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 Técnicas Tradicionales de Construcción en Aragón. Los Monegros.                        Ana Maorad y Felix Rivas

LAS ADOBAS. LOS LADRILLOS Y LAS TEJAS

(redactado por Felix A. Rivas)

Los ladrillos y las tejas

El espacio y los edificios

El conjunto del tejar, en los Monegros, está invariablemente compuesto por tres unidades que son una era o superficie de terreno plano donde se les daba la forma a ladrillos y tejas y se extendían para su secado, la caseta o cobertizo como pequeño espacio cubierto del conjunto, y el horno de cocción. En algunos casos como en Bujaraloz y Perdiguera contaban además con un pozo de donde los tejeros se surtían de agua para las diversas faenas en las que era necesaria y, en otros emplazamientos como Robres, el tejar se situaba junto a una balsa que servía para las mismas funciones.

La era o superficie plana había de situarse no solo en un lugar despejado y de alta insolación, cosa sencilla en la comarca, sino que además debía de procurarse que fuera frecuentemente azotado por los vientos más comunes para ayudar en la operación del secado. Dentro de la propia era podían situarse asimismo las masaderas, una especie de zanjas o balsas en las que se masaba el barro.

Las casetas y cobertizos que suelen aparecer pueden estar concebidas para la estancia más o menos continuada de los tejeros en la bobila gracias a elementos como una cocina o un almacén de herramientas. Pero, aparte, no podía faltar un espacio cubierto, aunque siempre insuficiente, para resguardar las piezas no cocidas en casos de amenaza de lluvia.

Todos estos elementos, junto al horno, podían disponerse en torno a la era, tal como ocurre en Perdiguera, donde se limita el espacio global con una línea de tejas mal cocidas e incrustadas en el suelo, o agruparse todos los edificios incluido el horno en una sola unidad constructiva emplazada al lado de la era tal como ocurre en la bobila de Huerto.

El horno de los tejares monegrinos responde a una misma tipología denominada "intermitente de tiro vertical directo" y carente de chimenea que responde a un antiguo modelo de origen árabe muy extendido por toda la Península Ibérica. Su capacidad puede ser variable y los hay de diferentes tamaños como los dos de Perdiguera que podían cocer 11.000 y 7.000 tejas cada uno. Tiene forma exterior de edificio de planta cuadrada, aunque puede adoptar una forma circular al interior como en Huerto o ser de planta totalmente circular como uno de los dos del Tejar de la Cabañera en Perdiguera. Al exterior está forrado de mampostería y al interior sus paredes aparece recubiertas de ladrillo. Se divide en dos estancias situadas una sobre la otra y con accesos independientes. Para facilitar estos dos accesos a diferente altura, el horno puede situarse exento en un desnivel (Villanueva de Sijena), se puede realizar en rampa la entrada a la parte inferior que de esta manera queda bajo el nivel del suelo (Perdiguera), o se puede optar por una solución intermedia entre ambos casos pero dentro del conjunto de los cobertizos (Huerto). La entrada inferior, denominada en otros lugares boquera, suele presentar forma de vano rehundido y con un arco de descarga. Esta estancia inferior, denominada cenicero, suele tener la altura interior suficiente para acoger a un hombre de pie y servía de caldera o zona donde introducir la leña y realizar la combustión. De ella asimismo arrancaba la estructura que servía de sujeción a la parrilla que constituía el suelo del cubículo superior. Esta estructura solía estar formada por unos arcos que arrancan desde el suelo o desde unos pilares. Tanto estos arcos como la propia parrilla conformada por unas arquetas entre las que podía pasar el fuego, estaban formados por ladrillos crudos al ser colocados pero que habían quedado perfectamente cocidos durante las primeras hornadas. Como remate superior, el horno solía estar descubierto aunque conocemos dos ejemplos (Lanaja y Villanueva de Sijena) en los que se cubría, tal como nos contaron, por una bóveda construida a partir de una adoba de diseño especial ya descrita y concebida para dar forma a las cúpulas como las de los hornos de pan.

Suele ser además, el horno el elemento del tejar que más tiempo perdura siendo el único resto conservado en los casos de Villanueva de Sijena y Lanaja. La datación de este último ejemplo, posiblemente de manera análoga a otros ejemplos de la comarca, puede situarse en torno al siglo XVIII.

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