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Santa Cruz de Moncayo. La cultura del Barro                                            ASOMO. Acebo. J.M. Larraz. Chema Roc

La Casa Típica de Santa Cruz

El modelo ideal de edificio en Santa Cruz sería uno que tuviera una planta rectangular, que en su base estuviera realizado con mampostería y que a continuación se superpusiera, bien el tapial, bien el ladrillo. Tendría dos o tres plantas y su tejado dos vertientes. . El sistema arquitectónico empleado sería arquitrabado.

Estaría localizada en una de las tres calles típicas o en sus travesías: Alta, Centro o Mayor o en la travesía de San Ramón, de la Herrería o del Moncayo.

El acceso al edificio se realizaría por una puerta de dos ejes, horizontal, que daría paso a una cuadra. La cuadra dispondría de un pesebre, que estaría hecho de mampuesto y revoco de yeso, podría aparecer algún pilar de ladrillo por medio que sirviera para apoyo de la misma casa y división de la citada cuadra.

El techo estaría formado por diversos rollos de madera con vueltas de yeso o el cañizo visto, pintado de blanco las más de las veces y tendría la altura suficiente para que las caballerías entraran.

La misión de todo esto era proteger a la caballería, auténticos tractores de la época y a la vez permitir que el calor animal se extendiera por la casa.

Puede existir un segundo espacio inferior vinculado al cerdo, la corte, y a su vida y muerte.

La escalera nos lleva a la primera planta. Accedemos por ella directamente a una cocina.

Tendrá un suelo de ladrillo o de baldosa hidráulica si es más moderna. El techo estará soportado por los habituales rollos y vueltas de yeso y cañizo.

Aparecen, en ocasiones, ménsulas realizadas en ladrillo, que dispuesto a tizón, sobresale formando tres salientes que soportan los rollos del forjado de madera.

El hogar, sobreelevado, estará flanqueado por dos poyos de madera, una chimenea de pared, por lo general en forma de tronco de pirámide la campana, y realizada a base de ladrillo y yeso la salida de humo.

La cocina o el hogar, tendrá una piedra o trasfuego de fundición. Queda todavía el recuerdo de las antiguas hechas de piedra en el nombre de las más modernas. Pueden aparecer diversos motivos: campestres, religiosos, caballerescos...

Como complemento de este hogar aparecen los trébedes, estruedes, treudes cuyo objeto es poder poner los pucheros al fuego. Tienen tres patas que dan origen a su nombre. Son un objeto de metal básico en la cocina, de forma circular, poseen diversos diámetros, siempre en función de los pucheros que van a ponerse encima a cocinar.

Los gatos, estos son objetos de metal, de forma semicircular, con un radio capaz de abrazar a un puchero, pero sin llegar a cerrarse el circulo del abrazo. El puchero se preta al gato, no se pone encima. Su misión es mantener caliente el puchero que ya ha cocinado.

Otras herramientas son las tenazas, el fuelle, sopladores que terminan de completar el utillaje del hogar. Por lo general, frente al hogar, aparece una estantería o espedera en la cual se disponen de platos, torteras, cazuelas, etc.

Más moderna sería la solución de un armario que recogiera este material. Suele tener un cajón donde se guardaba el pan.

Otra solución para recoger los diversos útiles de trabajo de una cocina solía ser la utilización de armarios empotrados en la pared.

Puede aparecer junto a la cocina una segunda sala de menor tamaño, la recocina. Es como un cuarto de apoyo a la cocina principal.

En este piso aparece un cuarto de diversas dimensiones que a su vez se subdivide en dos alcobas. Esa primera estancia denominada en ocasiones sala puede tener dos misiones, bien dormitorio, bien sala de recepción de visitas especiales.

 

Una de estas alcobas puede tener una cama de metal, en ocasiones plegable, con cabecera y pie de este material. Los dibujos vegetales, animales o geométricos. Pueden tener su parte superior completamente dorada, en negro, etc.

Como apoyo pueden aparecer también muebles para la ropa, mesillas y baúles. Es indispensable el cuadro con algún santo o virgen que protejan el espacio.

La solución para tener armarios pasa por los empotrados y por los esquineros, que aprovechan el ángulo de la esquina para horadando el muro levemente, formar un espacio útil para los habitantes del cuarto.

Volviendo a las escaleras que como hemos dicho pasan por la cocina, se asciende a la segunda planta, o falsa. En ella se depositaba el grano por lo general. El suelo de ladrillo y el forjado de madera del techo sin olvidar el yeso, cañizo, barro y teja.

Existen excepciones curiosas a este modelo propuesto. Así podemos encontrarnos, fruto de la estructura urbana de Santa Cruz en escalones alrededor del castillo, salas que se encuentran junto a las cuadras, o cuadras que dado el desnivel existente, se accede con las caballerías desde la Calle del Centro por ejemplo mientras se tiene otro acceso inferior a corrales y cuevas por la Calle Mayor. Es decir, visto desde la calle Mayor, la cuadra está en alto, cosa incierta, dado que se apoyan como hemos dicho en un resalte geológico que lo permite. Esto ocurre en la Calle del Centro nº 7.

Aparecen chimeneas en la falsa, con una sección de campana en forma de tronco de cono, como si fuera un capirote, y que en ellas se cocinaba todo lo concerniente a la matanza del cerdo. Así se nos presenta en la Casa de Turismo Rural " El Mirador". También localizamos chimeneas en el acceso a la cuadra en estancia conjunta en extramuros.

 

La fachada de estos edificios, levantada como hemos comentado en mampuesto y tapial, ladrillo o adobe se articula en función de una serie de vanos fundamentales. El piso inferior se accede por la puerta de doble hoja, aparece a un lado de la puerta, en la misma fachada una ventana de dimensiones reducidas, utilizada para el mejor acceso de la uva a la bodega. Es el caso de las bodegas de la Calle Mayor nº 21 o 24.

Los vanos son siempre adintelados al exterior, pueden tener un ligero abocinamiento y ser tanto verticales como horizontales, este último modelo se utiliza prioritariamente en las falsas, Calle de la Herrería, aunque hemos localizado también en plantas bajas, Torre Cavero.

Sobre la puerta, encontramos diversos vanos, en ocasiones mínimos, en otras formando balcones empotrados en los muros. La Calle Mayor, la de mayor anchura del pueblo y la menos constreñida por otros edificios así lo dispone en su nº 24. Sus vanos son de mayor tamaño.

 

La estancia de la cocina suele tener ventanas de pequeño tamaño, como aparece en la calle Alta nº 15. Esta calle dispone sus vanos de menor tamaño.

El piso superior puede aparecer con ventanas en sentido apaisado, como en la C/ Herrería nº 34, o en la calle del Centro en la casa del Curato.

La articulación de esta las fachadas en función de los vanos obedece a diversos criterios a tener en cuenta. El primero de ellos y fundamental es que las fachadas tal y como han llegado hasta hoy han sufrido transformaciones, el segundo que la división de fachadas actual puede ser moderna, es decir, casas distintas pero continuadas en el espacio han podido ser una sola casa,   es el

ejemplo de la casa del Curato que hoy son tres o la casa de la Travesía de San Ramón, vinculada por la falsa con las casas de la Calle Mayor.

Hay que añadir a todo esto la prioridad a la hora de distribuir los vanos respecto a la iluminación natural y la protección del frío. Las zonas más elevadas de una fachada tienen menos vanos o de menor tamaño, al igual que los tejidos urbanos más próximos al castillo tienden a tener ventanas pequeñas por estar más elevados.

La luz, que artificialmente se conseguía con candiles, velas o el fuego del hogar recogía la luz natural a través de estos vanos.

Es notable el caso de la Calle Alta nº 27, que juega con la luz a través de ventanas en las fachadas de la casa pero, de manera hábil, han creado vanos en los dinteles de las puertas interiores o en los muros interiores que dan a alcobas y por lo tanto han solucionado el problema de la luz.

Podemos encontrar fachadas cuya estructura es aproximadamente simétrica como en la Calle Mayor nº 45, o en los números 12-14-16, o en la Calle del Centro, en la casa del Curato. Esto parece ser la tónica general en Santa Cruz.

También localizamos fachadas asimétricas, fruto de esos cambios basados en compras y ventas o herencias. Nuevas compartimentaciones con nuevas necesidades: más puertas, más ventanas, distintas alturas etc.

A pesar de ello pueden verse la continuidad de una casa con otro en algunos vanos que permanecen a la misma altura, como en la Calle Mayor nº 33-35, Calle Alta nº 17-19, 26-28.

 

Tampoco olvidemos que los accesos pueden estar en función de la localización en el tejido urbano de la casa, a menos espacio, por estar más elevado y tener menos resalte geológico para ubicar en una casa con todas sus funciones, más creaciones originales se hacen precisas y por lo tanto, menos académicas.

Un aspecto más nos parece importante a la hora de considerar las fachadas, de los edificios de Santa Cruz, el color de éstas.

Si el azulete parece ser el color predominante en los interiores, junto al blanco, la fachada responde a los mismos criterios. Con alguna matización. Cuando ésta es blanca, se suelen crear unos cercos entorno a las ventanas que intentan reproducir marcos. 

El color gris suele ser el protagonista. Puede llegar a tener hasta moldura real en yeso o escayola que se pinta posteriormente.

Los tejados también aparecen pintados en sus aleros. El color rojo, el gris, o el azulete son los prioritarios. Más ocasionalmente el verde. No obstante, todo parece indicar que el azulete no se extendía únicamente a los cercos de las ventanas o sus alféizares. Era el color más extendido en su utilización por lo menos en la última fase de muchas fachadas que nos han llegado intactas desde los años 50, como en la Calle Mayor nº 31.

Un recurso muy extendido es la combinación del moderno cemento en gris, que hace las veces de zócalo y el muro enlucido en blanco. El caso de la Calle nº 24 incorpora a ese enlucido un esgrafiado formando falsos sillares. Hoy en día se intenta imitar piedra, como en la Calle Mayor nº 12-14-16.

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