Técnicas Tradicionales de Construcción en Aragón. Los Monegros. Ana Maorad y Felix Rivas |
LAS ADOBAS. LOS LADRILLOS Y LAS TEJAS (redactado por Felix A. Rivas) LAS ADOBAS
Un material milenario El término "adoba", sinónimo del castellano "adobe", parece propio de la lengua aragonesa y es asimismo considerado como aragonesismo dentro de la castellana ya que ha sido el comúnmente utilizado en Aragón hasta hace muy poco tiempo. Tal como demuestran las fuentes orales, en Monegros continúa siendo el término usado de manera espontánea por parte de sus habitantes como prueba de su pasado no muy lejano de empleo común del aragonés, en algunos casos, que ha dejado fuertes rasgos en su vocabulario e incluso en su sintaxis. A pesar de ello conocen y manejan perfectamente el recién llegado término equivalente del castellano estándar, exceptuando algunas ocasiones en las que se le hace conservar el género femenino del término aragonés tal como ocurre en Grañén, Leciñena o Perdiguera al nombrar "las adobes". Su etimología lo hace deudor de la palabra árabe túb que significa "ladrillo", de la que asimismo descienden otras versiones más cercanas a la aragonesa como la murciana "atoba" o la catalana y valenciana tova. Otras interpretaciones reservan el significado de ladrillo para el original árabe de atuba mientras atob significaría originariamente "cieno" o "lodazal". En cualquiera de ambos supuestos se puede certificar en todo caso el origen árabe del término, bien enraizado en la comarca durante de los nueve siglos de permanencia de la cultura hispanomusulmana en Aragón. Así que de igual manera ambas palabras, adobe o adoba como vamos a preferir, se refieren a un ladrillo o cuerpo de forma prismática fabricado a mano a partir de tierra arcillosa y con la ayuda de un molde, al que a veces se añade algún otro material como paja para darle consistencia, y cuyo secado se realiza al sol sin cocción alguna. Dentro de la arquitectura conocida como de tierra cruda es posiblemente el elemento más conocido y extendido, por delante del tapial y ante el que presenta algunas ventajas derivadas de las posibilidades que ofrece la construcción a partir de pequeñas unidades como las adobas, que no llegan a alcanzar la resistencia de los ladrillos de tierra cocida pero que presentan una estandarización en forma y medidas mucho mayor que la de la mampostería. Las adobas, al igual que la arquitectura de tierra en general, presentan un profundo arraigo en la naturaleza por su íntima unión con el entorno que rodea el lugar de elaboración y empleo y, gracias a ello, también son prueba de una respetable antigüedad histórica. No se duda en atribuirle un origen neolítico y puede darse por cierta su presencia en las primeras civilizaciones mesopotámicas, con existencia de vestigios anteriores a los 7.000 años a.C., que a través de fenicios y griegos pudieron traer hasta la Península Ibérica el conocimiento y la práctica en la construcción a partir de adobas, aunque también se sugiere una posible evolución local a partir de técnicas más primitivas como la del manteado de barro. En Aragón, su presencia está testimoniada al menos desde hace unos 3.000 años en ciertas excavaciones del Bronce Final, alcanzando una difusión total ya en la época ibérica, y debiendo destacarse por su extraordinaria conservación los muros de adobas de más de 3 m. de altura descubiertos en el Cabezo de las Minas de Botorrita. Se conoce asimismo la aparición de este material en el Viejo Testamento y recibe su correspondiente tratamiento en el conocidísimo tratado del romano Vitruvio que, además, a partir del siglo XV influyó decisivamente en la arquitectura europea. Tomando su obra como punto de partida, otros grandes tratadistas españoles de arquitectura como Juan de Villanueva o Benito Bails lo incorporarán también en sus textos. Así, su antigüedad y su extensión casi universal hacen de las adobas un material siempre actual que continúa siendo empleado en buena parte del planeta, especialmente en los medios rurales de países no desarrollados en los que se ha convertido en una nueva iniciativa para potenciar el uso de los recursos endógenos o locales. Aunque también en los países más desarrollados como Estados Unidos, Australia, Francia o el mismo Estado Español, a partir de pruebas e investigaciones, se avanza en la aplicación de nuevas tecnologías y mejoras en los materiales de tierra cruda para su aplicación en la minoritaria pero cada vez más conocida arquitectura bioclimática, o comienza a emerger una todavía tímida valoración colectiva como elemento constructivo de prestigio. Y es que no le faltan valores a las adobas para seguir cumpliendo un papel digno dentro del conjunto de las técnicas constructivas y para figurar con razón en el listado de las modernas técnicas integradas en proyectos globales de mejora de la calidad de vida a través de la construcción de edificios. En el ámbito ecológico, el uso de adobas permite reducir la polución y degradación ambiental al no necesitar cocción ni por tanto el gasto de energías no renovables, ayuda a reducir el combustible necesario para el trasporte de materiales desde sitios lejanos al de construcción, y requiere una cantidad de agua mínima sin producir prácticamente ningún residuo. En el ámbito económico no exige una movilización financiera importante, puede contribuir a la dinamización de las sociedades locales creando nuevos empleos, y colabora en la reducción de la deuda de los países no desarrollados. En el ámbito técnico, las adobas favorecen la regulación y el confort térmico de los ambientes interiores mediante la aplicación de mecanismos de la arquitectura bioclimática, y por la sencillez de su producción resulta accesible a una amplia población de constructores y autoconstructores. En el ámbito sanitario las adobas no son contaminantes ni presentan los efectos nocivos de otros materiales debidos a la presencia de componentes químicos peligrosos, radioactividad, etc. Y en el ámbito cultural, las adobas permiten que las poblaciones locales puedan recuperar su derecho a ordenar su medio vital a través de la propia producción constructiva, además de prolongar y renovar la herencia de tradiciones arquitectónicas seculares y de contribuir al seguimiento y actualización de los entornos arquitectónicos patrimoniales. Para esta última función, además, será muy importante conocer en profundidad la técnica concreta local de fabricación y empleo de las adobas con la finalidad de hacer posible una ideal restauración y mantenimiento del patrimonio construido existente en este material. A ello pretende contribuir dentro de sus limitadas posibilidades este estudio, en un momento en el que la arquitectura popular de Aragón se encuentra en una encrucijada entre el riesgo inminente de desaparición total y la oportunidad histórica de conseguir una real conservación, puesta en valor y renovación. Y más incluso en unos años en los que todavía podemos escuchar de viva voz el testimonio de aquellos constructores y autoconstructores, realizadores de adobas, que recogieron el saber arquitectónico de cientos y miles de años de la humanidad y supieron aprovecharlo para solucionar sus necesidades constructivas. Vamos a escuchar sus voces y sus conocimientos e intentaremos, como hicieron ellos, que todo este rico patrimonio no se pierda y continúe sirviendo, quién sabe aún de qué maneras, a quienes con nosotros y detrás de nosotros vivirán sobre la misma tierra que granado, tantas veces, en humildes pero efectivas adobas.
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