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LA CELEBRACION DE LAS FIESTAS DEL FUEGO EN EL ÁMBITO DEL PARQUE CULTURAL DEL MAESTRAZGO.

Centro para el Desarrollo del Maestrazgo.

2. Las fiestas del fuego en el Maestrazgo. Aspectos generales.

 

2.1. El fuego.

 

El fuego junto con la tierra, el agua y el aire conforman los elementos básicos del Universo. De su combinación se forman todos los cuerpos. El fuego es el más poderoso de los cuatro y actúa como el centro de toda cosa. Se divide en dos: en humo o espíritu y en ceniza o despojo.

El fuego tiene muchas caras (alegría, tristeza, poder, subordinación, miedo, bienestar...), pone de manifiesto la riqueza mítica, las creencias, los ritos y las ceremonias. Numerosos son los mitos que han generado las culturas en el mundo: al fuego creador y destructor, al que purifica, al que ilumina o calienta, al fuego dado o robado. A pesar de sus diferencias todos ellos se asemejan. Junto a las explicaciones míticas existen prácticas rituales o festivas, naturalistas y pragmáticas. Ha sido factor capital para el desarrollo de la humanidad.

El fuego constituye un aspecto de gran importancia en la tecnología, sirve para protegerse contra las inclemencias del tiempo (oscuridad y frío), la preparación y conservación de alimentos o para protegerse, entre otros.

Se dice que el fuego regenera y enaltece, existen rituales festivos tradicionales que consisten en la quema de muñecos, peleles, demonios o brujas; sin embargo atravesar el fuego (saltarlo o pisar sus brasas) es trascender de la condición humana a la de héroe.

 

El fuego puede darse en dos escenarios distintos el interior o doméstico y el exterior o callejero y del público. Ambos tienen connotaciones distintas propias del espacio y de las personas. El humo ha sido empleado en Aragón para contrarrestar pestes y epidemias y también para bendecir actos litúrgicos. Las cenizas son sinónimo de fuego apagado o muerto, sirve para fertilizar campos, especialmente las de las hogueras callejeras. Aragón se le llama el país de los nueve mecedse invierno y tres de infierno. La llegada del invierno no supone la retirada de las gentes al hogar sino el mejor momento para encender el fuego en las calles en forma de hogueras para conmemorar fiestas (en forma de velas, antorchas ...). El fuego callejero es considerado como un símbolo de unidad vecinal, es una excusa en ocasiones para preparar comidas y danzar a su alrededor.

 

Otros actos, sirva de ejemplo la pirotecnia, unen a la gente en un espacio para contemplar un acontecimiento estético: El toro embolao, por ejemplo es una tradición tauromáquica, que consiste en soltar unos toros por las calles colocándole unas bolas de fuego en los cuernos, haciendo resaltar en la oscuridad de la calle, la fuerza del animal portando el fuego en sus cuernos.. El toro ha estado siempre ligado al mundo religioso y ha tenido una simbología precisa de fuerza, poder...

 

Los espacios donde se suelen encender fuegos son los puntos mas elevados de la localidad como las Iglesias o Plazas o en las confluencias de las calles, en algún eje simbólico, con el fin de poder distinguir diferentes planos de el, para proteger a la localidad de posibles enemigos o amenazas o simplemente para hacer olvidar las desavenencias de los vecinos.

El fuego no está siempre representado por la hoguera, por el humo o la pólvora sino por la luz conseguida por una antorcha, vela o candil. En Castellote tiene lugar la romería del Llovedor a la que sólo pueden asistir los hombres. El 1 de mayo tras la procesión tiene lugar una comida de hermandad y por la noche de vuelta al pueblo y entrando por el Calvario se les entrega una antorcha simulando en su ascenso una serpiente de fuego al pasar por entre los Peirones que forman el Vía Crucis. Caminan con las antorchas dirección a la Plaza del Caballón donde les esperan las mujeres también portando unas antorchas, ambas procesiones se intercalan caminando primero los hombres, llegan hasta la iglesia y alli besan a la Virgen y arrojan las antorchas con el fin de formar una hoguera.

 

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