LOS BUREOS. (reuniones festivas en las masadas) Rosa Palomar Ros |
3.- Espacio,
a) las masadas frente al pueblo.- Ya he comentado anteriormente que esta fiesta estaba organizada exclusivamente por los masoveros y sólo ellos acudían. A oídos del pueblo llegaban noticias de que allí se pasaba muy bien y a algunos les hubiese gustado asistir, No es que el acceso estuviese vetado a nadie, pero las condiciones sociales de aquella época hacían que los masoveros y los del pueblo fuese dos clases diferentes y los contactos entre ellos escaseasen.
El bureo tiene pleno sentido en el marco social y cultural de las masadas, En éstas, la vida era muy dura, ya que la lejanía del pueblo, las aislaba de todo movimiento y cambio que allí pudiese producirse, y no les permitía disfrutar de las pocas comodidades que en el pueblo se iban consiguiendo. Carecían de luz eléctrica, hecho que les impedía tener radio, gran medio de comunicación del que si gozaban los del pueblo, carecían de agua corriente, aunque muchas masadas estaban cercanas a fuentes de agua buena y abundante. Y, lo que es más importante, la gran distancia al pueblo dificultaba la asistencia de los niños a la escuela, con lo que su nivel cultural era muy bajo. Los niños que vivían en las masadas más próximas tenían que recorrer, por lo menos, una hora de camino, que, con tiempo normal era factible, pero con el rigor de los fríos invernales, llegar a la escuela se convertía en una hazaña.
Por esto, los masoveros se sentían inferiores ante los del pueblo, mostrándose tímidos y hoscos en las pocas ocasiones en que se encontraban. Al mismo tiempo eran considerados ciudadanos de segunda categoría. Los contactos entre ambas comunidades se producían, ocasionalmente, cuando los masoveros bajaban a comprar al pueblo y, con mayor intensidad, en las fiestas locales de éste, pero no siempre se mezclaban. Quizás el momento en que la relación de los mozos se intensificaba era en las fiestas de los quintos, pues se agrupaban todos los de la quinta para ir a pedir por el, pueblo y las masadas. Juntos conseguían más beneficios para sus fiestas y juntos se divertían.
También habría que señalar que casi todos los masoveros eran medieros, ya que los propietarios vivían en el pueblo o en la capital. Y, aunque las tierras de algunas masadas fueran buenas, como había que repartir beneficios, esto no les permitía nadar en la abundancia.
Así, pues, los masoveros se consideraban, o eran considerados, un grupo social diferente. El bureo les permitía relacionarse con sus iguales sin temor al ridículo. Y era en ese marco de confianza donde daban rienda suelta a su imaginación. creando juegos, haciendo bromas o, simplemente divirtiéndose. Al mismo tiempo, era allí donde ponían en común sus problemas, sus alegrías, sus aspiraciones. También donde intentarían encontrar, pareja y, si era posible "magrearse" y hasta retozar. Y, si todo iba bien y continuaba la relación, formalizar un festeo que, probablemente, acabaría en boda, en cuyo banquete los asistentes comentarían sobre el bureo en que se conocieron los novios tiempo atrás.
Cuando a los bureos subía alguien del pueblo, este lo podía tomar como un privilegio, pero tenía que aguantar las bromas que, por supuesto sin mala fe; le hacían, aprovechando su desconocimiento de los juegos, Después de la guerra, como los contactos entre los masoveros y los del pueblo habían aumentado, también se trasladaban junto con los primeros algunos del pueblo que preferían la juerga de la masada. Además los matrimonios mixtos había emparentado a gentes de estos dos grupos. En alguna ocasión se invitaba al cura, el cual también tenía que sufrir las consabidas bromas.
b) Las masadas y la celebración de bureos. Las masadas en que se celebraban bureos variaban cada domingo. Los hacían principalmente aquellas en que hubiese gente joven, mozos o mozas casaderos, aunque esto no era imprescindible, pues también los casados eran partidarios de que se organizasen. Algunas festividades tenían su bureo fijo en determinadas casas, atendiendo a la importancia de la festividad y al tamaño de la casa, pues si ésta era pequeña y acudía mucha gente, se estaba incómodo. Hay que tener en cuenta que para Carnavales llegaban a reunirse hasta 120-130 personas en una casa, siendo lo normal que se juntasen unas 20-30.
Los bureístas se movían sobre todo por barrios y en estos se iban turnando en la organización las distintas casas a lo largo del año, si es que había gente casadera. Si no era así, las relaciones se extendían a masadas más alejadas en el caso de que hubiese alicientes como gente juerguista, familia, buenos tocadores, mozos-as solteros, etc. Los contactos entre masadas del mismo término eran frecuentes, pero también las de otros términos que estuviesen cerca. Por ejemplo, si las masadas estaban cerca de Valbona, acudían también gentes de las masadas de ese término, o de Cabra, Alcalá y Rubielos.
Aunque había mujeres que normalmente no asistían por tener muchas obligaciones familiares, si tenían hijos que si iban, lo organizaban una vez al año.
Durante Navidad, Año Nuevo y Carnavales se hacían en más de un sitio. En Navidad los centros de reunión eran Casa Nueva y Salabrosos; Año Nuevo, en El Campillo y La Parra; la Candelera en Camarillas; lunes de Carnaval en Casa Capote; martes de Carnaval en las Barrachinas o El Lavadero, etc. Los bureos acostumbraban a celebrarse por la noche, excepto el martes de Carnaval que tenían lugar durante la tarde y, si el tiempo acompañaba, se bailaba en la era.
Los lugares de la casa que se dejaban para el bureo eran la entrada, la cocina y la cuadra. |