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Las  "cabañas" (cuevas excavadas de habitación temporal)                                                             Felix A. Rivas

 

 Otras construcciones secundarias

Las 'cabañas de piedra' o casetas

- Tipos de casetas

A la hora de establecer una clasificación entre las casetas, podemos emplear dos criterios de los que dependerá en gran medida el uso para el que estaban concebidas las casetas y según el cual se desarrolló su plan de construcción. Son el tamaño de la superficie útil del interior de la caseta y el grado de complejidad o compartimentación interior de la misma. Combinando ambos criterios podrían definirse de manera provisional tres tipos de casetas.

Las casetas de refugio ocasional, equivalentes en sus aspectos funcionales a las cabañas excavadas del mismo tipo, son de un tamaño diminuto (entre 1,5 y 4 m2) aunque suficiente para su cometido de resguardar al labrador de una tormenta inoportuna o, en momentos de descanso, del inclemente sol o del molesto cierzo. El trazado de sus plantas suele tender a la forma cuadrada pero, en el caso de las casetas que resuelven su cubierta con una falsa cúpula, suele transformarse en el interior en una forma más bien circular u ovalada. Carecen en su interior de todo tipo de compartimentación aunque en algún caso pueden llegar a presentar un rudimentario fogón en un rincón sin ningún tipo de salida de humos, a modo de espacio reservado al fuego empleado como fuente de calor en momentos muy concretos. Con respecto a la situación de su planta respecto al entorno, es de destacar que aunque en algunos casos aparezca completamente exenta e individualizada (Diap. 380), en muchos otros trata de economizar la construcción de una de sus paredes situándose de manera anexa o integrada en la propia ladera (Diap. 385), en un muro de separación entre parcelas o en un abrigo

     

dentro del que se han levantado unos pequeños muretes complementarios para sujetar la cubierta de la pequeña caseta de refugio.

Las casetas que podrían calificarse de apoyo a las faenas agrícolas vendrían a ser un punto intermedio entre las utilizadas únicamente como refugio ocasional y las de habitación temporal, pudiendo en determinadas circunstancias cumplir las mismas funciones que ambas dos. Su tamaño es asimismo mediano, no tan diminuto como los refugios y ya más cerca de las dimensiones de las casetas más pequeñas entre las de la siguiente categoría, aunque diferenciándose claramente de éstas por su absoluta falta de división interior. A pesar de ello, ciertos elementos comienzan a ser más frecuentes en este tipo de casetas como los pesebres (Diap. 392) o los fogones (Diap. 393) que pueden llegar a contar incluso con toscas chimeneas o salidas de humo. Lo más corriente es que su planta se halle perfectamente exenta en una zona de llanura o en una ladera aunque en algunos casos contados puede llegar a integrar casi totalmente sus muros laterales en la pendiente (Diap. 350) repitiendo el modelo de muchas casetas anexas a la entrada de una cabaña excavada.

Las casetas de habitación temporal son posiblemente la tipología de caseta más característica de la zona.

 

Con una planta completamente individualizada, de un trazado que tiende al cuadrado o al rectángulo, un gran tamaño que puede rondar entre los 25 y los 70 m2, y una compleja y variada distribución interna, viene a constituir la versión construida de la 'deconstruida' (o excavada) cabaña ya analizada. Al igual que ésta (y al contrario de las otras dos tipologías de casetas que se encuentran representadas en casi toda la zona prospectada), su presencia se hace mucho más cotidiana a partir de una cierta distancia del respectivo núcleo urbano (A pesar de ello, tampoco hay que descartar una función secundaria de estas mismas casetas como refugio ante inclemencias imprevistas del tiempo, tal como se afirma en el documento de construcción de una caseta de este modelo: "no existiendo en toda esta parte otra cabaña o albergue para poder recojerse en los días de lluvia o tronadas" (AME, 375-13).) que parece hacer preferible, tal como ya quedó explicado en el caso de las cabañas excavadas de habitación temporal, la estancia semanal en las épocas de concentración de las faenas agrícolas. Así podría explicarse la aparición del término "cabaña de albergue", posiblemente para referirse a una de estas casetas, en un documento fiscal (AHPZ, Hacienda 89.) de mediados del siglo XIX. Y en este tipo de caseta igualmente tendríamos que pensar al considerar la descripción de un proyecto de construcción (AME, 375-13.), fechado en 1953, de una caseta de 50 m2 en Épila.

Otro aspecto en común entre estas casetas de habitación temporal y las cuevas excavadas es su análoga distribución interior, ya que suelen aparecer divididas por dentro en tres estancias o zonas diferenciadas: la cocina, la pajera y la cuadra. Las tres parecen tener funciones similares a las ya descritas en las cabañas y su ordenación en el interior puede variar ligeramente. En algunos casos (Diap. 334), la cocina se sitúa frente a la entrada interponiéndose entre la pajera y la cuadra con su pesebre adosado a la pared del fondo. En otros, pueden formarse dos unidades anexas formadas por la cuadra con pesebre adosado a la pared y por el binomio cocina-pajera (Diap. 368). Y en la mayor parte de los ejemplos, aparece una mimesis del sistema de distribución presente en las cabañas excavadas, refrendada además por la información oral: "las caballerías a un lado y las personas a otro". En este sistema (La caseta Cs 2.28/Mu es una excepción pues, a pesar de su reducido tamaño que la haría pertenecer al grupo de las casetas de apoyo a las faenas agrícolas, presenta una distribución interior más propia de las de habitación temporal con un fogón bien desarrollado y un pesebre exento que divide el interior en dos zonas diferenciadas.), el eje interior de la planta es la línea de pesebres exentos que dividen el interior en dos zonas (Diap. 382), una para las caballerías (la cuadra) y otra para las personas (la cocina y la pajera), de tal manera que los animales de labor quedaban albergados de frente a las personas y las operaciones de atado, desatado y aporte de la comida podían ser realizadas desde las estancias propias de las personas y, por tanto, quedaba reducido el esfuerzo y el tiempo que requerían las faenas de atención a los animales en el interior de la caseta.

También, como ocurría en las cabañas excavadas, la pajera suele estar limitada por un pequeño murete de altura variable que serviría para contener la paja de su suelo.

 

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