CONSTRUCCIONES PASTORILES EN LA COMARCA DE MONZÓN Felix A. Rivas
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La paridera o corral Las explotaciones - Sistemas de producción Siguiendo la propuesta de un tratrado actual de producción ovina (Sierra, 1996, 102-104), los sistemas de producción presentes en España pueden clasificarse teóricamente en cuatro tipos, atendiendo al grado de dependencia y conexión de los animales con su entorno (Garcés, Díaz, Fernández y Torres, 1995, 28) y, por tanto, al nivel de extensificación o intensificación que presentan: . Extensivo tradicional. Se define por una nula estabulación, funcionando mediante el pastoreo conducido o en grandes cercados. El manejo es tradicional y rutinario, las instalaciones anticuadas y la alimentación complementaria a los pastos mínima. Por todo ello la intensidad reproductiva es baja y la rentabilidad depende de la época de parto y del coste de la mano de obra por oveja. A su vez, puede dividirse en pastoreo estante o trashumante, pudiendo ser éste último de diferente duración y lejanía en los desplazamientos. . Semi-extensivo. Es un sistema tradicional mejorado en el que, aunque sigue siendo muy dependiente del pastoreo, el ganado se estabula por la noche en incluso durante la lactación y se practica la alimentación complementaria. Las instalaciones son mejores, especialmente en cuanto a la racionalización del manejo del ganado y a la sanidad más eficiente. . Semi-estabulado. Supone una combinación de aprovechamiento de los recursos naturales de los pastos con el apoyo alimenticio en el corral y una atención concreta en las fases productivas gracias a la mayor estabulación. Con todo ello se logra una buena intensificación productiva. . Estabulado. Este sistema requiere animales que permitan un aumento de la producción o del precio del producto, un descenso del coste de alimentación, un mayor rendimiento laboral y una optimización de los costes de las instalaciones. Según esta clasificación, el periodo de estabulación del ganado, la existencia o no de alimentación complementaria, la intensidad reproductiva, (Demasiado tarde tropecé con este impoartante criterio por lo que en ningun momento apareció en mis cuestionarios ni en las conversaciones con los pastores, y por ello me será imposible tratarlo en el siguiente análisis) la calidad de las instalaciones y el rendimiento de la mano de obra son factores fundamentales a la hora de describir una explotación y, por tanto, lo serán asimismo a la hora de analizar las construcciones que utiliza. Una vez tenido esto en cuenta, intentaré contrastar esta clasificación con lo que he podido encontrar en mis visitas y mis entrevistas con los pastores de la comarca, aprovechando para describir todo aquello de interés que pueda recopilar sobre la actividad ovina de la comarca de Monzón.
- Periodo de estabulación La duración de la permanencia del ganado en el interior de los corrales, con respecto a los corderos recién nacidos, es como mínimo de unos días en todas las explotaciones que he conocido y en todas de las que me han hablado. En algunas explotaciones, como en Santalecina y Selgua, los corderos se sacan a pastar cuanto antes, "al monte, en cuanto anda". En otros casos, como en Castejón del Puente y Valcarca, solo se saca el ganado que no cría, el bazibo. (El bazibo o vacío está compuesto por los machos sementales y las hembras sin cría) En algún caso, las ovejas permanecen durante quince días con sus corderos y no se sacan ni siquiera los mardanos, "solo salen las de pa vida". El siguiente nivel, mucho menos común, es ya la estabulación total que, según me contaron, se lleva ya a la práctica en dos explotaciones situadas en Fonz y Pueyo de Santa Cruz. Este itinerario hacia la estabulación total parece no convencer a algún pastor de cierta edad, "con estabulación no funciona", aunque un joven ganadero de Castejón del Puente apunta, junto a muchos expertos sobre el tema (Garcés, Díaz, Fernández y Torres, 1995, 33-34), que es una de las tendencias que van a seguir las explotaciones de ganado ovino que continúen con voluntad de futuro. Este ganadero me explicaba que ante la escasez y el alto coste de la mano de obra, y la necesidad de incrementar la productividad, solo caben dos soluciones: o caminar hacia la extensificación con la presencia mínima del pastor gracias a las grandes extensiones de pastos vallados (cuestión poco probable en la comarca por su minifundismo en la propiedad y los usos del suelo) o tender a una intensificación con una visión empresarial de la explotación. Efectivamente, los más modernos planteamientos en la mejora de las explotaciones ovinas tienden precisamente a la racionalización y control de todos los procesos de la explotación -llegando incluso a utilizar instrumentos informáticos-, a la mecanización de la composición y el reparto del alimento, a la máxima seguridad sanitaria y al aumento de la reproductividad, con el fin último de incrementar la producción por unidad de superficie, mejorar la productividad de la mano de obra (Garcés, Díaz, Fernández y Torres, 1995, 30 y Serrano, 1996, 12) y lograr, de esta manera, la normalización de las condiciones laborales de los trabajadores de la explotación (los, cada vez menos menos, pastores) mateniendo, por supuesto, la rentabilidad de todo el sistema (Torres, 1995).
- Tamaño y composición de los rebaños "Cada vez hay menos rebaños y los que quedan son más grandes", esta frase de un pastor de Cofita puede resumir la evolución actual del número y tamaño de las explotaciones en la comarca, así como en todo Aragón. Como me dijeron en Fonz, "antes doscientas o trescientas ya era un rebaño grande", y en las últimas décadas el tamaño medio de las explotaciones no ha dejado de crecer. En la actualidad he podido atestiguar la presencia de rebaños de 200 o 400 cabezas aunque otros tenían 600, 700, 800, 1.300 e incluso más. Por lo común, las explotaciones de mayor tamaño suelen organizarse en varios rebaños manejados cada uno por un solo pastor, al menos en su salida a pajentar. (Pajentar: apacentar o pacer) Estas divisiones suelen responder asimismo al objetivo de normalizar los grupos de ganado, facilitando de esta manera su manejo, tal como ocurre con una explotación de Alcolea de Cinca que se divide en dos rebaños, uno con el ganado de cría y otro con el bazibo.( Ésta es una de las divisiones más corrientes de una explotación de ovino en lotes por estados productivos (JORDÁN,1988, 161) ) Aunque el ganado sobre el que se sustenta, lo mismo hoy que antaño, la existencia de estas explotaciones sean las ovejas, no se pueden ignorar la presencia de algunas cabras en cada rebaño. Tampoco muchas, porque como me dijeron en Albalate de Cinca, la cabra "es muy mala y hay que estar siempre con el pote ( Se refería a la difundida práctica de elaborar una pasta con agua y excremento de perro y rociar con ella los brotes mas bajos de los árboles frutales que, por su fuerte olor, las cabras renuncian a comer. ) echando en las oliberas y eso". A pesar de ello, la cabra no deja de ser un animal muy útil: sirve para guiar al rebaño en los recorridos trashumantes y de ella se puede aprovechar la leche para el consumo humano o para criar a algún cordero. También es relativamente importante la venta de cabritos, que podía concentrarse en cierta ápoca del año. Según me contó un pastor de Pueyo de Santa Cruz, hace unos años "se solían dejar uno para cada casa pa la fiesta de mayo, el 3 de mayo, y la víspera se mataban. Ha habido fiestas que llegué a matar cuarenta y tres".
- Los pastos Un complemento esencial de la explotación son los pastos, base de la alimentación de las ovejas en todo tipo de explotaciones salvo en las más intensificadas, y que desde siempre han supuesto uno de los principales gastos y preocupaciones de ganaderos y pastores. Los terrenos de pastos comunales están presentes en casi todos los términos de la comarca (he podido registrar en las entrevistas los de Alcolea de Cinca, Almunia de San Juan, Castejón del Puente, Fonz, Pueyo de Santa Cruz y Selgua) aunque su extensión nunca es muy importante y suelen localizarse además en zonas de monte de secano con escasa presencia y calidad de pastos que, como me contaron en Almunia de San Juan y Castejón del Puente, solo son "para un día que llueve y no se puede entrar en los campos de labrar". En la última de estas dos localidades, el sistema de cobro por el empleo de estos pastos era pagando un tanto por oveja al ayuntamiento. Otros pastos que se corren (Correr: llevar a apacentar el ganado a un terreno concreto. ) pertenecen al mismo dueño del ganado y otros se utilizan en régimen de alquiler. Aunque el pago de este alquiler en la actualidad es por medio de una cantidad de dinero determinada entre el dueño de las tierras y el ganadero, antaño podían utilizarse otros procedimientos como llevar algunas ovejas ajenas dentro del rebaño -Pueyo de Santa Cruz-, ceder el estiércol que se producía dentro del corral y que tenía una importante utilidad agrícola como abono para las tierras -Fonz- o la lana resultante de esquilar las ovejas y que se entregaba el 3 de mayo -Almunia de San Juan- a cambio de poder pajentar en ciertos terrenos. En la actualidad otra práctica que cada vez se extiende más es la de sembrar algunos campos con plantas forrajeras (Orgaz, 1974, 10) o, incluso, con hierba para pastos. Por otro lado, he podido recoger bastantes voces que protestan acerca de la disminución en la disponibilidad de los terrenos para pastos en una comarca como la de Monzón de abrumadora agricultura de regadío. Me hablaron de las consecuencias de la mecanización de las labores agrícolas que permite dejar durante menos tiempo los campos inactivos y, por tanto, aptos para ser corridos por el ganado. Además hubo una opinión unánime en contra de la PAC y de la política de subvenciones a la siembra que perjudican enormente a la ganandería al reducir todavía más la disponibilidad pastable de los terrenos agrícolas.
- Influencia medioambiental y trashumancia Este análisis de los diferentes sistemas de explotación del ganado ovino no puede reducirse a una visión únicamente productivista y antropológica, también es necesario contemplar su influencia sobre la conservación y mejora del medio natural en cuanto a sus posibles adaptaciones a las diferentes disponibilidades vegetales entre las distintas zonas geográficas que ocupan (Lavín, Mantecón y Giráldez, 1996, 11 y 13). Esta adaptación a los recursos de su entorno aparece ya en un área reducida respecto al corral o sede de la explotación, a la hora de elegir el emplazamiento de la construcción así como, día a día, el itinerario del pastoreo. La disponibilidad vegetal presenta asimismo unas variaciones estacionales que los pastores de la comarca de Monzón conocen y tratan de aprovechar en diferentes escalas de desplazamientos. Así en Fonz el área de Palau, antes de ser reforestada con pinos, era una zona de pastos invernales que solo utilizaba el bazibo( Esto podría explicar el mínimo tamaño de alguno de sus corrales como el de Balero ), o en Cofita me contaron la posibilidad de que si quedasen parideras en pie, o las construyeran, en el monte común con Fonz podrían dividir su ganado en dos rebaños, uno de los cuales "estaría contino ( Contino: continuamente )arriba en primavera". Aparte de estos empleos estacionales de determinadas zonas en la cercanía de las localidades, con sus respectivas construcciones pastoriles, otro proceso muy importante y decisivo ha sido la continuidad de los sistemas trashumantes. La primera de sus dos modalidades -ambas con presencia en esta zona- es la normal o descendente en la cual la residencia del ganadero se situa en los altos valles pirenaicos y el ganado pasa, de manera aproximada, el verano en los prados de los altos puertos y el resto del año ha de alquilar pastos en la tierra llana del Valle del Ebro. La segunda es la ascendente, en la que el ganadero reside todo el año junto a su ganado en el valle y sube con todo o parte de su rebaño a pasar el verano a los puertos alquilados en la montaña (Pallaruelo, 1988, 66-68). A falta de una investigación más específica, he podido comprobar que ambos sistemas se encuentran todavía en funcionamiento, incluso con una relativa buena salud( Tal como recogen las Conclusiones de la I Jornada sobre Pastoralismo y Trashumancia celebrada dentro del Salón de Ecología y Medio Ambiente de Barbastro Senda´97, el pastoralismo y especialmente su vertiente trashumante ejercen "un papel insustituible para la preservación del paisaje y los ecosistemas" por lo que, aunque habrá de ser la rentabilidad económica de estas actividades las que marquen su viabilidad, deberían de establecerse "una serie de medidas de apoyo para evitar su abandono". ), aunque eso sí muy disminuidos con lo que debió de llegar a ser antaño, y en algunos casos haciendo uso de camiones. En la primera de las modalidades que se han definido, la normal o descendente, la comarca de Monzón recibía rebaños de una amplia zona del Pirineo Aragonés como la Bal de Broto y La Solana (Baselga, 1999, 211) en Alcolea de Cinca, la Bal d'Ansó y la Bal de Puértolas en Valcarca, la Ball de Benás en Binaced (Pallaruelo, 1993, 57), la Vall de Castanesa en Selgua (Pallaruelo, 1993, 58) o, todavía en la actualidad, de Bonansa y Espés d'Alt en los llanos de Estiche de Cinca entre los que se encuentra el caserío de La Oresa. Otros puntos de llegada conocidos eran el monte de Casasnovas, los terrenos de Conchel, los llanos de la Alegría y la finca del Adamil en Monzón (Castillón, 1995, 188 y 255). La trashumancia ascendente recoge ejemplos mucho más abundantes ( En una sola localidad, Pueyo de Santa Cruz, me aseguró un pastor que nunca se había subido a puerto. )y todavía un buen número de rebaños de la comarca la practican o lo hacían hasta hace unos pocos años en localidades como Alcolea de Cinca, Almunia de San Juan, Binaced, Castejón del Puente, Cofita, Estiche de Cinca, Fonz y Monzón (Pallaruelo, 1993, 56). Los destinos son de nuevo muy similares a los puntos de origen de las cabañas descendentes: la Bal d'Ordesa, la Ballibió, la Bal de Puértolas, la Balle Berde o Pineta y la Ball de Benás.
- Pastores y ganaderos De la antigua composición de grupo pastoril por un mayoral y un rebadán ( Rebadan: zagal )de 10 u 11 años que le servía de ayudante no queda en la comarca más que el recuerdo, pues en los actuales grupos pastoriles, en el caso de que la explotación sea suficientemente grande, conviven cotidianamente el propietario con sus pastores contratados. Otras veces el propio ganadero hace de pastor único de su rebaño llegando a llevar una cantidad importante de cabezas ( De los que conocí, fue un joven pastor de Castejón de Sos el que manejaba un rebaño mayor: 1.300 cabezas ), a las que se pueden sumar unas pocas de otros propietarios cuyo número no es suficiente para formar un hatajo, o es un pastor asalariado el que lleva íntegramente la explotación pudiendo incluir unas pocas cabezas de su propiedad en algún caso. Un pastor de Almunia de San Juan me contó un antiguo sistema de medianería por el que manejó un rebaño ajeno hace bastantes años recibiendo a cambio no un salario sino la mitad de los corderos que se criaban, siendo de nuevo la fecha de la entrega el 3 de mayo. Otro sistema de manejo que se recuerda es la dula, de la que me hablaron en Castejón del Puente, y en la que varios labradores contrataban a un pastor para que les llevase juntamente en un rebaño las pocas ovejas que tenía cada uno. Otro rebaño similar era la crabata ( De craba: cabra ) de Fonz, compuesta únicamente por cabras ( Era corriente la existencia de este tipo de rebaños en otras localidades altoaragonesas (PINILLA, 1991, 217 ) y que, cuando existía, encerraba en una pleta situada en una zona de solana. Y otro muy parecido es el rebaño de picullares que duró en Pueyo de Santa Cruz hasta algunos años después de la Guerra Civil de 1936 y que también debió de existir en Alfántega y Binaced. El de Pueyo se componía de ovejas y cabras, y su principal característica era que cada casa que tenía animales en él debía dar de comer al pastor un número de días proporcional al número de cabezas que aportaba. También en este pueblo se recuerda lejanamente que había un cabrero picullero que recibía las cabras de cada cual por la mañana y, al regresar por la tarde, cada animal se dirigía por si mismo a su respectiva casa.
- Propiedad y número de los corrales En cuanto a la propiedad de los corrales, tan solo en Cofita me informaron de la antigua existencia de parideras propiedad del ayuntamiento en el interior del monte comunal ( Quizá en relación con estas parideras de propiedad comunal pudiera estar una curiosa práctica que me contó un joven pastor de Fonz de su abuelo, también pastor aunque nacido en Tella. Cuando ya vivía en Fonz, siempre tenía tendido sobre el batiente de la puerta de su corral, situado en el mismo Fonz, un saco de tal manera que se veía tanto por delante como por detrás y no dejaba que nadie lo quitase nunca de ahí. ¿Podría ser un resto de una práctica similar a la que existía en Robres (CAPISTROS, 1997, 6) para preservar el uso de uno de estos corrales comunales durante un tiempo determinado? ) pues en otras zonas, como en Alcolea de Cinca, si las hay en ese emplazamiento son de propiedad particular. En general, las actuales explotaciones suelen emplear corrales alquilados que, a veces, entran dentro del arriendo de una partida de pastos cuando están en su interior, o de su propiedad, en la mayor parte de los casos construidos recientemente por el mismo propietario del ganado. El número de corrales usado por explotación depende de su tamaño así como de su posible división en diferentes rebaños y de la localización de las tierras disponibles para pastos. Junto a la situación más común de un solo corral por explotación, he conocido algún caso en el que se hace uso de hasta tres parideras complementadas por otras estructuras como corrales desmontables y pastores eléctricos.
- Las faenas diarias El desplazamiento hasta las parideras situadas lejos de las poblaciones es una de las incomodidades que más nítidamente recuerdan los pastores retirados pues antaño tenían que hacerlo a pie o a lomos de una caballería, habiendo de invertir a veces un tiempo considerable según fuera la distancia. Alguno todavía recuerda asimismo los años durante los que tuvo que emplear la bicicleta con el mismo objetivo aunque, con la generalización de los vehículos a motor, la moto y el coche se han convertido en dos instrumentos de gran ayuda para lograr cierta comodidad en estos desplazamientos que pueden presentar, aun a pesar de todo, una distancia considerable pues algunos pastores han de trasladarse cada mañana, por ejemplo, desde Albalate de Cinca a Binaced o Santalecina, o desde El Tormillo a los términos de Estiche de Cinca y Pomar de Cinca. Al llegar a la paridera por la mañana una de las primeras tareas de los pastores continúa siendo revisar entre el ganado buscando las ovejas que han parido esa misma noche. Uno de los factores fundamentales que garantizan la supervivencia del cordero recién nacido es el aporte de defensas y alimento que supone el calostro o primera leche de la oveja recién parida y, después, su aceptación por parte de su madre o de otra oveja que pueda comportarse como tal. En ocasiones, el pastor tiene que intervenir de manera activa para garantizar que cada cordero disponga de su respectiva madre o suplente. Esta situación puede darse a causa de que la oveja recién parida se niegue a aceptar o amar a su cría ( Con mucho humor, un pastor de Castejón del Puente llamaba a estas ovejas, "modernas". ) o cuando, a raiz de la muerte de un cordero, se pretenda engañar a su madre para que acepte como tal a otro huérfano o cría de una oveja que ha parido dos o tres corderos y que, por tanto, le resulta difícil alimentarlos. En este segundo caso el procedimiento consiste en arrancar la piel ( En Fonz me dijeron espellotar ) al cordero muerto y ponérsela al que se pretende que adopte la oveja para que ésta identifique el olor de su verdadera cría. En Albalate de Cinca un pastor me contó además que había que "refregarlo y dárselo por detrás, nunca por la cara, porque como no tiene pelo no huele al de la madre". El siguiente paso, común en los dos casos, es atar una pata delantera de la oveja al suelo, a una estaca o una arandela incrustada en él, para que no pueda escapar y acabe acostumbrándose al cordero. Podía hacerse, por lo que me contaron, tanto en el cubierto como en el raso aunque en algún caso se hace en una caseta, que puede ser la antigua para los pastores o incluso en una furgoneta reutilizada, como en una paridera en las afueras de Valcarca. Normalmente se encierra a la oveja y al cordero juntos durante un tiempo, "a veces solo una noche, otras una semana", en un departamento que puede estar formado por una cerca de baranas de madera, de vallas de metal o de palés. En Fonz, otra manera de forzar el ahijamiento es pegarle unos chillos ( Chillo: grito. ) y unos golpes a la oveja y, cuando la paridera estaba aislada en el monte, también se podía dejarla atada fuera para que le hicieran miedo los perros o, incluso, para que el pastor se levantara durante la noche a asustarla él mismo. En Albalate de Cinca se podía facilitar la operación dejando un poco de pienso junto a la oveja, que se prefería encerrar en un sitio oscuro toda la noche, como una zolle ( Zolle: pocilga ) o un garito formado por pacas de paja o alfalfa al que se podía añadir otra en la parte superior para que el animal no pudiera saltar. Al igual que en Fonz, si el ahijamiento tardaba en producirse, se podía "pegarle algún estacazo" o que el perro le asustase, incluso con "algún mueso ( Mueso: mordisco ) pa que ella cogiera miedo". Finalmente, podía probarse a cambiarlas a algún lugar más oscuro todavía. En muchas parideras, la cuadra o parte de ella se encuentra dividida en estajes, formados por vallas de metal y antiguamente por baranas de palos, en los que se encierran las diferentes divisiones del rebaño que pueden establecerse por diferentes edades como en la Paridera de la Minglana o, lo más común, por una separación entre las recién paridas acompañadas de sus corderos y el resto del rebaño entre el que también pueden aislarse las que van a parir próximamente. Estas divisiones facilitan el manejo y la planificación de cuestiones importantes como la alimentación o la venta de los animales a una edad o un peso determinado. Una de las tareas más habituales entre los pastores antes de sacar el rebaño a pastar es, por tanto, "separar las madres de los corderos que se'n quedan". Para hacerlo se puede ir cogiendo oveja por oveja con el palo acabado en gancho que usan habitualmente algunos pastores o se las puede conducir a que pasen por una puerta a otra parte del raso o cubierto impidiendo con palos que lo hagan también los corderos que se van a quedar sin salir a pajentar. (Ilustr. 31) Ganadero y pastor impidiendo que los corderos salgan de una paridera en las afueras de Valcarca. Otra tarea diaria es la de identificar a cada oveja nacida que, si antiguamente se hacía con el señal en las orejas y la marca de pez periódicamente puesta en el lomo, en la actualidad se prefieren métodos modernos como el pintado de un color determinado con pintura de spray para identificar claramente a los animales que han recibido un tratamiento sanitario o se encuentran en una situación determinada. La alimentación es un tema clave que presenta ciertas variaciones. En general, los entrevistados coinciden en la apreciación de que ahora el pastor suelta durante menos horas al día y menos días al año, pues si llueve o nieva puede quedarse en el corral, y ha aumentado la alimentación dentro de la paridera que antes era casi inexistente (Pinilla, 1991, 209). Antaño, según me contaron en Castejón del Puente, daban una alimentación complementaria a las ovejas que criaban dos corderos y a las que eran viejas o se encontraban flojas. En Pueyo de Santa Cruz, también hace años, si había nieve o lluvia daban alfalfa al rebaño. En la actualidad, dependiendo del tipo de explotación, se le da de comer a ciertos grupos dentro del rebaño: la oveja que tiene dos corderos, cualquiera que está criando, solo a la recién parida y/o a los corderos. También se puede ampliar este aporte a todo el ganado en caso de que llueva en invierno, haga mal tiempo en general o escaseen los pastos. Los productos que se les dan pueden ser hierba seca, alfalze ( Alfalze o alfalz: alfalfa ) , ordio ( Ordio: cebada ) , granulado, maiz y paja aunque en algún caso no se hacía uso del granulado y en otros dependía del tipo de ganado: alfalz a las recién paridas y granulado y paja a los corderos, o granulado pero solo a las que crían si falta comida en el monte. Otro producto que se le sigue proporcionando a las ovejas es la sal. En Alcolea de Cinca me contaron que les dan sal cada cuatro o cinco días pero "arriba en la montaña" porque así "comen mucho mejor". En Castejón del Puente sin embargo tienen una bola de sal colgada en el interior del cubierto para "cuando están sin salir, se ve que en el campo lo cogen ellas". Incluso en Fonz se conserva un conjunto de piedras planas o "piedras de sal", al estilo pirenaico, en las que los pastores solían echar la sal para que el ganado la comiera "en jueves o por ahí, en viernes no o en cambios de luna" porque si no "se vuelven amorras ( Amorra: modorra, una enfermedad por la que a las ovejas se les "vuelve agua el cerebro" y comienzan a dar vueltas sobre si mismas hasta que mueren ) , locas y se replega ( Replegar: contagiar, extender. ) en el rebaño ( Se conocen asimismo otras prácticas de carácter mágico que los pastores del Alto Aragón realizaban en relación con la sal que se les daba a las ovejas. Una consiste en evitar que la luz de la luna llegue hasta la sal para lo que la cubrían con telas y sacos las noches de luna y otra era llevar la sal al cura para que la bendijera antes de echársela al ganado en la salera (ANDOLZ, 1998, 71-72 y 104 ) ". Ahora no hace falta porque tienen ya bloques de sal en el corral aunque, según me contaron, algún pastor todavía sigue haciendo uso de las "piedras de sal". El modo más tradicional de administrar la comida era mediante las comederas de madera que podían estar colgadas del techo y sujetas "debajo con dos estacas para que no se balancearan, y una vez que no se utilizaban para el verano se levantaban" y se guardaban colgadas en la parte superior de la pared de manera que no molestaran. También podían estar pegadas en el muro. Las más comunes son las que tienen patas, fabricadas por el carpintero de cada lugar. También hay pesebres de chapa y barandilla de hierro adosados a los muros. Los modernos silos o grandes depósitos en los que guardar el granulado y a partir de los cuales distribuirlo por los diferentes puntos de alimentación del corral han supuesto un gran ahorro de esfuerzo y tiempo. De ellos me hablaron en Albalate de Cinca. Suelen acabar en tolvas (Díaz y Garcés, 1995, 75), comederas con depósito y un mecanismo que descarga el alimento poco a poco según va siendo consumido, aunque también hay tolvas independientes que son rellenadas de manera individual. Otro paso más adelante son las comederas de gran tamaño preparadas para recibir las pacas de paja que se manejan con tractor solo con cortarles las cuerdas que las atan, tal como la que dispone la moderna instalación de Castejón del Puente. Poco a poco parece por tanto que, con el fin de reducir la mano de obra, se tiende a mecanizar y automatizar en la medida de lo posible el reparto de los alimentos hasta llegar, en casos extracomarcales, a la instalación de un molino para la preparación de piensos (Serrano, 1996, 12) o un cebadero informatizado y automatizado de corderos (Garcés, Díaz, Fernández y Torres, 1995, 29). En la actualidad, la orientación de todas las explotaciones pastoriles se encamina a la venta de carne. No existe por tanto el ordeño sistemático necesario en una explotación para leche aunque sí me han hablado de la existencia de salas de ordeño y de que en algunos casos se ordeña a las ovejas, "si no se les malmete ( Malmeter: echar a perder, estropear ) el braguero ( Braguero: ubres ) al algunas", y cabras en el mismo corral para elaborar queso fresco de consumo familiar. Una vez realizadas todas las faenas matinales en la paridera, los pastores y en especial si forman un grupo, pueden prepararse y dar buena cuenta de un fortalecedor almuerzo, tal como los que tuve la suerte de compartir en la casa de la Paridera de la Minglana o en la pleta de una paridera en las afueras de Valcarca. Si no, se sale directamente con el rebaño a llevarlo a pastar. En este recorrido, en algunos casos me contaron que se apuraban todas las horas de sol en cualquier momento del año, aunque en otros lugares como Estiche de Cinca y Pueyo de Santa Cruz durante la estación veraniega se regresa a mediodía, la hora de mayor calor, al corral donde los pastores comen y "lo que sí hacen es dormir la siesta". Con el atardecer se regresa ya definitivamente y suele haber poco que hacer en la paridera, comparado con las faenas de la mañana. Hasta mitad del siglo XX, debió de ser bastante corriente que los pastores que encerraban en un corral alejado de cualquier población, con el objeto de ahorrarse el duro y fatigoso camino diario, se quedasen a dormir de manera habitual en la paridera y "una vez a la semana bajábamos al pueblo". Dormían en la caseta anexa al corral en condiciones que se recuerdan con pesar. En Alcolea de Cinca un anciano pastor rememora que tenían luz "con un candil", en Fonz que "para invierno se dormía en el pallero", en Binaced que la cama era de "aliagas y encima pieles"... Otros lugares en los que pernoctaban los pastores han sido las torres, si estaban guardando un ganado trashumante durante el invierno (Castillón, 1995, 188), o una casa del pueblo más cercano, caso de una "mala temporada" y que la vivienda habitual estuviera demasiado alejada. Actualmente, en los contados casos que los pastores se quedan a dormir junto al ganado lo hacen en otras condiciones y circunstancias. En la Paridera de la Minglana me contaron que a veces se quedaban a dormir en el verano por la necesidad de madrugar para apurar las horas de sol menos calurosas y, sobre todo, por la necesidad puntual de realizar otras faenas agrícolas como regar por la noche. En Castejón del Puente me hablaron del serio problema que supone el robo de ganado ante lo que un pastor se quedó a dormir durante todo un verano en la Torre Cardiel. En el mismo pueblo también un joven pastor me relató que hace unos años había pasado una temporada durmiendo junto al rebaño en el monte, "en el coche", a causa de las malas condiciones del corral que solía utilizar. Una actividad que ha de realizarse de manera más o menos periódica dependiendo del tamaño del rebaño y su forma de manejo es contarlo. Esta operación se realiza, según me han dicho, para calcular las cifras de las primas que paga la Unión Europea aunque también "cuando se tiene alguna duda". El emplazamiento donde se iba contando a los animales era antiguamente "un sitio estrecho, en el corral o en un camino en un sitio aparente" aunque lo más normal era una puerta de la paridera. En la actualidad, algunos pastores continúan empleando una puerta del corral y otros se ayudan de la práctica manga de manejo, ya comentada con anterioridad.
- Tratamiento veterinario Un último apartado fundamental es el tema de la protección y tratamiento sanitario de los animales y los corrales. Todavía se practican o conservan algunos métodos de protección enraizados en concepciones mágicas y simbólicas de la realidad que están a punto de desaparecer de nuestra sociedad. Así, en Fonz se recuerda el empleo de una piedra foradada ( Foradada: agujereada ) , colgada en un lado de la puerta de entrada al corral, para evitar que cayeran rayos sobre el edificio. Se trataba de una especie de "talismán, tenía que estar foradada por la naturaleza, que la forma le sugiriera algo al pastor" y se podía heredar de generación en generación pero no cambiarla o dársela a otro pastor. En Valcarca pude ver también dos palomos muertos colgados en las aberturas del cubierto para disuadir a los demás a entrar y comerse el pienso de las ovejas. Otras prácticas que se recuerdan pueden tener una explicación más científica aunque pertenecen a la veterinaria popular transmitida de generación en generación. Algunas de ellas, tal como me contaron en Albalate de Cinca, consistían en aplicar una cataplasma de vinagre y sal cuando se "fizaba ( Fizar: picar o morder algún animal o insecto. ) a una oveja en el braguero", o darles miel a los corderos que tenían "mal en la boca". En la actualidad, estos métodos se han visto sustituidos por un seguimiento y tratamiento sanitario moderno guiado por los veterinarios de las respectivas ADS ( ADS: agrupación de defensa sanitaria. ) que, en general, son muy apreciados por los propios pastores ya que son plenamente conscientes de la evidente mejoría que gracias a ellos han experimentado los rebaños. Uno de los procedimientos más frecuentes es rociar el interior y las paredes de los cubiertos con productos desinfectantes, operación que suele recibir el nombre genérico de "sulfatar". También se vacuna de manera periódica a las ovejas, siendo el lugar preferente en el que se desarrolla esta operación la manga de manejo. Otra operación diferente es la desparasitación que se realiza tres veces al año metiendo a cada oveja una pastilla en la boca con una tenaza. Contra las pulgas, uno de los remedios más extendidos es limpiar el corral y echar cal viva en los rincones del cubierto. Al parecer, las pulgas rehuyen la humedad y se resguardan en las partes secas ( En contra de todo esto, en Pueyo de Santa Cruz, un pastor jubilado me aseguró que "la pulga se cría en los corrales vacíos porque mientras hay ganado pulgas no existen" ) , siéndoles muy perjudicial el frío por lo que hay menos en invierno ( Este hecho he podido comprobarlo personalmente. ) y, en la actualidad, parecen ser más abundantes por las mejores temperaturas que se registran en esta estación. Una enfermedad, que algún pastor relaciona con la existencia de humedad en el corral, es la patera. Consiste en cierta infección en la pezuña de los animales con la consiguiente cojera y, para evitarla, también se podía echar cal por las puertas de la paridera. Uno de los problemas que actualmente más preocupa a los pastores de la comarca es la diarrea de los corderos pequeños que puede ser causa de considerables porcentajes de muertes entre los recién nacidos en algunas explotaciones. Las causas que aducen los pastores son muy variadas: pudiera ser que "viene de las madres", "culpa del agua", que "si llueve mucho en primavera", que "los abonos y herbicidas son muy malos para la oveja y para el feto"... Todos, ganaderos, pastores y veterinarios, se esfuerzan por atajar este problema y para ello se sulfata y blanquea con cal el corral y a los corderos se les da medicinas en polvos y en jeringuilla pero los resultados no son nada seguros y el problema continúa existiendo. La clave de este problema, sin embargo, puede encontrarse en las condiciones higiénicas de las instalaciones pues el hacinamiento y la poca salubridad serían las causas principales de las infecciones de los corderos. Incluso alguno de los pastores, que le echaba las culpas a otras causas como la contaminación de las aguas por los herbicidas y abonos de la agricultura de regadío, reconocía sin embargo que "en una cuadra, cuando hace mucho que no ha habido allí corderos, no pasa nada hasta que no hay cuarenta o cincuenta" y que, al tratarlas "si se dejan en la cuadra va peor". Otros, aún sin establecer relación con este problema, tienen muy claro que "cuanto más seco mejor" (Jordán, 1988, 201) ya que el barro y la humedad son "un foco de infección". Junto a ello, el estiércol ( Así llaman al producto de los excrementos de las ovejas en invierno ya que, en verano, al no haber tanta humedad, es solo serrio. ) ha pasado de ser el único e imprescindible abono del campo a convertirse en un problema higiénico al que hay que prestar atención. Su limpieza en la actualidad es mucho más cómoda gracias a que los tractores pueden entrar en el interior de muchos corrales. De cualquier manera, en las explotaciones de cierto carácter intensivo, una de las mayores preocupaciones ha de ser la de "reducir el riesgo en carga contaminante del estiércol".( Tal como recogen las Conclusiones de la I Jornada sobre Pastoralismo y Trashumancia selebrada dentro del Salón de Ecología y Medio Ambiente de Barbastro Senda ´97 ) Otra cuestión de cierta trascendencia sanitaria es la manera de eliminar los cadáveres de las ovejas que mueren. Tal como pude ver en una explotación de Castejón del Puente, se puede controlar esta eliminación mediante fosas herméticas de hormigón que, por otro lado, pueden suponer cierto problema para la pervivencia de los buitres y otras aves carroñeras protegidas, cuya principal fuente de alimentación son los deshechos de las explotaciones ganaderas (Ansar, 1985, 2).
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