Las "cabañas" (cuevas excavadas de habitación temporal) Felix A. Rivas
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Análisis tipológico y arquitectónico - El estado de conservación No van a ser nada halagüeños los resultados de este último apartado del análisis arquitectónico de las cabañas, que trata de evaluar su actual estado de conservación. Para ello se han establecido cuatro niveles según el grado de los problemas que aquejan a estas construcciones y que se ven reflejados en las fichas técnicas resumidas de cada una de las cabañas y en uno de los mapas adjuntos. De mejor a peor grado de conservación, se han definido las siguientes categorías (Naturalmente, estas calificaciones hay que tomarlas como meramente indicativas pues para establecer juicios seguros haría falta la intervención de un arquitecto o ingeniero.): - bueno, indica un buen estado en general por lo que solo sería necesaria una enérgica limpieza y alguna reparación de mínima importancia para poder reanudar un hipotético uso de la cabaña. - regular, es la categoría aplicada a aquellas cabañas que, aun presentando algunos problemas (Un nuevo problema que amenaza la conservación física de las cabañas y las demás construcciones secundarias del extremo del polígono 24 de Épila (enclavado entre la carretera de Muel, el polígono 25 y la autovía de Madrid) es la proyectada puesta en marcha hacia el año 1997 de un polígono industrial en los terrenos de El Sabinar (www.geocities.com/TheTropics) y que en la actualidad parece a punto de comenzar a realizarse.) de conservación o consolidación, se entiende que no son irresolubles aunque requiriesen un mayor esfuerzo restaurador. - malo, en este nivel las cabañas presentan problemas de fuerte calado que hace muy inminente su pérdida total. - ruina, como su nombre indica, estas cabañas se consideran definitivamente perdidas para su posible uso o con problemas lo suficientemente importantes como para hacer inviable cualquier posible rehabilitación. En el citado mapa se puede observar que aparece otro código más en la leyenda, el de desconocido, que se aplica a aquellas pocas cabañas que tienen la puerta cerrada y en las que por lo tanto ha sido imposible evaluar el grado de conservación de su interior. Como dato significativo, hay que añadir que de estas cinco cabañas solo una (Diap. 288), por el aspecto cuidado y remozado de su exterior, parece estar todavía en uso como espacio ocasional de ocio. En conjunto, las cifras arrojan un saldo muy poco positivo a favor de las cabañas en ruina (26) o en avanzado estado de deterioro (18), que superan ampliamente a las que se podrían considerar en un regular estado (20) y a las únicas 11 que han recibido el calificativo de bien conservadas. Por distribución en la zona, podemos apreciar una significativa concentración de cabañas en ruinas en el polígono 24 que podría deberse a la presencia mayoritaria en ese polígono de cabañas de la tipología de refugio ocasional que, por su mayor sencillez constructiva, habrían resistido peor el abandono y el paso del tiempo. Los problemas más comunes que suelen presentar son en primer lugar los desprendimientos, de diversa gravedad (Diap. 182), en los techos y en particular en la estancia de mayor superficie: la cuadra. También la entrada y su acondicionamiento (Diap. 118) suele ser uno de los primeros elementos del conjunto que presenta síntomas de deterioro. La triste nómina de problemas no acaba aquí, otros también habituales son la pérdida del recubrimiento de mortero de las cocinas, su enrona por la caída de la campana de la chimenea, la entrada de lodo desde el exterior aumentando el nivel de los suelos (Diap. 266) y taponando ciertas estancias, el desplome de la cubierta del pasillo cubierto o de la caseta anexa (Diap. 53), el peligroso desgaste de los pilares dejados sin excavar y de los pesebres,
o los pequeños derrumbamientos en las paredes excavadas o de mampostería del pasillo descubierto de acceso (Diap. 300). Para todos estos problemas, los antiguos ocupantes de las cabañas tenían una explicación basada en la falta de ventilación, "como se abría toda la semana se joreaba, y ahora que no se emplea se cae el techo", que choca frontalmente con la certidumbre de la apertura o falta de puerta generalizada en casi todas las cabañas en la actualidad. Es posible que, mientras duró su uso cotidiano, la falta de ventilación fuese una de las principales causas de deterioro de las cabañas pero en la actualidad más parece ser el abandono y la falta prolongada de un mínimo mantenimiento los responsables de su, si nada lo remedia, próxima y completa desaparición.
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