Las "cabañas" (cuevas excavadas de habitación temporal) Felix A. Rivas
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Análisis tipológico y arquitectónico - La ubicación La relativa unidad litológica de la zona prospectada (salvando el recodo calcáreo correspondiente al fragmento de la Plana de la Muela perteneciente al término de Muel y el terreno yesífero situado tras el casco urbano de Épila) está compuesta a partir de areniscas y conglomerados poco compactados, ambos con muchas características arcillosas y pertenecientes a una extensa formación de terrenos del Terciario Superior. De ella se deduce la dificultad para trazar con claridad los hipotéticos límites que separarían las zonas dispuestas para la excavación de las que el material presente las haría inviable. Como veremos más adelante, muchas cabañas aprovechan –y por lo tanto parecen buscar- el contraste litológico entre dos estratos superpuestos cuando el superior es de mayor dureza que el inferior, aunque otros ejemplos no necesitan de esta circunstancia y están excavados igualmente en terrenos de composición interna uniforme. Parece demasiado arriesgado, por tanto, establecer –al menos en el interior del área prospectada- un criterio claro respecto al tipo de material geológico preferido para la ubicación de las cabañas. En cuanto al relieve, tal y como ha sido apuntado en el apartado anterior, el emplazamiento de las cabañas se reparte por prácticamente todos los ámbitos del pequeño valle interfluvial que recorre la carretera Épila-Muel, necesitando en todo caso un pequeño desnivel del terreno que hiciera posible una mínima profundización para alcanzar cuanto antes el nivel horizontal del suelo interior de la cabaña. Por ello, en los espacios de amplias llanuras sin un mínimo desnivel, las cabañas se ausentarán visiblemente tal y como ocurre en la partida denominada El Plano en el término de Épila. El grueso del número total de las cabañas ocupan los relieves de ligeras cuestas o lomas que se desarrollan a partir de ambas márgenes de la citada carretera con la excepción casi generalizada de la zona prospectada dentro del término de Muel que (dejando a un lado la particularidad de las fuertes pendientes que aparecen bajo la Plana de la Muela y la ausencia de desniveles en esta llanura pedregosa) parece deberse a razones de tipo sociohistórico que podrían explicar esta ausencia tan destacable. Más tarde volveremos sobre ello. Las características concretas del espacio en el que se decidía excavar una cabaña han de responder a un tipo de cuatro diferentes y bien determinados. El primero, algo más abundante que los demás, es el extremo inferior de una ladera o de un cabezo sin cultivar, de manera anexa ya a un camino tras el que se sitúa los campos cultivados o junto a estos mismo campos. Las otras tres ubicaciones se reparten en un número muy similar y son la parte media de una ladera o cabezo sin cultivar, un pequeño recodo yermo en la conjunción de dos o más campos de cultivo y, por último, un pequeño fragmento sin cultivar en el extremo de un campo de cultivo o englobado totalmente dentro de él. El entorno de las cabañas aparece presidido en la inmensa mayoría de las ocasiones por el aspecto cambiante a lo largo del año de los cultivos de cereal: amarillo oro en verano, amarillo terroso como rastrojo antes de volverse más rojizo al ser labrado y sembrado en otoño y, por fin, en primavera verde brillante y lustroso. A este predominio del cereal, ya presente desde antiguo y seguramente determinado por las propiedades del suelo, se le suman en algunas ocasiones la presencia de algún olivar, la mayoría de ellos de pocos años o recién plantados, alguna viña como resto de anteriores tiempos que se quieren rememorar y, finalmente, también algunos campos de almendros fruto de la tímida expansión de este cultivo en la segunda mitad del siglo XX. Junto a ellos, o más bien entre ellos, aparecerá de cuando en cuando alguna franja alargada y de forma poco regular sin cultivar seguramente en el lecho de un barranco, en un antiguo paso de ganados o en un fragmento de terreno comunal que no resulta viable cultivar por su pendiente y que permanece utilizado como pasto para el ganado. Pero a poco que miremos con atención vamos a poder encontrar muy cerca de las cabañas no solo yermos o campos cultivados. Otros variados elementos pueden hacerle compañía en muchas ocasiones. El más numeroso es el camino que llega hasta las inmediaciones de la práctica totalidad de las cabañas. Otras infraestructuras realizadas por el ser humano son las tipologías de construcciones de la arquitectura popular dispersa que más adelante se desarrollarán por capítulos y que, en algunas ocasiones, aparecen estrechamente ligadas e incluso casi anexas a las cabañas: son por este orden de presencia los pozos o aljibes, los balsetes, las casetas o las parideras. Otro producto que constituye un cambio sustancial en su entorno, éste más bien resultado involuntario de la actividad humana en las cercanías de las cabañas, son los grandes montones de piedras depositados sin ningún orden y fruto de la actividad de limpiar de piedras los campos adyacentes, una actividad presente desde hace muchos años y todavía viva en la actualidad. En alguna ocasión también se ha encontrado algún abrigo contra el cierzo e incluso una pequeña era (Diap. 314) para trillar y aventar la mies. Otro elemento muy frecuente es un hueco amplio pero poco profundo en la ladera que se corresponde precisamente, y así fue confirmado por los testimonios orales recogidos en Épila, con la huella de una cabaña que una vez comenzada su excavación, con la realización de un pasillo exterior que permitía encarar de manera frontal el cavado del interior, fue abandonada en un momento muy poco avanzado del proceso. Aproximadamente una decena de estos 'comienzos de cabaña' se han podido localizar durante los recorridos de la zona prospectada y todos ellos se situaban junto a una cabaña finalizada (Diap. 37) o inmediatamente juntos entre si. No debe extrañar esta cercanía ya que, tal como puede comprobarse en el mapa general de localización de las cabañas, se constata en muchas de ellas una llamativa tendencia a agruparse formando pequeños grupos de dos(Son: Cb 12-13.19/Ep, Cb 21-22.19/Ep, Cb 11-12.20-21/Ep, Cb 13-14.20-21/Ep y Cb 19-20.20-21/Ep.) (Diap. 102), tres (Son: Cb 5-6-7.19/Ep, Cb 23-24-25.19/Ep, 26-27-28.19/Ep, 27-28-29.20-21/Ep y 34-35-36.20-21/Ep.)(Diap. 277) y hasta cuatro(Son: Cb 8-9-10-11.19/Ep.) y cinco(Son: Cb 16-17-18-19-20.19/Ep.) cabañas agrupadas en el peculiar caso del significativamente conocido como 'Cabezo las Cuevas' Precisamente la concentración de todos estos conjuntos de cabañas a ambos lados de la carretera en su trayecto entre la autovía de Madrid y el límite con el término de Muel marca la zona de mayor densidad de cabañas en toda la zona prospectada. Puede ser aventurado relacionar estos dos hechos con un tercer factor hipotético pero, en todo caso, pueden adelantarse dos tipos de explicaciones para esta curiosa tendencia a la agrupación: el primero (menos probable) es la explotación de un banco de material especialmente adecuado para la ubicación de cuevas y el segundo, que como veremos más adelante se cumple en algún otro caso de cabañas de obra, puede relacionarse con la visión social del trabajo en el campo, al cual servían de apoyo las cabañas, y, sobre todo, al espíritu de ayuda mutua que podía existir entre los labradores y, especialmente, en la realización de infraestructuras de apoyo al desarrollo de las faenas agrícolas. Cabe relacionar incluso esta tendencia, contemplada en este caso a una escala muy pequeña, con otra presente en todo el entorno geográfico de la zona por la cual la población tiende a agruparse en poblaciones muy concentradas frente a la marginal presencia de hábitats dispersos. De hecho este agrupamiento o alineamiento de cuevas excavadas se asemeja mucho (www.xarxamuseus.com.) a la disposición urbana 'en calle' y puede testimoniarse también en muchas poblaciones cercanas con presencia de cuevas-vivienda como Épila y Muel. De hecho, ambas explicaciones surgieron de los propios entrevistados durante nuestras charlas: "algunas están juntas por el terreno, y siempre es más acompañau". Otro aspecto en el que nos vamos a detener con cierto detalle es el de las características de las parcelas en que se encuentran las cabañas. Todas ellas se encuentran en un fragmento de terreno yermo sin arbolado y ocupado tan solo por algunas matas de tomillo, esparto o alguna escasa genista. Suele ser de pequeño tamaño, en muchas ocasiones un pequeño recodo yermo junto a un camino o campo de labor aunque otras veces se encuentra en el extremo inferior de una amplia zona yerma o, también, a media altura. Siempre, en todo caso, se ubican en zonas de ladera que presenten un mínimo de pendiente, normalmente no excesiva. Entre un amplio abanico de formas y tamaños podemos ofrecer una primera división aclaratoria en base a la titularidad pública o privada de estas parcelas. De todas las ubicaciones inventariadas solo dos presentan serias dudas en cuanto a su ubicación en una parcela concreta de las recogidas en los mapas catastrales, aparentando en principio estar exactamente situadas en el límite entre dos parcelas contiguas. De estas dos, una de ellas se encuentra entre dos parcelas de propiedad particular por lo que a efectos de este criterio podemos asimilarla al conjunto de las situadas en terreno particular mientras la otra, ubicada entre una parcela de titularidad pública y una parcela de propiedad privada quedará por este motivo al margen del siguiente análisis. Del total, por tanto, de 79 cabañas consideradas, un número apreciable (48) se encuentran en parcelas propiedad del ayuntamiento correspondiente, y más si consideramos que en la actualidad el Ayuntamiento de Épila posee tan solo el 10 % del total de su término municipal, frente a las 31 localizadas en terreno de propiedad particular. Dentro del grupo de cabañas ubicadas en terreno municipal cabe destacar la presencia de ocho casos en los que el propio solar de la cabaña constituye una división individualizada de la propia parcela aunque, de manera llamativa, siete de estos casos se encuentran dentro de una sola parcela: la 43a del polígono 19 de Épila. Otros dos casos, ya dentro del término de Muel, también constituyen por si mismos una división de parcela aunque en ambos ejemplos esta parcela es de titularidad privada. Dejando a un lado este dato, y considerando de cualquier modo la parcela íntegra en la que se ubica cada cabaña, podemos dividir las situadas en parcelas de titularidad municipal en tres grupos atendiendo a su forma y tamaño. 23 de ellas se encuentran en parcelas de tamaño mínimo y con forma de recodo entre las parcelas que la rodean, 21 están en parcelas de tamaño mediano o grande y de contorno irregular, y tan solo 4 cabañas se encuentran dentro de parcelas municipales de tamaño mediano o grande y forma regular. En el caso del grupo de las situadas en terreno particular, casi la mitad (14) responden a un tipo de parcela de tamaño mediano o grande y forma regular, mientras un total de 12 se ubican en diminutas parcelas con forma de recodo entre otras de mayor tamaño, y solo 3 se encuentran en parcelas sin contorno regular o de acusado trazado alargado.
Varias conclusiones podemos extraer de estos datos. En primer lugar tenemos que tener en cuenta que la presencia de parcelas de gran tamaño, contorno no regular y trazado muchas veces alargado son la prueba de la existencia durante un periodo histórico determinado de grandes superficies de terreno comunal, posiblemente usado como pastos para el ganado. En cierto momento histórico estas grandes superficies comenzaron a sufrir parciales roturaciones y puestas en cultivo que culminaron con un proceso de apropiación por parte de particulares de las zonas de cultivo viable que, una vez legalizadas y resuelta la parcelación, quedaron con un tamaño variable pero con un contorno aproximadamente regular rodeando las zonas que permanecieron en poder del municipio y que, por esta razón, presentan todavía un contorno irregular y muchas veces de trazado alargado y penetradas por los sucesivos 'mordiscos' de las parcelas privadas. Otro factor a tener en cuenta es la condición de apoyo a las faenas agrícolas que tienen estas construcciones. Es decir, su subordinación completa al propio desarrollo de las faenas agrícolas que explicaría su situación mayoritaria en recodos de campos y laderas yermas con el objetivo de que su ubicación supusiera la menor pérdida posible de terreno cultivable. Esto explica la gran cantidad de cabañas en pequeñas parcelas en recodo que, aunque más abundantes en terreno municipal, cuentan con un número apreciable dentro de las tierras particulares. Éstas últimas podrían deberse al hecho (confirmado en las entrevistas en Épila) de que en muchas ocasiones el constructor o heredero, y por tanto el usuario o titular legalizado o no, de la cabaña no coincidía con el titular del campo cultivado anexo por lo que, durante el proceso de parcelación o de legalización de las citadas apropiaciones del original terreno comunal (que pueden o no ser simultáneos), es muy posible que el usuario de la cabaña inscribiese como propiedad suya la diminuta superficie en torno a la cabaña para poder proteger y asegurar legalmente la continuidad de su uso y virtual titularidad. En definitiva podemos destacar como conclusión más señalable que la mayor parte de las cabañas (el 78'5 %) se localizan en parcelas que todavía pertenecen al ayuntamiento o que, debido a su forma y tamaño, podemos presumir que le pertenecieron en un pasado más o menos cercano. De ello podemos deducir que la construcción de las cabañas se produjo o bien de manera anterior a la actual parcelación y titularidad mayoritariamente particular de la zona, o bien en cierto número de casos de manera posterior a ella pero con un cierto reparto en la elección entre los terrenos comunales y particulares para su ubicación.
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