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EL MONTSEC DE L'ESTALL: ESTUDIO ETNOGRÁFICO                                                           Manuel Benito Moliner

 

 EL CICLO VITAL

 

1- NOVIAZGO

 

Los herederos no debían de preocuparse demasiado por buscar novia, los padres se encargaban de realizar esta tarea, aprovechando romerías y fiestas de pueblos próximos. Casarse, para los herederos, era una obligación que habrían de cumplir, primero para heredar y segundo para que la casa no se perdiera. Los hijos segundones, al contrario, no podían contraer matrimonio así como así, pues la mayoría de las veces disponían de lo que llevaban puesto y poco más. Las facilidades, siempre escasas, dadas a estos últimos, dependían del patrimonio disponible notándose una mayor libertad en la zona sur (Alta Litera), donde la tierra llana y, por tanto las posibilidades económicas, abundan más.

 

Lo normal es que los tions, se quedaran en casa donde trabajaban a cambio de la manutención y unas perras para tabaco. Posteriormente, con la ejecución de obras importantes en la zona (Canal de Aragón y Cataluña, Embalse de Canelles, Minas de Estopanyá), los tions encontraron un medio de vida, fuera de la casa, prefiriendo emigrar a las áreas industriales catalanas, antes que volver a trabajar de sol a sol a cambio de recau, tosino, pan y vino mediocre.

 

De todas formas, siempre fue necesario el auxilio de los ritos, para encontrar novio/a, sobre toco cuando las treinta primaveras se habían mostrado infructuosas. En (E) dicen:

 

De los quince a los veinte años, mira. los pretendientes y piensas: A quién querré, a quién querré? De los veinte a los treinta, ya piensas: Quién me querrá, quién me querrá?

 

San Antonio, el de junio, solía ser muy socorrido en estos casos, se le ofrecían velas y otras promesas. San Quilis, el santuario, disponía y dispone según creo, de una baldosa donde la gente se frotaba los pies con la finalidad de hallar su media naranja.

 

El ciclo festivo también ofrecía algunas posibilidades en fechas donde el acercamiento entre mozos de distinto sexo estaba más tolerado: Carnaval, fiestas mayores, romerías de Pascua... En la fiesta mayor había momentos propicios en el baile, sobre todo cuando se hacia el llamado del ram, consistente en comprar un ramo para obsequiar a la moza con la que se estaba bailando. Muchas veces, cuando se acercaba el momento de comenzar este baile, algunos mozos paraban de bailar y se despistaban, pues no llevaban una perra en el bolsillo.

 

Las rondas también ofrecían posibilidades, sobre todo a los tímidos que solían ir sobrados de vino, lo que les permitía declararse a las mozas, siempre a través del cantador.

 

Las fuentes eran, para los pretendientes/as, la base de operaciones amorosas más importante; en los trayectos se esperaba y acompañaba a las mozas, las cuales podrían mostrar, a su vez, aceptación o rechazo hacia el mozo. En este último caso, el frustrado Romeo se podía vengar haciendo una engüesada en su puerta. En (E) les echaban, a tal fin, una flamada de olí de chinebre.

 

 

 

2-MATRIMONIO

 

Efectuadas las vistas, ajustes, dotes y capitulaciones, se pasaba al casorio. En (M) las prioresas fabricaban un arco de mudella, forrado de esparraguera con flores intercaladas; por él pasaban los novios y, a continuación, todos los invitados que dejaban un donativo ante la Virgen de Baldós. Tras la ceremonia los recién casados en (E) subían al castillo y en (B) iban a San Medardo a frotar el cerrojo de la ermita para tener pronta descendencia. Un ágape familiar, para el que se solía matar un cordero, ponía el punto final a la boda.

 

A media noche, como broma, se ofertaba un caldo a los contrayentes, en el propio tálamo nupcial.

 

De unos años hacia aquí, se ha ido instaurando el viaje de novios que hoy es preceptivo.

 

Los que peor lo tenían, a la hora de contraer nueva mujer, eran los viudos, sobre ellos recaía una obligación ancestral y, en cierta forma humillante, el pago de un tributo a los mozos del pueblo de la novia, una cantidad equivalente a un ágape. Este pago recibe varios nombres. cornamusa (E), cornasa (PS), cornualles (M), cornualla (L), cencerrada (T), esquellots para sacar la muza (moza) (ES) y brama (C). Para evitar el rito solían casarse antes del amanecer (T) e, incluso, se recurría a la Guardia Civil, así ocurrió en (PS), donde se personaron las fuerzas del orden que nada podían hacer ante una costumbre tan arraigada. Los mozos siguieron insistiendo en los cinco duros esquila en ristre, durante varios días, hasta que se cansaron.

 

 

 

3- EMBARAZO

 

Hemos visto como el cerrojo, elemento fálico, de San Medardo ayudaba a preñar a las mujeres. Para alcanzar tan deseado estado se cumplimentaban otros rituales. Así en (M) se recitaba la provocadora, al menos para el santo a quien iba dirigida, oración de San Ramón:

 

Ha sucedido en provincias

con una recién casada,

que era devota del santo,

la cual María se llama.

La estampa de San Ramón

ella siempre veneraba:

 

La voy a rasgar mañana

porque no tengo familia

y no la quiero para nada.

 

En (PS) tenían un centro fertilizador en la ermita del Pllá, hasta aquí llegaban las gentes en petición de descendencia y, cuando iba a nacer un niño, se decía que vendría del Pllá, sirva esta expresión como ejemplo: te van a traer un hermanito del Pllá.

 

Algunas mujeres podían excederse o equivocarse con los rituales, de forma que se encontraban preñadas antes de haber pisado la losa de San Quilis, ósea sin novio. En estos casos y aunque sólo han oído algo, se empleaba perejil, ruda y una flor cuyo nombre nadie recuerda.

 

Durante el embarazo había una serie de actividades que estaban vetadas: No podían tocar la carne de cerdo, especialmente la hiel (P), tampoco podían hilar ni mondonguear, pues el niño se enredaría con el cordón umbilical con riesgo de morir ahogado. Tampoco tocaban la mielsa o bazo, ni debían lavarse los pies (E), ni ser madrinas en un bautizo, con la excepción de (M) donde si se les permitía.

 

Para predecir el sexo se cogí a una paletilla descarnada de conejo, se echaba al fuego o se ponía a tostar, si se abría sola o al tocarla vendría niña, en caso contrario habría que esperar niño (T, M). Las lunas también eran determinantes en los augurios sexuales. Se decía que en mengua nacían más féminas, al contrario que en creciente. Hay un refrán que reza: Part menguán, part igual. Part crecién, part diferén.

 

Dando a entender que si, una vez que ya se ha tenido un hijo, la luna está en mengua, el sexo del neonato será igual que el del hermano/a que le antecedió, y diferente si el satélite está en creciente.

 

 

 

4- NACIMIENTO Y NIÑEZ

 

Llegado el momento del parto se rezaba a San Ramón Nonato, poniendo velas ante su estampa. Si la cosa iba mal se usaban cintas de la Virgen y reliquias de San Ramón, al tiempo que se preparaba el caldo de gallina reconstituyente. Asistían el parto mujeres con experiencia o comadronas, si las había. Cierta fama, para casos difíciles, adquirió en este siglo el practicante de Catserras.

 

Las campanas anunciaban el evento y, a la semana, se celebraba el bautizo del niño al que se vestía con un faldón blanco. Los padrinos, casi siempre parientes cercanos, lanzaban a la salida de la iglesia peladillas, nueces y almendras. Celebrándose una comida familiar. Los nombres impuestos eran el de los abuelos, padres o santo relacionado con el pueblo (patrono, Virgen cercana, etc.). Los preferidos en El Montsec fueron José, Antonio y María. Sólo en (B, E) se ven Medardos y Quilis, respectivamente, que rompen algo la monotonía.

 

Las parias, placenta y cordón umbilical, se enterraban porque si se las comía algún animal desgraciaría el desarrollo del niño. En (E) creían que la madre se quedaría sin leche. Si el crío era varón se guardaba un trozo de estas parias, para cuando lo sortearan de mozo, llevándolo encima conseguiría un buen destino.

 

Para que la leche materna no fallara y fuera abundante, hacían comer a la parturienta el consabido caldo, o una tripa de cordero sin pelar (E).

 

El destete se hacia a partir de los dieciocho meses, muchas veces porque no había otra posibilidad de alimentación para el niño y, otras, porque era el único método anticonceptivo conocido, si se daba de tetar dos años se podían ahorrar hasta dos criaturas. El apartar al niño de la teta se hacía paulatinamente, dejándolo con familiares de vez en cuando, o bien aplicando sustancias repulsivas en el pezón: miel con sal, hollín con aceite, máscara con panella de sartén (ES), hierbas amargas (amargons) y, también, engañarlo con mostillo para alejarlo del pezón.

 

Si la madre no tenía leche, se intentaba paliar con sopas de leche y pan mascado. El pelo de teta se curaba con hojas de noguera (E) o miel (P).

 

Las madres no asistían al bautizo, ni debían salir de casa hasta que no pasaban los cuarenta días preceptivos. Entonces iba a la iglesia con el niño y una vela, en la puerta o plaza le esperaba el cura que le daba la bendición. Luego se hacía misa y, en algún caso (E), la madre pagaba, aparte de la misa, una comida a la comadrona que le acompañaba en este ritual de purificación.

 

Los niños que hubieran nacido en Nochebuena tenían un don que pronto se les manifestaba, en forma de cruz, en el paladar.

 

Al mes se cortaban las uñas, si podía ser junto a un rosal o por una persona que supiera cantar bien, en ambos casos se transmitía al niño una predisposición por este arte.

 

La dentición era otro apartado importante, pues de él dependía en buena medida, el desarrollo ulterior. Para favorecerla se ponía en el cuello del niño una bolsita, conteniendo una cabeza de serpiente blanca. También se les daba agua de juncos de vena blanca, que les sacaba la baba. Cuando se caían los dientes de leche se ponían debajo de la almohada para obtener un pequeño regalo, la finalidad era recoger el diente y quemarlo para evitar que se lo comiera un animal, si esto sucedía, se creía que la dentición definitiva seria semejante a la del animal que había ingerido el diente.

 

Cuando llegaba la hora de calzar al niño, se hacía en la iglesia (T) y, si se podía, ante el tenebrario de Semana Santa (E), así no se caían tanto cuando empezaban a andar.

 

En (E), hace muchos años, plantaban un árbol al tener un hijo, pensaban que el crecimiento de ambos seria parejo. Para asustar a los niños y evitar que fueran demasiado traviesos se les hacia miedo con el Papu, especie de coco, con Patetas Royas o Diablo y el hombre del saco. Para dormirlos había canciones de cuna o nanas, la más extendida es la primera, las otras dos proceden de (M).

 

Este niño tiene sueño,

yo no te puedo dormir,

que te duerma San Antonio

y el glorioso San Joaquín.

 

Que le darem al fillet de la mare,

que le darem que li sabrá bo.

Panses i figues, anous i olives,

panses i figues, mel i mató

 

 

Fes nones fill meu,

fes nones rey meu,

qui ets un angelet

que m'enviat Deu.

Li beso a la cara,

li beso a la fron.

Besos de la mare

les mes grans del mon.

I vetllan el somni d'amor,

ella canta contenta i jojosa:

El meu fil é un rei, un tresor.

Tot cantan-li amorosa.

Perdonam fill meu,

perdonam rei meu.

Pero t'hai de dir

que no vaigus pel mal camí.

El nen s'ha fet gran,

la mare pllorant li diu cada dia:

No sortis de nit,

treballa al burgit,

treballa de dia.

 

 

 

La comunión se hacía en familia y los niños vestían, a poco que pudieran los padres, de azul o blanco; iban acompañados de padres y padrinos. La confirmación era más anodina, se solían elegir un par de padrinos en el pueblo, los mismos para todos los niños, y se engalanaban las calles en lo posible para recibir al obispo.

 

 

5- MUERTE: ENTIERROS Y COFRADÍAS

 

Los dominicos en sus predicaciones fomentaron la creación de cofradías como entidades de apoyo y socorro mutuo. Sus principales funciones eran: ayuda al cofrade en la enfermedad y la muerte, habilitación de fondos, en especie, para que los labradores pobres pudieran sembrar, en el caso de perder la cosecha anterior y, por último, la organización de cultos.

 

La mayoría están bajo la advocación dominica de La Virgen del Rosario, se llaman confrarias y sus componentes confraris. Todos los componentes tenían obligación de velar enfermos, cuando les tocara, abrir la fosa o sepultura y acudir al entierro con la vestimenta apropiada. Todo ello bajo pena de multa. En principio la componían los cabezas de familia, hombres, pero poco a poco, se han ido incorporando mujeres y niños que han de pagar una cantidad mínima de inscripción. Cantidad que hoy resulta irrisoria. Celebran también aniversarios de difuntos o capdany y las peculiaridades de las de algunos pueblos son estas:

 

(B). Bajo la advocación de San Medardo, se hace misa cuando muere un cofrade.

 

(C). La componen sólo hombres y viudas, es decir las mujeres que sean cabezas de familia. En los entierros vestían capa negra y sombrero ancho, también negro. Hacían cabo d'año y para San Sebastián pasaban cuentas, pagaban la cuota y cambiaban de jefes, turnándose para ello una vez cada casa.

 

(T). En el siglo XVII ya estaban creadas las del Rosario y de la Virgen del Puy. A estas se suma en el XVIII, la de Santa Anastasia de los mozos y, en el XIX, la de los casados, con el mismo patrocinio.

 

(ES). Cofradía del Santo Cristo y del Rosario.

 

(P). Los cofrades llevaban una capa parda y tenían un cesto alargado para recoger y repartir las velas. Vestían la capa en entierros, confesiones y Semana Santa. Disponía de unos algorines donde los ricos, o quien quería, metían un sobrante de grano. Era para los pobres que no tenían con que sembrar, cuando cosechaban lo devolvían pagando un interés.

 

(E). Aparte de la de San Antonio estaba la del Rosario que era de difuntos. Los cofrades portaban los muertos al cementerio por turno, la elección era por votación y se hacía una misa anual. En las procesiones iban con un cirio en la mano, capa marrón y sombrero redondo.

 

(M). Se llama de la parroquia, pertenece todo el pueblo y recuerdan haber pagado una peseta por persona. Los cargos eran: priores, prioresas, mayordomos (encargados de la fiesta mayor), lluminé (encendían las velas y lámparas de la iglesia), sacristán y campanero.

 

Los cadáveres son amortajados, antes se les envolvía en un lienzo de cáñamo y se colocaba, entre las manos, un rosario y escapularios.

Se vela toda la noche, aunque ahora ya no se reza el rosario. Si no tenían dinero para ataúd, se les llevaba a la iglesia y camposanto en un escaño. La comida el día del entierro se componía de judías secas con aceite, en todos los casos y de primer plato, el segundo era cordero, se mataba uno para el evento, con variantes en algunos casos: bacalao o conejo. No se daba postre, alguna vez almendras tostadas y, desde luego, nunca casi.

 

Se guardaba luto durante mucho tiempo, oscilando según el grado de parentesco, llegándose hasta los cinco años; las viudas si estaban entradas en años ya no se lo quitaban. Los niños también participaban y se les ponía el luto en la solapa. Hasta a los animales se les enlutaba; en casa Laguna de Rin (B), cuando moría alguien, se les ponía a las ovejas un collar negro con una campanilla de plata.

 

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