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 Técnicas Tradicionales de Construcción en Aragón. Los Monegros.                        Ana Maorad y Felix Rivas

LAS ADOBAS. LOS LADRILLOS Y LAS TEJAS

(redactado por Felix A. Rivas)

LAS ADOBAS

La extinción de un material

Gran parte de los informantes destacan entre los mejores valores de las paredes de adobas su condición de aislante térmico que es especialmente apreciada en una zona de clima estepario y del que una de sus notas sobresalientes son las extremas variaciones de temperatura tanto entre el día y la noche como entre las diferentes estaciones. Por ello se destaca de manera unánime lo acogedoras que resultan las viviendas hechas de adobas, frescas en verano y en invierno con menos calor te aguanta más, tal como se expresaba el informante de Lalueza. Otro de sus valores es su duración que, tan solo con la condición de un buen revoco, podía ser eterna. No se nombraba sin embargo su gran poder también como aislante acústico, otra de sus virtudes también muy apreciada en nuestros días aunque de manera más llamativa dentro del ámbito urbano y sobre todo en comparación con el resultado que ofrecen las viviendas construidas con los actuales materiales.

De igual manera resulta llamativa la total ausencia de esa identificación del uso de las adobas con la pobreza y el retraso cultural que suele ser lugar común en las publicaciones sobre el tema. Solamente en el caso de uno de los pueblos en que tan apenas se empleaban las adobas se nos dio la opinión de que el que utilizaba adobas era porque no tenía medios pa poner piedra y esta opinión en todo caso podría suponer una preferencia local entre dos materiales de la arquitectura popular pero difícilmente una identificación entre uno de estos materiales, las adobas, con los valores de retraso social o pobreza. Y tampoco nos lleva a esta idea el argumento varias veces nombrado entre los informantes para explicar la sustitución de los materiales tradicionales y autóctonos por los nuevos de origen industrial que en todos los casos se refería de manera global al conjunto de los materiales tradicionales (piedra, adobas, tapial, y cal y yeso tradicionales) y no en exclusiva a ninguno de ellos.

Pero aunque no podamos testimoniar la existencia de ese juicio peyorativo hacia las adobas en Monegros, fue tan abrumadora la irrupción de los nuevos materiales de origen industrial que en la actualidad no queda ni un rastro vivo de la elaboración y empleo de adobas en la comarca. Por lo que nos contaron, aunque la aparición de las adobas de hormigón tal vez hacia finales del primer tercio del siglo XX pudo disminuir algo la producción de las tradicionales de barro, ambos tipos coexistieron y las de barro nunca dejaron de fabricarse y emplearse en cantidades significativas hasta que en la década de 1960 se abandonó su producción de manera tan brusca como definitiva. Una de las causas concretas que nos apuntaron los propios protagonistas de esta revolución de la construcción en Monegros fue la generalización de los ladrillos huecos industriales que vinieron a sustituir a las adobas en todas sus aplicaciones y que, en muchos casos, comenzaron a ser fabricados en la propia comarca, en ocasiones en tejerías, bobilas o cerámicas de nueva creación y, otras veces de manera transitoria en los propios tejares que hicieron un vano esfuerzo para adaptarse a los nuevos vientos sociales, económicos y culturales que habrían de barrer en pocos años lo que podría considerarse tradicional y popular hasta esas mismas fechas.

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