Casetas de piedra seca y falsa cúpula en la Jacetania / Biello Aragón. Asociación Cultural Sancho Ramirez. Jaca |
2. Análisis arquitectónico 2.1 Los muros Las paredes de las casetas son en su gran mayoría de piedra seca, es decir, carecen de cualquier material de unión entre los mampuestos, y por tanto hacen uso de una técnica de construcción que revela la radical autosuficiencia constructiva y económica en general de la sociedad y el momento histórico en que fueron construidas. En torno a una docena de ejemplos, en cambio, presentan un paramento de piezas asentadas con mortero, por lo que parece, de arena en unos casos y de cal en otros. Dejando a un lado los casos aislados de una caseta en Villanúa/Bellanuga, otra en Embún y otras dos en Sinués, todas las demás se agrupan en el conjunto de casetas situadas aguas arriba de Aísa por lo que posiblemente haya que relacionar este hecho con el de su condición de casetas anexas a pajares que sí suelen ser en todos los casos de mampostería asentada con mortero. Concretamente en Aísa nos relataron cómo la cal que formaba parte de estos morteros de asiento era elaborada de manera artesanal en el propio valle. "La piedra se recogía en el río" y se cocía en unos hornos de los que "uno caía al canto el río". Tenían forma circular y en su interior se componía una falsa cúpula similar a la de las casetas pero de piedras calizas para dar forma a la caldera inferior donde ardería la leña utilizada. "Muchos de los del pueblo sabían poner la piedra en el círculo ése", y luego "se pretaba fuego, con boj a fajos, y tenía que arder día y noche, no sé cuántos días". Después, "la cal se repartía entre los vecinos que intervenían". Siempre se cumple la máxima de evitar la formación de grietas verticales en la pared mediante la cuidada colocación de las piezas de tal manera que se procure dejar siempre la parte central de una piedra encima y debajo de la juntura que separa otras dos de las hiladas inferior y superior respectivamente, siguiendo la conocida máxima según la cual "hacer paré es poner una piedra encima de dos, no una encima de otra". A pesar de ello, la mayoría de las veces son de hiladas no identificables por la forma y tamaño variable de las piezas. Las características de estas piezas dependen fundamentalmente de los afloramientos minerales en su alrededor, produciéndose por tanto algunos conjuntos de similar apariencia por el tipo de piedra de sus muros como en el valle de la Garcipollera debido a la facilidad de división en estratos regulares de la formación flysch de la zona, entre Esposa y Sinués con casetas en las que tienen cabida los bolos de río, o como en el término de Canfranc/Canfrán con un tipo de caseta caracterizado por estar formado por piezas de forma extraordinariamente irregular. El origen de las piedras de estos muros parece que era su entorno más inmediato, pudiendo ser en unos casos tal como nos relataron en Caniás provenientes de la tarea cotidiana de limpiar de piedras las parcelas de cultivo o siendo, tal vez más a menudo, arrancadas a propósito de un lugar adecuado. En Aísa nos dijeron que había que buscar las piedras en un zinglo o zingla, que es una veta de piedra situada en la ladera o bajo el suelo y de la que resulta muy fácil extraer piezas de igual grosor. En Cenarbe/Zenarbe nos hablaron asimismo de esta operación, contándonos que había que buscar la ranura o separación entre las diferentes capas del propio material y entonces "la trucas con un pico y se abre la piedra". Allí además nos advirtieron que no era recomendable la piedra que llevaba tiempo expuesta a la intemperie ya que "la buena piedra es la que no está quemada por el sol". Durante la última campaña de prospección hemos localizado un gran número de casetas con muros cuyas piezas habían sido trabajadas, o "trebajadas" tal como decía algún informante, en algunos casos solo para ciertos elementos concretos de la construcción como esquinas y jambas pero en otros casos también empleadas de manera generalizada en las paredes y el interior de la cubierta. En total, parece que algo más de la mitad de los ejemplos presentan de manera habitual pequeñas piedras que sirven para ajustar y ocupar los huecos entre las piezas de tamaño común. En algunos casos se prefiere dejar las piezas de mayor tamaño para las esquinas, y pueden colocarse asimismo de manera alterna para darle una mayor trabazón al conjunto de los muros. En dos casetas concretas (en Aratorés y Canfranc/Canfrán), la inserción de la parte trasera de la caseta en la ladera queda evidenciada al no ser cubierta, tal como suele ser habitual, por la capa interior de la pared quedando por tanto a la vista la roca viva excavada del terreno en pendiente. En seis casos muy esparcidos por toda la zona (uno en Araguás del Solano/Araguás d'o Solano, Canfranc Estación/Canfrán de Arriba, Cenarbe/Zenarbe, Villanúa/Bellanuga y dos entre Acín/Azín y Larrosa/A Rosa) se emplea una o varias grandes losas planas y de gran tamaño colocadas de canto como sustitución de un fragmento de pared. En Cenarbe/Zenarbe nos contaron que seguramente estas grandes losas fueron extraídas de los campos situados sobre el de la caseta, bajadas "a rastras" y colocadas haciendo palanca con la ayuda de "trancas". Solamente en sendos casos aislados se ha registrado la presencia de un contrafuerte interior y, en un solo ejemplo, una caseta está completamente rodeada por un muro exterior. No es nada común, aunque ha podido comprobarse en tres casos, la existencia de un madero escuadrado situado a modo de durmiente o zapatera sobre el remate superior de los muros, signo de una obra construida con más cuidado y medios de lo que suele ser habitual. Así ocurre en, al menos, el muro lateral de una caseta de Las Tiesas Altas/As Tiesas Altas, de otra en Aísa y en otra de Caniás donde además se sitúa sobre los cuatro muros quedando perfectamente machihembrados entre sí y aportando al conjunto la consistencia necesaria para que, por lo que está a la vista, hasta el momento no haya caído derruido por completo. Tampoco resulta muy corriente que las paredes queden enlucidas o enfoscadas y solo se han testimoniado 9 ejemplos de esta práctica que se corresponden en casi todos los casos con casetas de gran tamaño (Cs 27/Ja o Cs 30/Ja), de realización especialmente cuidada (Cs 14/Ct o Cs 47/Ja), o situadas anexas a un pajar (Cs 23/Ai). El enlucido puede ser de mortero de cal o barro y puede situarse solo en interior de la caseta, solo en la parte exterior de los muros o en ambos emplazamientos al mismo tiempo. Además en tres ejemplos de Aísa, fruto de alguna reparación reciente, el enfoscado exterior se ha realizado con cemento industrial.
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