CONSTRUCCIONES PASTORILES EN LA COMARCA DE MONZÓN Felix A. Rivas
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He llamado a la puerta de la humilde casa del pastor, me
ha ladrado el perro y la puerta se ha abierto.
José Mª Hernández
Qué hace un chico como tú en una paridera como ésta
El origen de la concepción y elaboración de este estudio se encuentra en una breve investigación realizada a finales del año 1996 sobre la cultura material de los pastores de la comarca de Cinco Villas. Durante la realización del apartado de arquitectura de este proyecto (Rivas, 1997) pude descubrir una materia que enseguida me pareció apasionante y en la que adiviné grandes posibilidades. Una vez comenzado el análisis de las construcciones pastoriles de la comarca de Monzón comprobé la mínima atención que había despertado este tema entre los estudiosos de la arquitectura y de la etnografía en Aragón. La metodología que he seguido, por tanto, ha sido en gran parte fruto de mis propias reflexiones y, por ello mismo, manifiestamente mejorable a pesar de los continuos cambios que he ido introduciendo a tenor de los avances de la investigación.
En primer lugar querría explicar un poco la elección del objeto de estudio, que podría causar alguna sorpresa en una primera consideración. Teniendo muy claro desde el principio que el objetivo final era el estudio de los elementos construidos usados por los pastores, acabé por preferir el término de "construcciones" al de "arquitectura" ya que, como propone algún autor (Pallaruelo, 1988, 145), gracias a su amplitud semántica permite abarcar todo el ámbito inicialmente propuesto. La más clara de las tipologías a estudiar es la del corral o paridera y es en ella en la que se ha centrado el presente estudio. Otras construcciones a considerar, aunque con una atención muchísimo menor debido a su pequeño tamaño, dispersión o su uso secundario han sido los abrevadores, las balsas (Aprovecho la ocasión para invitar a cualquier investigador o interesado a dedicarse a estas infravaloradas construcciones pues su análisis reportaría con toda seguridad una gran cantidad de información sobre la vida popular hasta hace unas décadas.), y, de manera tangencial, las cabañeras. Entre ellas, la balsa no puede considerarse exclusivamente una construcción pastoril ya que, además de servir como lugar de abrevadero a las ovejas, puede tener la función agrícola de embalsar agua para el riego o, en muchos casos, desempeñar únicamente esta última función. Esta doble funcionalidad la comparte con la última de las tipologías constructivas que sí ha sido considerada: la caseta. Aunque puede servir de refugio a los pastores, raramente es ocupada exclusivamente por ellos (al menos en esta comarca) siendo la mayoría de las veces un simple albergue ocasional para cualquiera que pasa por sus cercanías y, en un gran número de casos, sirviendo básicamente a las labores agrícolas, en la actualidad como almacén de aperos y utensilios y, antaño, también como cobijo para las caballerías y personas en determinadas épocas del año. A pesar de esto, la falta total de su estudio y valoración hasta el presente y su frecuente presencia, que facilitaba su análisis al tiempo que recorría la comarca a la búsqueda de parideras, me empujaron finalmente a considerar también las casetas y a analizar conjuntamente los aspectos arquitectónicos, en gran medida similares, de casetas y corrales.
Puesto que la investigación iba a basarse en las características arquitectónicas de las propias construcciones y en la información oral aportada por los propios pastores que hacían o habían hecho uso de ellas, hubo que preparar sendos modelos de fichas de análisis para las dos fuentes principales que expongo a continuación, por si fuera de interés a estudiosos e investigadores en estas materias.
Para el análisis de las propias construcciones diseñé una sencilla ficha que pretendía abarcar los aspectos más importantes de la construcción y que facilitaba el trabajo de campo. Esta ficha recogía los siguientes apartados: Fecha Nombre Localización Planta (esquema con medidas y orientación) Alzado Muros (aparejo, revocos y añadidos) Cubierta (estructura y alero) Puertas (descripción) Ventanas (localización y descripción) Sistemas de cerraja (descripción) Inscripciones (localización y texto) Estado de conservación y uso
Así pues, con la ayuda de un larga cinta métrica, una brújula y una cámara fotográfica fui anotando en las fichas una descripción lo más escueta y completa posible de cada construcción. Debido a las diversos emplazamientos de corrales y casetas no fue posible llevar una larga vara que hubiera permitido medir las alturas y, por tanto, dibujar también los alzados y conocer los grados de inclinación de las cubiertas. Quizás haya sido ésta la principal carencia que he acabado por encontrar en el tratamiento conjunto de las fichas.
Para las entrevistas con los pastores fui intentando mejorar el primero de los cuestionarios que elaboré con la ayuda de uno general sobre arquitectura popular (Rábanos, 1993 b, 47-49). Aunque sé que todavía habré de mejorarlo el el curso de mis esperadas futuras investigaciones, estos son los apartados en que lo dividí:
1. La explotación tamaño y clases productos y periodización 2. Los corrales número, ubicación tipo de construcción, materiales orientación: sol y vientos caseta, pajar, badinal, inscripciones proceso de construcción uso: periodos, comederas, contadero, muidero, quesos, ahijamiento de corderos protección ante enfermedades terminología: partes del corral conservación, valoración 3. Explotaciones en el término cuántas, cómo son uso de los corrales 4. Los pastos propiedad, reparto de comunales, relación con los corrales, cambios 5. Itinerario diario 6. El agua cuándo y dónde abrevan abrevaderos y balsas: descripción, propiedad y construcción 7. Las cabañeras recorrido, estado y uso construcciones (mesones y otras) 8. Las casetas dónde están, cómo son quién y cuándo las construyó cuándo y para qué se utilizaban, y ahora? 9. La vivienda aislada (torre, mas, pardina) relación con el ganado Este cuestionario trataba de no centrarse excesivamente en el tema de las construcciones, quizá demasiado específico, y facilitaba una serie de información adicional que podía poner en contacto la actividad pastoril con las construcciones. Su empleo no fue sistemático, aunque en las próximas páginas trataré con detenimiento sobre el desarrollo de las entrevistas.
A pesar de haber contactado con pocos albañiles, vi conveniente redactar asimismo otro cuestionario específico, de nuevo basándome en el cuestionario general pero esta vez mejorándolo con la consulta de la metodología empleada en un magnífico estudio de patrimonio arquitectónico popular (Corvera, Hernanz y Pallaruelo, 1995). Este cuestionario ya concretamente arquitectónico intentaba ceñirse a aquellos aspectos no exclusivos del estudio de la vivienda y que pudieran afectar al tipo de construcciones consideradas. Su desarrollo es el siguiente: Aprendizaje y transmisión del oficio Tipos de edificios construidos Relación encargante-albañil Trabajadores y duración de la obra Fases de la obra Elaboración de cimientos, muros de carga, pilares, arcos, tabiques, revocos, cielo raso, forjado de los pisos, pavimentos, escaleras, ventanas y puertas, cerrojos y rejas, escape de humos, alero y cubierta Materiales empleados (origen y elaboración) Utillaje y andamios Prácticas de protección ante rayos y malos espíritus Celebración del final de la obra Cambios en las técnicas
Al mismo tiempo fui realizando una recopilación bibliográfica sobre el tema de las construcciones pastoriles en todo Aragón, que tal como esperaba ofreció un fructífero resultado a modo de introducción del presente estudio y que se expondrá de manera resumida en el próximo capítulo. De igual manera presté especial atención a las publicaciones que trataban sobre la comarca de Monzón y, del pequeño espacio que en ellas se reservaba al tema de la ganadería ovina en general, y en particular el de las construcciones pastoriles, pude deducir la relativa poca importancia que tiene esta actividad en la comarca.
Para completar esta aproximación previa a la comarca y al tema de estudio, llevé a cabo una consulta cartográfica basándome en las hojas del Mapa Topográfico Nacional de España de escala 1:25.000 (288-III, 325-II, 326-I, 325-IV, 326-III, 357-II, 358-I, 357-IV y 358-III) que abarcan toda la zona y en las que aparecía abundante información sobre localización de parideras, casetas y cabañeras. De manera puntual también hice uso de algún mapa de escala 1:50.000 del Servicio Geográfico del Ejército, de menor detalle pero generalmente con una toponimia más completa, y de alguno también de escala 1:50.000 del antiguo Instituto Geográfico y Catastral, de cierta utilidad por pertenecer a viejas ediciones de la década de 1950. Un intento fallido fue el empleo de fotografías aéreas que, debido a sus escalas de poco detalle, no aseguraban la pertenencia al mundo pastoril de las edificaciones que recogían. Por último, realicé algunos breves recorridos por diferentes zonas de la comarca con el ojetivo de conocer y distinguir sobre el terreno sus diferentes paisajes.
En cuanto a los recorridos, he cumplido la expectativa de realizar en total un mínimo de uno por cada población, habiendo por tanto rellenado fichas sobre construcciones de todos los municipios, con la excepción de Alfántega. Dadas las limitaciones propias de un estudio como éste, y de la ayuda que recibió del Cehimo, en ningún momento pretendí llevar a cabo un inventario completo sino más bien una muestra suficientemente representativa: aproximadamente una cincuentena de construcciones analizadas y otras tantas fotografiadas o anotadas (Ilustr. 1). En estos recorridos me fue muy valiosa la ayuda de la cartografía que antes he citado y también, aunque en menor medida, la colaboración de las gentes de cada lugar. En este sentido tengo que anotar la ligera disfunción que se producía en muchos casos entre el investigador, que llegaba por primera vez a una zona y usaba sus mapas como único instrumento válido para guiarse, y los pastores, inmejorables conocedores de su entorno pero con serias dificultades para interpretar los mapas y, por tanto, para aportar una información útil al incauto buscador de parideras. En su relación con el territorio ambos hablábamos dos lenguajes distintos, una pequeña pega que tenía que intentar solucionar familiarizándome lo mejor posible con la toponimia de cada lugar antes de acudir a él. El modo de realizar estos recorridos también ha podido influir en los resultados finales ya que algunos los recorrí a pie, otros en bicicleta y unos pocos en automóvil. También traté de repartirlos lo mejor posible para no dejar de lado ninguno de los diferentes paisajes y zonas de la comarca.
Un ámbito en el que también he podido encontrar algunas informaciones interesantes son los archivos, aunque no haya explotado ni de lejos las enormes posibilidades que parecen ofrecer a una materia tan poco estudiada. Fue únicamente hacia el final de la recopilación de información cuando hice un tímido intento de consulta en dos archivos con el ánimo de completar el estudio con unas ligeras pinceladas históricas que pensaba podrían servir al menos para esbozar caminos a seguir en futuras investigaciones. El primer intento fue en el Archivo Municipal de Monzón aunque no llegué siquiera a consultarlo debido a la precariedad de su mantenimiento y a las particularidades de la legislación sobre la documentación de obras en cada municipio. De cualquier manera, los archivos municipales pueden ser sin duda una importante fuente de datos para el estudio de las construcciones pastoriles: expedientes de obras, protocolos notariales, censos ganaderos, expedientes higiénico-sanitarios, etc. pueden aportar información suplementaria de gran importancia. La segunda búsqueda fue más fructífera y así pude localizar en los libros de amillaramientos -libros fiscales en los que se registraban las diferentes propiedades de cada término municipal, conservados en el Archivo Histórico Provincial de Huesca- los datos de la existencia, propiedad y localización de un buen número de parideras y casetas en toda la comarca y, además, en diferentes fechas desde mediados del siglo XIX. Otros apartados (Y otro interesante archivo que, finalmente por falta de tiempo, no pude llegar a consultar es el Archivo del Barón de Valdeolivos en Fonz.) quedaron sin hojear pero pudieran reservar todavía gran cantidad de información en este archivo: protocolos notariales, documentos de la antigua Comisaría de Abastecimientos y Transportes, diversos apartados de la sección de agricultura, etc.
Para el final de este breve capítulo metodológico he dejado el tema de las entevistas ya que creo que ha resultado el más interesante, el más difícil y el más "sustancioso". Con más de una veintena de entrevistas a pastores y ganaderos de prácticamente todas las localidades de la comarca, creo que he podido contemplar un espectro bastante completo de la actividad pastoril actual e inmediatamente anterior de la comarca (Ilustr. 2). Junto a ellos, tuve la suerte de entrevistar a un solo albañil, debido a la mayor dificultad para la localización de representantes de este oficio que hubieran desempeñado su labor según las técnicas y los materiales de la arquitectura popular, es decir al menos con anterioridad a la década de 1950, y por considerarlo solamente un complemento al planteamiento inicial. Para localizar tanto a pastores como a albañiles, traté de contar con una persona que perteneciese al círculo de conocidos del futuro entrevistado para que, de esta manera, me sirviera de presentación y ayudase a superar una lógica desconfianza inicial. Si en un principio intenté basarme en una carta que elaboré y mandé a todos los ayuntamientos de la comarca, y que solo fue contestada por uno de ellos, pronto comprendí que tenía que combinar dos procedimientos: echar mano de personas conocidas personalmente por mí o a través del Cehimo y que tenían un interés ya creado por todo lo relativo a los temas etnográficos o culturales de la comarca o, cuando no encontraba a alguien así en algunas localidades, telefonear a los ayuntamientos y pedir el número teléfono o la dirección de algún pastor de la localidad. De esta manera afortunadamente, y gracias a todas las amables colaboraciones que encontré, pude ponerme en comunicación con un buen número de futuros informantes. Estos informantes fueron finalmente pastores asalariados, ganaderos y pastores propietarios de su propio ganado. También los hubo en activo y retirados o jubilados. Sus edades estuvieron entre los 23 años del más joven y los 89 del de mayor edad, aunque lo cierto es que la mayoría superaban los 50 años, circunstancia que puede explicarse en parte por mi decisón de contactar con pastores jubilados además de los activos y, especialmente, por la crisis que sufre este oficio al que resulta complicado encontrar un recambio generacional. Otro tema a tener en cuenta es la procedencia de los pastores ya que, aunque la mayoría eran naturales de las localidades en las que seguían residiendo, un importante número que podría alcanzar la cuarta parte de los entrevistados habían nacido o eran hijos de nacidos en diversos altos valles del Pirineo Aragonés como la Bal de Broto, la Bal de Puértolas, la Balle Bielsa y la Vall de Castanesa. Este hecho es muestra de la gran importancia que tuvo antaño la trashumancia, del papel de encrucijada que representó la comarca de Monzón en la ruta de las cabañeras que descendían desde la mitad oriental del Pirineo Aragonés y del asentamiento en los pueblos de la comarca durante la primera mitad del siglo XX de muchos pastores que conocían estas tierras por sus estancias invernales junto a los ganados y que, después de establecidos definitivamente, siguieron desempeñando su oficio en una zona que, en esos años, ofrecía mayores posibilidades que los debilitados valles pirenaicos. El entorno en el que se desarrollaron las entrevistas fue habitualmente la casa del informante o el corral en el que guardaba el ganado. Ambos emplazamientos tuvieron sus ventajas y sus inconvenientes y así, mientras en las entrevistas en las casas me resultó mucho más sencillo centrar la atención del informante y por tanto conseguir una mayor cantidad de información, en los corrales sin embargo pude presenciar en directo las faenas que desarrollan en él de manera habitual los pastores. Solamente en un par de ocasiones intenté llevar una conversación en el monte mientras las ovejas apacentaban, pero fueron las más complicadas. El comienzo y el desarrollo de la entrevista no estaban libres de cierta estrategia por mi parte. Esto fue algo que fui replanteando y cambiando conforme avanzaba en el estudio. En primer lugar, la necesidad más urgente era superar la parcial y lógica desconfianza que podía despertar en algunos entrevistados. Para ello podía servirme de la persona que me había servido de contacto si me acompañaba o, si no lo hacía, nombrándolo nada más comenzar. Aunque en las primeras ocasiones no pude hacerlo, enseguida hice uso de otro recurso: nombrar como de pasada a otros pastores de localidades cercanas con los que ya había hablado. Enseguida me di cuenta que una de las preguntas que me dirigían los entrevistados no era tanto el contenido o los objetivos de mi trabajo sino simplemente mi lugar de procedencia. "¿Entonces de dónde vienes, de Monzón?" solían preguntarme. Lo que tenía que lograr yo por tanto era situarme para ellos con referencia a un ámbito -el que elegí fue el colectivo comarcal de pastores- que les resultase familiar. En cuanto al contenido y finalidad de mi estudio debo decir que no les explicaba con detenimiento mis objetivos, especialmente si el entrevistado era de edad avanzada. Les decía por supuesto mi relación con Cehimo y mi intención de conocer mejor cómo vivían los pastores de la comarca pero procuraba no enfatizar en el tema de las construcciones para no condicionar demasiado la entrevista. Aunque siempre llevaba encima el cuestionario, nunca lo sacaba al comienzo ya que temía que se asustaran de alguna manera, que les resultase demasiado serio o formal. Prefería empezar con una conversación un tanto distendida y enseguida los mismos pastores iban entrando en faena. El momento del comienzo era importante. Muchas veces sentí una especie de presión, ¿qué querrá este chico de mí?, imaginaba que pensaba en aquel momento el entrevistado y por un momento dudaba, ¿cuál de los dos está interrogando al otro en realidad? Del paso salía echando mano de una observación que fui haciendo sobre la marcha. La mejor manera de empezar una entrevista era preguntarle directamente al informante por su historia personal. ¿A qué edad empezó de pastor? ¿Dónde estaba cuando se metió a pastor? ¿En qué pueblos ha estado? ¿Ha trabajado contratado o ha tenido ganado suyo? Preguntas de este tipo animaban rápidamente la entrevista y hacían surgir nuevos temas a resaltar o desarrollar. Así seguíamos charrando hasta que, al ver que la conversación decaía o se disperaba en terrenos que se quedaban algo lejos de mi investigación, sacaba el cuestionario y les contaba brevemente que lo llevaba para repasar algunas cosas, que era justamente lo que hacía. No me pareció adecuado por tanto seguirlo al pie de la letra sino utilizarlo como esquema general para un repaso final que intentase completar los temas que ya se habían tratado de manera más informal. Algo que me gustaría resaltar es la maravillosa capacidad para el relato oral que tienen los pastores de cierta edad. Quizás sea un tema que me llama especialmente la atención pero en más de una ocasión "se me caía la baba" escuchando a un pastor mientras contaba uno de sus episodios preferidos de caza, de manejo del ganado, un recuerdo curioso, una situación difícil y comprometida. El hecho de haber crecido en una cultura de evidente tradición oral, en la que el principal medio de transmisión e intercambio de información era la palabra hablada, no dejaba de sorprender a alguien como el investigador acostumbrado a la lectura masiva de libros y a la generalización de la cultura por la imágen y, especialmente, por lo televisivo. Esa habilidad para intercalar diálogos de manera magistral y para retener la atención del oyente con la habilidad del mejor narrador de suspense, y todo eso con la frescura y la verosimilitud de lo vivido y de lo sentido personalmente, es lo que siempre he creido que les gustaría encontrar a muchas personas en las novelas que leen. Pero aunque disfrutara lo indecible escuchando a los pastores, mi papel de etnógrafo incansable no se me olvidaba ningún momento. De esta manera tuve la fortuna de acudir a algunas entrevistas acompañado y, al acabar y comentar la charla con mi acompañante, que había podido observar no solo la entrevista sino también a mí y a mi informante interaccionando, pude ser consciente de pequeños conflictos que surgían entre ambos, pequeños saltos que yo obligaba a dar a la conversación para llevarla hacia los terrenos que me interesaban y cierto desasosiego en el entrevistado al intentar adivinar en cada momento qué era exactamente lo que me interesaba. Pequeños desajustes evitables en parte al comenzar cada nueva entrevista.
A pesar de que el contenido de estas fructíferas entrevistas será exprimido más adelante en los capítulos específicamente dedicados a las construcciones, creo que puede valer la pena comentar algunas actitudes que pude observar en los pastores y que pueden ayudar a que el lector o la lectora se haga una idea más ajustada de lo que fue una de las dos principales fuentes de información de este estudio, con todo lo que eso haya podido determinar los resultados finales. Lo primero que quisiera resaltar es la toma de posición que los pastores tomaban a lo largo de nuestras conversaciones con respecto a su oficio. Aunque yo no ocultaba cierto particular interés por el pastoreo de antaño, procuraba no tomar partido claramente por las antiguas ni por las nuevas formas de manejar el ganado con el objeto de dejar a cada uno que expresara al respecto su propia opinión, casi sin darse cuenta. En general predominaba en este aspecto una vivencia muy actual del oficio que dejaba muy pocos resquicios a la nostalgia o simplemente al interés por el pasado más inmediato, muy acorde con la tendencia más común en el medio rural hacia lo que no signifique modernidad. Algo que se encontraba muy presente sin ambargo era la consciencia de las enormes transformaciones que se han producido en los últimos 40 o 50 años. Los cambios estaban muy presentes en su narración y ellos mismos los subrayaban, en ocasiones con gran humor e inteligencia como aquel pastor que mientras estábamos hablando de la antigua indumentaria de los pastores no dudó un instante en correr a buscar un llamativo chubasquero de plástico amarillo que se puso inmediatamente para que le hiciera una foto, mientras todos nos reíamos de la ocurrencia. Otro comentario que salió, en particular entre los pastores más jóvenes, fue la protesta por la consideración que la sociedad tenía del pastor reivindicando su dignidad e importancia.(Un ejemplo que me llegaron a poner es el de un famoso anuncio de televisión en el que se resaltaba la capacidad de un coche todo terreno para llegar al rincón más recóndito mostrando al conductor en una cabaña mientras charlaba con un viejo pastor que le preguntaba si el Madrid era otra vez campeón de Europa, como si se hubiera quedado anclado en los atrasados años 50) Creo que esta queja venía motivada por algo que los pastores jóvenes tenían en común con muchos de los de mayor edad: su entusiasmo y afición por su trabajo. No todos, evidentemente, pero muchos (al contrario de lo que pudiera parecer a muchos extraños que desconocen el oficio y están acostumbrados a un trabajo urbano) se encontraban satisfechos con su trabajo. Alguno decía que como cualquier trabajo lo importante era hacerlo con cariño y no puedo sino agradecerle desde aquí que quisiera compartir ese pensamiento y esa experiencia con un extraño como yo. Otro me contaba que, años depués de retirado, continúa teniendo sueños en los que discurre dónde ir a pajentar al día siguiente. Algunos otros, además, no dudaban en añadir algo al cariño y a la afición por las ovejas: la ganancia económica. En ningún momento he pretendido dar una imagen idílica del pastor y ellos mismos se encargaban de resaltar su humanidad, "voy de pastor porque me gusta y porque me da de comer".
Hacia las construcciones, los pastores mostraban en general muy poco interés e incluso cierta extrañeza ante mi relativa insistencia a hablar sobre ellas. Otros eran los temas que solían resaltar a lo largo de la conversación o al final, cuando yo les preguntaba si nos habíamos dejado algo que ellos considerasen importante. El tema estrella era la trashumancia. Sin duda es un tema de moda y los propios pastores han acabado por asumir, si es que antes no lo pensaban ya, que lo más interesante de su oficio son los desplazamientos estacionales de los rebaños, los hayan practicado ellos mismos o no. Y, directamente unido a la trashumancia, el mal estado de las cabañeras, "el desastre más grande del mundo". Junto al tema del desplazamiento del ganado, otro también muy comentado fue la influencia de la Unión Europea y sus diferentes actuaciones como la PAC con la subvención al sembrado de los campos y a las cabezas de ganado, o las nuevas expectativas que se abren con la Agenda 2000. Al lado de esta dimensión europea del oficio, otro comentario fue la tendencia hacia la estabulación del ganado y, por tanto, el camino hacia el eclipse del oficio si no se quiere que desaparezca su rentabilidad y, con ella, la actividad ganadera. Al lado de estos temas, otros fueron resaltados de manera más puntual, en general relacionados con las pequeñas "anécdotas" o asuntos curiosos de la antigua vida del pastor: la existencia de antiguas dulas o rebaños compuestos por ovejas o cabras de los vecinos de una localidad que pastaban en común, los episodios de caza, los remedios veterinarios o para conseguir que una oveja aceptara a un cordero, la habilidad para diferenciar a todas las ovejas, el origen montañés de muchos pastores... A pesar de sentirse generalmente contentos con su trabajo, pude comprobar que resaltaban deficiencias y quejas, aspectos de la vida tradicional del pastor y particularidades de la ganadería moderna. Este hecho puede hacer pensar que, aparte de la particular idea preconcebida que los pastores tuviesen de lo que podía esperar recibir de ellos un etnógrafo, y del uso que podían hacer de mi presencia para expresar los principales problemas de su actividad, la parte de la conversación que más dependía de ellos nadaba entre dos aguas. El agua de la cultura tradicional y el agua de la modernidad se superponían y, aunque se apreciaba un claro avance o progreso de la primera hacia la segunda, este progreso no era uniforme sino que presentaba pequeñas discordancias e irregularidades: un pastor joven se sentía muy orgulloso de hacer la trashumancia, un anciano opinaba sobre la PAC, uno jubilado me destacaba los ganados estabulados, otro los antiguos remedios veterinarios.... esta misma interrelación y progresión heterogénea entre el antiguo manejo y la moderna concepción de la actividad pecuaria -y bajo ella de la sociedad tradicional y de la sociedad actual- es la misma que acabé por descubrir asimismo en las propias construcciones.
Y para el último punto, por aquello de la humildad, he dejado lo relativo a la actitud y las reacciones de los entrevistados ante el forastero que acababa de llegar de no sabían muy bien dónde y que los estaba entreteniendo haciéndoles pensar y hablar de cosas que para unos eran su actividad diaria y para otros un pasado lejano que hacía tiempo que ya no recordaban: un servidor. Lo primero que tengo que señalar es la generalizada hospitalidad con que fui recibido, en las casas de algunos entrevistados, en la puerta del corral aprovechando un descanso del trabajo y, en ocasiones, junto al calor del fuego de la pleta y dando buena cuenta de un fortalecedor almuerzo por la mañana antes de sacar las ovejas. Incluso en una ocasión estuve a punto de enrojecer ante las risas de todos al verme comparado con José Antonio Labordeta. Un honor para mí, ser objeto del agudo humor pastoril, permítaseme la expresión. Algunos, ciertamente poco acostumbrados a contar con extraños en su labor cotidiana, me respondían con cierta timidez mezclada, sin embargo, con el orgullo de enseñarme lo que a buen seguro ellos más valoraban de su trabajo: sus ovejas lustrosas y bien cuidadas que mostraban ante mi inexperta mirada. De alguna manera, mi aparición supuso en ciertas ocasiones convertir al pastor en protagonista y centro de atención, algo a lo que ninguno estaba acostumbrado y que les producía una mal disimulada satisfacción: alguna madre orgullosísima de su hijo pastor que iba a ser entrevistado por un forastero y de la capital, algún informante de cierta edad que antes de mi llegada se había cambiado de ropa y se había peinado con cuidado... Todas estas atenciones y muestras de reconocimiento, a las que tampoco yo estoy acostumbrado, la verdad, no podían sino emocionarme y animarme un poco más a continuar con mi tarea. A todos ellos, de nuevo, gracias. |
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