CONSTRUCCIONES PASTORILES EN LA COMARCA DE MONZÓN Felix A. Rivas
|
La paridera o corral Un poco de historia Una vez realizado el intento de dejar un poco más claro el asunto de la interrelación entre los cambios en la orientación de las explotaciones y los últimos cambios en las parideras, puede ser ilustrativo interesarse por el pasado inmediatamente anterior de la ganadería ovina y de los corrales de la comarca de Monzón, sobre el que realizaré un somero repaso a falta de estudios más específicamente históricos sobre estos temas. La referencia de mayor antigüedad a la presencia de construcciones pastoriles en la comarca es la etimología del nombre de uno de los pueblos, Selgua. Al parecer (Castillón, 1976), este nombre tiene un origen prerromano que se habría mantenido a través de la romanización y posterior islamización. La clave habría que buscarla en la relación de aquella antigua lengua pirenaica hablada en la zona con el actual vasco, en el que 'sel' significa 'majada' y 'kua' o 'koa' son unos sufijos que corresponderían al castellano 'del' por lo que el significado de Selgua podría ser "lugar de las majadas", hecho que según el autor de esta hipótesis podría tener que ver con la confluencia en esta población de algunas de las cabañeras que descienden del Pirineo ( Según se ha escrito, las rutas de las actuales cabañeras aragonesas se estructurarían o estabilizarían a partir del siglo XII (BIELZA, 1986, 73), cuando todo el sector central del Valle del Ebro había pasado al control de los reyes cristianos. Sin embargo, algunos autores consideran la posibilidad de la existencia anterior de rutas cabañeras anteriores incluso a la romanización (PALLARUELO, 1988, 74) ) y con el empleo invernal de los grandes llanos de la mitad sur de la comarca por parte de los rebaños pirenaicos. A partir de esta antigua referencia, que nos habla de la inmemorial vocación de la comarca como zona de acogida de ganados en invierno, damos un salto hasta mediados del siglo XIX, momento en el que se redactaron una serie de documentos fiscales que pueden ponernos en relación con algunos de los corrales conservados hoy en día en la comarca. Estos documentos -conocidos como amillaramientos- recogen anotadas por municipios, con fines fiscales y entre otros datos, las cifras de las cabezas de ganado lanar y cabrío de cada propietario así como los corrales o parideras que poseían. Estas fuentes (Los libros que localicé y en los que pude encontrar información de interés para el tema de los corrales fueron los de los siguientes municipios, correspondientes en cada caso al año concreto que les sigue entre paréntesis: Albalate de Cinca (1867), Alcolea de Cinca (1862), Almunia de San Juan (1863), Binaced (1863), Castejón del Puente (1863), Conchel (1863), Estiche de Cinca (1862), Fonz (1864), monzón (1862), Pomar de Cinca (1862), Santalecina (1863) y Selgua (1863) ) , conservadas en la sección de Hacienda del Archivo Histórico Provincial de Huesca, presentan una relativa fiabilidad (Sabio, 1988, 82) aunque, al no responder a un modelo unificado pueden en este caso crear serias dudas. En la lista de las posesiones inmuebles de cada propietario aparece su localización geográfica aproximada que, en ciertos casos, puede llevar a identificar un corral que todavía existe en la actualidad con toda seguridad o con cierta probabilidad. En algunos casos la identificación es casi segura como la Torre Cardiel de Castejón del Puente, "Una Casa de Campo con Corral de ganado, en Cardiel, rodeada de tierras propias", que continúa en activo, un "corral en Pallarols; dentro de su propiedad" reformado y en activo en la actualidad, o también los dos despoblados ya citados: "Un corral pa ganados con su caseta en Ripoll. O.( Se utilizan para indicar los límites de los inmuebles estas abreviaturas: O por oriente o este; M por mediodía o sur; P por poniente u oeste y N por norte.) Camino, M. Franco Serra, P. Ceferino Castel, N. Antonio Montes" que podría ser seguramente el corral antiguo de los dos que se conservan y siguen utilizándose actualmente en Ripol y "Un corral y caseta en Gil partida de Sarrión" cuyo emplazamiento puede identificarse con la moderna paridera situada en Gil. Otros casos presentan mayores dudas pero pueden relacionarse con algunos de los ejemplos que han llegado, en mejor o peor estado, hasta nuestros días. Estos son los casos de un "Corral de ganado en la Gesa; lindante con feudo propio y comunes" que puede corresponder con alguna de las dos ruinas de corrales que he podido localizar en la parte almuniense de La Gesa, del segundo corral de un propietario de Albalate de Cinca "Otro del Santo en Mombrún rodeado de tierras propias" quizás la actual y reformada en la década de 1950 Paridera de Mombrún (Ilustr. 32), o "Una paridera en la Roya Vieja" propiedad de Jacinto Pitarque de Alcolea de Cinca que puede identificarse casi con toda seguridad con la Paridera de Pitarque, muy cercana a la de la Roya. A través de estas identificaciones podemos situar ya los corrales de la comarca con fecha de construcción conocida más antigua correspondiente, como muy tarde, al tercer cuarto del siglo XIX. En estos años, la tipología básica de corral ya estaba plenamente definida, quedando registrados también los corrales trogloditas que, en la actualidad ya no se conservan en uso en la comarca, como el que aparece en el tomo de Fonz descrito como "Un corral con cueba en los alrededores de la población, O. su pajar que sigue, M. camino, P. su pajar anterior, N. su Era", así como los corrales que formaban parte de torres o mases como el de la Torre Cardiel o como otro, "Una torre con pajar y corral descubierto en el distrito de las Gesas de Fonz, dentro de su feudo". Otra importante información aparece en la introducción de estos libros en los que, cara a asignar un valor impositivo por cabeza de ganado, se hace una estimación de los ingresos y gastos de un rebaño modelo ( En estos tres casos, además, el gasto de álquiler del corral aparece unido al de la época en que pare el ganado.- "Alquiler del corral de encierro y coste de parición" es el concepto concreto- lo que quizá pueda explicar el considerable aumento de sus respectivos porcentajes en el anterior gráfico.) compuesto por cien ovejas. En estas estimaciones aparece el gasto por el "alquiler del corral donde se encierra" a partir del cual puede aventurarse la condición de arrendados de muchos de los corrales que se utilizarían en aquel momento. La cantidad que supone este concepto, con respecto al total de los gastos de la explotación tipo, puede variar entre los distintos términos que recogen esta información, tal como aparece en el gráfico correspondiente
(Ilustr. 33), Representación de los porcentajes del gasto de alquiler del corral respecto al total de gastos en los libros de amillaramientos por municipios. pero siempre supone un porcentaje mínimo con respecto al mayor volumen de gastos que suele corresponder al salario y manutención de los pastores y, especialmente, al alquiler de los terrenos de pastos. Como dato curioso, hay que añadir que, de manera excepcional, el coste de los pastos es muy inferior en Fonz, quizás debido a la mala calidad y escasez de terrenos apropiados en su término o, como comprobaremos enseguida, a la poca cantidad de ganado que había en él. Asimismo hay que apuntar que la coincidencia absoluta entre los porcentajes de Pomar, Santalecina y Selgua quizás se deba a que en sus respectivos libros se empleó un formulario normalizado para anotar los gastos del rebaño modelo, cosa que no vuelve a ocurrir en los otros casos, en los que todas las anotaciones está hechas a mano y presentan ligeras variaciones entre si, apareciendo en estos tres términos exactamente las mismas cifras para cada uno de los diferentes conceptos. En cuanto a quiénes son los propietarios de los corrales, y a si coinciden con los dueños de los rebaños, se puede observar una gran variación. Puede darse cierta correlación, y que quienes poseen los rebaños de mayor tamaño tengan a su vez varios corrales, aunque no siempre es así y muchos propietarios de corrales carecen de ganado y, todavía en mayor medida, gran parte de los dueños de pocas cabezas suelen carecer de corrales en propiedad. Sumando las cifras de manera global, y contado únicamente con los municipios en los que tomé nota desglosada de los propietarios de ganado y corrales, se puede ofrecer un procentaje aproximativo. Casi la mitad del total de propietarios que poseen ganado lanar y/o corrales -el 49,7 %- poseen ovejas y carecen de parideras en propiedad. El resto se reparte en cifras muy similares entre quienes poseen corrales (No he contado, por la dificultad de contabilizarlos, aquellos propietarios de ganado que, aun careciendo de corrales, poseen una torre, masía o casa de campo pues en muchos municipios no se citan y, cuando se hace, no en todos los casos especifica si cuenta con corral para ganado. ) y no ganado -26,9 %- y quienes poseen ambas cosas -23 %-. Y si comparamos el porcentaje del ganado que poseen aquellos que también tienen corrales con el de los que carecen de ellos vemos que los primeros, a pesar de ser la mitad en número, concentran el 59,78 % de las cabezas de ganado. Son, por tanto, los propietarios de grandes rebaños quienes suelen tener en propiedad corrales para su uso. Un tipo especial de propiedad de los corrales, según se desprende de estos libros, sería la propiedad compartida ya que aparece alguna cita como la que en Estiche de Cinca informa que un propietario disponía de "Media Paridera en Fuen Amarga", aunque quizá pueda tratarse de un caso similar a los corrales adosados que se han nombrado anteriormente o, incluso, una combinación de ambos casos, si se diese en una construcción compuesta por dos o más corrales adosados y cada uno de ellos perteneciese a un dueño diferente. Una cuestión metodológica importante que no puedo soslayar es el uso concreto en cada caso del término "corral". El algún municipio como Alcolea de Cinca, el término "paridera" aclara el uso como albergue para ovejas del edificio, pero en el resto de los casos cabe la duda de si puede referirse del mismo modo a un corral dentro del casco urbano que sirva para un pequeño número de otro tipo de animales como aves, cerdos, etc. y que puede estar aislado o anexo a la vivienda. En algunos casos, se diferencia entre los corrales "intramuros" y los "extramuros". Otra cuestión también es la posibilidad de que haya habido pequeñas diferencias en los criterios tenidos en cuenta por los diferentes municipios. Así resultan muy sospechosos los redondeos generalizados en las cifras de cabezas de ganado que se producen en algunos casos, la aparición en muy pocos municipios de las cifras de las cabras y, sobre todo, el hecho de que en muchos municipios aparezca una cantidad considerable de propietarios con un número ínfimo de cabezas que, en otros municipios, deberían por lógica existir de igual manera aunque según las anotaciones todos los propietarios de ovejas tengan rebaños de tamaño medio o grande como en Alcolea de Cinca, Binaced o Selgua. Por municipios, la cantidad de cabezas de ganado menor varían (Ilustr. 34) Representación del número de cabezas de ganado lanar y cabrío por municipios en los libros de amillaramientos. entre las grandes cifras de Alcolea de Cinca (2170 ovejas y 23 cabras) y Monzón (2180 ovejas), las medianas de Albalate de Cinca (908 ovejas), Almunia de San Juan (1037 ovejas), Binaced (779 ovejas), Castejón del Puente (828 ovejas y 8 cabras) y Selgua (1034 ovejas) y las mínimas de Conchel (104 ovejas y 7 cabras), Estiche de Cinca (320 ovejas), Fonz (143 ovejas), Pomar de Cinca (185 ovejas y 14 cabras) y Santalecina (415 ovejas). Estas cifras se complementan con las de los porcentajes de propietarios de ganado según el tamaño de sus rebaños (Ilustr. 35). Representación del número de rebaños, en relación a su tamaño, por cada municipio en los libros de amillaramiento. Comparando ambos gráficos vemos que hay una tendencia pareja en los municipios de mayor número de cabezas hacia una mayor presencia de propietarios de grandes rebaños, y en los municipios de menor número de cabezas hacia un mayor porcentaje de propietarios con muy pocas cabezas. Todos estos datos dibujan un estado de la actividad ovina compuesto por una importante concentración de la propiedad pecuaria, con un pequeño número de grandes propietarios, que son quienes imprimen a unos municipios su mayor importancia ganadera con rebaños que pueden llegar a las 500 cabezas, y una gran mayoría de pequeños propietarios presentes en toda la comarca con muy pocas cabezas de ganado cuyo objetivo sería el autoabastecimiento familiar. Y comparando este paisaje con el dibujado por los corrales que aparecen en estos libros de amillaramiento, al mirar la gráfica correspondiente (Ilustr. 36),Distribución del número de propietarios de ganado y/o corrales por municipios en los libros de amillaramiento. vuelve a aparecer la misma imágen de pocos grandes propietarios disponiendo de corral y muchos pequeños propietarios careciendo de paridera. Así, cuanto mayor es la fragmentación de la propiedad del ganado en un municipio, mayor número de propietarios hay en él que tienen ganado pero carecen de corral, y cuantas más ovejas hay en total en una localidad, mayor es el número de propietarios de corrales que carecen de ganado al tener una demanda suficiente de grandes propietarios de rebaños que son quienes, potencialmente, pueden tomar en alquiler los corrales. Por último, las cifras totales de corrales y parideras que aparecen en estos libros (Ilustr. 37) son las siguientes: Albalate de Cinca 29, Alcolea de Cinca 21, Almunia de San Juan 3, Binaced 17, Castejón del Puente 15, Conchel 9, Estiche de Cinca 9, Fonz 76, Monzón 41, Pomar de Cinca 17, Santalecina 10 y Selgua 15. Al dividir estas cifras entre los criterios de intramuros y extramuros que ofrecen los libros de amillaramiento de algunos municipios, se puede hacer una primera comparación con los gráficos que ya he comentado del ganado ovino y de la distribución de su propiedad por municipios. Al hacerlo se puede comprobar, por lo menos, que los dos municipios que destacan en sus cifras totales de ovejas, Alcolea de Cinca y Monzón, lo hacen también por el mayor número de corrales extramuros lo cual parece muy lógico, y que en el caso de Fonz un mayor número de pequeños propietarios se corresponde con un mayor número global de corrales aunque en este caso las dudas surgen pues este número, casi ochenta, es más del triple del de propietarios de ganado, lo cual induce más bien a pensar en una tipología de corral anexo a la vivienda y no para ganado lanar. Otros datos que se pueden sacar de estos libros no están directamente relacionados con las construcciones pero pueden ilustrar una comparación con las explotaciones actuales. El grupo pastoril que se consideraba necesario para el manejo de un rebaño tipo de cien cabezas se componía de un mayoral, un rabadán y, en algúnos municipios, otro auxiliar o un zagal adicional. Otros elementos imprescindibles eran el "burro atero" y los perros, en número de uno o dos. En todos los casos aparecen como elementos comunes la pez para marcar el ganado y el aceite de enebro, que tenía un gran número de usos en la veterinaria popular (Beltrán, 1989, 80 y Pallaruelo, 1988, 184). En algunos términos (Albalate de Cinca, Binaced y Pomar de Cinca) se cita asimismo el uso de sal para el ganado, práctica que he podido recoger todavía en algunas localidades. A finales del siglo XIX, se produjo una crisis generalizada en el ovino de la provincia de Huesca (Pinilla, 1991, 160), en la que la comarca de Monzón debió de verse envuelta completamente. En primer lugar, la reforma agraria liberal potenció una expansión agrícola que se tradujo en masivas roturaciones de montes anteriormente utilizados como pastos (Pinilla, 1991, 162, 164 y 178). Este proceso, a su vez, supuso un encarecimiento del precio de los pastos que afectó especialmente a las zonas de invernada, como gran parte de esta comarca, cuyos costes llegaron a suponer la mayor parte de los gastos de la explotación (Pinilla, 1991, 166) tal como he podido constatar en los libros de amillaramiento. A estos factores se le sumó poco después la crisis general agropecuaria debida a la competencia exterior, a la pérdida del mercado catalán y a la caida de los precios interiores (Pinilla, 1991, 162, 164 y 178). Entre otras consecuencias, esta crisis conllevó la reorientación general del sector desde la producción de lana y animales mayores a la generalización de la carne de cordero (Pinilla, 1991, 176, 178 y 179) y a la disminución del peso relativo de las zonas en las que predominaba la ganadería trashumante (Pinilla, 1991, 199) frente a las que, como la comarca de Monzón, eran mayoritariamente estantes. Las primeras fechas que he podido encontrar en inscripciones de los corrales analizados se sitúan en los comienzos del siglo XX. Son dos: la primera, en la Paridera de Borgiles, no queda claro si se refiere al primer año de la primera o de la segunda década de ese siglo y la segunda, muy clara, se encuentra en un corral en ruinas en la Ortilla e indica "AÑO 1909". Siendo estas fechas las más antiguas halladas, no impide que esos u otros corrales puedan haber sido construidos anteriormente, tal como parecían indicar algunas referencias de los libros de amillaramiento. En las siguientes décadas se produjo a nivel provincial un crecimiento general de la producción ovina, especialmente entre 1915 y 1924 (Fernández Clemente, 1997, 79). Cabe, sin embargo, cuestionarse la validez de estas cifras a nivel comarcal debido a las lógicas consecuencias que debió tener en la economía agropecuaria del Cinca Medio la transformación en regadío de gran parte de las tierras situadas al este del río. La Guerra Civil de 1936 debió de suponer a su vez, como en tantas otras parcelas, una importante fractura en la actividad pastoril de la zona. Quizá ya unos años antes se produjera un abandono de ciertos corrales, como los de La Gesa de Almunia de San Juan, que hoy están completamente en ruinas y cuya utilización los testimonios orales sitúan hasta la segunda generación anterior a los actuales pastores de mayor edad, por lo que debieron de caer en desuso como tarde en la década de 1930. No parecen estos años, especialmente los inmediatamente posteriores al conflicto bélico, los más apropiados para la construcción de nuevas instalciones y, así, parece producirse un paréntesis en la actividad constructora de parideras. No se recuerda haber visto construir después de la guerra ningún corral al estilo de los antiguos y la siguiente fecha inscrita que he hallado ya fue realizada sobre un mortero de cemento en una reparación o ampliación de un corral más antiguo, la Paridera de Mombrún: "año 1953". Otra inscripción, "año 1964 año 1964", de nuevo en una reforma en la Paridera de Ollés (Ilustr. 38), parece sugerir una etapa de reutilización y adaptación de las antiguas construcciones. En este último caso, por ejemplo, la inscripción aparece en las jambas de la nueva entrada más amplia al descubierto. De manera general, en Aragón el ovino sufre un marcado bache entre 1950 y 1972. Al reforzamiento de los motivos de la crisis del siglo XIX como el hundimiento del mercado de la lana, la menor disponibilidad de tierras por nuevas roturaciones y el elevado precio de los pastos en arriendo, se une la disminución de los barbechos y la dificultad de encontrar pastores ante la evidente falta de calidad de vida de estos trabajadores (Frutos, 1996, 168-169). Es de suponer que algunos de estos motivos se vieron agudizados en la comarca de Monzón por la puesta en regadío en este periodo de gran parte de los terrenos de la margen derecha del río Cinca aunque diversas estrategias han servido para una posterior recuperación de la actividad ovina. Algunas de ellas, como ya hemos visto, han sido el aumento progresivo en el tamaño medio de los rebaños, la adaptación a un sistema de semiestabulación y el empuje del sistema de primas (Frutos, 1996, 169) de la Unión Europea. Fruto de esta recuperación se han reparado y, sobre todo, construido en los últimos años un buen número de nuevas instalaciones en las que se mantiene en cierta medida la costumbre de inscribir la fecha de la obra, tal como sucede en la Paridera de los Lunas: "J.N.A. 1980".
|
Volver al Índice |