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CONSTRUCCIONES PASTORILES EN LA COMARCA DE MONZÓN                                                       Felix A. Rivas

 

 El muidero o mosal

 

La acción de ordeñar las ovejas podía realizarse en un emplazamiento usado normalmente para otras tareas como una cuadra (Acín, 1997, 140) o un cletau, tal como acabamos de comprobar. En otras ocasiones se aprovechaba una pared maestra de un edificio para cercar uno de sus lados con cletas de madera (Beltrán Martínez, 1989, 53) o un pasillo estrecho dentro del corral (Acín y Satué, 1983, 14).

En algunos lugares concretos del Alto Aragón, sin embargo, se han descrito unas construcciones cuya única función era la de servir de lugar de ordeño. Eran una especie de corral alargado formado por tres paredes en forma de U (Acín, 1997, 138, Krüger, 1995 a, 87, Pallaruelo, 1993, 49 y Satué Sanromán, 1997, 74).

Entre los documentos publicados que se refieren a la regulación de la actividad ganadera en el siglo XVI, se encuentran unas capitulaciones entre los ayuntamientos de Sallent y Lanuza que, entre otras disposiciones, incluyen una que prohibe causar daño a los musares y obliga su reconstrucción a quien los haya destruido (Gómez, 1992, 33).

Al parecer su distribución geográfica se limitaba a aquellas localidades en las que la elaboración de quesos era una de las actividades principales. En Escartín, un pequeño pueblo de Serrablo que ahora está deshabitado, se conservan varios levantados en piedra seca y todavía en buen estado en un cerro cercano a la localidad. Su temporada de uso era el final de la primavera y los inicios del verano, cuando el rebaño pastaba en los alrededores del pueblo. Se introducía el ganado en él de tal manera que quedaba apiñado al fondo de la construcción gracias a una cerca de madera que cerraba el único lado abierto y que iba avanzando conforme las ovejas iban siendo ordeñadas (Acín, 1997, 138-140).

Aparte de los pastores, en el mosal podían trabajar durante los días de mayor actividad varios jornaleros o jornaleras (Pallaruelo, 1988, 162).

 

En la Bal de Chistau quedó recogida una antigua práctica festiva en la cual esta construcción tenía un importante papel ya que la celebración del día 29 de junio, dedicada a San Pedro, comenzaba la víspera con la subida hasta los muñederos de los mayordombres que recogían la leche recién ordeñada, elaboraban con ella requesón, y lo bajaban al día siguiente a Chistén donde se repartía entre toda la población (Violant, 1950, 414-415).

 

Los términos que sirven para nombrar estas construcciones varían ligeramente según las comarcas en las que han sido recopilados: muidero (Krüger, 1995 b, 56, Pallaruelo, 1988, 162, Pallaruelo, 1993, 49 y Satué Oliván, 1996, 139), muidor (Acín y Satué, 1983, 14), mosal (Acín, 1997, 138, Beltrán Martínez, 1989, 53, Satué Sanromán, 1996, 25 y Satué Sanromán, 1997, 73-74), musal (Satué Oliván, 1996, 215) y musar (Wilmes, 1996, 228).

 

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