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ADAHUESCA Y SU DESPOBLADO DE SEVIL                                                                         Manuel Benito Moliner

 

EL TREVIÑO

 

ARQUITECTURA.

 

Hasta el comienzo de este siglo el Treviño constituyó un complejo arquitectónico formado por cuatro elementos:

 

1-La iglesia.

Ocupaba el lado Sur del conjunto siendo, en la actualidad, el único elemento que subsiste. Su fábrica es de sillería y se dispone en cruz latina con un ábside central, poligonal al exterior y semicircular por dentro, y dos laterales, el meridional más reciente y de menor altura, ambos cuadrangulares. El septentrional, resto del antiguo claustro, se metía en la antigua casa descansando en él la cocina. En el muro Oeste, y a modo de continuación, hay un campanario de escasa altura con dos vanos y remate en tejadillo; se accedía a él por el coro.

La cubierta de teja árabe se apoya sobre canetes labrados con diferentes motivos: geométricos, antropomorfos...

Se accede mediante dos portadas románicas, la occidental de dovelas desiguales, rodeadas de puntas por el trasdós que descansan en las jambas mediante imposta; tiene tímpano de una pieza con un crismón labrado. Sobre ella se abre una curiosa ventana de doble arcada, la primera con dos series de dovelas enmarcadas también por puntas. La exterior se sostiene directamente sobre el paramento y la interior sobre sencillas columnas. La segunda arcada es de una sóla pieza, con intradós rebajado y recorrido por una espiga, sustentada por otro par de columnas semejantes a las anteriores. Por último, el vano en si, tiene forma de campana.

La portada septentrional tiene tres arquivoltas que descansan sobre columnas -los fustes desaparecieron- con capiteles ornados geométricamente, los dos primeros con curvas que simulan escamas. Toda la portada tuvo decoración pictórica, estando guardada por un atrio, del gótico pleno, que servia para comunicar la iglesia con el claustro.

En el interior destaca el altar central con pinturas murales de transición -siglo XIII- sobre el muro del ábside, muy deterioradas. Las capillas laterales albergaron retablos dieciochescos de la Virgen de los Dolores y de San Joaquín, que en 1715 estaban adscritas a las casas aboscenses de Subías y de Martín Bailo. La imagen, perdida con el resto del ajuar en la última contienda, se describe así en la obra del padre Faci: Situada en el nicho principal del retablo, está ejecutada en madera con un tamaño entre mediano y grande, hallándose sentada en silla, con el niño sobre el brazo izquierdo, en el derecho sostiene el orbe. Escultura diestramente ejecutada, destacando, según la obra de Faci, lo acertado de la encarnación y viveza del carmín de su rostro soberano, y gravedad apacible en sus ojos. Este autor nos indica, también, la existencia entonces -siglo XVIII- de un órgano y de una verja que separaba el altar mayor del resto de la nave. En 1715 (En Castillón Cortada, F. El santuario de Santa María del Treviño, de Adahuesca. Folletón Altoaragón. nº84. Diario del Altoaragón. Huesca.) poseía, además, un cáliz, un relicario, seis casullas de colores, tres albas, doce purificadores, cuatro enjugamanos, un misal y un cuaderno de réquiem. En 1730 la imagen poseía dos coronas de plata y piedras preciosas, doce manticos, veinte manteles y ramos de mano para el adorno.

 

2-Casa-Torreón.

La casa que se mantuvo en pie hasta ya entrado el presente siglo, procedía de las estancias monacales que allí se ubicaron. Ocupaba el espacio oriental del conjunto y se orientaba norte-sur, teniendo planta rectangular. Era una sólida construcción de sillería en la base. Mampuesto a occidente y tapial a oriente, en el resto del paramento. No era muy habitable y se fue levantando en diferentes épocas, limitando a septentrión con el torreón, al sur con la iglesia -englobando en su estructura el ábside norte de esta- y a poniente con el claustro formando la pared oriental, de este último, con el primer piso. Se entraba por este lado.

El torreón pudo servir de campanario hasta el XVIII-XIX ya que en el Faci se dice: Existe una torre muy hermosa con sonoras campanas. Sería un eufemismo que la actual espadaña se correspondiera con esa torre hermosa.

3-Claustro.

Flanqueado por la iglesia al Sur, la casa y torre al Este, tapia y restos de edificaciones al Norte, y, por ultimo, un muro de mampostería y tapial al Oeste.

Existía un corredor, de unos tres metros de ancho, que estaba separado del patio central por un muro de sillería, como de un metro de altura, sobre el que se levantaban las sesenta y cuatro columnas dobles que, a su vez, soportaban arcos adovelados. Todos los elementos: bases, fustes, capiteles y dovelas estaban confeccionados a partir de una piedra caliza blanca muy vistosa, que contrastaba con el muro de granito.

El patio, que tenía en el centro un pozo aljibe de gran profundidad y con agua saludable para socorrer a la Villa en las sequías, fue utilizado como cementerio en época monacal y para jardín después.

A finales del siglo pasado las columnas orientales estaban ya empotradas y formando parte de la casa, que se habría ampliado. El resto o estaban al descubierto con las dovelas cambiadas por ladrillos o incluso tapiadas. En el ángulo, frente a la puerta de la iglesia, se conservaba un macizo todo de sillería que llegaba casi hasta el tejado, seguramente para soporte del atrio de entrada a la iglesia.

Al claustro se accedía, desde fuera del recinto y hasta el siglo XIX, por el lado Norte. Algo a la derecha de este muro se alzó la portada, resguardada por un atrio que desapareció con la llegada de los frailes de Monserrat y que, hasta entonces, 1885, había servido de refugio en las tormentas y como punto de obligado descanso a los caminantes. Los monjes lo derribaron al intentar utilizarlo como habitáculo.

En el recorrido de este claustro existían dos capillas y un altar, dedicados a la Virgen, san Fabián y san Sebastián –con una capellanía cuyos beneficios se extinguieron en 1730- y el altar probablemente de la cofradía.

Las capillas eran muy similares y se situaban tras una arcada apuntada, una estaba al noreste, entre el torreón y el atrio, y quedó convertida en sala de visitas por los monjes catalanes. La del sudeste quedó cerrada por el claustro abriéndose a la iglesia, en la que se integró como capilla lateral. En el hueco del arco de entrada al claustro, se construyó el altar con la imagen de un crucifijo pintado al fresco, de la escuela francesa,(Tobeña y Barba... op.cit)  en el muro de cerramiento. Tanto el altar como la pintura fueron destruidos por los monjes mencionados. Pudo existir otro altar, en el mismo lado de la iglesia, llegando el fondo hasta la puerta exterior de esta que antes daba a un jardín.

 

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