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CONSTRUCCIONES PASTORILES EN LA COMARCA DE MONZÓN                                                       Felix A. Rivas

 

 Pilares

Durante el análisis, con cierto detalle, de los mecanismos utilizados en los muros para asegurarse a sí mismos, tan apenas mencioné el papel de muchos de estos muros en el sostenimiento de los forjados de planta y cubiertas que pueden apoyar directamente sobre ellos, ya que intentaré volver sobre este asunto en el apartado dedicado a las cubiertas. Aunque cierto es que el empuje de estas estructuras horizontales es el responsable de buena parte de los problemas que tratan de mitigar o evitar diversos recursos como las cadenas y los esquinazos.

Cuando un muro cumple esta función de servir de apoyo al peso de la cubierta -o a cualquier otro como el de un forjado de planta- recibe el nombre de muro de carga y, por motivos obvios, tenderá siempre a evitar en la medida de lo posible los huecos en su conformación. Es por esto por lo que en algunos casos en los que es estrictamente necesario garantizar una importante abertura en un muro habrá que desarrollar unas estructuras verticales cuya finalidad sea recoger el peso de la estructura superior correspondiente en unos puntos concretos y descargarlo en el suelo de tal manera que una de las paredes que cierran una construcción quede completamente abierta salvo por unas estrechas franjas, los propios elementos de soporte: los pilares.

En las construcciones pastoriles de la comarca de Monzón, resulta especialmente interesante el estudio de sus pilares puesto que, al quedar diáfana la comunicación entre el cubierto y el raso en la mayoría de los corrales estudiados, tal como ya se analizó en uno de los capítulos anteriores, serán los pilares los elementos más adecuados para la resolución de esa parte de las parideras.

Como ya resulta habitual, hay una gran diversidad en los materiales y el aspecto final que toman estos pilares pero entre ellos, sin duda, los más insólitos son los que todavía conserva la paridera junto al Valle del Castillo 

(Ilustr. 84) Frente del cubierto de una paridera junto al Valle del Castillo

pues son en realidad auténticas columnas de piedra con fuste cilíndrico (Ilustr. 85) compuesto por tres tambores más una pequeña basa de sección cuadrangular. Resulta difícil explicar este empleo de columnas en una construcción que, a pesar de presentar en general un buen acabado en sus elementos arquitectónicos, no destaca tanto entre las demás como para haber hecho uso de un elemento nada común y, por tanto, muy complicado de conseguir.

Otros pilares poco comunes son los del Corral de Monte Pallarols pues se componen de piedras sillares provenientes de los restos de una construcción anexa de gran calidad, probablemente una edificación religiosa de relativa antigüedad. Y aunque el empleo de sillares no se vuelve a repetir, sí que aparecen varias veces las piezas trabajadas de sillarejo (Ilustr. 86), resistiendo frente al derrumbamiento de otros aparejos y estructuras que les acompañan, o las mas irregualres de los mampuestos (En la paridera de los Lunas y en la situada en la Sardera Baja) que pueden estar asentados con mortero de arena o, si son producto de reparaciones más actuales, con mortero de cemento.

El ladrillo macizo es un material tradicional muy poco usado en la arquitectura pastoril de la comarca y sin embargo puede formar parte de alguno de estos pilares de cubiertos, tanto en solitario (Como en la paridera en Ripol.) como con un basamento de mampostería (Ilustr. 87). Algo más frecuente en estos usos es el moderno ladrillo hueco que, según un testimonio oral, era el material utilizado corrientemente hace unos años en los pilares de muros de adobe pero que, al quedar expuesto al aire libre, vuelve a demostrar su poca resistencia. Quizás debido a esta poca resistencia, o tal vez a la mejora de prestaciones del bloque de hormigón, este último material ha venido a sustituir al ladrillo hueco en la conformación de los pilares, tal como pude comprobar recorriendo la comarca y tal como me contó el albañil al que entrevisté en Fonz refiriéndose en general a las construcciones de su zona de trabajo.

El bloque de hormigón es un material habitual en los pilares de las modernas construcciones, aunque también pueden encontrarse pilares de hormigón armado (Y también pueden ser, aunque menos frecuente, de acero.) o prefabricado, de sección cuadrada o circular. En realidad, los cubiertos en la actualidad se realizan mayoritariamente con estructuras prefabricadas o de hormigón armado compuestas por pilares y vigas o cerchas. Su utilización ha supuesto un gran adelanto en la construcción de instalaciones de albergue para ganado ovino ya que resuelven a partir de una sola pieza, modular, resistente y relativamente económica, varias cuestiones que habían traido de cabeza hasta ese momento a los albañiles: se consigue un amplio espacio diáfano para resguardo de los animales, siendo posible dejar uno de sus lados largos -el que da paso al descubierto- casi completamente libre, actuando en el otro como pilares encastrados que proporcionan mayor seguridad al muro de bloque de hormigón y, por último, solucionando definitamente el soporte de la techumbre, que queda de esta manera literalmente integrado en todo el conjunto.

Como variante de los pilares cuya función principal es sostener la techumbre, también pude encontrar en varias casetas levantadas en adoba un pilar encastrado en el muro sobre el que descansa el piletón, la viga de cumbrera que ocupa la arista superior de un tejado y sobre la que apoyan todas las transversales y con ellas toda la cubrición de la techumbre. Estos pilares pueden ser de sillería o sillarejo (Como en la caseta de una paridera junto al Valle del Castillo. ) o, en una caseta junto al Camino de San Valero, de adobas colocadas a soga. Además pueden cumplir una función mixta si presentan algunas piezas trasversales pues de esta manera, además de sostener la viga principal del tejado, actúan como cadenas que mejoran la trabazón del muro de adoba.

En algunos casos, con el paso del tiempo, los sistemas puestos en marcha para ofrecer una resistencia adecuada al empuje de las techumbres se revelaban insuficientes y entonces era el momento de intentar remediar la situación mediante la colocación urgente de uno o varios maderos apoyados en el suelo y encajados mediante un cuña a una de las vigas principales de la techumbre. Esta solución, en principio provisional, puede acabar siendo definitiva en caso de la buena respuesta de la techumbre o, simplemente, del poco uso de la construcción, (Así parece que ha ocurrido en la Caseta de Corvinos, en una situada en el Vedau y en uno de los dos cubiertos de una paridera situada en la Sardera Baja.) aunque podían utilizarse asimismo otro tipo de puntales de obra que resultaran más duraderos, como en un cubierto de una paridera al que se le añadió un pilar de ladrillo hueco acompañado de otro tipo de recursos estudiados en el apartado anterior como los contrafuertes.

 

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