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CONSTRUCCIONES PASTORILES EN LA COMARCA DE MONZÓN                                                       Felix A. Rivas

 

 Forjados de planta y pavimentos

El problema de crear superficies horizontales que sirvan de base a los pisos superiores de aquellas construcciones que los poseen puede ser resuelto a partir de técnicas de abovedamiento, solución que se utilizará en algunas cubiertas pero no en este caso, o por el más sencillo método de elaborar una trama (Abad, 1997, 47) de diferentes elementos superpuestos que pueda volar entre paredes y resistir cierto peso encima, normalmente no excesivo.

La forma constructiva más utilizada para resolver estas superificies horizontales consiste en colocar vigas de madera, que solía ser de pino en las viviendas del extremo septentrional de la comarca y que pueden proceder de otros árboles como los chopos en las contrucciones pastoriles analizadas, encajadas directamente en el muro a medida que éste va creciendo en altura, de tal manera que acaban por quedar también empotradas por su parte superior. Testigos de este procedimiento propio de pequeñas superficies (Abad, 1997, 50) son los huecos dejados por la retirada de los maderos (Ilustr. 74), una vez que ha caido en desuso el piso superior, (Así ocurrió en la Caseta de Serapio o de los Costianos y en una de las de la Valle del Mas.)o incluso los mismos maderos en alguna ocasión. Estos maderos se cubrían por cañizos, (En una ocasión los vi sustituidos por un tejido formado por delgadas cañas entrelazadas. Fue en un edificio auxiliar de la Torre de Espluga en la zona de Palau en Fonz.) que se fijaban a las vigas con clavos, y sobre ellos se echaba directamente una capa de argamasa que resulta difícil identificar debido al desgaste producido en los casos en que esta capa se conserva. Por lo observado, y por analogía con otras construcciones populares de la vecina comarca del Somontano de Barbastro (Naval, 1988, 133), el material empleado para compactar por encima los cañizos y servir de suelo al nivel superior podía ser mortero de barro o de cal, añadiéndole yeso o incluso estar formado únicamente por éste último mineral (El testimonio del albañil de Fonz entrevistado corrobora esta idea, al menos en la construcción de casas en las que se empleaba "yeso del pais".) que, a su vez, podía mezclarse con aceite para obtener un cierto color tostado y una aspecto más compacto. Por debajo, se deja en todas las ocasiones al aire los cañizos (Así ocurre al menos en la caseta situada cerca de la carretera entre Monzón y Almunia de San Juan, en una en el Vedau y en otra en los Sosiles Bajos.) sin colocar nunca el cielo raso salvo en un caso en el que, siguiendo un modelo más propio de edificios de vivienda, para cubrir los huecos entre los maderos se construían unas falsas bóvedas, llamadas entre otras maneras reboltones. Mediante un molde recuperable de madera con forma ligeramente convexa se sujetaba al hueco entre madero y madero, posiblemente cubierto por encima con cañizos, una mezcla de yeso y pequeños cascotes (Gargallo, 1992, 37) que, al "morir" el yeso, presentaba una gran resistencia y conservaba las marcas de las tablas que conformaban el molde de madera.

(Ilustr. 98).Aspecto inferior del forjado de planta de una caseta junto al camino del Tozal Gordo.

Una versión moderna de estos forjados de planta es la que se realiza con viguetas de hormigón, bovedillas cerámicas o de hormigón y, finalmente, una capa de compresión a base de mortero de cemento.

Entre los pavimentos situados sobre un forjado de planta, además de los ya citados de mortero o yeso, hay que destacar un raro ejemplo aparecido en la maltrecha Paridera de Borgiles. En ella, de manera sorprendente, se coloca sobre la capa de mortero de arena, que a su vez apoya sobre cañizos y vigas de madera, un firme de grandes losas rectangulares de notable espesor (Ilustr. 99) y con juntas muy ajustadas que forman una superficie bien nivelada y que, al contrario de lo que parece mostrar este ejemplo, solía reservarse para plantas bajas o para plantas con soportes abovedados (Acín coord, 1985, 81).

Y entre los pavimentos de suelos de corrales y casetas en general, resulta difícil aportar datos concretos de nuevo por su difícil observación y mala conservación pero, casi con toda seguridad, los más difundidos serían los sencillos suelos de tierra humedecida y apelmazada (Gargallo, 1992, 37) que siguen considerándose óptimos para las parideras construidas en la actualidad.

 

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