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PUEBLOS  DEL  ALTO ARAGÓN:EL ORIGEN DE  SUS NOMBRES                                               Manuel Benito Moliner

 

VI-CONCEPTOS DE POBLACIÓN: CASAS Y CIRCUNSCRIPCIONES

 

Si echamos un vistazo al panorama poblacional de nuestra provincia nos encontramos con alguna denominación que no se corresponde con el concepto tradicional que relaciona, directamente, nombre y pueblo. En la Ribagorza tenemos un Cornudella de Baliera, antiguo termino municipal (Hoy integrado en Arén.) que englobaba las aldeas de Tresserra, Suerri, Ribera de Vall, San Martín, Puimolar, Iscles, El Sas, Soperún y los caseríos de Vilaplana, Casola, Purroy, Hostalet. Incluso hay una Casa Consistorial que no esta ubicada en ninguna aldea, formando entidad exenta. Pero no existe pueblo o capital municipal que se llame Cornudella. Cornudella es hoy una montaña levantada, hasta los 1.207 mt., con su Lobac (el opaco) u umbría y su Solá (solana).

 

En esta montaña, en tiempos alto medievales, debió erigirse una fundación de un primer propietario Cornucio, a quien pertenecían las tierras circundantes. La fundación se centró en un castillo a la solana, este dio protección a las aldeas que paulatinamente se fueron creando en su dominio territorial y que, en las guerras cristiano-agarenas, erigieron a su vez torres protectoras. El castillo cayó en desuso cuando ya no tuvo función que cumplir. Pervivieron las aldeas y la denominación antigua que les daba cuerpo de municipio.

 

Similar al anterior es el caso de Buil, aunque aquí el nombre ha quedado, solamente, como distintivo de la nueva denominación: Santa María que por estar muy repetida en la geografía debió conservar el topónimo como apelativo. En un monte (BOL/ BUIL, significa eso, monte o montaña) se levantó un castillo cuyas tierras circundantes, siguiendo la tradición toponímica antigua, se llamaron Boletania ya en el siglo VI (Durán Gudiol, A. op. cit.). La Boletania integró un área al norte de la Sierra de Sevil, entre el Isuala, el Ara y el Cinca, con extensiones por los valles altos de estos dos últimos ríos (Las Valles, subcomarca sobrarbesa). La circunscripción debió ser antigua y nítida pues este territorio se agregó al Obispado de Huesca, hasta la creación del de Barbastro. Los musulmanes construyeron al norte los Qasr Boletania (hoy Boltaña) y el Qasr Antasar (Aínsa).

 

Con la conquista cristiana de la zona, el territorio dependiente de Buil se reduce al de un municipio normal. Sus dos magníficas parroquias románicas quedaron como huella de un importante pasado pronto olvidado, frente a la pujanza que cobraron las villas de Boltaña y Aínsa en los cauces fluviales y nudos de comunicaciones. La iglesia románica de Santa María se quemó, erigiéndose nueva fábrica en 1620. La de San Martín subsiste restaurada, pues ha sido declarada Monumento Histórico Artístico. La primera regia los destinos espirituales de 22 casas y la segunda los de 13, se repartieron las migajas que, el ordenamiento territorial de la Edad Media de carácter defensivo les impuso. Buil desaparece, como tal denominación a comienzos de este siglo, probablemente al suprimirse la parroquial de San Martín, pues fue la parroquia que subsistió, como tal, la que dio nuevo nombre al viejo municipio: Santa María de Buil.

 

El castillo, que aun se alzaba con su iglesia en el XVIII (García Ciprés y otros. Revista Linajes de Aragón. Tomo VI. Imprenta de Leandro Pérez. Huesca. 1915.), fue el centro y la razón de una circunscripción llamada Buil, a sus pies surgieron aldeas y caseríos que fueron adscritos a dos parroquias, cuyas iglesias asientan en las faldas del castillo. Seguramente sus limites se extendieron mucho más lejos pero el nuevo reparto de jurisdicciones les dejó con esto nada mas: Santa María con Sarratillo (8 casas), Urriales (5 casas), La Lecina (4 casas), Gabardilla (3 casas) y los caseríos de Larripa y Lacuadra. San Martín con Linés (3 casas), Sartas (3 casas con la de Puybayeta), Bruello (2 casas), Sarratías (2 casas) y los caseríos de Lacapana, Pelegrín y Coronillas.

 

Otras veces el nombre del municipio no aparece ni tan siquiera en un castillo o en una primera fundación, sino que es la denominación del conjunto, terminando por asumirse al núcleo más poblado el cual termina perdiendo su nombre original. Veamos un documento de 1095 (Yela y Utrilla, Juan. Documentos reales del antiguo archivo de Roda. (Anteriores al siglo XII). Zaragoza. 1923.) que, resumido, dice lo siguiente: yo, Pedro Sánchez, rey por la gracia de Dios doy a la iglesia de Santa María de Tolva la Almunia de Sahangres en el término de Falces. Esta almunia corresponde a Sagarras Baixas, Falces es el castillo, el centro defensivo del municipio, Tolva es la denominación del conjunto, Santa María la iglesia del Puy, el podio o colina donde se apiñó el caserío a partir de la conquista cristiana, y donde terminaría por radicar la capitalidad, desapareciendo el nombre de Puy para recibir el de Tolva. Hasta la portada de la iglesia de Falces, de mucho empaque, fue trasladada a la iglesia de Santa María. Tolva no existió como núcleo de población hasta su conquista cristiana, hasta entonces fue un valle, una circunscripción que englobaba iglesias, castillo, aldeas y caseríos.

 

Nos iremos ahora hasta el Somontano de Huesca para ver el caso más frecuente: una fundación previa que pervive a guerras y pestes, terminando por englobar, bien por trasvase de sus habitantes que buscan mejores medios en un núcleo mayor, o bien por compra del concejo de las tierras que circundaban los pueblos venidos a menos o no llegados a mucho. Así ocurre con Angüés que paulatina y administrativamente engulle los términos de Masones, La Almunia, La Torraza, La Castena y Arnillas el mayor de los agregados.

 

Más al sur está el interesante caso de Gurrea. Esta población pudo ser la Calagurris Fibularia. De hecho, y de todas las demás propuestas. Loarre y Bolea, es la que mejor encaja. En primer lugar está ubicada en la vía Zaragoza-Bearn y en segundo lugar la voz CALAGURRIS contiene un elemento CALA que significa castillo, fortificación, en muchas lenguas antiguas y que como elemento prerromano se halla en otras latitudes: Calahorra, Calatrava... No es impensable que los musulmanes dejaran la voz CALA -en su idioma también es castillo- máxime si tenemos en cuenta que ellos mismos tuvieron que fundar otro CALA defensivo y próximo: Alcalá de Gurrea. Calagurris sería bien castillo de Gurris (antrotopónimo), o bien castillo rojo o lo que fuera. La denominación árabe seria Al Cala Gurris, idéntica a la de la nueva fundación, por lo que no es extraño que pasaran a llamarla sólamente por el apellido: Gurris/Gurrea, para discernir una de otra.

 

Que Gurrea tuvo un pasado importante lo demuestra, aparte de lo ya reseñado, el hecho de que sus términos fueron muy amplios tardándose mucho en constreñirlos. En el XVIII se le incluyen La Paúl, población recién fundada por el señor, y los despoblados de San Pedro de Las Cañas, Astón, Gazaperas, Villar de San Cristóbal, Villar de San Bartolomé, Los Agudos (hoy en Alcalá), Santa Cilia, Los Castillazos y Tabernas; además de los castillos de Tormos (hoy en Alcalá), Albored, La Mezquita (ambos hoy en Ortilla) y Artasona (en la actualidad término de Loscorrales) (Blecua y Paúl, Pedro. Desrcripción topográfica de Huesca y todo su partido en el reyno de Aragón. Guara Editorial. Zaragoza. 1987. (edición facsímil de 1792).). Una buena prospección arqueológica nos puede deparar una sorpresa, siempre que entendamos el concepto de denominación y su falta de correspondencia directa con una población. Calagurris sería un castillo, como el propio nombre indica, con una zona amplia adjudicada, constituiría una especie de subcomarca que, al contrario de Buil -los casos divergen pues en Gurrea se formó una población pujante al pie del castillo- costaría mucho comprimir en el nuevo concepto territorial de la Baja Edad Media.

 

En algunos casos de población con origen militar se da un fenómeno migratorio curioso en busca de mejores explotaciones. Sevil (selva) es un buen ejemplo. Mediado el siglo XI tenemos un castillo con tal nombre en un área denominada en la actualidad de Los Santos, en el punto más alto y con el apelativo de La Cárcel tenemos los restos inéditos de este castillo. Alejada la guerra se fundan dos núcleos en torno a las iglesuelas románicas de los santos Juan y Pablo (s.XI), mal llamada Castillo de Los Santos, y la supuesta iglesia de San Valentín (s.XII), conocida como El Cementerio. De aquí, dado lo anfractuoso de la orografía, pasan a una zona más al este y mejor ubicada donde fundan un nuevo cuerpo de población hacia el siglo XIII que se llamará As Casas de Sevil o simplemente As Casas. En el XVII Sevil se despuebla.(Benito, Manuel. Adahuesca... op. cit.)

 

Por último, y en la Jacetania, vamos a estudiar un caso característico con mayor disponibilidad documental: Bailo. En su término, un tanto escabroso y poblado antaño por bosques, se ubicaron varias fundaciones agropecuarias que, en parte dieron lugar a la villa de Bailo tal corno hoy la conocemos. Digo en parte porque la orografía no permitió una adecuada explotación de sus tierras a distancia, propiciando la persistencia de hábitats dispersos dentro de sus límites municipales: Pequera, Montañano, Nueveciercos, etc.

 

Los primeros datos geográficos nos son suministrados por el diccionario geográfico de Madoz que nos ofrece este perfil:

Destaca, dentro de su término montañoso, las dificultades de Castellón Mayor y Bozonero que se prolongan fuera de Bailo, con otros montes formando cordillera. En cuanto a la red hidrológica se señala el arroyo de Nufatiella que se agosta desde mediados de junio hasta septiembre, llegando a mover un molino harinero en época de lluvias; otros arroyos que cruzan sus términos sirven de abrevaderos, al igual que algunas fuentes de buenas aguas. Mientras, los vecinos se surtían de agua de pozo. Al sur de la villa se menciona una balsa arruinada, en aquel momento, que servía para regar unas 200 cahízadas y que debe corresponder a la actual balsa de La Estanca.

 

Los recursos eran el trigo, la cebada, el ganado -lanar y vacuno- no muy abundante por la escasez de pastos, la lana, los bosques de pino, haya y roble que proporcionaban madera para leña y pequeñas construcciones auxiliares; la caza era exigua con perdices y liebres, menudeando zorros, corzos y lobos. Se disponía del mencionado molino harinero, dos hornos de pan, posada, taberna y algunos artesanos: sastres, tejedores, zapateros y herreros. El grano sobrante se exportaba a Huesca y Barbastro, importándose vino y aceite de Huesca y Ayerbe.

 

Sus 2.000 yugadas (Yugada es la extensión de terreno que podían labrar dos bueyes en un día.) comprendían las pardinas de Paternoy, diferente del pueblo de igual nombre, Bail, Biescas de Santa María, Pequera, Pueyo, Nueveciercos y Montañano. Como puede apreciarse el Madoz no cita Chas, Cocorro, Lobera y Villamuerta, pero para empezar a especular sobre el origen y ubicación de las pardinas y de la propia villa de Bailo, será mejor que nos introduzcamos en el terreno de la Historia:

Noticias inciertas nos hablan del hallazgo de monedas romanas en Bailo, también conocemos restos de un camino de esta época que baja de Santa Bárbara hasta el pueblo y se dirige hacia el Valle del Aragón, pero lo más interesante y polémico de aquel tiempo es la ubicación del mesón romano de Ebellino. Esta propiedad se vino situando en Ayerbe que nada tiene que ver ni histórica, ni geográfica, ni filológicamente con el nombre en cuestión. Posteriormente diversos autores se inclinaron por Bailo  (Al parecer existió otro Bailo al sur de Arbués cuya iglesia se cita en 1178 y del que nada más sabemos.) topónimo que ofrecía mayores similitudes con el romano y, por último, en el postrero trabajo realizado sobre vías romanas (Botaya Magallón, Mª Angeles. La red viaria en Aragón. D.G.A. Zaragoza. 1987.), Ebellino se ve trasladado hacia el oeste, entre Ena y Botaya, en las cercanías de la ermita de San Adrián.

 

Al norte de Bailo hay un topónimo La Torraza que antiguamente se llamaba Bailén, donde existen restos de construcciones, como indica la primera denominación. Si la voz Ebellino pudo dar lugar a la voz Bailo, mejor pudo originar Bailén.

 

La Pardina de Bail/Bailés/Bailén es la actual de Lobera. La de Cocorro fue la antigua de Biescas. Entre ambas están las ruinas románicas de La Torraza (Bailés o Bailén). Estas pardinas que fueron bienes monásticos, fueron desamortizadas en el siglo XIX y adquiridas por ganaderos (Lobera, Cocorro) de Ansó, dándoles su nombre. Para ellos eran perfectas: pastos alrededor de una casa donde mantener el ganado en otoño, antes de bajar a La Ribera, justo en la vieja cabañera y en una zona intermedia entre los puertos y la llanura que permitía la aclimatación del ganado.

 

Llegado a este punto hay que plantear lo incorrecto de la traducción que se viene haciendo del latín mansio-onis por mansión, cuando este término no tiene utilidad toponímica. Lo correcto es traducirlo por mesón, máxime si tenemos en cuenta que formaban etapas en los recorridos de las vías. Además hay que pensar en que la ubicación de los mesones no tiene que coincidir forzosamente con la de los topónimos de referencia o adscripción. Así el Mesón de Sevil está en un viejo camino que subía a Francia, en los términos del extinto municipio de Sevil, pero lejos de su núcleo principal de población y de los núcleos originarios. Igual ocurre con el Mesón de Santolaria, alejado de Santa Eulalia la Mayor, aunque en sus términos.

 

Un caso curioso es el de Bortina que tradicionalmente se viene identificando con Almudévar, sin más razón que la idea de los historiadores antiguos de ver la Historia como un puzzle donde encajar las piezas. Si una población era grande allí tuvo que existir algo romano, una mansión a ser posible, asemejada instintivamente a las de los grandes patricios. El Almudévar que hoy conocemos es de origen árabe y por su cerro no pasó la vía Zaragoza-Bearn, tal como se demostró mediante la documentación (Dono etiam et concedo uobis ut illum caminum de Vialada qui vadit de Osca ad Cesaragusta de hinc in antea omni tempore transeat et uadat per Almodebar et mando ut omnes homines et feminas uadant et ueniant per eum secure. Qui vero per alium caminum transierit, amorem meum perdet et perdat totum illum auer quod portat et peictet mihi mille solidos. (1170)Carta puebla de Almudévar en Aliod, J. L. Y Gabriel, F. De Asís. Nueva reseña de los documentos del archivo de Almudévar. Ayuntamiento de Almudévar. Huesca. 1981.). Tampoco hay porque identificar un municipio, reunión de hábitats y explotaciones agropecuarias, con el concepto clásico de ciudad. Al igual que en la Grecia antigua existieron polis que no tuvieron ciudad, en el Imperio Romano existieron municipios sin una urbe. Esto se ve constantemente en nuestro territorio, donde ya hemos visto que el nombre que designa una reunión de núcleos de explotación no se corresponde con ninguno de ellos.

 

Bortina, mientras no se encuentre nada mejor, puede ubicarse en un amplio territorio que trasciende los términos medievales de Almudévar por el norte incluyendo los de Ortilla, cuya semejanza fonética no es desdeñable. Pudiendo corresponder el Mesón de Bortina a Puipullín (pertenencia de Loscorrales) junto al Gállego, donde se han hallado materiales romanos y en cuya proximidad se unía a la vía Zaragoza-Bearn, el camino que venía desde Barcelona hacia Pamplona, al cual, y a su vez, se le había incorporado, en Alerre, el camino de Huesca en esas direcciones (Bearn y Pamplona, fundamentalmente). El antiguo municipio de Almudévar llegaba por el sur hasta Zuera y Robres.

 

Dejemos las vías para tornar a Bailo pues aún nos queda por explicar la procedencia de este topónimo. El origen parece ir parejo al de una serie de villas que se refundaron en la Edad Media para centralizar las defensas de amplias zonas. Estos municipios como venimos diciendo, forman o formaron en sus orígenes un conjunto de hábitats dispersos acogidos, defensiva y eclesiásticamente, en un centro principal configurado por el castillo y la iglesia. En el caso de Bailo hay fundos en sus términos que pueden ser anteriores a la creación de la villa medieval, incluso al propio Ebellino. Pero mejor será que vayamos analizando cada caso por separado etimológica e históricamente.

 

COCORRO/BIESCAS. Pardina situada al Norte de Bailo su nombre procede de un propietario ansotano que la compró para pastos de aborral o de transición. Antes se le llamó Biescas de Santa María. En sus términos quedan los restos románicos de La Torraza. Ya se ha hablado de la etimología de Biescas, que en el caso de Bailo se cita en 1379, año en que Pedro IV lo da a Jordán de Urriés.

 

BAILÉS/BAIL. Se le cita como pardina en término de Bailo durante los siglos XVIII y XIX. En el siglo XIV era rectoral para después (s. XVI) pasar como aneja de Paternué Bailés (Pueyo). Hoy se corresponde con la pardina de Lobera, y sus ruinas se encuentran en La Torraza.

 

CHAS o JAZ. Parece derivado del latín gypsum, yeso. Aparece citado en un documento de Sancho Ramírez (1134) en el que forma parte de las pertenencias de Bailo con Javarraz, Sarasa, Novalla, Arasa, Espula, Bayetola y Santa María, lugares que dona este rey a San Juan de la Peña a cambio de lo que se había llevado de aquel cenobio. En el XIV su parroquia era rectoral.

 

NUEVECIERCOS. Terreno delimitado por nueve cercas, no sabemos si naturales o artificiales. En 1093 Sancho Ramírez da las primicias de este lugar a San Martín de Biel. En 1104 la vizcondesa del Bearn lo dona a Santa Cristina de Somport. Hay un Novefontes, dado junto a Mullermuerta (Villamuerta?) en 1206 a San Juan de la Peña, por Pedro II y ratificado en 1428 por Alfonso V, que si no fueron una misma entidad debieron estar muy próximas.

 

SANTA MARÍA. Hagiotopónimo inspirado en el nombre de la Virgen que le sería dado a tantos pueblos en la Edad Media. Nos queda un Santa María entre Larués y Bailo junto a Cocorro. Se le cita en el mencionado documento de 1134 (Sancho Ramírez) y en 1488, año en el que tiene un fuego, una casa, y se le denomina Santa María de la Pardina, perteneciendo su iglesia a San Juan de la Peña.

 

MONTAÑANO. Nombre de origen romano que le sería dado por su primer propietario Montanius. Existen parangones en Montañana de Huesca y Zaragoza. Tenía iglesia en los siglos XIII y XIV y se le conocieron dos casas.

 

PEQUERA o PESQUERA. Aparece con ambos nombres en la documentación, generados seguramente en la palabra latina pascuaria que significa pastizal, terreno de pasto. Tenía una iglesia que era aneja, probablemente de Jaz, en el siglo XIV.

 

PATERNUÉ/PATERNOY DE BAILÉS/PUEYO. Así llamado para distinguirlo del actual pueblo deshabitado de Paternoy. Su parroquia fue rectoría en los siglos XIII y XIV, teniendo anexa la de Bailés. Paternoy es de origen romano, dado por un primer propietario Paterno, antropónimo que tanto abundó en la Edad Media y que dio lugar a otros topónimos semejantes. Fue de propiedad monástica hasta las desamortizaciones, momento en que fue comprado por un ganadero (Pueyo) que le dio nuevo nombre.

 

Hecho este paréntesis continuemos con la historia de Bailo. El Condado de Aragón vivió un periodo de expansión a partir del siglo X, momento en que se produce la conquista de las tierras al sur de Hecho y Ansó: el llano jacetano. Mediado este siglo, Bailo está ya en manos aragonesas y a continuación se irán incorporando los territorios al sur de esta villa, Bergosal antes del 960 y Villamuerta o Mullermuerta antes del 970. En el 971 Bailo aparece como sede real en la documentación. Una noticia que parece falsa de 1030, refiere la donación de Bailo con sus posesiones y villas a San Juan de la Peña. Lo cierto es que años después vuelve a estar en manos reales, presentando los siguientes tenentes que ejercían el poder en la villa en nombre del monarca: Jimeno Sánchez, Fortún Sánchez de Lasaosa y Alfonso Sánchez, que sería el rey Alfonso I. Como se ve todos eran Sánchez, descendientes o parientes de Sancho Ramírez, lo que refuerza la tesis de Bailo como sitio real con residencia temporal. Cuando menos pone de manifiesto la importancia, en esta época, de esta villa que en 1086 formaba parte de la dote de la esposa de Sancho Ramírez, la reina Felicia. En 1134, Bailo con otros lugares, pasa a San Juan de la Peña y San Pedro de Siresa, mitad por mitad. Ese mismo año Ramiro II rehace esa donación ejectuada por Alfonso I recientemente fallecido, dando al monasterio pinatense su sede en Bailo con todas sus pertenencias. De estas conocemos Santa María y Jaz, el resto parecen nuevas roturaciones que se establecerían en los términos aún incultos, en este sentido parecen ir los significados de Sarasa y Novalla, citados en ese documento.

 

Bailo, lejos del moro y de las invasiones de navarros y franceses que sobrevendrían siglos después, pasa por un momento de prosperidad. En el XV se lleva a cabo una concentración poblacional en el núcleo central que cuenta ya con 40 casas. Cifra mantenida a lo largo del XVI, XVII y comienzos del XVIII. Entre 1717 y 1728 la demografía fluctúa entre 21 y 27 fuegos, lo que parece bastante extraño pues a finales de este siglo se le censan 76 núcleos familiares, incluyéndose en este numero los de las pardinas. Mediado el pasado siglo Bailo alcanza su cenit poblacional con 529 habitantes.

 

Si los censos antiguos nos inspirarán total confianza, podríamos relacionar, sin riesgo, el siglo XV con el momento del citado reagrupamiento demográfico. De tres maravedíes de censo en 1414 a 32 fuegos en 1488 que aumentan a 40 en sólo siete años, esto sumado a la proliferación de casas de estilo gótico en la villa, nos va aproximando a la teoría enunciada. En 1845 se le agrega Paternoy y Arrés con Samitier y Pueyo, en 1960-70 Arbués y en 1980 Larués.

 

La exposición de estos casos concretos no ha sido al azar, se han escogido las comarcas históricas y con peculiaridades en su evolución. Sin establecer reglas porque, como se habrá apreciado, no existen; hay datos extrapolables, casi todos, pero no casos.

 

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