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Las  "cabañas" (cuevas excavadas de habitación temporal)                                                             Felix A. Rivas

 

 Otras construcciones secundarias

Las 'cabañas de piedra' o casetas

Han sido 69 las casetas o cabañas construidas inventariadas en el interior de la zona prospectada. Aún se han podido localizar algunas más (muy pocas) que no se han incluido en el inventario general por haber sido construidas con materiales industriales o según nuevos modelos que las hacían totalmente extrañas a la arquitectura popular.

Al igual que ocurría con las cabañas excavadas, las construidas suelen identificarse con el nombre o apodo de la familia propietaria o con el de una partida o elemento geográfico cercano a ellas. A pesar de la dificultad de recoger y certificar estos nombres, se ofrece a continuación un breve listado de los que han podido recopilarse. Entre ellos, los subrayados han sido recogidos en las fuentes orales y el resto aparece disperso entre la amplia cartografía consultada:

Cs 1.19/Ep. Cabaña los Aliagas o de las Cuevas (Diap. 320)

Cs 7.20-21/Ep. Cabaña los Barraquetas (Diap.330)

Cs 1.25/Ep. Cabaña del Ricleño

Cs 1.1/Mu. Cabaña Corbato (Diap. 356)

Cs 1.19/Mu. Caseta del Boquero de la Torre (Diap. 372)

Cs 1.22/Mu. Cabaña del Cabezo de las Perdices

Cs 3 a 11.22/Mu. Cabañas de la Dehesa de Ibar (Diap. 375)

Cs 12 a 15.22/Mu. Cabañas de Matiícas

Cs 16.22/Mu. Cabaña de la Viña (Diap. 378)

Cs 5.25/Mu. Caseta del Gamonal (Diap. 390)

Cs 2.26/Mu. El Morico

La distribución de las casetas a lo largo de toda la zona prospectada registra una tendencia a la regularidad con la salvedad de las áreas en las que las cabañas excavadas son más abundantes. Así, las casetas están prácticamente ausentes del polígono 19 de Épila y se localizan visiblemente más dispersas en el 20-21. Ya lo expresaron los informantes de Épila al referirse a la zona de máxima concentración de cabañas diciendo que en ella había "pocas cabañas de piedra". El número total de casetas, 69, también es sensiblemente menor al de las cabañas excavadas y, como cabría esperar, es bastante superior en el término de Muel (43) que en el de Épila (26) con una presencia mucho mayor de cabañas bajo tierra. Esta circunstancia puede hacernos pensar en una cierta competencia entre ambos tipos de construcciones para un mismo papel en la vida agrícola de la zona, que habría que matizar según las diferentes tipologías a establecer entre las casetas (al igual que ocurría con las cabañas) y otros factores como la lejanía a los núcleos urbanos o el régimen de tenencia y explotación de las tierras del entorno.

Éste último criterio es el que puede explicar las dos curiosas agrupaciones de casetas halladas en el término de Muel: las Cabañas de la Dehesa de Ibar 

 y las Cabañas de Matiícas, con sendos conjuntos de nueve y cuatro casetas respectivamente. Aunque ya se nombró al analizar las cabañas excavadas una cierta tendencia a la agrupación derivada de los beneficios de la cercanía entre cabañas, en este caso son razones estrictamente históricas las que explican la formación de estas dos agrupaciones que parecen fruto de una planificación previa. Especialmente la de las Cabañas de la Dehesa debido a su ordenación en una ladera protegida y formando una ele, con las entradas abiertas a una especie de patio descubierto común, y acompañadas por una cercana paridera y una desarrollada infraestructura hidráulica formada por una gran pozo o aljibe y una balsa de ganado. Al parecer, los dos grupos de casetas fueron levantados para servir de apoyo a las nuevas condiciones de explotación que experimentó el latifundio de la Dehesa de Ibar (a unas dos horas de camino desde Muel) en 1924. En esa fecha (Rubio, 2000.), un total de 31 campesinos de Muel se unieron para comprar de manera conjunta la citada finca que salía a la venta debido a la finalización de un usufructo resultado de una herencia del siglo XIX. Una vez comprada y repartida la gran finca en 62 lotes perfectamente distinguibles hoy en día, debió de producirse un gran impulso constructivo que se materializó en algunos pozos y, sobre todo, en un buen número de casetas (como me contaron en Muel "en la Dehesa de Ibar había 20 cabañas") muchas de las cuales se ubicaron en dos 'barrios' situados junto a los caminos que, viniendo desde Muel, penetraban en la antigua dehesa.

En cuanto a la presencia de elementos cercanos o anexos a las casetas, destaca sobre todo la repetida presencia del conjunto caseta-pozo como una manera de solucionar dos de las principales necesidades de personas y caballerías en sus estancias más o menos prolongadas en las zonas de cultivo: la de refugio o albergue y la de procurarse una disponibilidad mínima de agua. Otros casos mucho menos frecuentes son la presencia de un abrigo contiguo a una caseta 

 

o el aprovechamiento de tres abrigos para levantar en su interior una pequeña caseta cubierta.

 

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