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 Técnicas Tradicionales de Construcción en Aragón. Los Monegros.                        Ana Maorad y Felix Rivas

LAS ADOBAS. LOS LADRILLOS Y LAS TEJAS

(redactado por Felix A. Rivas)

LAS ADOBAS

El régimen de trabajo

En Monegros, lo mismo que ocurría en su entorno geográfico, no había personas dedicadas profesional o exclusivamente a la tarea de elaborar adobas. Podían ser tanto los promotores de la obra, que en general eran los responsables de conseguir y aportar a los albañiles los materiales necesarios, ciertas personas con el objetivo de una venta posterior, o los mismos albañiles en algunos casos nada frecuentes.

Así que una vez enunciados estas tres diferentes categorías de realizadores de adobas, vamos a desarrollar un poco sus particularidades.

De los tres, posiblemente el dato más ampliamente recogido, lo mismo en poblaciones de amplia como de escasa presencia de este material (Barbués, Farlete, Leciñena, Villanueva de Sijena), sea el de que las hacía el que quería obrar. Incluso en Lastanosa nos informaron que solían ser los labradores quienes, con el objetivo de aprovechar la tierra sobrante de la operación periódica de desescombrar las balsetas de los huertos, no la desperdiciaban sino que elaboraban las adobas y ya las tenían para cuando fueran necesarias. En algún lugar asimismo como Robres o Torralba de Aragón, esta era la única manera en que se realizaban adobas.

La segunda posibilidad consistía en que fueran ciertas personas quienes realizasen las adobas sin la intención de emplearlas posteriormente en alguna obra propia sino para conseguir una ganancia económica con su venta. Al parecer, podían ser dos tipos bastante diferentes de personas quienes realizaban más o menos esporádicamente esta tarea. Por un lado estaban los trabajadores u obreros que, en sus momentos libres antes y después de su jornada laboral, aprovechaban para realizar esta tarea, aunque solo nos contaron de la existencia de este tipo de trabajo secundario en Grañén, que ya hemos visto que era una de las poblaciones con mayor tradición de construcción con adobas. En esta población se realizaba esta faena a destajos, cobrando 11 pesetas cada 100 adobas y 16 ptas. si eran de hormigón, empleando las primeras horas del día y las horas de sol posteriores al final de la jornada laboral para una de las dos operaciones a realizar consecutivamente: preparar la masada y dar forma a las adobas. Se cuenta asimismo que, posiblemente en unos años indeterminados de la posguerra, se cobraban las adobas a perra gorda (10 céntimos de peseta) o a 5 céntimos, con lo que podía suponer un ingreso suplementario muy importante en aquel momento. Por otro lado, en algunos pueblos (Lanaja, Leciñena, Perdiguera) también podían dedicarse esporádicamente a esta tarea aquellas personas que por diversas circunstancias (al ser jornaleros sin trabajo o no poder realizar trabajos más duros por su avanzada edad o por otras razones) debían buscar una ocupación que les reportase algún sustento, de manera análoga a lo que sucedía en muchos casos con la producción de yeso en hornazos.

La única responsabilidad de los albañiles en la elaboración de las adobas, generalmente, era la de estimar la cantidad de piezas necesarias para la conclusión de la obra que le había sido encomendada. Así, de alguna manera eran ellos quienes las mandaban hacer, o a los propios encargantes que se encargaban también de ello o a quienes se dedicaban esporádicamente a fabricarlas y que iban a cobrar su trabajo del encargante de la obra, no del albañil. En alguna ocasión, tal como nos contaron en Grañén y Lanaja, podían ser los mismos albañiles los encargados de realizar las adobas para la obra que estaban realizando o para otras obras tras su venta, aunque no era lo más habitual y en alguna localidad parece que nunca se dio esa circunstancia, o que fueran los peones de albañil u otras personas relacionadas con al construcción quienes llevasen a cabo esta faena previa a la de los albañiles.

En cuanto a la cantidad media de adobas que podían realizarse en una jornada de trabajo, no parecían ponerse de acuerdo algunos de los entrevistados y desde luego un factor fundamental del que dependía esta cuestión era el número de personas que trabajaban al mismo tiempo en las mismas adobas. Así las cifras oscilan desde las 200 o 500 que podía realizar una sola persona en una jornada en Villanueva de Sijena hasta las 1.000 adobas que podían elaborar tres personas en una sola mañana en Grañén.

Y sobre las personas dedicadas al levantamiento de muros a base de adobas, parece respuesta casi unánime la de que eran los albañiles quienes se encargaban de ello, incluso en pueblos de escasa o casi nula tradición en elaboración de adobas. Solo en Barbués y Leciñena nos hablaron también de la existencia en alguna medida, aunque el dato es ciertamente significativo, de la autoconstrucción entendida en sentido radical y protagonizada por las personas que hacían las adobas y que si tenían ciertos conocimientos muy rudimentarios sobre construcción o simplemente si se era mañoso, podían levantar ellos mismos no desde luego edificios de viviendas pero sí otros de carácter secundario o de pequeño tamaño como pajares, casetas o zolles.

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