"Su puesto que el desengaño

nos alienta la esperanza

digo pues que yo el primero

con primorosas mudanzas

de dances, bailes y versos

me apongo y pienso ganarla

para el santo de los santos

y dirme como se llama

el grande apóstol San Pedro

a quien Dios tiene fiadas.

Las riquezas de la Iglesia

en su corte soberana.

Es de Dios el más querido

- ¡Mira que en eso te engañas!

Que Pedro negó tres veces

a su divino maestro

antes que el gallo cantara.

¡Es verdad pero borrada quedó

la negación,

que sus llantos fueron tantos

que al ver Cristo

que amargamente lloraba

día y noche sin cesar

llenole de tantas gracias

que fue llavero del cielo

y en la tierra primer Papa

cimiento y fuente de nuestra

Iglesia Apostólica, Católica y Romana.

Calla tanto disiesto ¡detente!

No fue el Glorioso San Bernardo

de una sombra permanente

de penitentes virtudes.

No fue dicho de su suerte

el hacerle juzgar con Jesucristo

bebiendo la dulce leche

de virginales pechos

en todos mercedes

y gracias que contrayó

el cielo prepotente

ninguna llegó a ensayar

con esta verdad merece

la dulzura de Bernardo

madre remota de laureles

y preciosas guirnaldades

de lo que este día ofrece.

Decís muy bien de escucharme

que el apóstol San Felipe

cuando aquellos cinco panes y dos peces

cobró Cristo aquel prodigio tan grande

¿quién fué sino San Felipe?

que la tuvo vigilante

buscar mantenimiento

para el grupo memorable

que la seguía al señor.

 

Esperar no se la deis

que yo también la pretendo

no mereció mayor palma

que el arcángel San Gabriel.

No fue otro que San Gabriel

el que con la espada

luchara y venció a Lucifer.

.............................................

(Los dichos nº: 5,6,7,8,9,10,11 no han sido recordados)

"En las cumbres del Osopio

en los palacios más regios

en aquel zefiro hermoso

donde Dios tiene su asiento

tuvo Oriente mi belleza

que salió la luz a un tiempo

y llenó de preferencias

cuando su soberbia plena

tanta luz me adotó

estando Dios por empeño

¡me la quitó!

hubo bastante para forra los luceros.

¿No soy yo aquel Lucifer

rey del tartárico imperio

que con un solo grito

asombro, horrorizo y estremezco?

¿No soy yo el que arma las arenas

que al sol le cuenta los rayos

árboles y plantas al suelo?

y que juntando estas tres cosas

suelgo decir algo d’esto

Mas el dolor o congoja

de tormento en tormento

o rabia mortal o ansia

que jamás alcanzar puedo:

¡¡de que los cristianos dejen

al Dios que tanto aborrezco!!

¡Ya esa que la llaman Arcos

que la nombro y de rabia muero!

He de estorbar esta fiesta

a pesar del universo,

a pesar de los danzantes,

y a pesar del pueblo entero.

¡Y tú rabadán maldito

vente conmigo al Infierno

que entre medio de las llamas

allí has de ser el primero!

No quiera Dios que sucedan

las palabras que de ti siento

que de fuegos y fogones

ya tengo bastante escarmiento.

Pero Virgen de los Arcos

aunque devoto no soy,

más bien sin talento y pendenciero

a ti acudo presto y te pido sin rubor

que intercedas no por mí sino por el pueblo entero.