CONSTRUCCIONES PASTORILES EN LA COMARCA DE MONZÓN Felix A. Rivas
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La caseta Descripción tipológica - Emplazamiento Las casetas ( utilizaré de manera amplia este término para cualquier tipo de construcción o instalación de pequeño tamaño situada de manera aislada y cuya función principal es el cobijo más o menos provisional de personas.) que he analizado en la comarca de Monzón se sitúan repartidas en una serie de emplazamientos sin, aparentemente, ninguna función práctica salvo la de acomodarse al terreno, tratando de sustraer la menor superficie posible a las actividades agrícolas (Ilustr. 44). Casetas que aparecen en el texto. La mayoría de las veces se encuentran en llanuras o en pendientes más o menos pronunciadas, especialmente en su parte más baja. También las hay en un collado o sobre un pequeño montículo. Uno de los lugares más comunes, tenga o no cierta pendiente la superficie del suelo, es una espuenda ( Espuenda: estrecha franja de terreno no cultivado que forma el borde o límite de un campo.) . En general, además, las casetas se localizan entre superficies agrícolas, bien de regadío o de cultivos de secano como cereales u olivares. Algunas, en cambio, se rodean de monte bajo o carrascas por lo que podrían considerarse de uso más pastoril que agrícola o, tal vez, se trate de antiguos terrenos roturados que se han abandonando. Por lo común, casi todas las casetas aparecen asociadas a un camino que pasa por su misma puerta o muy cerca de ellas y, en algunas ocasiones, este camino es una cabañera. En dos ejemplos, las casetas se asocian a un lugar en el que la disponibilidad de agua es continua (un arroyo en la Cueva Felipe y un pozo junto a una caseta en el Camino de San Valero) lo que podría facilitar su habitabilidad temporal. En otro caso, una caseta en el Vedau, se extiende a la entrada de la construcción una relativamente amplia planicie que parece ser una antigua era que se emplearía para la trilla y el aventado de los campos cercanos, excesivamente alejados de las eras de la población, Almunia de San Juan. Un caso particular es el de las dos casetas situadas en la Valle del Mas, a escasos metros una de la otra. Por último, en Fonz me hablaron de una cueva empleada como caseta junto a una antigua pleta, y he incluido en este apartado el análisis de las dos casetas de la Paridera de los Lunas y de la paridera situada junto al Cordel de Castejón del Puente, ya que se encuentran aisladas -aunque a muy poca distancia- de sus respectivos corrales. Después de analizar la respuesta de cada una de las casetas a distintas variables, que en principio supuse que habrían podido influir en la colocación de su puerta de entrada respecto a la propia construcción, he podido llegar a una conclusión muy similar a la de los corrales (Ilustr. 45).Casetas que aparecen en el texto. El primer factor que determina esta colocación es el sentido de la pendiente ya que, dejando aparte las casetas situadas en terreno llano, las que se sitúan en pendiente tienen la entrada de manera mayoritaria en el muro inferior de los dos que se levantan perpendiculares al sentido de la pendiente, de tal manera que el objetivo final es facilitar la evacuación del agua por medio de la adaptación de la disposición de la caseta al recorrido que la fuerza de la gravedad obliga a llevar a las aguas naturales. Entre las excepciones a esta regla se encuentra una caseta junto a la carretera entre Monzón y Almunia de San Juan, explicable quizás por la posible distinta propiedad de los dos campos entre los que se sitúa, así como una caseta junto a la cabañera entre Monzón y Binaced, que ha podido intentar aprovechar unos bolos de arenisca situados al margen de un campo como apoyo a parte de la construcción y como base a unas escaleras exteriores que conducen al segundo piso de la caseta. Otros tres ejemplos de entradas que miran hacia la pendiente son las entradas al piso superior de una caseta junto al Tozal Gordo y de otra en el Vedau, cuyas entradas inferiores sí que se abren a favor de la pendiente, así como la entrada principal de la caseta de una paridera junto al Cordel de Castejón del Puente, que pudiera deberse a la forma alargada del poco terreno disponible y al importante desnivel cercano. El segundo factor es la orientación que, en la gran mayoría de los casos se sitúa entre los 80o NE y los 195o SW, es decir, de nuevo claramente en el cuadrante SE. Las razones que pueden explicar este intervalo son las mismas que para los corrales: óptimo aprovechamiento de la luz y el calor solar y máxima evasión ante los efectos del cierzo. Los contados ejemplos que se escapan al citado intervalo pueden explicarse casi todos ( Unas pocas excepciones son de nuevo la caseta junto a la cabañera entre Monzón y Binaced con sus escaleras talladas en la piedra, la caseta de la paridera del Cordel de Castejón del Puente, la entrada a la planta baja o cuadra -cuya entrada de la planta superior de empleo como albergue para personas presenta una perfecta orientación 115º SE- de la caseta de Vedau, la ya comentada caseta cercana a la carretera de Monzón a Almunia de San Juan con 35º NE y otro caso que no he alcanzado a descifrar, una caseta junto a la Loma de Fleta con 320º NW.) por haber antepuesto el criterio de la sumisión a la pendiente del terreno. Y un último factor, que puede intervenir en alguna medida, es la colocación de la puerta de entrada respecto al camino más cercano a la caseta ya que, dejando a un lado aquellas casetas aisladas o cuyo camino de acceso se ha perdido, casi la mitad de las entradas están orientadas hacia el camino y solo una cuarta parte se abren hacia el lado contrario. - Planta, tamaño y categorías Al considerar la forma de sus plantas puede comprobarse una especial predilección por el trazado rectangular ( En cuanto a la disposición de esta forma alargada respecto a la situación de la puerta de entrada parece presentar alguna tendencia de difícil explicación: en casi todas las casetas cuya proporción es 10:8 o mayor, la entrada se encuentra en el lado más largo, mientras que en las casetas cuyas proporciones se encuentran entre 10:5 y 10:7,8 presentan la entrada de modo claramente mayoritario en el lado más corto.) . La gran mayoría de los casos responde a esta forma aunque las proporciones entre la longitud de los lados largos y cortos puede ser muy variable aún ciñéndose a un cierto intervalo. De esta manera, en prácticamente todos los ejemplos esta proporción se encuentra entre 10:5'5 y 10:8'5, estando muy repartidas las casetas dentro de este intervalo (Ilustr. 46). ¿A qué puede responder esta significativa coincidencia? Tal vez se trate de una misma concepción espacial que combina la necesidad de una cierta anchura en el interior con la de garantizar la solidez de la cubierta. Son dos las excepciones a estas proporciones entre las casetas de planta rectangular y ambas se distinguen igualmente por ser dos de las de mayor tamaño. La primera es una interesantísima caseta en la Ortilla (Ilustr. 47), Planta de una caseta en La Ortilla. con una proporción de 10:4, excepcional en muchos sentidos como podremos ir comprobando. La segunda es la ya nombrada excepción de la caseta de la paridera del Cordel de Castejón del Puente, con una rara proporción de 10:2'5 que quizá pueda explicarse por el empleo de materiales modernos y por la acomodación al escaso terreno disponible. Las excepciones a esta forma mayoritaria rectangular son varias: dos casetas de planta cuadrada (Caseta de Polo y una caseta cerca de la Acequia Principal de Valcarca), un pequeño refugio excavado de planta ovalada en el Camino Monzón cerca de Selgua y la extraodinaria Caseta la Levadura de Conchel con una perfecta planta circular. El tamaño de estas construcciones ( Hay que tener en cuenta que, a causa de la dificultad de medición en algunos casos, he tomado siempre como referencia la superficie resultante del cálculo a partir de las mediciones exteriores por lo que, a las cifras que se aportan, habría que restarles el suelo ocupado por el grosor de los muros que, en ocasiones, puede ser apreciable.) es algo que, a simple vista, resalta las grandes diferencias que existen entre ellas. Poco tiene que ver la minúscula Caseta la Levadura con la sencilla pero más amplia caseta del Cordel de Castejón del Puente, con la extremadamente alta Caseta de Corvinos o con la gigantesca, en comparación con las demás, caseta de la Paridera de los Lunas. Si a este dato le añadimos la distribución interior de cada una de ellas, podemos aventurar su adscripción a una de las tres categorías que resultan: . Refugio circunstancial. Con una superficie mínima, entre 3'5 y 5 m2, que solo permite refugiarse de manera temporal. No responde a las características constructivas de las casetas comunes sino a otros tipos como la caseta de falsa cúpula por aproximación de hiladas ( Este es el único ejemplo que, casi con toda seguridad, existe en la comarca de este tipo de caseta, mucho más presente en la mitad norte de la cercana comarca del Somontano de Barbastro. Procuraba enseñarles su foto a todos los pastores con los que hablé y, al preguntarles si había en la zona alguna parecida, todos me respondieron que no incluso añadiendo que esa caseta seguro que no era de la comarca. Algunos de ellos además me contaron haber visto alguna parecida pero "arriba en la montaña")-Caseta la Levadura, (Ilustr. 48)-Caseta la Levadura . la oquedad excavada en un bolo de arenisca -la caseta en el Camino Monzón ( Existe otro ejemplo muy similar a éste pero está incorporado como estancia secundaria a la caseta cercana a El Emprio, incluida en el siguiente grupo.) (Ilustr. 49)- Caseta en el Camino Monzón. o la cueva ( Aunque no pertenezca al ámbito geográfico de este trabajo, no me resisto a contar otro curioso elemento reutilizado como refugio que encontré en uno de mis recorridos pero ya dentro del término de Azanuy-Alins aunque muy cercano al límite con Almunia de San Juan: la parte trasera de una furgoneta empotrada en lo que parecía el interior de una antigua caseta derruida.) -la de las Matas
(Ilustr. 50)-.Planta de una cueva en Las Matas. Puede resaltarse asimismo la pequeña altura de sus interiores que, en el caso de la cueva citada, solo llega a 1'60 m. En algunos pueblos como Fonz y Valcarca he oido hablar de otras cuevas, como la de San Elías, utilizadas como refugio provisional y en Monzón encontre una cueva en la Valle Tamarite que tenía puerta y estaba cerrada, por lo que no pude comprobar su tamaño. . Caseta mixta. En este apartado entran las construcciones con tamaños comprendidos entre los 12 y los 30 m2. Estas proporciones ya permiten que puedan ser usadas como albergue nocturno y almacén de enseres y utensilios. En lo constructivo responden a dos modelos diferentes: la difundida caseta de planta ortogonal y cubierta a una o dos aguas, como la que se encuentra en La Gesa (Ilustr. 51) o la próxima a la carretera entre Almunia de San Juan y Zanuy, y la bolta de bóveda de cañón, como la Caseta de Polo o la Cueva Felipe
(Ilustr. 52).Planta de la Cueva Felipe. Estas boltas presentan la particularidad de aparecer únicamente en terrenos con abundancia de yeso en parte de los términos de Castejón del Puente, Fonz y Almunia de San Juan, tal como me apuntaron todos los pastores de esos términos con los que hablé. . Caseta de trabajo. El tamaño de estas casetas, entre 31 y 80 m2, permite suponer su vinculación a una tarea específica, mayoritariamente de carácter agrícola aunque en menor proporción también pastoril. A pesar de que la mitad de las casetas de este grupo pertenezcan al intervalo situado entre los 31 y los 40 m2, todas ellas se distinguen de los dos grupos anteriores por presentar un alzado de altura considerable, por tener varias estancias en su interior, o por ambas circunstancias a la vez. Entre las de gran altura están la Caseta de Corvinos (Ilustr. 53) o la del Saso de Santa Cruz y entre las que tienen varias estancias se dan varias posibilidades: dos estancias superpuestas en altura con una sola entrada en la planta baja y escalera interior como la cercana a la carretera entre Monzón y Almunia de San Juan y una de las del Valle del Mas; dos estancias superpuestas en altura y con entradas independientes como la caseta en El Vedau o la cercana al Camino del Tozal Gordo (Ilustr. 54); dos estancias en la planta baja, con una sola entrada, separadas por un muro de unos 2 m. de altura y una segunda estancia superior que abarca solamente parte de la superficie de la caseta como la de Serapio (Ilustr. 55) Planta de la Caseta de Serapio o de los Costianos. o la de los Sosiles Bajos; y dos estancias en la planta baja no comunicadas y con entradas independientes como una de las casetas de la Valle del Mas o la de la Paridera de los Lunas. En este grupo se incluye asimismo, como una de las de mayor tamaño con 77 m2, la excepcional caseta tipo bolta de la Ortilla. - Elementos interiores En el interior de las casetas pude encontrar algunos elementos -bien construidos como parte de la caseta, bien de carácter mueble- que son muy significativos para interpretar la función y el uso que recibieron estas construcciones. Entre ellos, el que aparece en un mayor número de casos es el pesebre. Puede situarse tanto en el muro contrario al de la entrada como en uno de los laterales. Suele tener entre 50 y 70 cm. de anchura y se forma siempre por un murete paralelo al de la pared, revocado o no, que se culmina con un borde redondeado con el propio material y revoco o con un madero (Ilustr. 56). Pesebre de una caseta junto a la Loma de Fleta. Su altura y características confirman la afirmación de un pastor de Fonz que me contó que se trataban de pesebres para caballerías, imprescindibles antaño para un gran número de trabajos agrícolas. El resto de estos elementos están ya relacionados directamente con el uso como refugio humano de estas construcciones. Entre ellos, el más numeroso es el hogaril donde se encendía el fuego. Se sitúa siempre en un rincón, que suele ser uno de los que forma la pared en la que se abre la entrada, aunque también se puede encontrar en un rincón del fondo de la caseta o, en la Cueva Felipe, en la parte central del muro contrario a la puerta, en este caso excavado en la roca viva. En el suelo puede marcarse mediante una pequeñísima plataforma o por un murete que levanta pocos centímetros del suelo y que indica su contorno, como en la caseta del Camino de San Valero (O, con la dificultad de asegurarse debido a su gran deterioro, en una de las casetas de la Valle del Mas ) (Ilustr. 57). Solo en un caso, el de la Cueva Felipe, carece de algún hueco de salida de humos ya que en el resto de los ejemplos cuenta con un simple hueco en la techumbre que, en algunas casetas, se complementa en el exterior con una sencilla chimenea de obra ( Una moderna excepción es la artística "chiminera" de una cueva en la Valle Tamarite) o una simple lata.( En la caseta junto al camino de San Valero) Una excepción la constituyen las casetas de las parideras modernas pues muchas de ellas presentan una chaminera de obra con tejadillo o, más corrientemente, un tubo más o menos largo de metal o material prefabricado. En el interior, lo mismo que ocurría con algunas casetas de corrales, he podido recoger un único ejemplo ( En la caseta junto al Camino del Tozal Gordo) de boca de chimenea formada por un madero curvo como base y una superficie superior cubierta de mortero y encalada. Otro elemento que aparece en las paredes interiores de algunas casetas es un hueco en el muro para su utilización a modo de aparador o repisa donde guardar o depositar objetos diversos. La manera de elaborar este hueco varía según se encuentre en un refugio excavado en el interior de un bolo de arenisca, con lo que el hueco se talla asimismo en la propia roca, en una pared de adobes, con lo que solo es necesario dejar de colocar algunos como en la Caseta de Corvinos (En la actualidad este hueco es utilizado como posadero por un mochuelo que, junto a otras rapaces nocturnas, aprovechan el poco uso que reciben en la actualidad algunas de estas casetas para ocupar un espacio en su interior. ), o en una pared de mampostería, en la que se suele cubrir por un revoco. La forma de estos huecos también puede cambiar y, así, en los bolos de arenisca tiene la parte superior en forma de arco de medio punto y en las paredes de mampostería adopta una forma casi rectangular( En la casta situada en el Vedau) o triangular ( Como en la caseta del Camino de San Valero). También en las paredes interiores de unos pocos ejemplos se conservan fragmentos de ramas empotradas en el muro y sujetas con un relleno de mortero de yeso o similar. Su función es similar a la de los huecos, sirviendo en este caso a modo de perchas en las que los usuarios de estas casetas podían dejar colgados diversos elementos. En dos casos, además, la caseta del Camino Monzón y la Caseta de Corvinos, aparecía algún elemento colocado sobre el suelo y en el que poder sentarse: un asiento de furgoneta y unas piedras planas en el primer caso y un largo tablón en el segundo. Por último, he de reseñar la aparición en la caseta del Camino de San Valero de un murete de pocos centímetros de altura que delimita un espacio rectangular junto al hogar y que, tal vez, podría tratarse de una estructura para acoger un lecho o lugar donde dormir. Varios usos y una autoafirmación A través de los diferentes testimonios que recogí, pude comprobar que, confirmando lo deducido de las propias casetas, uno de sus usos principales era, y sigue siendo, el de refugio temporal ante diversas inclemencias del tiempo como "cuando hace frio", "para sombra" si hace mucho sol, "si venía alguna tronada" o tormenta y, si hace mal tiempo en general, para los momentos de la comida o el almuerzo (También se utilizaron, en el caso particular de algunas cuevas, como refugios durante los bombardeos de la Guerra Civil de 1936 (CASTILLÓN, 1995, 185). ). Éste es el único uso que tendrían las casetas que he llamado "refugio circunstancial" aunque con el mismo objetivo podían utilizarse todas las demás en un momento determinado, hecho que queda corroborado por el mínimo número de casos en los que la puerta está cerrada con llave. Uno de los elementos muebles relacionado con esta función es evidentemente el asiento en el suelo para dar un poco de comodidad a estos momentos puntuales. Cualquier persona que frecuente el entorno de la caseta puede en un momento dado hacer uso de ella para refugiarse momentáneamente ( Yo mismo tuve que hacer uso de ellas ante alguna lluvia imprevista.), pero parece evidente que lo harán en mayor medida los labradores que trabajen en campos cercanos y especialmente los pastores, siempre en ruta con sus rebaños y perfectos conocedores del terreno que recorren día tras día. Este uso es el principal que los pastores hacen de las casetas aunque también solían guardar en ellas de manera puntual, y siguen haciéndolo, alguna oveja parida durante el recorrido diario o, si el tamaño de la construcción lo permite, un pequeño rebaño de ovejas. El resto de los usos de las casetas tienen, o tenían, más que ver con las labores agrícolas. Por sus características podían combinar su utilización como refugio temporal y como albergue nocturno y almacén -son las que he llamado "casetas mixtas"- o presentar alguna peculiaridad como una gran altura o una división interior en varias estancias que priorizase uno de estos dos usos de habitación temporal o almacén de utensilios y productos agrícolas -son la que he denominado "casetas de trabajo"-. El uso como almacén de diversos elementos se vió confimando por las entrevistas que afirmaban que servían para guardar herramientas, y pude encontrar algunos ejemplos actuales de estos usos como la caseta del Camino de San Valero (Otras casetas que encontré y que tenían la puerta cerrada con llave, como una caseta en el Saso de Santa Cruz o la de la cabañera entre Monzón y Binaced, es muy posible que continúen teniendo esta función de almacén particular. ). También podían almacenar algunos productos agrícolas como la paja, tal como me contaron de la Caseta de Serapio, y así es todavía en una caseta en los Sosiles Bajos. También en las entrevistas me contaron de su uso como habitación temporal.(Aunque no con demasiada seguridad, en Cofita me dijeron que la Cueva Felipe fue antaño la vivienda habitual de una familia que trabajaba los campos cercanos. ) En este caso me hablaron de que eran las que estaban más lejos del pueblo las que se utilizaban para dormir en caso de estar trabajando en labores agrícolas en los campos cercanos a la caseta. Algunos elementos pensados para ser usados en estas estancias temporales son el hogar donde hacer fuego, los huecos en las paredes y los palos incrustados a modo de perchas. Entre las diversas tareas que requerían esta estancia en la caseta se encontraban la siembra, la siega, la trilla ( Ya hemos comprobado la existencia de una era junto a una de las casetas.) y la recolección de almendras.( Un testimonio de esta importancia es la presencia de una herradura, incrustada en el muro exterior de la caseta en el Vedau, que podía servir como argolla en la que amarrar los animales o, quizás, como elemento de protección o amuleto.) Para muchas de estas faenas, las caballerías eran una ayuda imprescindible y un elemento fundamental a la hora de utilizar las casetas. Son muchos por tanto los ejemplos de casetas con pesebres, como ya hemos comprobado, así como los testimonios que confirmaron la relación entre el trabajo de las caballerías y la existencia de casetas.( En Almunia de San Juan me hablaban de las "casetas de labradores de La Gesa" diciéndome que "en había muchas, pa dar de comer a mediodía a las caballerías", y en Castejón del Puente me contaban que en las casetas "cabían dos caballerías, y personas".) En concreto me contaron con cierto detalle el uso de la caseta en el Vedau, hasta hace unos cincuenta años, es decir, "ya después de la guerra". Iban hasta la caseta cuando había que segar o trillar y, si había que recoger almendras, ayudaban hasta los niños y las niñas que habían llegado a lomos de las caballerías. Dormían todos en la planta superior de la caseta donde se encontraban las camas mientras en la planta baja se resguardaban los animales. También me contaron en Castejón del Puente que la Caseta de Serapio se llamaba igualmente de los Costianos porque era propiedad de unos labradores de Costean que cuando venían a sembrar, a segar o a trillar, dormían en ella y guardaban en su interior la paja. Durante las entrevistas, y a pesar de lo ya expuesto, muchos pastores negaron en redondo que en las zonas que recorrían diariamente hubiese casetas ni que, por tanto, las usaran como refugio ante una imprevista tormenta o para comer o almorzar. Fue algo que llamó poderosamente mi atención. En bastantes pueblos (Albalate de Cinca, Almunia de San Juan, Pueyo de Santa Cruz y Valcarca) me respondieron de la misma manera al preguntarles a los pastores si usaban alguna vez las casetas. Para ellos, éstas eran unas construcciones absolutamente ajenas a su faena diaria y, en muchos casos, negaron incluso que existieran, cuando yo mismo durante mis recorridos he podido encontrarlas, en ocasiones en gran número. Según me decían, cuando querían echar una pequeña siesta en verano tenían que hacerlo "bajo algún chopo" o si les cogía una tormenta tenían que resguardarse con el "paraguas o debajo de una carrasca". Escuché varias veces el recurso del paraguas, incluso en una ocasión un pastor reconoció que sí que "había casetas en el monte pero a lo mejor el ganado no lo podías dejar. Es diferente un labrador que marcha donde quiere pero un pastor no puede llevar las ovejas donde quiere". Tanto sacrificio y tanta exposición a las inclemencias del tiempo chocaban con lo que me habían contado otros pastores, con lo que aparecía publicado acerca de otros lugares cercanos( Puede consultarse al respecto lo relativo al uso de las casetas en el estado de la cuestión sobre construcciones pastoriles en Aragón.) y con lo que al fin y al cabo parecía en cierta medida lógico. Y mucho llegó a extrañarme hasta que una pequeña contradicción que observé charrando con uno de los entrevistados hizo que pensara en otro enfoque del asunto. Fue precisamente uno de los pastores que más amablemente se portó conmigo y más información me aportó. Estábamos en el salón de su casa y llevábamos ya un rato cuando al nombrarle el tema fue rotundo, "nada de casetas para refugiarme, y eso que me ha caido alguna buena (... hasta tener que) comer con el paraguas abierto y en marcha, con la fiambrera". Así que yo no insistí sobre la cuestión y continuamos conversando hasta que, ya bastante animado, emprendió a contarme algunas anécdotas de su vida como pastor que se sentía especialmente contento por compartir. La mejor era un episodio de caza en el que, al juntarse con otros dos pastores a comer, como hicieron durante una temporada, cazó en pocos minutos un conejo con "un zinglazo"( Zinglazo: golpe dado con una zingla (cincha o ramal)) y dieron buena cuenta del pobre animal enseguida. El caso es que en mitad de la narración decía: "no había día que no hubiese caza. Estábamos en una caseta. Yo era el cocinero y los otros a por leña seca. Teníamos un botijo y dos o tres tarteras de tierra". El mismo pastor que hacía unos minutos había negado claramente que usara en ningún momento una caseta me estaba contando que, hace un tiempo, solía reunirse con otros dos pastores en una caseta donde cocinaban y comían juntos. Esta contradicción flagrante junto a la evidencia de los matices, al menos, que había que hacer sobre esa supuesta falta de uso de las casetas por parte de los pastores, me hizo pensar en la posibilidad de que, de manera inconsciente, los pastores prefirieran ofrecer ante mí una imagen sacrificada y estrechamente unida al desarrollo diario de su trabajo al aire libre, como una manera de autoafirmarse y valorar algo que diferencia su profesión de todas las demás. Tal vez estaban echando mano de las incomodidades propias de su oficio para paliar la falta de valoración que hacia él existe en el resto de la sociedad, y en ese caso, un entrevistador venido de la ciudad parecía desde luego el medio idóneo para reivindicar ese -difícil de compartir- orgullo profesional. Otro poco de historia Un entrevistado me contó, hablándome de algunas cuevas de su localidad que "las harían los moros, los celtas o los celtíberos". Lejos de la ignorancia que algunos investigadores han atribuido a afirmaciones similares a ésta, puede darnos en cambio un primer dato fiable sobre la historia de las casetas y similares en la comarca. Es bien conocido que, en la cultura popular, la memoria histórica suele llegar como máximo hasta la segunda o tercera generación anterior a la del informante, y que cuando se habla de algún hecho atribuible a un pasado más lejano se adjudica de manera ineludible a un estadio que ha quedado fosilizado y diferenciado en el acervo del pensamiento "histórico" característico de la cultura popular de tradición oral: los moros. Podemos afirmar, por tanto, a partir de la información oral recogida que, al menos, muchas cuevas de la comarca serían excavadas con anterioridad al último tercio del siglo XIX. Coincide esta fecha con la más antigua de cuantas datan las casetas que he analizado. Corresponde a la Caseta de Serapio o de los Costianos en una de cuyas paredes interiores aparece rascada en un revoco la fecha de "1861", por lo cual podría aventurarse cierta antigüedad incluso mayor para esta construcción que, por otro lado, resulta una privilegiada en este breve repaso histórico ya que, con gran probablilidad, puede tratarse de la misma que aparece registrada en el Libro de Amillaramiento de Castejón del Puente fechado en 1863. En él figura como propiedad de José Castarlenas, de Costean: "La mitad de un pajar y una Caseta en la partida Camino de la Campaña, linda con José Sin y tierras propias", por lo que coincide con la información oral que explicaba el segundo nombre de esta caseta. Efectivamente, entre los libros de amillaramiento -ya comentados en el apartado dedicado a las parideras- aparece de manera marginal algún dato relacionado con las casetas de la comarca durante el periodo 1862-1864. A pesar de que en muchas localidades no se registren las casetas y de que, en las que se hace, el número sea muy relativo puesto que puede suponerse una gran discreccionalidad en su recuento, las cifras que aparecen pueden darnos, al menos, una idea mínima del número de casetas de monte( También aparecen en el libro de Fonz un total de 72 cuevas de las que no se puede precisar su uso ni su localización dentro del casco urbano o aisladas en el término.) que debían de existir en aquel momento. Las cifras por términos son: Binaced, 12 casetas; Castejón del Puente, 16 casetas; Conchel, 4 casetas y Estiche de Cinca, 9 casetas. Las siguientes fechas halladas en las casetas nos van informando de los diferentes avatares que fueron atravesando estas construcciones. En una de las casetas de la Valle del Mas aparece en el dintel de la puerta rascada la fecha de "1889". Estas dos casetas resaltan de las demás por la calidad y el acabado de su construcción por lo que su origen quizá podría relacionarse con la llegada desde otras latitudes de los responsables de su edificación, tal vez pastores trashumantes pirenaicos en sus largas estancias invernales en estas llanuras, en un momento en el que los desplazamientos trashumantes estaban a punto de remitir en importancia. Otra de las casetas destacadas del resto es la caseta cercana al Camino del Tozal Gordo, a causa de la numerosa presencia de inscripciones a lápicero en su interior. En una de ellas aparece una fecha concreta, "1914 2 junio" escrita por uno de los usuarios comunes de la caseta, al parecer, construida ya bastante tiempo antes. Ya avanzado el siglo vuelve a aparecer otra inscripción en una caseta construida con los materiales característicos de la arquitectura popular, la del Camino de San Valero, "1934"( La lectura de esta fecha no es muy clara debido al desgaste de la piedra sobre la que se encuentra.) y la siguiente y última aparece por fin en uno de los primeros ejemplos que debió de levantarse en la comarca a base de materiales modernos como el ladrillo hueco, el revoco de cemento y la cubierta de fibrocemento. Se trata de una caseta del Cordel de Castejón del Puente, sobre cuyo revoco exterior aparece rascada la fecha "1947" por lo que su construcción podría ser, incluso, algo anterior. A través de todo este periodo, muchos cambios significativos se han producido en la construcción de las casetas y algunos han quedado reflejados en algunas de ellas. Uno es la desaparición del modelo de bolta( No pude recoger ningún testimonio que recordase haber visto, o haber oido hablar, de la construcción de alguna de estas boltas ni tampoco de la Caseta la Levadura, con falsa cúpula por aproximación de hiladas, por lo que su datación habría de situarse, por lo menos, en el segundo tercio del siglo XIX.) y su sustitución por el extendido modelo de planta ortogonal con cubierta de vertientes en las zonas de yeso en las que anteriormente se encontraba la anterior. Así sucede de manera literal en una caseta en el Vedau de dos pisos, los cuales se forman a partir de los muros verticales de una antigua bolta a la que se seccionó su cubierta a base de bóveda de cañón (Ilustr. 58) sustituyéndola por un segundo piso protegido esta vez por una cubierta a dos aguas. Otro interesante ejemplo es la caseta de la cabañera Monzón-Binaced, construida hace muy pocos años con materiales totalmente modernos como el bloque de hormigón pero que, al parecer, reproduce el emplazamiento y el alzado de una antigua caseta que aprovechó el desnivel de unos bolos de arenisca para tallar en ellos unos prácticos escalones.
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