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 Técnicas Tradicionales de Construcción en Aragón. Los Monegros.                        Ana Maorad y Felix Rivas

LAS ADOBAS. LOS LADRILLOS Y LAS TEJAS

(redactado por Felix A. Rivas)

Los ladrillos y las tejas

El empleo de los ladrillos

Contrariamente a lo que se ha llegado a escribir, el empleo de ladrillo macizo no ha sido usual en Monegros en todos los muros exteriores y a caravista. Su uso como material básico de los lienzos de un edificio, normalmente colocado en soga, se reduce más bien a lo que parece un grupo de casas de relativa prestancia en su tiempo y a algunos graneros tal como nos contaron en Huerto y pudimos comprobar como ejemplo en el recién restaurado Granero la Primicia de Robres. El mencionado grupo de casas, más o menos extendido por toda la comarca aunque con desigual distribución, parece además corresponderse con un periodo histórico muy concreto, el de los siglos XVII y sobre todo XVIII, aunque queda en discusión la cuestión de si su razón de ser responde a la preferencia por un material más noble y más costoso en edificios especialmente sobresalientes (y lo eran atendiendo a su tamaño, ubicación urbana principal y cuidados detalles arquitectónicos) o simplemente constituye una moda temporal que convivía con otras técnicas constructivas como la mampostería o el tapial en otros edificios de igual o mayor prestancia.

Si bien esta discusión puede quedar a la espera de un estudio más detallado de las construcciones en ladrillo que han llegado hasta nosotros en Monegros, la información recabada mediante las fuentes orales sí nos asegura que el conocimiento y la práctica habitual de construcción de muros o edificios enteramente en ladrillo macizo han quedado completamente borrados de la memoria de los últimos albañiles tradicionales y, si es que alguna vez llegó a ser práctica cotidiana en la comarca, hace por lo menos algo más de un siglo que ya no lo es.

De hecho, todos, tanto autores como albañiles entrevistados como la observación directa coinciden en afirmar que, dejando de lado estos edificios sobresalientes de los que hemos hablado, el uso del ladrillo macizo ha quedado restringido a ciertos elementos estratégicos de la construcción, tales como pilares, esquinas o vanos, que decidía reforzar mediante la utilización de ladrillos. Esta restricción de uso queda reafirmada por la analogía entre los ladrillos y el material de construcción que podríamos considerar más próximo a ellos, las adobas. Frente a ellas presenta evidentes ventajas de resistencia a cambio de sus mayores costes de realización por lo que, tal como nos contaron, en muchas ocasiones la elección por uno u otro material se realizaba exclusivamente en función del poder económico del encargante hasta llegar a quedar restringidos su adquisición y empleo a las pocas familias más pudientes de cada localidad.

Un último uso de los ladrillos era como parte de las tongadas de tapial, haciendo de llave, incrustados y a tizón, seguramente marcando el grosor del encofrado del tapial pero separados regularmente a lo largo y ancho del lienzo. Este uso, que preferentemente aparece en muros de iglesias como las de Senés de Alcubierre o Torralba de Aragón, puede documentarse asimismo aunque de manera muy esporádica en algunos edificios de gran porte y antigüedad como la Casa Vieja de Casa Marcellán en Lastanosa. Además es posible que su uso esté limitado a los extremos norte y noreste de la comarca, éste último muy cercano a la comarca del Somontano de Barbastro/ Semontano de Balbastro en la que se registran otros ejemplos de edificios con este recurso particular del tapial con ladrillos embebidos.

Los últimos ladrillos macizos en cuestión que se venían fabricando y usando en Monegros respondían básicamente a dos tamaños diferentes que suelen ser algo inferiores a las medidas estándar 40x20x5 cm y 30x15x5 cm. Vemos por tanto, que tal y como ocurría con las adobas, se intenta respetar que las dos medidas mayores sean una el doble de la otra para facilitar el ensamblaje de las piezas en los muros y los diferentes elementos constructivos. Otro tema algo más complicado de dilucidar es el de los términos concretos usados para diferenciar los distintos tipos de ladrillos que conocían los informantes. De los que nos han transmitido podemos nombrar el de matraco referido a un ladrillo algo más grueso de lo normal, el maón que era un ladrillo algo más pequeño y de mayor grosor que el común y, por supuesto, las baldosas de forma cuadrada a veces conocidas con el nombre genéricos de ladrillos.

Su empleo se constata en elementos constructivos concretos. En las entradas puede configurar las jambas y los arcos de los arcos y sobreportales. Aparece también en esquinas y pilares para los que podía emplearse el maón u otro ladrillo algo más recio que el habitual para conseguir avanzar más rápidamente. Los tabiques parecen ser el uso más habitual de los ladrillos y es común realizarlos con piezas tanto de 3 como de 5 cm de grosor, colocados de canto, enlucidos con yeso y logrando una mayor calidad (con un mayor coste y por tanto disponible solo para las familias de mayores recursos) que los otros tipos de tabiques recogidos en la comarca como el de adobas de canto, el de losetas o el de cañizos. También los suelos podían ser elaborados con ladrillos, bien a partir de baldosas cuadradas, sin decorar, o bien mediante la colocación en espiga del ladrillo corriente. Los aleros son otro de los elementos arquitectónicos, quizás el más llamativo, que solía beneficiarse de la mayor solidez que le aportaba el ladrillo macizo y así aparecen en muchas casas de la práctica totalidad de las localidades, formando sencillos motivos decorativos con ladrillos en resalte o esquinillas. Un último uso es de protección en muros exentos como los cierres de corral, siempre que el encargante dispusiera de un mínimo de recursos, y tanto si eran de adobas tal como hemos visto antes como si se habían realizado en mampostería. Sobre ellos se colocaba un par de hiladas de ladrillos que sobresaliesen del muro formando un pequeño alero y que soportaban encima un pequeño lomo de barro y piedras.

Para la colocación en general de los ladrillos, solo hemos recogido un testimonio en Robres según el cual el mortero preferido para este material era el de cal.

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