicaban antes el sexo de los
muertos con diferente toque, aunque hacían una distinción por la edad, que apenas
recuerdan: Ahora se muere uno aquí, inmediatamente que no se escurezca el sol y todas estas cosas, se hace, se hace un toque, pero sólo a media vuelta. Pero, pero el toque ese que se hace pa misa por ejemplo, la media vuelta, y después se toca "Tam... tam..." Pa la señal ése no se hace, ¿eh? Éso no se hace. Ahora bien, eso, se muere esta tarde, inmediatamente vienen a avisarme y yo subo, y si se muere por la noche, pues generalmente vienen pues a las siete de la mañana, a las ocho, antes de que yo me vaya al campo. O sea que hay veces que vienen, casi siempre que vienen a llamar así... que, que, medio de noche, así por la mañana, alguno que se ha muerto. "¿Seguro?" Bueno, entonces me levanto inmediatamente y subo y hago la señal. La señal, si se ha muerto, por ejemplo ahora o esta noche, temprano, o sea a las once o las doce, pues entonces lo entierran mañana por la mañana o, bueno, eso igual tiene, igual tiene enterrarlo por la mañana que por la tarde. [La señal, ¿cuantas veces la toca?] Una sola vez, y luego ya el entierro, al día siguiente. Y claro, para el entierro, pa entierro, cuando se muere una persona, vienen a avisarme y, y volteo la campana a media vuelta, o sea yo le doy media vuelta y hago la señal como que ha muerto después al día siguiente. Al día siguiente pues cuando es el entierro pues toco lo primero a media vuelta; el segundo lo toco desde abajo y el tercero, desde abajo, y antes, antes, había dos. Otra cosa: alguien se muere, alguien se muere en Zaragoza y lo traen a enterrar, que eso ocurre ahora bastante, entonces, cuando a mí me avisa la familia, pues lo traemos. Allá a las cinco de la tarde yo estoy esperando y cuando veo el furgón ése, el coche, pues vengo y hago la señal. Entonces, según que hora sea, pues hacemos un Rosario nada más venir, según la hora, y por la noche otro. Por ejemplo, se muere mañana por la mañana se muere un señor; entonces a las tres de la tarde o las cuatro, ¿eh?, pues se hace un Rosario, que también lo rezo yo; y a las nueve de la noche, se hace otro y al día siguiente por la mañana pues... [Los rosarios aquí en la iglesia] Aquí. Se hacían antes en casa, pero claro, lo que pasa, en la casa de los pueblos, ni hay sillas, vamos, en los pueblos ni en las capitales. Pues a lo mejor van cincuenta o sesenta o cien y claro pues no hay sillas pa todos y ésto hace un par de años o tres que fuimos, se murió una señora; dice: "Oye, pues te vendría bien que fuéramos a hablar a la iglesia." Digo: "A mí sí." Oye, yo cojo la llave, enciendo cuatro cirios que pongo, echo las luces y vienen aquí; hacemos una parte de cada Rosario y en paz. O sea, que se muere por la mañana, hacemos dos rosarios, a las tres de la tarde o las cuatro, cuando nos conviene a la familia y a mí; y por la noche, a las nueve, otro, y la señal se hace cuando se muere. Y luego ya cuando lo otro, cuando ya viene, al entierro. Y pa el, para un entierro por ejemplo, pues se va, se bandea hasta media asta, media asta, podemos llamar, media vuelta solo, se llama "Tam... tam... tam..."... Y después toco lo mismo: otra vez el toquecico primero, el segundo, ya lo toco desde abajo y el tercero también. Y antes, antes, pues aquí en la campana esta, en esos hierros, ponía yo una cuerda, una cuerda. En ésa, otra cuerda y en ésa otra cuerda y aquí estaba yo. O sea, pero en ésta, en puesto de la cuerda esta, no, ponía la cuerda arriba, y ésta es la que hacía "Tin, tilin, tin..." y entonces al hacer "Tin, tilin", tocaba ella, aquella que era pequeñica, tenía un son más claro, "Tin", otra vez "Tin, tilin, tam..."; venía esa otra, otra vez ésta "Tin, tilin, tin". Y entonces venía la gorda o sea. Ésta iba a media vuelta, sin parar. "Tin, tilin, tam", la grande. O sea que hacía, hacía, hombre, no hacía bonito porque era para un entierro, pero que el toque era extraordinario, era barbaridades de bueno, muy bonito quiero decir, y eso lo sé yo porque es que he tocao pues, pues mil veces. [¿Y tocaba igual si era hombre que mujer?] Lo mismo... Lo que no se tocaba ahí igual era para los párvulos; un párvulo se moría, entonces se tocaba, oiga, pues, pues, se lo voy a decir, pues casi no me acuerdo, porque eran tan, tan, eran tan pocos, pero si que se tocaban de otra, de otra forma, no era... No era el toque tan sentimental, aunque era sentimental igual, que es al fín y al cabo, es una muerte, pero era otro toque. Pero este toque, este toque de entierro antes, era muy majo, muy majo, y tenías que estar alerta pa las cuatro, porque las cuatro... Yo solo, yo solo, yo solo. También los toques de fuego han
cambiado, aunque no sabemos exactamente como; de cualquier manera se sigue tocando un
ritmo muy rápido con la única campana posible: También, y ahora también. ahora también, cuando toco a fuego,se toca de otra manera. Entonces, lo que he hecho ahora [el toque lento, a misa normal], "Tan... tan..."; entonces no, entonces ésto se da, todo la, todo lo fuerte que se pueda y toda prisa que se pueda. Entonces la gente ya lo sabe, cuando yo llego aquí y empiezo "Pin, pin, pin", pues ya la gente se, se se, a preguntar por ande y todas esas cosas. No había toques contra tormentas,
y queremos decir con ello toques que protegen contra las tronadas; nuestro informante
habla sin embargo de otro fenómeno metereológico, las nevadas. Se bandeaba una de las
campanas antiguas para orientar a los pastores en su regreso al pueblo: No, lo que tocábamos era, entonces era bandear, bandear la campana, era cuando nevaba, cuando, como antes había bastantes más ganaos que ahora pues si había ventisca, vamos, y aunque no hubiera, pues entonces, al atardecer o sea el invierno particularmente que es cuando viene una nevada, que se hace de noche a las siete, pues allá a las seis pues empezaba a tocar, a bandear la campana, ésta que había aquí, ésta que era, ésta era la predilecta porque es la que más se usaba; era muy maja para tocar, era más larga que ésta y un poquito más estrecha, era; y entonces estaba cinco minutos o diez o un cuarto de hora tocando para que el pastor, pues si había ventisca le venía muy bien pa que el oido, el oido pues... Antiguamente distinguían las
fiestas con el número de campanas que bandeaban: una para los domingos, tres, si había
bastante gente, para los días buenos, y seguramente para sus vísperas. La distinción
actual es más sutil, puesto que todos los domingos bandean todas las campanas de la
torre, o mejor dicho la única de la torre. Probablemente se señale la importancia
festiva alargando más el toque; no parece haber otras distinciones para señalar las
distintas fiestas del ciclo anual: Se tocaba con una campana, se bandeaba con una; si era día de precepto por la noche tocaban las tres. Pa las procesiones, si había gente, se bandeaban las tres. A lo largo de las veinticuatro
horas de cada día hay una parte silenciosa, que coincide con la noche, y tiene duración
variable, entre las oraciones de la noche y las de la mañana, durante la cual no se puede
tocar a muerto. Del mismo modo, a lo largo del año, hay días en los que no se puede
tocar las campanas, en Semana Santa: Mire usted, suponiendo, ahora se muere uno aquí, inmediatamente que no se escurezca el sol y todas estas cosas, se hace un toque. Y es que otras veces, cuando se tocaba la oración por la tarde, aunque hubiera un entierro, aunque hubiera lo que quisiera, las campanas ya no se podían tocar, por lo menos eso decías, o sea yo les digo lo que, lo que... Ahora, para Semana Santa, pues claro, pues el día de Sábado Santo, pues a partir de las diez de la noche a bandear, y el jueves, el jueves por la mañana a las diez de la mañana, pues también a bandear, pa, pa, que se muere Jesucristo y ya no se toca hasta el Sábado, hasta el Sábado a las diez de la noche. En las procesiones se bandea, o
mejor se bandeaba todo el rato, cuando había tres campanas útiles o cuando solamente
había una, aunque hoy en día parece que la gente no esté por la labor: Y particularmente pa, pa dar la vuelta a la procesión, por lo menos dos en cada una, ¿eh? Por lo menos, porque ésta aún iba bien y ésa, pero esa pesaba más, esa pesaba más. A bandear, durante toda la procesión a bandear, y éso ahora porque no hay gente o no quieren trabajar, pero antes, todas, todas procesiones a bandear, desde que sale hasta que entra. Las especiales condiciones de
Aguilón han limitado mucho la formación de grupos de ayudantes: para una campana nuestro
sacristán se basta, sobre todo cuando los toques actuales permiten su asistencia a la
torre y al servicio del altar, ya que los últimos toques son desde la iglesia, y no
acompaña la procesión o el entierro con el bandeo o medio bando de la campana: Antes más, ahora es que aquí, ahora gente joven, pues no hay, no hay, y antes sí, antes este pueblo era por lo menos como tres veces que ahora, de habitantes me refiero. Y claro, pues lo que digo, había mucha gente que en cuanto venían los días de precepto, "Oye, que vamos a subir a bandear". Y subían mozos, pero, pero bastantes, y por eso digo que antes había muchos que sabían tocar, bandear la campana; hoy día no, primero, primero que yo no mando a nadie subir, por si las moscas, porque uno que sabe... Pa las procesiones, si había gente, se bandeaban las tres. Había pruebas de destreza, como
intentar callar la campana pequeña, haciéndola girar a toda marcha: Y antes había muchas apuestas, con la campanica pequeña que estaba ahí, donde está el micro, pues a ver, a ver quien no la; bandeándola no tocaba, y eso miles de veces: si se da aprisa, no toca. Porque ésta, ésta hay muchas veces que, que, que soy solo yo, pero si se ponen dos, tocaría, pero que mu poco. O sea, tan deprisa que va el badajo, no le deja subir y bajar y éso ha habido apuestas, de eso sí, aún me acuerdo, aún. Tales competiciones fueron a todo
caso a nivel local: ni fueron a otros lugares a tocar, ni los otros lo hicieron aquí: No, no, viviendo yo y mientras hi estao aquí yo, nunca. La motivación por tocar aparece
bien definida, y no parece que haya causa económica que la provoque: Quiero decir que lo hago porque me gusta, porque si no, por el dinero que me dan, éso no. Pero, a pesar de lo dicho, el
trabajo de sacristán es remunerado y nuestro informante no tiene inconvenientes en
declararlo. También cobra una pequeña cantidad mensual por subir cada día a darle
cuerda al reloj: ¿Ahora? ¡Sí! No, que, que no tengo ningún inconveniente, ni uno ni medio. [Antes de guerra] No, no, entonces pagaban, no era pago, era como que sé yo, una propina de, del reloj, pero exclusivamente, exclusivamente, en todo caso, al sacristán mayor, porque había un sacristán como yo, que le pagarían a lo mejor doscientas pesetas, no sé cuanto, pero... Y a los monaguillos nos daban, pues que sé yo, pues a lo mejor nos daban un real, que no nos darían más, segurísmo, que no, nada más. Ahora sí que me pagan; ahora sí, se les diré también. Que sí, pues si no me importa, no... Es un pequeño oficio, porque es lo que lo hi hecho siempre, pero pa ganar dinero, nada o casi nada, ¿eh? A mi me dan, me dan cada mes tres mil pesetas, tres mil pesetas... Vengo sábados por la tarde y los domingos, los demás días pues viene él... Porque es que pa venir yo, jueves, viernes y sábados, pa perder una tarde, son cuatro días. O me tenía que dar mucho dinero y si no, pues es que por tres mil pesetas, es que... Ahora, que el año pasao cobraba dos mil, y el año de antes cobré mil quinientas, o sea que... Quiero decir que lo hago porque me gusta, porque si no por el dinero que me dan, eso no. Empezaron [¿el Ayuntamiento?] a darme cien duros, aquellos años; después me subieron a mil pesetas y este año le digo: "Si no me da mil quinientas pesetas mensuales, el reloj no andará, por lo menos de mi parte." Porque hay que subir, todos los días, noventa escaleras, ¡jodo! Y no, y eso es demasiao poco, es demasiao poco. El proceso de contratación nos es
conocido, en varios aspectos: por un lado su inicio como sacristán, así como la manera
en que es requerido cuando fallece alguien. Por otro lado sabemos que el sacristán no
gusta de llamar a nadie para que bandee, pues ésto le crearía un compromiso respecto al
llamado, si se accidentase: Había un señor sacristán que murió... y pa tocar a muerto a él... pues me llamaron... Fuí a tocar a muerto, acabamos el entierro y el cura me dice: "¡Desde mañana, sacristán!" Y aquí estoy y si no ocurre nada, hasta, hasta que Dios quiera. Se muere esta tarde, inmediatamente, vienen avisarme y yo subo, y si se muere por la noche, pues generalmente vienen... antes de que yo me vaya al campo... Entonces me levanto inmediatamente y subo y hago la señal. Así yo dije que no mandaba a nadie a bandear y no mando, porque así si sube alguno por su cuenta y riesgo y le pasa algo, yo lo sentiré en el alma, pero no puedo decir otra cosa; si no dirán: "¡Coña! ¡El sacristán lo ha mandao!" Los toques, reducidos ahora a su
mínima expresión, son reconocidos con más facilidad, por la gente del pueblo, que
reacciona y acude a la llamada cuando es preciso: Si los conoce, sí, claro. Ahora, como hay tan pocos toques, pues se los, los, mas, porque antes había otros toques, los de entierro que los de entierro también se conocían admirablemente, o sea que se conocían muy bien, o sea los días festivos pues lo mismo. Y ahora también, cuando toco a fuego... entonces la gente ya lo sabe, cuando yo llego aquí y empiezo... pues ya la gente se, se, se, a preguntar por ande y todas esas cosas. El trabajo del campanero, asociado
indefectiblemente al sacristán, es un pequeño oficio. Los antiguos toques, incluso los
de difuntos, producían hermosos efectos para un pueblo como Aguilón: El campanero era el mismo... Casi es un pequeño oficio... No hacía bonito porque era para un entierro, pero el toque era extraordinario, era barbaridades de bueno, muy bonito... pero este toque, este toque de entierro, antes, era muy majo, muy majo... [Se bandeaban tres campanas para las fiestas] Solamente las tres y se armaba, las tres campanas para un pueblo como éste, pues fenómeno. No es posible comprender algunas
normas actuales, como el repique con una sola campana o la prohibición de tocar a muerto
por la noche si no tenemos en cuenta las normas tradicionales, que tuvieron que
evolucionar necesariamente tras la guerra civil cuando se perdieron las cuatro campanas de
la torre. Esta necesaria adaptación a la única campana existente no es suficiente para
explicar la desaparición de algunos toques diarios, como los de oración, por lo que
sería preciso ampliar la investigación para conocer cuando y por qué abandonaron tales
toques diarios. Parece claro que los mismos sonidos, o similares, producidos por una sola
campana, son suficientes para producir mensajes, al asociar los contenidos a ciertos
ritmos producidos voluntariamente por el sacristán y campanero. La campana, sus toques, parecen
tener cada vez menos futuro, entre otras cosas por la ausencia de juventud en el pueblo: No, pero hay mucha gente que sabe, y antes más. Ahora es que aquí, este pueblo era por lo menos como tres veces que ahora, de habitantes me refiero. La disminución radical de
población tampoco parece ser, sin embargo, causa suficiente que explique la desaparición
de muchos toques. No hay fotografías ni
grabaciones, aunque en los últimos tiempos comienzan los hijos del pueblo emigrados a
rodar vídeos, para grabar las fiestas, sin recoger de manera específica los toques de la
única campana. Alguna fotografía pudiera haber de las campanas anteriores. Al menos
nuestro sacristán recuerda un letrerillo, tan común a lo largo no sólo de Aragón: "Ana María me llamo, doscientas arrobas peso el que no lo quiera creer, que venga y me sostenga el peso." Es preciso agradecer la amable
colaboración de nuestro informante: nos contestó con creces a las preguntas, y nos dejó
trabajar con toda libertad; a menudo no hace falta muchas campanas ni muchos toques, sino
que sobra con un buen informante: Aquí, en cuanto se haga la misa y se vaya el cura, como aún me quedo aquí, ésto se puede hacer por la mañana, por la tarde, cuando quieran... Bueno, pues si quieren; de todas maneras después de misa, pues charlaremos hasta que quieran, ahora no, porque es que me tengo que bajar a preparar la misa y todas estas cosas... Ustedes lo que quieran, si quieren estar aquí, ustedes estén aquí, hagan fotografía, hagan lo que quieran y les dejaré la puerta abierta, con las luces... Esta puerta, cuando bajen la cierren, si no se porteará mucho... Aunque estemos en misa, el cura esté haciendo misa, ustedes bajan tranquilamente, se marchan o se quedan, lo que quieran, pero no pasa nada. En fin, todo lo que sé se les diré, y alguna cosa más. |