LOS BUREOS. (reuniones festivas en las masadas) Rosa Palomar Ros |
4.- Organización.
a) Anuncio.- El mismo día en que se celebraba un bureo se comunicaba en que casa se haría al siguiente domingo. Si no se había anticipado el lugar, la gente se enteraba porque los pastores lo transmitían durante la semana. Los bureístas acudían a las casas en las que se creían habría más animación, o a aquellas en las que tenían sus novios, Otras veces eran los lazos familiares los que decidían la asistencia.
b) Acondicionamiento de la casa. Para hacer el bureo los jóvenes pedían permiso a los padres. A veces ese requisito no era necesario, ya que eran los padres los qué tenían más ganas de juerga y lo promovían, sobre todo si tenían hijos casaderos y los querían casar pronto. Después las jóvenes limpiaban la cocina y la entrada y, en ocasiones, la cuadra, lugares todos ellos centro de la reunión, estando los primeros destinados al baile y representación de los juegos y el último a la preparación de éstos. Estas tres piezas ocupaban la primera planta, pues en las masadas, al igual que en algunas casas del pueblo, a continuación de la entrada, por lo general bastante grande, se pasaba, por un lado, a la cocina, también espaciosa por ser el centro de la vida en familia, y, por otro, a las cuadras y corrales.
c) La comida y bebida. Como los bureos se celebraban por la noche, los asistentes ya iban cenados, pero normalmente se repartía algo de bebida (vino, aguardiente, anías para las mujeres) y algo de aperitivo (endrinas escalfadas y aliñadas, nueces, higos, tortas, mi el). Pero esto no se puede generalizar porque dependía de lo que tuviesen los de la masada en ese momento y, sobre todo, de cómo hubiese Ido la cosecha y de si había dinero o no. Como las condiciones económicas de los masoveros eran muy precarias, si coincidía que tenían comida abundante, o habla amasado, habría tortas y el aperitivo sería mayor; si no era as¡, pues se compraría un poco de vino, En alguna ocasión y coincidiendo con una celebración importante, se mataría algún cordero y se haría una buena comida, pero no era lo habitual, Lo importante del bureo era la juerga y,, si el vino la facilitaba, mucho mejor. d) El camino. Las familias bureístas se trasladaban por grupos de masadas, emprendiendo el camino jóvenes y mayores juntos. Lo normal era que, asistiesen los jóvenes, pero también acudían todos los que tuviesen ganas de juerga, unas veces por participar, otras por acompañar a las hijas, en el caso de que no tuviesen hijos varones que pudiesen hacerlo. Habían matrimonios en los que la mujer tenía muchos quehaceres domésticos (hijos pequeños, al anciano a su cuidado, etc.) y se iba el marido sólo, por el contrario, había mujeres a las que les gustaba tanto el baile que, aunque no asistiesen sus maridos, subían sus hijos pequeños a los mulos y se iban al bureo. Este empezaba ya por el camino, cuando los bureístas salían de sus casas. los que vivían más cerca de dónde se celebraba, se iban uniendo a los que llegaban de más lejos. Los bureístas no desaprovechaban ni un minuto y ya por el camino realizaban juegos y bromas, siendo frecuente la de llevar a algún inocentón a llevar el gamusino. Esta broma tiene varías versiones, pero en el camino del bureo consistía en llenar un saco de piedras y pedir a alguien que lo llevase hasta la masada en que se haría el bureo. Al llegar le pedían que lo abriese y el pobre que había sufrido el peso todo el camino, quedaba avergonzado ante las risas de los otros. Sí entre los que emprendían la marcha había alguna pareja, esta se separaba algo del grupo y hablaba de sus cosas y, si era posible, se magreaban, pues lo más seguro es que después del bureo no se volviesen a ver hasta el domingo siguiente. Si en el grupo había algún músico o cantador, hacían un alto en el camino y bailaban. En ocasiones en que hacía mucho frío, encendían una hoguera en el camino para recuperar fuerzas y seguían la marcha, Aquí podemos percibir claramente la necesidad de relaciones de esta gente que superaba todos los obstáculos para reunirse con sus amigos y divertirse lo máximo dentro de sus posibilidades. Como el camino se hacía de noche, tenían que alumbrarse y protegerse del peligro. Se Iluminaban con teas que ponían en una sartén o en latas a las que habían añadido un mango, y servían también para quemar y asustar a los sapos. Llevaban un saco con teas y piñas para mantener continuamente la luz y para hacer fuego si era necesario. También se ayudaban de cuernos y caracolas de mar para hacer ruido y ahuyentar a los animales.
e) la llegada. La casa. Distribución de los grupos y el espacio. Una vez en la casa los músicos o tocadores se colocaban entre la entrada y la cocina, Se ponían encima de unos bancos o simplemente en el escalón entre esas dos habitaciones o sentados en sillas. Los buenos tañedores y cantantes eran muy buscados y solicitados, pues gran parte del éxito del bureo dependía de ellos. A veces se les daba la cena, hecho que motivaba a los mozos para aprender a rasgar la guitarra para así permitirse algún día una cena más copiosa de lo habitual, que era bastante escasa, sobre todo en las malas temporadas. Los que organizaban los juegos se escondían en la cuadra para prepararlos, Baile y juegos eran, pues, las principales actividades de los bureos; pero no las únicas. Los más ancianos, hombres y mujeres por separado, sé sentaban en un ángulo de la cocina y jugaban a la brisca; las mozas hasta que entraban en ambiente, jugaban al anillo, al padre calabacero, o hablaban, Los mozos también jugaban. Los chicos tenían su espacio y sus juegos, Imitando en muchas ocasiones a los mayores con sus representaciones paralelas. Estas actividades se ampliaban cuando el tiempo era bueno, ya que se podía salir a la era y allí se jugaba a la calva, al moscardón y otros, Esto se hacía principalmente en la época final, por Carnaval, cercana ya la primavera,
f) El regreso. Cuando el bureo finalizaba, todos volvían con pena a sus casas. Pero no siempre acababa así, Sí había algún grupo que quería seguir la juerga y entre ellos alguien sabía tocar o simplemente rasgar un instrumento, continuaban por el camino cantando y bailando, llegando a sus casas bien entrado el nuevo día. |