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Las bodegas moriscas de Puibolea                                                                               Sergio Aurensanz Campo

 

 LA BODEGA DE LOS FRAILES

 

Con sus más de treinta metros de longitud, la sucesión de arcos de ladrillo de medio punto y el destacado desarrollo con que fue configurada la antecámara exterior, es la bodega más sobrecogedora e impresionante no sólo de Puibolea, sino posiblemente de todo Aragón.

 

Pertenece a la tipología denominada de almacenamiento y si algún día llegó a contener todas las cubas que su capacidad le permite, pudo llegar a almacenar más de treinta y cinco mil litros de vino, cantidades que exceden por mucho las necesidades de una sola Casa a no ser que se comerciara con él.

 

Aunque la tradición oral data esta bodega como construcción morisca del siglo XVI, no ha sido posible encontrar la constatación documental de esta afirmación, pese a la ayuda recibida por parte del personal del Archivo Histórico Provincial de la ciudad de Huesca.

 

En un documento facilitado por una vecina de Puibolea, copia de 1838 del original de 1817, se pone de manifiesto que los monjes agustinos de Loreto son "los señores solariegos y verdaderos posehedores que somos del Lugar de Puibolea y sus tierras", con motivo de la venta de una parcela de terreno "en el camino que guía a la balsa" a Faustino Alastrué y Dionisia Allué para construir una casa. Así pues, Puibolea fue señorío eclesiástico del Real Convento de Loreto. Una vez al año una delegación de monjes se desplazaba al pueblo desde la ciudad de Huesca para cobrar el seiseno. Los vecinos almacenaban toda el aceite, vino y grano objeto de impuesto en la denominada Casa Santa o casa de los Derechos (actual Casa Cestero) desde donde era transportado en carros y galeras hasta el convento de Huesca. Los años de pertenencia a esta comunidad religiosa ha dejado dos curiosas denominaciones en el pueblo. Hasta no hace muchos años se conservaba en Casa Garcés una sala llamada "cuarto de los frailes" y la bodega que nos ocupa también es conocida bajo esa denominación. La primera podría explicarse por la posibilidad de que los monjes de Loreto hubieran elegido esta casa, morada de antiguos infanzones, para alojarse en sus ocasionales estancias en el pueblo. La segunda nos clarifica que además de ser los propietarios de esta bodega, como del resto del lugar, eran ellos los que seguramente la administraban directamente.

 

Todo esto acabó con las desamortizaciones eclesiásticas de mediados del siglo XIX. El importante archivo que poseyó este monasterio se repartió entre el Archivo Histórico Nacional y el Archivo Histórico Provincial de Huesca. De entre los documentos que viajaron a Madrid se encuentran los inventarios del convento, un libro de escrituras y pleitos de 1568, un manual de las posesiones del convento de 1635, el cabreo de rentas y censales de 1640, etc., donde es muy fácil que haya alusiones a nuestra bodega, pero fue imposible acceder a ellos. De entre los documentos que quedaron en Huesca, está la relación de bienes del convento confiscados por el Estado a raíz de la desamortización. Solamente se mencionan viñas e hipotecas con los diferentes vecinos de Puibolea, y no se hace alusión a ninguna bodega. De todos modos debió de ser a partir de este momento cuando dejó de pertenecer a la iglesia.

 

Actualmente se encuentra en ruinas y abandonada. Toda la antecámara exterior y los dos primeros tramos entre arcos se encuentran hundidos, aunque prácticamente a partir del primer respiradero se encuentra intacta. Todavía se conservan en su interior cinco grandes cubas de madera; la mayor de ellas con una capacidad de unos cuatro mil litros. Cuenta con dos respiraderos, de 7,50 y 12,5 metros respectivamente. Al fondo una curiosa reja de gruesos barrotes de madera cierra el último tramo de la bodega. Su utilidad es difícil de definir. A simple vista parece un calabozo, y hay que tener en cuenta que Madoz en su diccionario geográfico escrito a mediados del siglo XIX, nos habla de Puibolea, y entre otras cosas nos comenta la existencia de una pequeña cárcel. Los vecinos de Puibolea de más edad se inclinan por la versión de que se trata de un simple guardacarne. Junto a esta reja, dos grandes pilas cilíndricas de piedra servían para el almacenamiento de aceite. Dos pilas más se situaban más próximas a la puerta de entrada, en la zona actualmente hundida.

 

Pese a su mal estado de conservación, las explicaciones de los vecinos y la existencia de fotografías antiguas de la antecámara exterior me han permitido aproximarme en gran medida al aspecto original de debió ofrecer esta bodega. Quizá sea en esta desaparecida antecámara donde más clara se veía la influencia de las corrientes del estilo mudéjar en las bodegas de Puibolea.

 

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