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Las bodegas moriscas de Puibolea                                                                               Sergio Aurensanz Campo

 

 3.   ESTRUCTURA

 

3.1.ANTECÁMARAS

 

El acceso a la bodega se obtenía excavando un pasillo a cielo abierto en la rampa del cerro del Tozal hasta obtener la altura mínima para encajar una puerta. Este pasillo se cubría con obra de sillería, mampuesto y ladrillo configurando una antecámara en ocasiones larga que proporciona más longitud a su ya destacado desarrollo. Estas antecámaras se resolvieron con bóvedas de ladrillo o piedra, cobijando en su interior la entrada a la bodega propiamente dicha, siempre adintelada. Sobre esta puerta adintelada se disponía un pequeño ventanillo de ventilación. En ocasiones este ventanillo queda reducido a un simple hueco no ocupado por un mampuesto, en otros se desarrolla como una cuidada ventana en ocasiones enrejada. Hay bodegas cuyas antecámaras abovedadas desaparecieron ya antiguamente. En estos casos se sustituyeron las bóvedas hundidas por forjados de rollizos de madera sin desbastar tangentes entres sí, al nivel de la antigua imposta. Estos forjados se cubrían con tierra, razón por la que hoy presentan podredumbre debida a los xilófagos y a la humedad.

 

3.2. GALERÍAS

 

Las galerías excavadas en la roca, como ya hemos dicho, fueron reforzadas en ocasiones con arcos de ladrillo. Estos arcos son de tipo simple circular de medio punto y poseen una luz aproximada de 1,60 metros, que permite un tránsito muy holgado por la bodega. La altura de las jambas ronda siempre los 2,50 metros, a los que sumada la flecha del arco nos proporciona una altura total bajo el intradós del arco de 3,30 metros. La altura total de la galería de la bodega, allí donde el trasdós del arco entra en contacto con el terreno, fácilmente alcanza los 3,60 metros. Todos estos arcos presentan una imposta de ladrillo que separa los telares del intradós. En ocasiones, el arranque del arco está retranqueado respecto a los telares. Esta imposta servía como punto de apoyo para las garranchas, vigas cilíndricas de madera con dos funciones. Por un lado actuaban como tirantes, encargándose de absorber los empujes laterales horizontales, y por otro lado, mediante unos pequeños enganches de madera, para colgar los jamones, embutidos y viandas más preciadas de la Casa.

 

En la construcción de los arcos, y para alcanzar el espesor deseado con las pequeñas dimensiones del ladrillo se dispusieron dos roscas aparejadas. La distancia entre arcos venía dada por el tamaño de las cubas. Aunque son pocas las cubas conservadas parece ser que nunca sobrepasaron los 2,30 metros de longitud, dándonos una distancia entre arcos de aproximadamente 2,70 metros, alcanzando en alguna ocasión los 3 metros. En las zonas más próximas a la puerta de entrada, allí donde menor espesor de tierra hay por encima de la galería y donde con más facilidad puede llegar a empaparse en época de lluvia todo el terreno existente por encima de aquella, con el consiguiente peligro de hundimiento, se concibieron bóvedas corridas de piedra o de ladrillo. En algunos casos son de cañón circular y en otros ligeramente apuntadas. Por lo demás la apariencia de la roca arcillosa a la vista (salagón) es predominante. Las marcas de los picos dejadas en la piedra son visibles en todas las bodegas. Estas marcas son muy finas y de gran longitud.

 

El salagón se trabaja mucho mejor que la piedra, pues siempre rompe por el sitio deseado. Su comportamiento es excelente siempre y cuando no se moje, ya que en ese caso se convierte en un material totalmente deleznable. Esta descomposición aparece frecuentemente en las zonas que hemos mencionado, las cercanas a la puerta de acceso, debido a las aguas de lluvia y de escorrentía. Esta ha sido la causa principal de la ruina que presentan la mayoría de las bodegas de Puibolea, donde la falta de mantenimiento y vigilancia que en otros tiempos se les procuraba, han acabado en prácticamente una decena de años con un patrimonio que costó siglos construir y configurar.

 

Muchos expertos en restauración de edificios emblemáticos defienden que la mayoría de los problemas de conservación que presentan nuestros edificios históricos responden a malas soluciones constructivas iniciales, más que al lógico tiempo transcurrido desde su construcción.

 

Podemos observar que las bodegas de Puibolea que consideramos como monumentales, aquellas que fueron realizadas con mayores recursos económicos, constan, a diferencia de otras más modestas, de bóvedas de cañón ejecutadas con ladrillo en la zona de entrada. Estas bóvedas están aparejadas y son de tipo rampante, es decir, bóvedas cuya directriz está inclinada respecto al plano de la generatriz. A parte de facilitar el acceso entre distintos niveles, el de la calle y el del interior de la bodega, se desarrollan hasta alcanzar una profundidad con un grosor de tierra sobre la galería considerable. A partir de aquí se comenzaban a alternar los arcos. El espesor de estas bóvedas es uniforme y se aparejan mediante sogas longitudinales.

 

3.3. SOLADOS

 

La pavimentación de estas bodegas no es mas que tierra apisonada. Aunque en algunas casas del lugar se conservan zaguanes enladrillados, enlosados o empedrados con guijarros en los mejores casos, parece ser que esta solución u otras más simples no fueron adaptadas a la pavimentación de bodegas. Sólo en algunas ocasiones se enladrillaban los escasos escalones de descenso, siendo más usual el emplear un bloque de piedra para cada escalón.

 

3.4. FUMEROS

 

Indispensables para las necesarias corrientes de aire que ayuden al mantenimiento y salubridad de las bodegas, los fumeros, llamados zarceras en Castilla, constituyen larguísimos conductos que atraviesan la montaña, emergiendo en su superficie mediante una chimenea troncocónica o cuadrada, de piedra.

 

Fácilmente alcanzan estos respiraderos en las bodegas mayores los 12,5 metros de longitud. El ancho oscila alrededor de los 1,20 metros. No todas las bodegas lo presentan siendo difícil precisar la causa de su no aparición. Aunque la regla general es que consten de un solo fumero hay bodegas cuya longitud exige el que sean dos los respiraderos. Y si lo normal es que sean verticales existe un caso que lo posee inclinado, comunicando la bodega con la casa a la que pertenecía ( bodega de Casa Ciria ) sirviendo también como comunicación sin necesidad de salir a la calle.

 

La prolongación troncocónica del respiradero en el exterior se cubría con una losa plana de piedra, de forma más o menos circular, con un agujero también circular en su centro. En el caso de no existir agujero en la losa, el tronco de cono poseía pequeños orificios rectangulares laterales en una o más orientaciones.

 

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