CONSTRUCCIONES PASTORILES EN LA COMARCA DE MONZÓN Felix A. Rivas
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Una aproximación geográfica, histórica y económica
Antes de entrar a analizar directamente las construcciones pastoriles de la comarca de Monzón puede ser recomendable realizar una breve aproximación a esta comarca que nos permita situar la actividad de los pastores y sus realizaciones arquitectónicas en su propio espacio geográfico, tiempo histórico y contexto socioeconómico.
El territorio que comprende la comarca de Monzón -considerado como el de los términos municipales de Albalate de Cinca, Alcolea de Cinca, Alfántega, Almunia de San Juan, Binaced, Castejón del Puente, Fonz, Monzón, Pueyo de Santa Cruz y San Miguel de Cinca-
(Ilustr. 9) Términos municipales y núcleos de población de la comarca de Monzón. comprende un pequeño fragmento del extremo más meridional de las estribaciones pirenaicas, formando parte, el resto, del cuadrante nororiental del Valle de Ebro (Ilustr. 10). En su mayor parte se sitúa en una franja entre los 200 y los 400 m. de altitud. Únicamente la parte de monte del término de Fonz, alrededor de la zona de Palau (Ilustr. 11), supera estas altitudes llegando hasta los 700 m. Éste es el único accidente importante que altera la continuidad monótona de los planos horizontales ocupados por las tierras de labor y salpicados por algún cerro aislado.
Las dos unidades geológicas son por un lado un pequeño fragmento de las sierras exteriores pirenaicas junto al anticlinal de Barbastro y, por otro, el sinclinal de Monzón que abarca gran parte de la comarca. Estas unidades se corresponden con el predominio de diferentes materiales en afloración (Ilustr. 12). En la parte más nororiental del término de Fonz aparecen calizas, aprovechadas en una cantera, junto a yesos y margas. El núcleo yesífero del anticlinal de Barbastro asoma a lo largo de una franja que en Castejón del Puente, Almunia de San Juan y Fonz forma la zona conocida como La Chesa o La Gesa, continúa en La Llitera y llega hasta Balaguer en la provincia de Lleida (Mazo y Rodanés, 1986, 15 y 18-19 y Riba, 1986, 12). El resto de la comarca, correspondiente al sinclinal de Monzón, está ocupado por una serie casi ininterrumpida de areniscas y margas, caracterizadas por sus tonalidades rojizas y pardo-amarillentas, y que se acompañan de diferentes materiales cuaternarios como derrubios de ladera, brechas, conglomerados, gravas y arcillas, especialmente en las zonas más cercanas a barrancos y ríos . Entre estos últimos, el río Cinca se erige como elemento más significativo de la comarca y marca claramente el eje de su organización intracomarcal.
El clima puede considerarse mediterráneo-continental con fuertes variaciones estacionales de temperatura y una media anual de 14°. Las precipitaciones, escasas, se aproximan a los 400 mm. anuales. Las nieblas invernales y el viento frío y seco del noroeste, el cierzo, son una característica climática de la comarca de Monzón, al igual que en tantas otras áreas de la Depresión del Ebro. El régimen estacional se caracteriza por un verano caluroso y un riguroso invierno, aunque las temperaturas mínimas no sean excesivas, junto a una primavera fría con un cambio brusco a la entrada del verano y un otoño suave con fuerte descenso de las temperaturas en noviembre (Rubio, 1983, 296).
Con una superficie total de 601 km2 y una población de 22.681 personas,( Fuentes: Censo de Población y Vivienda, Aragón 1991. Instituto Aragonés de Estadística, y elaboración propia). la densidad resultante: 37'7 hab./km2 es una de las más positivas entre las comarcas aragonesas y, sin embargo, estas cifras esconden la realidad de la mayor parte de la comarca ya que si descontamos la superficie y la población del término de Monzón, la densidad resultante: 17'8 hab./km2 recuerda mucho más a otras zonas rurales aragonesas, lo mismo que la distribución de la población activa ocupada. Al contar con Monzón nos encontramos con una distribución en la que el papel predominante de los sectores secundario y terciario relega las actividades agrícolas al 17'5 %, porcentaje que aumenta considerablemente al dejar de lado a Monzón, llegando el sector primario a ser el más numeroso con el 37'8 %.
Los primeros habitantes conocidos de la comarca se sitúan en el periodo Neolítico y serían agricultores y cazadores que vivían en cuevas y utilizaban la cerámica, los instrumentos de sílex y los adornos de metal (Castillón, 1989, 35-36), tal como atestiguan los restos materiales de esta época que han llegado hasta nuestros días. Durante el primer milenio a.C. y con la llegada de gentes indoeuropeas a través de los Pirineos (Castillón, 1989, 49) acabaría configurándose el grupo étnico más antiguo conocido en estas tierras del Cinca Medio: los ilergetes (Castillón, 1989, 51). Estos fueron quienes cayeron bajo el poder romano a fines del siglo III a.C. y quienes asimismo sufrieron los fuertes cambios en la organización de la propiedad de la tierra que afianzaron el establecimiento de un grupo minoritario de terranientes romanos, la mayoría de ellos funcionarios retirados de las legiones, frente a una masa de personas ocupadas en la agricultura y la ganadería (Castillón, 1989, 57-58). A través de las vías de comunicación que ponían en relación el Valle del Ebro con la costa mediterránea, la cristianización fue avanzando por este territorio (Castillón, 1989, 69) hasta que, en el año 714 (Castillón, 1989, 73), los musulmanes llegaban a estos parajes y se instalaban en ellos por un largo espacio de cuatro siglos. La incidencia de la cultura musulmana se habría de notar en los trazados de muchas poblaciones (Castillón, 1989, 83) así como en la mejora de la actividad agrícola, especialmente en el perfeccionamiento y la extensión de la red de acequias. Entre finales del siglo XI y comienzos del silo XII la totalidad de la comarca fue conquistada por los cristianos y se inició una fuerte campaña de repoblación mediante la promulgación de cartas pueblas en varias localidades como Ariéstolas, Castejón del Puente, Monzón, Ripol y Selgua (Castillón, 1989, 117). A pesar de ello, la población musulmana continuó mayoritariamente trabajando las tierras (Castillón, 1989, 109) bajo el nuevo poder de la monarquía aragonesa. En 1134, tras la muerte sin descendencia del rey aragonés Alfonso I el Batallador, se inició una grave crisis al haber testado todo su reino en favor de las órdenes militares. Este problema se resolvió al llegar a un acuerdo entre la nobleza y las citadas órdenes que renunciaron a la herencia a cambio de recibir en calidad de señorío una importante nómina de posesiones a lo largo y ancho de Aragón. Entre ellas, una de las más importantes fue la Encomienda del Temple en Monzón, de la que tomaron posesión en 1143 (Ledesma, 1982, 34) y de la que pasaron a depender la mayor parte de las poblaciones del Cinca Medio. Con el establecmiento de esta encomienda continuaron las bases económicas sobre las que ya descansaba la comarca bajo poder musulmán, la ganadería y especialmente los cultivos de cereal (Castillón, 1989, 197 y 200), aunque ambas experimentaron serios progresos gracias a la nueva mejora y aumento de la red de acequias (Castillón, 1989, 205) así como al afianzamiento del desplazamiento de rebaños trashumantes desde los puertos pirenaicos, una vez que la frontera entre cristianos y musulmanes había quedado más al sur, hasta las zonas de pasto invernal de las que disponía la comarca. Con la disolución de la Orden del Temple y la capitulación de sus últimos miembros acantonados en el Castillo de Monzón en 1309 (Ledesma, 1982, 227-228), la encomienda templaria acabó por pasar a manos de la Orden de San Juan del Hospital que se hizo cargo de sus nuevas posesiones en 1317 (Castillón, 1989, 295) y se ocupó de perpetuar el sistema económico y productivo existente hasta ese momento a lo largo de casi cinco siglos. En todo este tiempo, los hechos más destacables ocurridos en la comarca se correspondieron con las sucesivas guerras en las que se vió afectada como en el siglo XVII, a comienzos del siglo XVIII y a comienzos del siguiente siglo XIX. Es en este siglo cuando se produce la transformación del sistema feudal en un sistema capitalista con unas importantes consecuencias en la propiedad y los usos de la tierra. En 1812 las Cortes de Cádiz deciden la supresión del señorío sanjuanista (Debo este dato a la amable información de José A. Adell) que se extendía sobre la mayor parte de la comarca. El resto, consistente en tierras de señorío eclesiástico regular o nobiliario (Forniés, 1991), como el término de Albalate de Cinca en manos del Duque de Solferino,(De nuevo fue José A. Adell quien me informó de este hecho.) se fue viendo afectado por los diferentes procesos desamortizadores que ocuparían el resto del siglo aunque las grandes casas de algunos señoríos seculares lograron perdurar hasta bien entrado el siglo XX, tal como ocurrió de manera predominante en esta comarca al igual que, en general, en los somontanos de Huesca donde, todavía en la década de 1930, se daba uno de los mayores índices de concentración de la propiedad (Con grandes fincas de un solo dueño que residía fuera de la comarca, como el monte Casasnovas en Binaced, propiedad del Conde de Guara (Satué Oliván, 1996,37) de todo Aragón (Germán, 1991). Entre 1870 y las primeras décadas del siglo XX, Monzón experimentó un nítido incremento de la población debido fundamentalmente a la llegada de inmigrantes atraidos por la temprana presencia del ferrocarril, la apertura del Canal de Aragón y Cataluña y la implantación de la Azucarera en 1925, procedentes en su mayor parte de los municipios más cercanos (Sabio, 1988, 32). El 2 de marzo de 1906 el rey Alfonso XIII presenciaba el paso de las aguas por el Sifón del Sosa y con la apertura de una de las tomas, inauguraba oficialmente el riego a través del Canal de Aragón y Cataluña. Éste tomaba sus aguas del río Ésera en el Congosto de Olvena aunque, 26 años después, lo haría del recién construido embalse de Barasona. Una buena parte de la comarca regada por las aguas de este canal, en la margen izquierda del río Cinca, lo hace a través de dos de sus ramificaciones, la acequia de San Sebastián y el Canal de Zaidín que, a su vez, se extiende a través de las acequias de Valcarca y Ripol. El 21 de octubre de 1969 se inauguraba oficialmente el Embalse de El Grado que permitió, gracias al Canal del Cinca poner en regadío una gran parte de la comarca, en la margen derecha del río Cinca, a través de los canales secundarios de Selgua y de Terreu (Bolea, 1986, 41 y 194). Una vez pasados los estragos producidos durante la Guerra Civil de 1936, los otros acontecimientos claves serán el desarrollo industrial y el descalabro de la economía rural tradicional entre las décadas de 1950 y 1960 que, en la comarca, produjeron una fuerte emigración hacia la ciudad de Monzón desde su propio entorno y, especialmente, desde las tierras pirenaicas.
La cercanía del río Cinca, con la abundancia de agua que supone, junto a los mínimos desniveles que presenta el relieve de la comarca, revelan ya su fuerte vocación agrícola. En la actualidad, además, gracias a los riegos modernos por la puesta en marcha del Canal de Aragón y Cataluña y del Canal de Monegros, la mayor parte de la superficie cultivada de la comarca se ha trasformado en regadío. Los cultivos más numerosos son el maiz, la alfalfa, el sorgo, el arroz, el trigo y la cebada entre otros. Donde no llega el agua para el riego, el cultivo más generalizado sigue siendo el cereal. El régimen de tenencia de la tierra dominante es el de la tierras cultivadas en propiedad aunque, en algunos municipios como Binaced o Almunia de San Juan, las fincas en arrendamiento cobren cierta importancia (Rubio, 1983, 306). El conjunto de la superficie dedicada a prados es casi insignificante en el conjunto comarcal. En cuanto a la ganadería destacan la avicultura y las cabañas de ganado vacuno y porcino. El ganado ovino también tiene cierta importancia con un total de 32.440 ovejas censadas en 1993.(Fte. Censo Municipal Ganadero de diciembre de 1993 del Departamento de Agricultura, Ganadería y Montes del Gobierno de Aragón) Entre los diferentes municipios destacan Albalate de Cinca, Alcolea de Cinca, Binaced, Fonz y San Miguel de Cinca con alrededor de las 5.000 cabezas cada uno, seguidos muy de lejos por Castejón del Puente y Pueyo de Santa Cruz. El ganado caprino, con 825 cabezas queda muy detrás, sobresaliendo en él el municipio de Fonz con algo más de la mitad de cabras de toda la comarca. En los sectores secundario y terciario, tal como quedaba recogido anteriormente en cuanto a la distribución de la población ocupada, Monzón soporta el peso de toda la comarca con sus industrias pesadas implantadas a partir de la década de 1940 junto al río Cinca y con el desarrollo comercial característico de una populosa cabecera de comarca.
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