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CONSTRUCCIONES PASTORILES EN LA COMARCA DE MONZÓN                                                       Felix A. Rivas

 

 El mas o pardina

 

Diferentes nombres como mas, masada o pardina sirven para nombrar en Aragón una explotación de carácter agro-silvo-pastoril y, con frecuencia, también a los edificios situados en ella (Pallaruelo, 1983, 96, Pallaruelo, 1988, 157 y Ruiz, 1990, 7).

El estudio de este tipo de explotaciones y construcciones ha sido todavía muy poco desarrollado y, por ello, resulta difícil determinar si podría incluirse como una nueva tipología de construcción pastoril o si habría que considerar a los apriscos que forman parte de estos edificios dentro del grupo general de los corrales para ganado ovino.

 

En general, el mas se compone de una casa a la que se añaden diferentes construcciones anexas como pajar, horno y corral (Carbó y Romero, 1981, 583, Pallaruelo, 1983, 97 y 100, Pallaruelo, 1988, 158, Rábanos, 1993, 18, Rábanos, 1996, 266 y Ruiz, 1990, 7) aunque en algunas zonas puede presentar un conjunto más sencillo formado por caseta, borda y corral (Pallaruelo, 1988, 158).

 

Sobre el desarrollo histórico de estas construcciones hay publicado algún estudio específico (Casabona e Ibáñez, 1991-1992). Posiblemente su origen se remonte a la Edad Media (Pallaruelo, 1988, 158) cuando, a partir de siglo XIII especialmente, el proceso roturador y la importancia creciente de la ganadería serían las causas de su mayor desarrollo (Ruiz, 1990, 9). Es posible que en un origen fueran un hábitat permanente pero, en algunos casos desde hace siglos, se convirtieron en habitación temporal (Rábanos, 1996, 266) de pastores y ganados, llegando algunas a ser habitadas de forma continua casi hasta nuestros días (Pallaruelo, 1983, 101 y Pallaruelo, 1988, 158).

 

La distribución de los mases o pardinas en Aragón aún está por determinar. Conocemos su presencia en el Sobrarbe (Pallaruelo, 1983, 98 y Pallaruelo, 1988, 157) y en el Somontano (Pallaruelo, 1983, 101 y Rábanos, 1993, 23-24) aunque algo más al sur, en Monegros, también se constata su presencia (Tella, 1998, 243). La otra importante zona de presencia del mas es la parte sudoriental de la provincia de Teruel (Carbó y Romero, 1981, 581 y Ruiz, 1990, 7). En el resto de Aragón habría que continuar investigando sobre las diferentes formas de hábitat temporal o permanente de poblamiento disperso, entre las que una de la más significativas es la torre en el Valle del Ebro, y el papel de la ganadería en ellas.

La ubicación de los corrales en los mases puede ser de manera anexa a la casa principal, de manera aislada, dentro de la finca y tendiendo a su límite, o en el monte comunal (Ruiz, 1990, 26).

 

Sobre el material del que están construidos los corrales de los mases solo sabemos que en algunas zonas se diferencian del resto de los edificios de la explotación por ser de adobe (Carbó y Romero, 1981, 583) y que hay algunos casos de construcción de nuevos mases con materiales modernos (Tella, 1998, 251).

En cuanto al cubierto del corral sabemos que cuenta con comederos además de una escalera de mano o fija para acceder al pajar, que se encuentra en el piso superior y en el que existía un camastro que ahora ya no se utiliza (Carbó y Romero, 1981, 585).

 

En la comarca de Gúdar-Javalambre, los corrales podían ser el elemento prioritario a la hora de arrendar los terrenos de pastos ya que estaban unidos a ellos (Ruiz, 1990, 58). Generalmente, el rebaño permanecía en el corral anexo a la masada desde noviembre hasta primavera y los corderos recibían su primera alimentación en el corral aunque, en cuanto podían, salían a pastar con el rebaño (Ruiz, 1990, 49). En la actualidad los mases en esta zona cumplen dos funciones principales en los sistemas de explotación extensiva del territorio: aportan sus corrales y sirven como hábitat temporal (Ruiz, 1990, 72).

En algunas zonas del Valle del Ebro, las torres también servían de refugio a los pastores que aprovechaban junto a sus rebaños los pastos de invierno de la Tierra Baja e incluso como asilo para la población en general durante la Guerra Civil de 1936 (Castillón, 1995, 188 y 251).

 

Han sido recopilados varios relatos de tradición oral que explicaban mediante un episodio legendario el origen del nombre de un mas o, en algún caso, un suceso extraodinario ocurrido en uno de ellos (Quintana, 1997, 120-121, 163-164 y 183).

 

A pesar de la importancia de estas construcciones como refugio y lugar de nidificación para la fauna silvestre (Tella, 1998, 243), la actual pérdida de importancia del ganado ovino (Ruiz, 1990, 78) y la desaparición de algunos sistemas tradicionales de manejo de la ganadería ha llevado a que los mases de algunas zonas se encuentren abandonados (Marco, 1998, 26 y Tella, 1998, 243) y, en su gran mayoría, en ruina (García y García, 1993, 39 y Pallaruelo, 1988, 158).

 

Las propuestas que apuntan a su mantenimiento tienen en cuenta en Gúdar-Javalambre la necesidad de mejora y adecuación de las instalaciones para la actualización de las explotaciones (Ruiz, 1990, 80) y, en Monegros, su importancia medioambiental que sugiere la posibilidad de mantener una red de mases y corrales seleccionados (Tella, 1998, 252).

 

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