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Las casillas de picode La Ciesma en Grisel                                                               Joaquín Marco &  Felix A. Rivas 

 

Grisel y La Ciesma

y hacia el oeste el Moncayo, como un dios que ya

no ampara                                                                                

José A. LABORDETA                       

La singularidad de un entorno

A pesar de no ser directamente visible desde Grisel, el Moncayo es la mejor referencia para localizar el pueblo de Grisel y su monte de La Ciesma, también llamado La Diezma. Esta pequeña elevación, al pie de la cual se sitúa el núcleo de población, es precisamente la que impide que desde las calles de Gisel sea directamente visible la famosa silueta del Moncayo.

Situado en el apéndice noroccidental del conjunto de sierras y depresiones que constituyen el sector central del Sistema Ibérico, del que destaca de modo bien significativo (Este capítulo de introducción geográfica está basado en observaciones propias y, sobre todo, en Pellicer, 2000), su historia geológica se remonta a comienzos de la Era Secundaria cuando esta zona era una fosa entre dos formaciones elevadas: la Meseta Central y el Macizo del Ebro. Hace unos 195 millones de años el mar invadió la región facilitando la acumulación en su fondo de grandes espesores de sedimentos, remoto origen de las rocas calizas de la zona. A finales del Jurásico y comienzos del Cretácico, se puso en marcha el levantamiento conocido como la Orogenia Alpina y con él se inició el levantamiento del Moncayo. Se hundió el Macizo del Ebro y los sedimentos calizos del antiguo mar se plegaron dando lugar a anticlinales, sinclinales y fallas que alzaron el conjunto de la zona. Así, el Moncayo se había convertido en un espacio sobresaliente en altura y, por tanto, susceptible de sufrir los efectos de la erosión ambiental. Esta erosión se fue produciendo al tiempo que se iba rellenando la Depresión del Ebro en forma de estratos horizontales de materiales progresivamente más finos conforme más cerca se situaban del macizo montañoso, tal como ocurre en La Ciesma, pequeña elevación resaltada por el modelado fluvial desde finales del Plioceno y ya durante nuestro Cuaternario.

Efectivamente, como modesta prolongación de esta mítica montaña cuya historia geológica hemos esbozado en las anteriores líneas, se alza el monte de La Ciesma

 (Ilustr.1)  

separado de ella por la depresión de La Valluenga y cerrando de esta manera el extremo inferior de su somontano (o piedemonte) nororiental hacia las áridas llanuras de la zona central del Valle del Ebro. De hecho, su desgajamiento geomorfológico se produjo totalmente a comienzos del Cuaternario cuando la erosión remontante del vecino río Queiles traspasó la barrera natural de La Ciesma y capturó La Huecha en su cuenca alta a la altura de Los Fayos, quedando completamente rodeada La Ciesma por el río Val, el barranco de La Huecha -que recoge todos los afluentes del somontano nororiental del Moncayo- y la Depresión del Ebro. Su fracción más extensa y significativa se encuentra dentro del término de Grisel -al igual que su máxima altura de 831 m-, aunque llega a extenderse con más o menos discontinuidadaes desde el término de Santa Cruz de Moncayo hasta el de El Buste, constituyendo por tanto una apéndide alargado de la Muela de Borja.

El material geológico (Riba, 1980: 16-17) del que está formado pertenece al periodo Terciario y responde a un variado listado de materiales como arcillas, margas, areniscas, calizas y yesos.

Originalmente, la vegetación que cubría las laderas de La Ciesma debió de responder al modelo de bosque de carrascas (nombre aragonés de las encinas) característico de las zonas ligeramente elevadas del Valle del Ebro. Como veremos más adelante, la acción del ser humano se encargó de deforestar y transformar este entorno según sus necesidades en un lugar para pastos y abastecimiento de leña, que en los últimos siglos se trocaría en una amplio espacio cultivado. En las últimas décadas, por último, el abandono de la gran mayoría de las tierras de labor ha dado paso a una cubierta vegetal degradada formada por pequeñas manchas de coscojar y grandes zonas de tomillo, romero, lavanda o estepa, y que por si sola y con la ayuda de algunas repoblaciones forestales parece dirigirse hacia una lenta pero casi segura recuperación de su original carácter de espacio forestal de tipo mediterráneo.

Muy cerca del agudo contraste de las condiciones climatológicas del Moncayo, el entorno de Grisel responde por el contrario casi sin excepción a las condiciones bioclimáticas semiáridas del centro de la Depresón del Ebro. De esta manera, la temperatura media anual es de 13º, las precipitaciones anuales rondan los 400 mm y la amplitud térmica anual alcanza valores de 18º.

En cuanto al propio término de Grisel,

 (Ilustr. 2)

podría describirse como una sucesión en la dirección SW-NE de tres bandas de terrenos muy diferentes pero directamente interrelacionados entre si. Son, por este orden: parte de la ladera nororiental de la depresión de La Huecha conocida como La Valluenga, el monte de La Ciesma con sus dos vertientes a SW y NE, y una zona más o menos llana considerada de huerta gracias al aporte de la antigua acequia de Irués. El núcleo de población se ubica hacia el centro del término municipal y en un punto de confluencia entre la zona de huerta y la de monte, en la ladera de La Ciesma que mira a Tarazona.

Todo este entorno geográfico se ha visto fraccionado por las divisiones que el ser humano ha efectuado en él a través de la Historia. En la actualidad, el municipio de Grisel es un pequeño término de no más de 15 km2 y cuyo padrón municipal, después de décadas de pérdida continua de población, se reduce a un total de 68 personas (Menos de la séptima parte de su población en 1900: 499 habitantes), de las que solo una veintena reside en el pueblo todos los meses del año. Además, esta población fija presenta una elevada edad media que, a corto plazo, hace peligrar la continuidad de la vida y existencia del municipio, al menos tal y como ha sido entendida hasta ahora. Es, por tanto, junto a Trasmoz, el pueblo de la recién creada comarca de Tarazona y el Moncayo que menor población posee a pesar de su cercanía (apenas 3 km) de la capital comarcal. Su posición dentro de la Comunidad Autónoma de Aragón

 (Ilustr. 3)

se sitúa en el extremo occidental que, en forma de pico, se introduce como una cuña entre las vecinas Navarra, La Rioja y la provincia de Soria. Todas ellas situadas, igualmente, hacia el centro del cuadrante nororiental de la Península Ibérica

(Ilustr. 4).

 

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