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Las campanas de Aragón: un medio de comunicación                                                          Dr. Francesc LLOP i BAYO

Características de la campana

El fundidor sabía cual producto deseaba hacer: parece que intuía el peso, la nota de la campana, tomando como referencia una tablica con números que aún conservan sus descendientes. El tamaño de la campana exigía, por otro lado, la elaboración de uno u otro tipo de asas adecuadas para la sujección al yugo. Los resultados no parecían estar relacionados con la simplicidad de las herramientas empleadas:

Ver hacer la campana y ver el cuadro de herramientas que tenía, era una cosa irrisoria, pero el arte lo tendría; sabía los kilos que iba a pesar la campana, sabía la nota, sin saber música, que le daba al tono y el peso que le había de sacar, por, por arte, porque éso era un arte como mecanismo, en fin. Luego había otra cosa que a mí nunca me pudo el convencer, hacer el asa de piña es lo que más difícil, el arte que he conocido yo. El asa, el asa, el asa, en forma de piña, como  si fuera una corona, en forma de piña que llamaba él. Es que hay unas que son lisas. Y hay otras con tres agujeros, y ésta tenía dos, cuatro, seis, ocho brazos. Con ocho brazos, con ocho. Pues éso es lo más difícil que le veía yo, es más, las veces que yo lo ví me atrevía a hacer yo, pero el asa...

Él no sabía más que con esa tablica, el sabía las dimensiones, las dimensiones que iba a tener la campana. Él sabía el punto que le daba el metal, él ya sabía si había de ser en DO, en RE, en MI, él ya sabía las notas que iba a tener la campana, ¿entiende?

La forma general de la campana queda a veces muy explícita en los contratos, aunque solamente en pueblos castellanos, donde exigen que sean de forma Romana, más achatadas y con una sonoridad muy característica, distinta de la habitual: tal especificación se da en 13 de los documentos.

Otro pide una campana de forma Romana moderna, lo que parece una contradicción, pues un contrato distinto exige que la campana sea moderna. Hay un contrato, distinto a los demás, firmado en Navajún, en la Rioja. En él se pide que la campana sea de forma belga, que debe corresponder a la forma moderna. Este último contrato tiene otra peculiaridad que lo distingue del resto: debe ser confirmado por la Comisión Diocesana de Fábricas Parroquiales, de la diócesis de Calahorra; la probable existencia de un experto en tal comisión justifica la exigencia específica del tipo de campana, denominación común en Centro Europa pero ciertamente nueva aquí, si no es en ambientes muy cultos.

Las características sonoras de la nueva campana quedan generalmente indicadas como de la misma forma, dimensiones y peso que la anterior, con el sonido proporcional a su peso, con el sonido con arreglo a su peso. Una de ellas especifica que sea de la misma forma y dimensiones para acomodarla a su propio yugo. Se trata, en suma, de nociones muy generales, que no podemos conocer a través de los documentos.

Las campanas serán probadas, por lo general, a vuelo, lo que parece ser la garantía de su calidad; en ningún caso se especifica nota musical o uso para repique. Las campanas tienen que quedar de manera que guste el sonido y sus buenas condiciones.

El peso como referencia obligada

Todos los contratos se refieren a la refundición de campanas, reciclando el bronce procedente de una campana rota que está en la torre de la Iglesia. No hay casos de campanas nuevas y se quiere, por lo general, que las refundidas tengan, aproximadamente, el mismo peso de las anteriores, teniendo en cuenta las mermas, o las pérdidas naturales de la fundición, que suelen ser consideradas el 10 % del peso de la campana, excepto en Barcebalejo donde señalan para las grandes hasta un 15 % en más o en menos, y en Valdenebro, donde concuerdan un 20 %, una cifra realmente escandalosa, ya que las pérdidas reales, las llamadas mermas, suelen girar en torno al 5/7 %, debido a las técnicas artesanales: el metal fundido cae desde el horno hasta los moldes por gravedad, siguiendo unos canales, por donde se quedan materiales agarrados.

El peso de las campanas está expresado en casi todos los contratos en kilogramos, excepto en el de Estoll, de 1900 donde se habla específicamente de libras y en Velamazán, en 1925, donde hablan de kilos o arrobas, haciendo la conversión a 11,5 de los primeros por cada una de las segundas. El peso es la referencia concreta de la mayor parte de los contratos, mientras que otras características de la campana como su diámetro sólo son citadas indirectamente: aproximadamente de las mismas dimensiones y peso que la actual.

Metales y mermas

Apenas hacía campanas nuevas. Refundía las rotas, empleando el bronce, con unas mermas que giraban en torno al diez por ciento, en un proceso que duraba unos catorce días. A veces fundía las campanas en el mismo pueblo, lo que aumentaba su precio porque tenía que construir el horno de barro para la fundición, porque los vecinos no aceptaban recibir otras sino que exigían que las nuevas campanas fueran hechas exactamente con el mismo metal de las quebradas y ante sus propios ojos:

Nuevas, nuevas de decir: "Vamos a hacer una campana nueva", casi era difícil. Sólo dos semanas. Que siempre decía él que en catorce días la hizo la campana, con los moldes. No quisieron sacar, porque había muchos pueblos que tenía que ir el fundidor allí porque no querían sacar el metal porque les parecía que se les iban a cambiar, porque la mayoría eran de campanas rotas, claro. Y él ya ponía por ejemplo las mermas, por cada cien kilos me parece que eran cien kilos de mermas [error: probablemente quiere decir "diez" como veremos más adelante], las mermas y éso y ya él ponía más kilos o menos. Claro, se rompía una campana y como claro, para hacerla de nuevo siempre hay desperfectos, y el que faltaba lo ponía él. Ahora, el material tenía que ponerlo en el pueblo que estaba, él elegía la tierra, etcétera. Metal, si le hacía falta lo ponía él, claro, como si le mandaban hacer una nueva. Ya tenía casas que le preparaban metal, de Zaragoza. Miguel, ay, ¿como se llamaba? Enrique Miret Espoy; de esa casa hasta hace poco, hasta veinte años después de morirse mi padre, aún le han estao mandando prospectos.

Las plantillas

Cada campana tenía su plantilla, que era construida ex-profeso, y de las cuales no conservan ninguna los informantes. En este aspecto del trabajo, PABLO DEL CAMPO era un profesional mucho mejor preparado que la mayor parte de los actuales fundidores, ya establecidos en lugares fijos y semi-industrializados, como los hay en una decena de lugares a lo largo del Estado (aunque no en Aragón), que se limitan a emplear unas plantillas, a menudo heredadas, y que suelen ser incapaces de rehacer:

Para cada campana hacía mi padre un patrón, éso es, una plantilla. Bueno, pero que la plantilla, para cada campana, tenía una tabla y después tenía como un compás para la... Él ya sabía las dimensiones de la campana, que por cierto, si lo buscas, éso es, no lo puede entender nadie. Era como una regla. Sobre la regla que tenía él, sobre los puntos de la regla, sabía. Tiene una tablica que es así, larga, todo números, que los entendía sólo él, y con aquello hacía la dimensión. Delgada, de... Ahora déjame a mí. Y está precisamente la tablica que es las medidas que con aquella, estos números que yo no los entiendo porque están amontonaos, de allí salían, sacaban como había de ser la abertura que le tenía que dar a la parte de abajo, que es donde pega el badajo y es donde más [palabra confusa: ¿luce?] la campana, claro está.

Los moldes

Las plantillas, elaboradas cada vez, de acuerdo con las medidas de la tablica, servían para hacer los tres moldes de la campana, que vienen a ser, en expresión muy gráfica, como tres sombreros puestos uno encima del otro. El del centro era la falsa campana, que tenía que ser destruida para colocar en su lugar, al final del proceso, el bronce fundido. En este momento de la entrevista, los dos informantes pugnaban por aportar las máximas precisiones del proceso, como se advierte en las frases entrecortadas que se complementan:

Mire, yo le voy a explicar, las campanas son por ejemplo un sombrero, otro sombrero y otro sombrero encima de los tres; son los tres moldes. Y después se rompía el del medio, porque el del medio era la campana precisamente, y entonces ésto era todos. Mire, con la plantilla ésa empezaba el primer molde, que decía el macho, y lo hacía a base de ladrillo y tierra refrectaria, claro. El de dentro. Y ya le daba la forma que había a tener la campana. Por dentro.

Además las materias eran, cosa, las claras de huevo, cáñamo, alambre, eran para hacer el sonido. Después el segundo, en la misma plantilla, lo que era la campana, ya lo hacía él, ya cortaba lo que había de cortar de grueso, lo que había de ser la campana y encima de ése volvía a hacer otro, a ésto ya, en cuanto lo hacía... En dos palabras se lo explicaría yo: el del medio era el que tenía que romper. Ya, pero hay que explicarle como empezaba y como lo hacía, y ya empezaba a meterle fuego por aquí arriba para que cociera, ¿lo vé? Después al, después el segundo molde que era, que era precisamente la campana. Pues ya lo hacía perfeccionao, como era la campana. Incluso le hacía sus hendiduras para hacer esos cordones y, ¿qué le iba a decir? las letras [...] Sí, y antes de poner las letras, hacían con cera, con cola, no sé que cola hacía, y sebo derretido en una sartén, ¿verdad? y le daba un baño y ya pasaba éso, en éso era donde marcaba ya los cordones que era la campana y después de hacer éso ponía las letras, entiende, y después de las letras quedaba la campana como, como si hubiera sido ya la campana.

Pues éso, que como le iba a decir, él no se lo hubiera dicho nada, no no, absolutamente nada. [...] y ya ahí es donde dice mi marido, daba un baño con claras de huevo. Y cáñamo. Y cáñamo, el cáñamo más verde, con clara de huevo y una arenilla que la amasaba él, ¿eh? y después la aplicaba y con un cedazo fino, fino, fino, fino ¿eh? lo revolvía, luego ya. Éso era la campana de verdad, donde ya empezaba a, en la campana de verdad era donde empezaba a poner éso de las claras de huevo y todas esas cosas y ya después hacía claro el molde de encima, que lo cocía mucho, todo éso lo cocía porque metía leña por donde, bueno, él ya sabía. El horno era de astilla.

Claro y después como éso quedaba marcau, en el segundo, en el tercer molde que hacía, ese molde después se despegaba, lo levantaba, lo levantaba, se despagaba y rompía lo que era la campana, el molde de la campana, pero ya había quedao grabao, en el de arriba. Y después ponía el otro, claro, pero éso había ya para ajustarlo abajo, para que no se saliera ni una gotica, era él sabía, sabía y después, después de estar todo este molde hecho era cuando ponía encima las asas, que ya las había, las había hecho, el molde de las asas las había hecho aparte.

Bueno, y ya después para que no haga presión lo hacía con cáñamo alrededor y alambre. Éso era para que no saltara el molde. Para que no, una vez ya roto el molde de dentro, poner ésto pues ya preparaba para la fundición, las envolvía en un pozo ¿verdad? metía los moldes. Y ya las envolvía en el pozo, machacaba la tierra alrededor para que no hiciera presión, como fundición y ya preparaba la fundición.

[¿Cuando él iba a los pueblos normalmente, tanto la tierra como éso, éso lo cogía del mismo sitio?] Él lo cogía [...] era tierra arcillosa. En el mismo pueblo, sí. Ahora el material, tenía que ponerlo en el pueblo que estaba, él elegía la tierra, etcétera. Porque tiene que cocer el molde, tiene que enfriarse, volverlo, otra capa, otra capa y venga capas. La medida, la forma de la campana porque claro hay variedad de formas de campanas y sobre todo el asa, el asa de piña éso es una cosa, que no se ve, que no he visto ninguna. [Porque, ¿para el asa no tenía molde?] Sí, los hacía precisamente los tenía hechos él también para la sencilla así, tenía así esta forma así, así y el agujero y después otro brazo que hacía así haciendo la forma y éso los hacía de yeso, los tenía. La piña es, como una corona, como una corona con ocho brazos ya está éso es. [Éso en las campanas grandes] Sí en las grandes, ya sabía él en que, por los kilos donde tenía que hacer de piña y donde sencillo.

Había una tabla que hacía la forma de la campana y en la pared, clavaba un madero y el que va giratorio, porque es como los alfareros. La cuestión del barro lo hacía como los alfareros, él daba la vuelta al molde con la estampilla, y tienes una tabla con la, mas que giratoria. Iba dando la vuelta, y sale el molde, el molde que tenía que hacer, y era en las tres capas. La del medio, claro iban por categoría, eran el de abajo naturalmente era un poco más ancho, el otro era el de la dimensión de la campana y el de la tapadera que es la que ésa, había que romper los dos el de abajo y el de arriba.

Pero los primeros que había que romper era el del medio que era el [confuso: ¿macho?] porque después que quitabas el del medio que era la campana pues había que colocar el último, pa encima del otro y el hueco que quedaba entre los dos ahí es donde iba, el hueco que dejaba en medio era la campana.

Un compás viejo, un cuchillo viejo, pero en fin todo el mérito que tenía, la tabla esa. La regla, que es la regla, claro lo demás. No se necesitaba más de herramientas no se necesitaba otra cosa. Que es cuando hacen los moldes y después salen y desde luego el sonido, como las campanas de artesanía, no porque sea mi padre, no tiene ninguna, todas de fabricación así englobadas no tienen nada. Si nos remontamos al mérito es como la forja, la forja ahora ya no es forja porque con el sorbete, todo lo forja, éso es como, en las fábricas funden, pero no funden como en tiempo primitivo, como lo hacía él, con un horno que se lo hacía él de arcilla y con todo que se lo hacía él.

 

Él se hacía todo, y todo a base de artesanía. Y que no había ni un albañil. No le faltaba más que hubiera inventao, que hubiera hecho también el cobre, el material, pero lo demás lo hacía todo él. Y el compás no, claro ha desaparecido, pero si hubiera visto usted el compás yo creo que se, nada un compás que se encontraba uno en la chatarrería y no lo cogía no. Cuando vi el cuadro de harramientas que llevaba digo pues si ésto no...

 

Inscripciones y grabados

La falsa campana, aquel sombrero intermedio, formado de cola, sebo y cera, recibía los adornos definitivos que iban a quedar marcados en el tercer molde y que más tarde decoraban el bronce. Las inscripciones mencionaban, a menudo, el nombre del santo al que iba dedicada la campana, el de las autoridades locales y, a veces, el lugar donde iba a quedar instalada, aunque no el de fundición. Tales leyendas eran propuestas por el sacerdote o por el alcalde que encargaba las campanas. El fundidor siempre indicaba su nombre. Los moldes de letras y de imágenes piadosas, así como de ornamentación (flores, ángeles), estaban grabados en negativo en tablas de madera, de modo que se pudiera sacar una imagen positiva en cera para aplicar en la capa intermedia:

Pues ya lo hacía ya perfeccionao como era la campana, incluso le hacía sus hendiduras para hacer esos cordones, y que le iba a decir, las letras, las letras las hacía con cera virgen, que en los moldes, que ahí mismo hay colgaos unos cazos y para éso hay una[s] tabla[s].

Sí, éso y antes de poner las letras, hacían con cera, con cola, no sé que cola hacía y sebo derretido en una sartén, ¿verdad?, y le daba un baño y ya pasaba éso, en éso era donde marcaba ya los cordones que era la campana y después de hacer éso ponía las letras, ¿entiende?, y después de las letras quedaba la campana como, como si hubiera sido ya la campana. Es una de las tablas de las muchas tablas que tiene. De los adornos. Ésto tiene, en un cajón están todas, de todas clases, de todas clases.

El del medio era la campana precisamente, y entonces ésto era todos esos dibujos y estas cosas que están plasmaos en tablas que están por ahí, pues éso era antes de, en fin colocarlos en la campana, lo que quería el cura, el alcalde, o el que fuera. Algunas veces pondrían el nombre del alcalde, otras veces, pero el de él sobre todo. En casi todas, el nombre del alcalde y el del fundidor. Y el del párroco. El del párroco o el coadjutor, lo que... Sí, las jerarquías. Lo que decía el cura. [Y también la inscripción:] "me hizo". Donde las hacía no. Me hizo Pablo del Campo el año tantos, tantos, siendo alcalde don fulano de tal y siendo obispo, lo que fuera.

Y nada más, sin más herramientas ni más nada, no había más mecanismos que éstos, una simple, un simple cuchillo que había por allí, un compás viejo, un esparto y la regla esa y los moldes estos que eran claro los moldes para... Mira, hace poco encontré este cuchillo que lo empleaba él, entre las letras, en el dibujo pues a lo mejor quedaba un poco de. Era la rectificación. Y con el cuchillico, la sacaba y hace poco lo encontré cuando nos cambiamos de casa. Sí, bueno, cuchillo normal, ésto era uno de los objetos que tenía de herramientas, para hacer esa maestría de labores ¿eh?. Para las letras y esas cosas, sacar con la puntica.

No hay apenas referencia escrita a las inscripciones que han de adornar la campana y nada se cita de santos, cruces u otros adornos. En Valderrodilla llegan a escribir, de manera harto explícita, que

la campana llevará las mismas iniciales que las que igualmente tiene con las variaciones deseadas por la parte contratante [!!!].

En Burgo de Osma, donde no conocemos el contrato pero tenemos correspondencia, escriben que la inscripción que la nueva debe llevar es:

 "Santa María del Monte Carmelo - Burgo de Osma - 1941" (ó "1940" si la funde este año como sería posible según Vd. me indicó).

En Cendejas de la Torre señalan que la inscripción que han de llevar las campanas y campanillo será la que en nota aparte se el entrega al Sr. Campanero, lo que no es demasiado expresivo. Una posterior corrección apunta que para la inscripción ha cambiado el Alcalde, así que el nombre que ha de llevar es "Antonio Navarro Salvador". Lo demás conforme con la nota que llevó.

En Momblona son mucho más explícitos, y las indicaciones nos sirven para conocer cuales debieron ser las inscripciones usuales: La campana ha de llevar las inscripciones adecuadas para recordar los siguientes hechos o datos: Patrono de la Iglesia: Nuestra Sra. de la Asunción: Año de fundición: Señor Cura encargado de la parroquia. D. Emilio Antón; Sr. Alcalde D. Basilio Tarancón Tarancón.

En Monreal de Ariza, citan, en un caso prácticamente único a lo largo de toda la documentación, el nombre de las campanas: dos campanas que llevan por nombre, una "San Pedro Mártir" y la otra "Nuestra Señora de la Asunción"; sin embargo carecemos de otra referencia a sus epigrafías correspondientes.

Hay cinco referencias a las inscripciones en un total de 29 procesos de refundición, incluyendo Burgo de Osma, aunque solamente tres especifican las leyendas o algunas modificaciones. Parece como si este aspecto tan trascendente de la campana, que permitirá fijarla y reconocerla a lo largo de los siglos, o bien se transmite por nota aparte o de manera oral, o bien queda reservado al buen quehacer del fundidor.

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