Las campanas de Aragón: un medio de comunicación Dr. Francesc LLOP i BAYO |
Procesos de recogida, trascripción y análisisLa elección de lugares para
el trabajo de campo
Trataré, antes de contar los
procesos seguidos durante la investigación, de justificar la elección de los lugares de
recogida, basada en una selección cualitativa-cuantitativa-espacial: en cada una de las
veintiuna o veintidós comarcas aragonesas, que parecen ser unidades culturales, aunque
sus límites no son unánimemente compartidos, intentamos recoger al menos tres
informantes completos, es decir con entrevista y grabación de toques. La calidad, a
priori, nos hacía dirigirnos a los campaneros y/o sacristanes más famosos: el buen hacer
de muchos de ellos se extiende por otras redes de información que la televisión o la
prensa escrita a menudo desprecian porque ignoran. La calidad iba relacionada con la
cantidad: en principio el número fijado por comarca era de tres informantes, procurando
que fueran los mejores. Si no eran demasiado representativos, se procuraba que fueran
tres, y si no se podía recoger tres, como en el espectacular y significativo caso del
Jalón Medio, la comarca en torno a La Almunia de Doña Godina, donde tras recorrer una
veintena de lugares solamente pudimos grabar los degradados toques de una torre
recientemente motorizada, nos contentábamos con lo que hubiere. Del mismo modo, si en una comarca
alcanzábamos la cifra de tres, pasábamos a recorrer otra en busca de esa cifra que
pretendía, al inicio del trabajo, aunar un campanero de ciudad, la cabeza de la comarca,
un campanero-sacristán de villa y otro sacristán-campanero de un pueblo pequeño,
procurando que al menos dos de entre ellos estuvieran relacionados orgánicamente o si lo
queréis mejor jerárquicamente. Acabo de hablar de
representatividad. Ciertamente la falta actual de informantes, unida a la posibilidad
absolutamente aleatoria de coincidir con un informante emigrado que se encuentre
casualmente de vacaciones en su lugar de origen, es también representativa del estado
actual de la cuestión, sobre el que hemos reflexionado hace pocas páginas. El estudio de cerca de ochenta
lugares visitados hubiera enriquecido y aumentado considerablemente estas páginas, pero
tuvimos que limitarnos a elegir unos veinte entre todos ellos, más que nada por
necesidades del guión, es decir por no extendernos demasiado en el tiempo y el espacio.
Es de suponer que una primera explicación de
un número ya elevado de lugares supone un acercamiento suficiente para encuadrar,
conocer, reconocer y analizar el problema, si es que lo hay, de los toques de campanas
tradicionales como medio de comunicación. Los lugares seleccionados con
indicación de la comarca a la cual los informantes sienten que pertenecen fueron los
siguientes: Agüero (Jacetania) Aguilón (Campo de Cariñena) Albarracín (Comunidad de
Albarracín) Alcorisa (Bajo Aragón) Ateca (Comunidad de Calatayud) Caspe (Bajo Aragón) Cariñena (Campo de Cariñena) Cimballa (Comunidad de Calatayud) Huesca (Hoya de Huesca) Jabaloyas (Comunidad de
Albarracín) Jaca (Jacetania) Latre (Jacetania) Mora de Rubielos (Maestrazgo) Perdiguera (Monegros) Torrelacárcel (Comunidad de
Albarracín) Uncastillo (Cinco Villas) Rubielos de la Cérida (Cuenca del
Jiloca) Villanueva de Jiloca (Comunidad de
Daroca) Villar del Cobo (Comunidad de
Albarracín) Zaragoza (Ribera del Ebro) Ésto no impide que, pocas veces,
hayamos recurrido a ejemplos externos a la selección, con cierto sentimiento de culpa.
Nos da la impresión de haber hecho trampa al proponer la técnica de aprendizaje de
Carenas o el Corrido del Señor Obispo de Barbastro. Creemos, para nuestra defensa, que
tales recursos, poco prodigados, son coherentes y no están sacados por los pelos para
justificar y demostrar alguna pata coja de la teoría explicativa general. Por otro lado
el recurso a las comarcas como unidad cultural nos parece de mayor eficacia que las
provincias, una asociación artificial, relativamente reciente. Ésto no quiere decir que
las comarcas sean coherentes ni estén bien definidas. Pero hemos recurrido, en la casi
totalidad de los casos, no a lo que los papeles dicen que son las comarcas, sino a lo que
los informantes decían ser. Así encontramos que los de Perdiguera creen pertenecer a los
Monegros, opinión que no comparten todos los pueblos monegrinos, mientras que la
organización comarcal de la Diputación General asigna este pueblo a la Ribera del Ebro,
lo que, visto lo agreste de su entorno natural, parece un tanto atrevido. [Nota de la revisión de este
trabajo (05/10/2003): en el momento del trabajo de campo y de la posterior redacción, las
comarcas eran un hecho cultural, más o menos definido y asumido socialmente, pero
carecían de la definición legal actual; por ello algunas de las comarcas propuestas en
la redacción no coinciden con las comarcas actualmente vigentes, cosa que deberá tenerse
en cuenta para una posterior revisión y publicación de esta tesis doctoral.] El proceso de recogida: los
cuestionarios
No me extenderé tampoco en esta
trascendental parte de la investigación, puesto que me refiero a ella más adelante: en
efecto, la entrevista no puede quedar separada del uso del video como herramienta para
recoger y para preguntar y verificar a posteriori, ni tampoco de la división del grupo de
trabajo. Durante la recogida en el campo,
comenzamos empleando unos cuestionarios muy ambiciosos, publicados hace varios años [LLOP
i BAYO (1978)] pero es sabido que es más importante seguir el discurso mental y cultural
del informante que el del encuestador. Por ello fuimos simplificándolos, por un lado, y
añadiendo nuevas preguntas por otro, quedando en la actualidad de la siguiente manera,
con tres niveles de complejidad según los conocimientos del informante y su relación
más o menos cercana con el fenómeno de las campanas: Cuestionario de contacto
Los toques de campanas eran el
medio más usual de comunicar a toda una población. La mayoría de esos toques ha
desaparecido y muchos campaneros han sido sustituidos por motores. Hay que localizar a
esos antiguos campaneros y a sus ayudantes para conocer y recuperar ese medio tradicional
de comunicación. Se le podría preguntar: ¿Toca usted las campanas? (Si no
las toca ya, por qué) ¿Cuales eran los toques? ¿Como
tocan ahora? ================== Cuestionario medio
Las campanas - Nombres, características,
fabricación, propiedad - Uso general (¿para qué sirven
las campanas y los toques?) La torre - posición, modo de entrar,
propiedad (¿donde está, de quien es?) - posición de las campanas (hacia
donde miran) Toques y modo de tocarlos - colocación de las cuerdas para
los toques - toques de diario, de domingos,
de fiestas - toques de procesión - toques extraordinarios (de
fiesta o de alarma) - tocar distinto (¿tocan igual en
los otros pueblos?) Los campaneros - proceso de aprendizaje (¿cómo
aprendió? ¿Por qué?) - toques y gente necesaria
(cuantos hacen falta para cada toque) - otro trabajo del campanero y sus
ayudantes - pago, precios, pagadores
(¿quién paga? ¿Cuánto? ¿Cuáles toques?) - abandono del oficio (¿por qué
dejaron de tocar?) Los receptores - interés y conocimiento de los
toques (¿sabían los toques?) - control y crítica (¿criticaban
al modo de tocar?) Presente y futuro de las campanas - campanero actual (¿quien toca
ahora?) - causas de la electrificación
(en su caso: ¿por qué pusieron motores?) - interpretación de toques
antiguos (¿tocan ahora como antes?) ===================== Cuestionario completo
Aprendizaje - ¿Cual era su trabajo, aparte de
tocar las campanas? - ¿Cuando aprendió a tocar las
campanas? - ¿Quien le enseñó? - ¿Había una lista de los
toques? - ¿Como los recordaban? - ¿Inventó algún toque? - ¿Tocaba igual como aprendió? La torre - ¿Donde está la torre? - ¿Por donde se entra? - ¿Quien es el propietario? Las campanas - ¿Cuantas campanas hay en la
torre? - ¿Como se llama? - ¿Por qué? - ¿Han tenido siempre las mismas
campanas? - ¿Han estado siempre en el mismo
sitio? - ¿Es fácil romper una campana? - ¿Suenan siempre igual? - ¿Cuando se hicieron las
campanas? - ¿Quien es el propietario? Técnicas - ¿Como voltean las campanas? - ¿Empiezan y terminan todas al
mismo tiempo? - ¿Para qué se emplea el volteo? - ¿Como tocan las campanas a
medio volteo? - ¿Para qué las tocan así? - ¿Como repican con las campanas
desde la misma torre? - ¿Y desde abajo? - ¿Como hay que poner las cuerdas
para repicar? - ¿Como se engrasan las campanas? - ¿Hay que atar los badajos? - ¿Es peligroso tocar las
campanas? - ¿Tocan las horas esas campanas?
¿Quien es el que cuida el reloj? - ¿Cuales son las obligaciones
del campanero? Toques - ¿Cuales son los toques para un
día de diario? - ¿Quien los toca? - ¿Y para un domingo? - ¿Quien los toca? - ¿Que se toca para un día de
fiesta? - ¿Quienes tocan? - ¿Que se toca para los difuntos? - ¿Quien los toca? - ¿Son todos los toques de
muertos iguales? - ¿Hay toques de agonía? - ¿Y de llevar la Comunión a los
enfermos? - ¿Hay otros toques? (sermón,
ayuno, rogativa, cofradía...) - ¿Como se toca para quema? - ¿Y para perdidos? - ¿Hay toques de llamada o aviso?
(Concejo, ganado...) - ¿Tocan todo el año a las
mismas horas? - ¿Se toca lo mismo para todas
las fiestas? - ¿Hay algunos días en los que
no tocan las campanas? - ¿Que se hace? - ¿Como tocan para una
procesión? - ¿Se puede avisar de una a otra
torre o de un pueblo a otro? - ¿Hay toques contra tormenta u
otros males? - ¿Hay toques para curar? Campaneros - ¿Cuanta gente es precisa para
tocar bien las campanas? - ¿Cual era su otro trabajo? - ¿Cómo tocaban si había poca
gente? - ¿Subían mujeres a tocar? - ¿Y gente de alguna cofradía? - ¿Y los quintos? - ¿Había toques para demostrar
valentía o destreza? - ¿Por qué subía la gente a
tocar? - ¿Comían o bebían juntos? - ¿Iban a otros pueblos a tocar? - ¿Venían de fuera a tocar? Control económico y social - ¿Pagaban por tocar? - ¿Cuanto? - ¿Quien buscaba a los
campaneros? - ¿Oían los toques y luego los
criticaban? - ¿Había multas por tocar mal? Consideración de los toques y los
campaneros - ¿Conocía la gente los toques? - ¿Les gustaba oírlos? - ¿Qué pensaban los curas de los
campaneros? - ¿Y la gente? - ¿Que es tocar campanas: un
trabajo, un oficio, un negocio, un deporte, un arte, una afición...? - ¿Tocaban distinto en los demás
pueblos? - ¿Con las campanas se hace
música? El cambio - ¿Por qué no toca ya las
campanas? - ¿Ha enseñado a alguien los
toques? - ¿Por qué? - ¿Por qué han puesto motores a
las campanas? - ¿Suenan igual? - ¿Se pueden tocar los toques
antiguos? - ¿Tocan ahora más o menos que
antes? - ¿Por qué? Otros usos - ¿Adornaban las campanas con
ramos, flores, cintas...? - ¿Había algún dicho, canción,
refrán, sobre las campanas? - ¿Y sobre los toques? - ¿Han grabado los toques? - ¿Han hecho fotos o películas? - ¿Han hecho algún artículo en
periódicos o libros sobre el campanero, los toques o las campanas? - ¿Cree que vale la pena recoger
estas cosas? - ¿Seguirán tocando las campanas
el día de mañana? - ¿Se atreve a volver a tocar? Es casi innecesario insistir que
se trata de unas guías de trabajo y no de unos cuestionarios cerrados, a rellenar con X
en cuadraditos blancos. Esto quiere decir que se intentan seguir, preguntando más o menos
según la capacidad y la voluntad del encuestado, e intentando despertar el interés y el
recuerdo del informante, en vez de tratar de dirigir sus respuestas para que se ajusten a
cuestionario. Cabe decir, igualmente, que los
entrevistados contestaron prácticamente a todas las preguntas que les fueron planteadas,
excepto algunas directamente relacionadas con los aspectos estéticos, como ¿Se hace
ruido con las campanas? ¿Que siente cuando toca? ¿Se hace música con las campanas?, que
eran a priori muy interesantes pero la práctica las hacía casi inútiles, por lo que
dejamos de preguntarlas, ya que, a menudo, el contexto de otras preguntas sacaba a relucir
estos temas profundamente estéticos. Hay una serie de preguntas muy
interesante, sobre la propiedad de las campanas, de la torre, y sobre la autoridad que
contrata y controla al campanero. He de decir que no osé interrogar a los informantes
sobre este tema, tan delicado, de propiedad y límites de autoridad entre iglesia y
municipio; en los primeros pueblos encuestados, a raíz de estas preguntas surgieron
respuestas ambiguas y opté por el camino fácil de eludirlas. Por tanto, el importante
tema de la propiedad del medio está sin tocar. Apenas tocamos el espinoso
problema de la destrucción de las iglesias en el treinta y seis: algunos de los
informantes pudieron incluso haber participado en esas quemas y saqueos pienso que
rituales, pero este tema planteaba visibles tensiones que preferí obviar, pasando siempre
muy por encima de este tema, que me parece por otro lado trascendental, y sobre el que
sigo trabajando por otros cauces. El tema económico, sin embargo,
así como el de problemas y tensiones hacia los superiores naturales, los párrocos, no
fueron casi nunca omitidos, con gran asombro nuestro: se ha hablado más o menos
profusamente a lo largo de este trabajo, y nadie teme hablar de ello. Así pues no todos los temas
planteados en los cuestionarios, que parecen suficientes para recoger la cultura
tradicional en torno a los toques de campanas, fueron ni siquiera preguntados, pero
recibimos amplias informaciones sobre algunos de los asuntos más delicados, con las
mínimas sugerencias por nuestra parte. Los cuestionarios:
grabación, catalogación y trascripción
Que sepamos, todos los
cuestionarios fueron íntegramente grabados en un pequeño casete de bolsillo, cuyo
permiso de uso solicitábamos al inicio de la entrevista y que era aparentemente olvidado
a las tres o cuatro preguntas. Ya no volvíamos a pedir la venia para la grabación, y
procurábamos, a la hora de pasar el video para verificar públicamente los toques, que el
aparato, que continuaba grabando, estuviera menos aparente para no coartar la libertad de
juicio ante lo que veían. El permiso inicial justifica, creemos, este uso menos visible
de la grabación, así como la necesidad de recoger expresiones lo más espontáneas
posible. Decimos que todos fueron grabados,
así como todos los videos de los toques, porque no tenemos conciencia de haber malogrado
ninguna grabación por pérdida de la casete física, por mala manipulación o por borrado
posterior. Las casetes, numeradas
sucesivamente, con un dígito por cara, el impar correspondiente a la A o primera en usar,
van acompañadas de unas fichas que recogen, en un primer momento, la localización en el
campo de los materiales grabados y tras la posterior escucha, la indicación, si es
pertinente, de vueltas de contador, de lugares, personas, tiempos y calidad de lo grabado. Otras fichas similares fueron
empleadas para las cintas de video. La parte más penosa de la
investigación, cual es la trascripción lo más literal posible de las casetes, que
seguimos conservando, ge realizada por mi compañera, MARICARMEN ALVARO. Quiero notar, de
pasada pero no superficialmente, que éste es un trabajo colectivo de ambos, lo que los
británicos dirían fifty/fifty: la diversificación de papeles, justificada mucho mejor
al hablar del video, posibilita la mejor recogida de los materiales. En otro contexto
académico, esta tesis debiera ser defendida por ambos, ya que tanto o más trabajo/tiempo
ha sido invertido por ella, a la hora de la recogida de video, que es la parte más penosa
en el trabajo de campo, y a la hora de la trascripción, lo más literal posible, y
completada con las notas del diario de campo, generalmente llevado al día. Quede
constancia, al menos, que a la hora de la publicación, como ya hemos hecho en otras
ocasiones [LLOP i BAYO, F.; ALVARO, M. C. (1984)] [LLOP i BAYO, F.; ALVARO, M. C. (1986)],
el impreso figurará encabezado por el nombre de los dos como coautores. La trascripción literal de las
entrevistas se realizó siempre con el empleo de ordenador, mediante el empleo de un
programa de tratamiento de textos, que ha evitado una posterior y tediosa mecanografía.
Inicialmente empleamos un microordenador Spectrum, de pequeña capacidad, unos ocho
folios, tras lo cual había que grabar el material redactado en cintas de casete. En la actualidad gozamos del
uso de un Amstrad PCW 8512, mucho más serio, con sistema operativo CP/M, y con los textos
y otros archivos de datos recogidos en disquettes. [Naturalmente esta tectnología
absolutamente obsoleta, se refiere al momento de la redacción de esta tesis.
(05/10/2003)] Categorización de los
materiales recogidos
El proceso posterior a la
trascripción literal ge la categorización de los materiales recogidos, tanto a través
de entrevistas, como de otras fuentes (graffiti, recortes de prensa, la escasa
bibliografía del tema). Tras no pocas depuraciones llegamos a clasificar las siguientes
categorías, no necesariamente excluyentes, que van sobre todo adecuadas a las
informaciones recogidas a los campaneros. 00 - condiciones toma datos 01 - historia personal 02 - trabajo habitual 03 - aprendizaje y maestros 04 - lista toques y mnemotécnicas 05 - tocar igual e innovar toques 06 - paisaje urbano (físico) 07 - paisaje urbano (simbólico) 08 - paisaje sonoro - espacio
sonoro 09 - la torre 10 - historia general de las
campanas 11 - las campanas: uso general 12 - las campanas:
características 13 - cambio de campanas 14 - rotura de campanas 15 - sonoridad y acústica 16 - construcción de campanas 17 - técnicas volteo 18 - bendición y consagración 19 - uso volteo 20 - técnicas semivolteo 21 - uso semivolteo 22 - técnicas repique desde
arriba 23 - técnicas repique desde bajo 24 - uso repique 25 - conservación 26 - peligrosidad, esfuerzo
necesario 27 - tocar las horas (tiempo
lineal) 28 - campaneros 29 - toques diarios (ciclo diario) 30 - toques domingos (ciclo
semanal) 31 - campanero diario y domingos 32 - toques de fiesta y
extraordinarios 33 - campaneros de fiesta 34 - toques de muertos 35 - campanero toques de muertos 36 - otros toques 37 - tocar a fuego y otras alarmas 38 - avisos comunitarios 39 - cambio de horario 40 - distinción fiestas (ciclo
anual) 41 - silencio de las campanas 42 - procesión - indicación
espacio 43 - avisos de un lugar a otro 44 - tormenta - toques para curar 45 - toques milagrosos 46 - gente necesaria -
organización 47 - grupos de ayudantes 48 - toques de habilidad o
valentía 49 - motivaciones para tocar 50 - comer y beber juntos 51 - tocar en otros lugares 52 - pago por tocar 53 - búsqueda y contrato
campaneros 54 - control social de los toques 55 - control económico de los
toques 56 - conocimiento y placer
audición 57 - visitas a las torres -
público 58 - consideraciones de los
participantes 59 - ¿qué es tocar campanas? 60 - tocar distinto en otros
lugares 61 - reglas estéticas y formales 62 - dejar de tocar 63 - enseñanza de los toques 64 - causas de la motorización 65 - sonoridad campanas a motor 66 - posibilidad toques
tradicionales 67 - disminución de toques -
cambio 68 - adornar campanas y torres 69 - grabaciones, publicaciones 70 - sentido recogida 71 - literatura oral sobre
campanas 72 - futuro de las campanas 73 - preparación de la recogida 74 - campanillas 75 - música y campanas Algunas de las categorías, que
parecieron inicialmente válidas, se han revelado como superpuestas: así la 31, 33 y 35,
referidas a los campaneros diarios, dominicales, festivos o de domingos, quedan
expresadas, a lo largo del cuestionario por las actividades del informante (vida personal
y otras), o por la 46 y 47 es decir grupos de ayudantes y su organización. El orden, por
otro lado, es tan bueno como cualquier otro, y sigue un aproximado orden lógico, reflejo
del proceso, del discurso en sentido etimológico, del cuestionario más amplio. La aplicación inicial de las
categorías ge de un modo artesanal y que exigía larga dedicación temporal: hacía
tantas copias, mecanografiadas o fotocopiadas, de cada página de la fuente, tanto
trascripción como xerocopia, como categorías hubiese, recortando precisamente el
párrafo seleccionado y pegándolo en una hoja, encabezada por la información digamos
bibliográfica de la fuente, con el número de la categoría correspondiente en la
cabecera. Algunas entrevistas ciertamente
largas, como la de Huesca, que ocupa unos treinta y cinco folios a un espacio y con letra
minúscula, supusieron cerca de los doscientos folios de categorías, ya que algunas se
extienden en varias páginas. La categorización, el recorte y el pegado de los párrafos
exigían cerca de una semana de trabajo. Esa técnica de recorte y
reclasificación de categorías tenía una gran ventaja: buscando en el cuaderno de
anillas correspondiente al tema, se podía elaborar el trabajo correspondiente, con solo
ordenar las hojas y empleando los materiales semiseleccionados que allí se hallan. La técnica tenía, por el
contrario, tres grandes desventajas, que la descartan totalmente: tiempo, dinero y
espacio. Se dedicaba mucho tiempo para clasificar todos los materiales recogidos, incluso
los irrelevantes, cuando la poca validez de algunos aseguraba que no se iban a emplear
jamás. Las fotocopias, los folios, el pegamento, suponían una fuerte suma económica,
cuyo rendimiento no era tan elevado, a pesar del reciclado de papeles y de viejas
carpetas, ya que, para los materiales de trabajo empleamos folios ya escritos por una
cara. Las miles de páginas categorizadas ocupaban, sobre todo, mucho espacio: desde mi
consola de ordenador veo, aparte de las quince carpetas que recogen las transcripciones de
entrevistas y las notas etnográficas de los lugares visitados, unas ochenta carpetas de
las llamadas de anillas, repletas de papeles. ¡Y eso que solamente está la
categorización de los primeros quince lugares, así como la de unos ciento cincuenta o
doscientos recortes de periódico! Otra desventaja final era que, con el deseo excesivo de
categorizar, se perdía el contexto de la frase, y era necesario regresar al texto
original para entender el significado, con lo que todo el tiempo invertido era tiempo
perdido. Todo esto justifica el abandono de
la técnica, no tan rápido como debiera haber sucedido: es sabido que el investigador se
aferra a veces a una manera de organizar el material que le parece original y que le
cuesta renunciar a la idea, un poco por inercia, otro tanto por miedo al cambio.
Finalmente dimos el salto, a mitad de la elaboración de las monografías, y decidimos,
simplemente, poner al margen de los textos, tanto transcripciones como otras fuentes, las
categorías que les asignamos. Dichas notas marginales eran pasadas a una ficha, indicada
a continuación, marcando cada una con sendas X, e indicando a continuación en caso de
textos de varias páginas, el folio correspondiente. De ese modo se pierde en concreción,
ya que no hay una simple carpeta donde se encuentre todo, pero se gana en tiempo ya que
solamente se trabaja y revisa los temas que interesan. La ficha es introducida en un
programa sencillo de archivo del ordenador, y basta preguntar por el informante, por el
lugar o título, o por el tema deseado, y un listado impreso o reflejado por la pantalla
señalará las fichas sucesivas donde se encuentra, si lo hay, el material buscado.
Inicialmente habíamos recurrido a un amplio, complejo y completo programa profesional
para catalogar tales datos, pero finalmente hemos elaborado un pequeño programa para el
ordenador, que es quizás un poco lento pero útil para nuestros propósitos y, sobre
todo, ocupa poco espacio en el disquete, lo que significa que caben muchas más fichas.
Así, buscar entre unas tres mil fichas, imprimiendo los resultados de digamos unas
cuarenta, le puede costar cuatro o cinco minutos, pero ¿qué significa eso si tales datos
nos van a dar trabajo para una semana o dos? Desde luego sería útil llegar a
una armonía entre el primer y primitivo sistema y el segundo, es decir que se pudiera
indicar al margen del texto las categorías apropiadas, sin interferir en la calidad ni
continuidad del discurso. Es posible hacerlo con un programa adecuado, ya que, como es
sabido, el ordenador no es más que una máquina idiota, tremenda y exclusivamente lógica
que solamente hace lo que le mandan hacer, pero en estos momentos casi finales de la
redacción carecemos de tal programa y parece mejor dejarlo para posteriores trabajos. El proceso de redacción: el
gran salto
La redacción ha supuesto dos
procesos diferentes: la elaboración de monografías y la realización de análisis de
diferentes aspectos del problema. La primera parte requiere un largo proceso, tedioso pero
necesario, de elaboración de los temas recogidos en cada uno de los lugares estudiados,
reordenándolos nuevamente para encontrar cierto primer sentido. Todas las monografías de
sacristanes o campaneros siguen un mismo esquema, comenzando por su vida personal,
siguiendo por la torre y sus campanas, por las técnicas de trabajo, los toques,
organización del grupo, motivos estéticos y procesos de cambio. Algunas, más escuetas,
quedaron liquidadas en tres o cuatro folios, mientras que otras, como Jaca, Zaragoza o
Huesca, exigieron tres o cuatro docenas, a sabiendas que no se ha profundizado del todo.
Los trabajos cualitativos, que no cuantitativos por la poca cantidad de ejemplos, han
supuesto un gran salto que no sé explicar. Se dice que el trabajo científico requiere
una metodología lo más rigurosa posible, y es cierto para la recogida, la ordenación,
trascripción y elaboración de las monografías. Pero ésa no es más que la primera
parte: la recogida de datos. Encontrar el sentido oculto pero real, encontrar la relación
entre lo medido y ordenado pertenece a un mundo intuitivo que también es científico, al
menos para elaborar las hipótesis de trabajo. Claro que tales hipótesis han de ser
realimentadas con los datos ordenados, en un proceso sin fin. Pero, ¿como se dio el paso para
descubrir tales relaciones? No lo sé. A menudo ha surgido de una conversación sobre
cualquier otro tema, o de una frase cualquiera oída en una película o leída en una
novela. Lo cierto es que no se explicar el salto, que me ha llevado a encontrar enlaces
entre temas tan alejados como las campanas y el tiempo o la idea de comunidad. A veces
bastó una charla en otro ambiente, como ocurrió en los dos Congresos de Carillones a los
que asistí el pasado año, y cuya sorpresa ante las campanas como medio de comunicación
me abrió inquietudes en un aspecto que yo daba por hecho. La extrañeza de otros me hizo
sentirme extraño, y ese sentirse extraño es el principio de toda investigación
antropológica, en afortunada frase de HONORIO VELASCO. A menudo el salto surgió, al
contrario, por oposición a lo leído o escuchado: la idea de atracción de la Iglesia, a
través de sus campanas no resultaba creíble con los datos que tenía y era preciso darle
vueltas al tema hasta encontrar una explicación satisfactoria, a otro nivel. De cualquier modo ge útil el
empleo regular de un diario de trabajo, no solamente en el campo, donde intento reflejar
más o menos cotidianamente, ideas deslavazadas que aparecen en cualquier lugar, que
intento cazar anotándolas en un pequeño cuadernillo de bolsillo que siempre me
acompaña, y que procuro desarrollar en el menor plazo de tiempo posible. También a veces
ha sido útil, cuando el cansancio atenaza en el campo, desarrollar oralmente tales ideas,
hablando ante el casete, en un soliloquio que obliga a pensar, a repensar temas que
creíamos dominados y que, afortunadamente, aún deparan sorpresas. La redacción de la tesis:
el empleo del ordenador
He de confesar que, anteriormente,
había sido incapaz de redactar con una máquina de escribir. Generalmente escribía a
mano, un par de veces, un borrador que luego pasaba a máquina y más tarde recortaba y
volvía a reordenar hasta una segunda o tercera escritura final. Todo ello ocupaba mucho
tiempo y esfuerzo; si lo segundo no me pesa, lo primero me falta, pues es sabido que
todavía dedico la mayor parte de mi jornada laboral al ajuste de mecanismos telefónicos,
con la categoría de mecánico de primera, no tanto por la calidad de mi trabajo cuanto
por los diecisiete años que llevo en la empresa. El uso del ordenador, primero con
el minúsculo Spectrum, que a pesar de su tamaño irrisorio me sirvió para levantar y
redactar la Tesis de Licenciatura, y luego con este Amstrad PCW 8512, que empieza a
estarme pequeño, me cambió totalmente la manera de trabajo. Parto, como antes, de un
pequeño esquema, escrito a mano con flechas y tachaduras, pero ya no paso por el
intermedio de un texto manuscrito: podría decir que he perdido la costumbre del
bolígrafo. Valga como ejemplo el esquema empleado para la redacción de este capítulo
sobre metodología: necesidad, a veces, recurrir a otro Barbastro, Carenas... recogida cuestionario proceso trascrito en video porque interrelacionado MARI categorización algunas poco útiles - recortes - notas al margen salto más intuitivo: :organizar materiales redactar- monografías - temas Escribo, a partir de ahí, una
primera redacción, que no siempre es buena, pero que ya queda grabada en el disco. A
veces, párrafos que quedaron redactados juntos han quedado alejados y dieron nacimiento a
apartados totalmente diferenciados y separados por docenas de páginas. Dicho primer texto
es impreso, en papel ya utilizado en una cara, y será ahí donde corrija, rellenándolo
nuevamente de rayas y flechas, aprovechando a veces momentos de descanso en el quehacer
telefónico cotidiano. Una vez corregido, se vuelve al ordenador, se vuelve a corregir, se
vuelve a arreglar... en un proceso que parece no tener fin hasta que, un día, se
encuentra que el texto no es tan malo, ya que parece reproducir, más o menos organizado,
más o menos simplificado, lo que quería decir sobre el tema. La ausencia de material
manuscrito supone, también, dependencia hacia la máquina, pero permite, eso creo,
adelantar muchísimo el trabajo. La redacción de esta tesis ha supuesto alrededor de
quince meses, incluyendo las vacaciones; con el antiguo método de escribir y luego pasar
a máquina, en nuestras condiciones, nos hubiera supuesto un plazo de dos a tres veces
mayor. Recogida, verificación y
manipulación de materiales etnográficos
Reflexionaremos sobre la recogida
de datos en el trabajo de campo, empleando diversas técnicas audiovisuales, como son el
cine y el video. Cada vez que se discuten las posibilidades de estos medios audiovisuales
renace el viejo debate entre su uso para la recogida y análisis, o su empleo para la
difusión y divulgación. El estado actual de los avances tecnológicos aporta nuevos
datos para esta discusión, así como posibles salidas a este tema encerrado en sí mismo,
alternativas que intentaré basar en las experiencias de trabajo de campo. El empleo de los medios
audiovisuales como herramienta de recogida, de descripción y de verificación es casi tan
antiguo como la fotografía. Ya THURN proponía en 1893, con Anthropological uses of the
camera, en el "Journal of the Anthropological Institute" (Vol. 22, f. 184-203),
ante el peligro de desaparición de costumbres, el uso de la cámara fotográfica, no
solamente para fijar lo que estaba a punto de perderse, sino para mostrar algo tan
difícil de contar como son las costumbres, los adornos o la vivienda del otro. No
analizaré ni criticaré aquí los trabajos teóricos sobre el uso de fotografía en la
investigación antropológica, sino que trataré de reflexionar sobre el empleo del cine,
el video y otros medios que aúnan la imagen en movimiento y el sonido. En este sentido puede aportar luz
un viejo librito de JOHN COLLIER (1967), un fotógrafo que trabajó junto y para diversos
antropólogos. Cabe decir viejo, en tanto y cuanto la obra está publicada en 1967, por lo
que queda notablemente desfasada con respecto a las nuevas técnicas de recogida
audiovisual sobre soporte magnético. COLLIER titula su obra de modo muy sugerente:
Antropología visual: la fotografía como método de investigación, y todos los
capítulos del trabajo, excepto uno, apuntan y aportar posibilidades de la fotografía
como herramienta de investigación. |